Cap. 32

La música termina y el hechizo se rompe. En ese momento me doy cuenta de que casi dejo que me bese delante de medio instituto y me aparto de él como si me hubiera dado calambre. Andoni sonríe demostrando que no le afecta mi rechazo y que todo esto le resulta de lo más divertido.

—Gracias por el baile —dice, dejando claro que no va a insistir para que haya un segundo.

Se retira y yo decido que es el momento de irme de allí. Más que nada, para huir de las miradas y cuchicheos a mi alrededor.

En cuanto me he alejado del instituto, me quito los zapatos y aunque el suelo está helado, sé que con ellos puestos, no podré llegar hasta casa.

—¿No pensarás ir sola?

Samir me alcanza y no confío en la casualidad, así que doy por hecho que estaba atento a mis movimientos.

—¿Me estás siguiendo?

—Creo que después de lo ocurrido la otra semana, será mejor que no tientes a la suerte.

Se me escapa una carcajada. No lo puedo evitar. ¡Como si él pudiera salvarme de todos los peligros!

—No sé si te has dado cuenta, pero ahora mismo parece que a Andoni le he caído en gracia. No creo que lo del otro día vaya a repetirse. Al menos de momento.

Samir me coge del brazo y me detiene.

—Que sus amiguitos le obedezcan siempre, no significa que alguno no tome decisiones por su cuenta. Y estoy seguro de que te la tienen jurada.

En eso he de darle la razón.

—Sabes que no vas a poder estar ahí siempre, ¿verdad?

—Mientras pueda lo haré.

Caminamos un rato en silencio hasta que Samir vuelve a hablar.

—Parecéis muy amigos de repente.

—¿Quiénes?

—Ya lo sabes, Andoni y tú.

—Al menos está dispuesto a contarme la verdad cuando le pregunto —lanzo, sin importarme si le fastidia o no.

Samir suelta algo parecido a un gruñido. Mi afirmación le ha molestado.

—Si es tan sincero... ¿te ha contado ya si es el asesino de mi hermana?

Eso sí que es un golpe bajo. Sin embargo, no me voy a dejar vencer tan fácilmente.

—Tampoco se lo he preguntado, así que técnicamente no me ha mentido.

—Ya... claro.

Veo cómo saca del bolsillo papel de tabaco y comienza a liar un porro.

—¿Llevabas eso encima en la fiesta?

Pienso en las posibilidades de que alguno de los profesores le registrara en busca de alcohol y no me quiero ni imaginar lo que hubiera ocurrido de haberle pillado con hierba.

—Tranquila. Se la acabo de comprar a Urko.

Se afana en encenderlo y cuando ve que ya tira bien, me lo ofrece. Estoy a punto de decirle que no, pero ¡qué demonios! Hacemos parte del camino sin hablar, sin más interacción que pasarnos el porro y dar lentas caladas. Nos detenemos en un banco del paseo, bastante antes de llegar a casa. No es plan de que nos vea ningún vecino y mucho menos entrar en el portal con esta peste.

Subo los pies al banco para no seguir tocando el frío suelo y Samir me señala los zapatos.

—¿Tan incómodos son?

—Después de dos horas de pie, te lo aseguro.

Me mira durante un largo momento, mientras doy una nueva calada y no tengo ni idea de lo que se le está pasando por la cabeza.

—¿Hubieras dejado que te besara?

Eso.

No sé sí es por el efecto de la hierba, pero suelto lo primero que me viene a la cabeza.

—¿Y por qué no?

Samir se revuelve el pelo, y un par de rizos le caen sobre la frente. Incluso con el pelo revuelto está guapo...

—Porque es un psicópata. Porque hace menos de dos semanas que te dejó en medio del bosque para que sus amigos te dieran una paliza. No sé... ¿necesitas más ejemplos?

Sé que ha acertado en cada uno de sus razonamientos sobre Andoni, pero no le he informado de que acercarme a él forma parte de mi plan. Quizás sea esa la única manera de descubrir la verdad. Sin embargo Samir a día de hoy no se ha ganado que le cuente lo que pretendo en realidad.

—Creo que en esta historia no todo es blanco ni negro —relativizo—. Además, cualquiera diría que lo que tienes son celos.

Tira lo que queda del porro al suelo y lo aplasta con la punta de su bota. Cuando levanta la vista de nuevo, su gesto serio me sorprende.

—Qué quieres que te diga. ¿Que preferiría mil veces que me besaras a mí antes que a él? No te hagas la tonta Maite, sabes que es así. Ahora mismo, lo único que pienso es en acercarte a mí y besarte hasta que olvides tu enfado. Sin embargo no lo haré. Eres tú la que tiene que tomar esa decisión y yo no voy a jugar como hace Andoni. Lo de ir de chico malo no va conmigo.

Durante medio segundo estoy a punto de sucumbir a sus palabras. La idea de sentir sus labios sobre los míos de nuevo, ha despertado en mí una sensación cálida que quiere convertirse en fuego. Saber que él está deseando besarme es más de lo que puedo soportar en este momento y el efecto de la hierba hace que mi mente esté nublada. Ahora mismo, con el deseo llamando a mi puerta, lo que me hizo parece una nimiedad. Sin embargo, él mismo consigue sacarme de mi momento de duda.

—¿Te has fijado en Miren?

—¿En Miren? No recuerdo haberla visto.

Lo cierto es que no presté demasiada atención a la fiesta. Apenas me dediqué a atender a quien se acercaba a mi zona de catering. Aunque entiendo que siendo de mi clase, tenía obligación de estar allí para cumplir con su turno.

—No parecía muy contenta con el baile que os habéis marcado Andoni y tú.

Me pongo de pie con intención de retomar el camino a casa, mientras pienso en ello.

—El día de la biblioteca parecía asustada y rehuía de él. Recuerda que pensé que igual la estaba amenazando con algo, pero si hoy te ha dado impresión... igual la teoría del "amor de instituto" toma fuerza.

—No lo sé. Esos dos no pegan ni con cola. Casi diría que son las dos personas más antagónicas de todo el instituto. Ella es la típica chica modosita que intenta pasar desapercibida y que no le gusta destacar. Y él... bueno ya le conoces. Es el rey de la fiesta.

Me encojo de hombros. Cosas más raras se han visto.

—Dicen que los polos opuestos se atraen.

—Lo de esos dos va más allá de polos opuestos. Solo me creería una relación entre ellos dos, si fueran los últimos pobladores del planeta.

Suelto una risa floja al escuchar su ocurrencia. Samir abre la puerta del portal y cuando voy a entrar, me frena.

—¿Qué ocurre?

—Dime que tu tía no está en casa.

—Mi tía duerme como un tronco —le informo, mientras pienso por qué me lo pregunta.

Me deja pasar y me sigue hasta el ascensor.

—Mejor, porque se ve a la legua que vas colocada.

Así que era eso... por un instante pensé que estaba a punto de intentar algo. Subimos y tras pulsar el botón me giro, encontrándole más cerca de lo que debería. Vale que el ascensor es pequeño, pero...

—Tenemos que dejar de compartir espacio en este trasto —susurro.

De pronto el ambiente se nota cargado, como si estuviera lleno de electricidad estática que choca contra nosotros, erizando cada centímetro de piel. Su mano me aparta el pelo y sin querer, roza mi cuello al retirarla. Un chispazo, justo en ese punto. Acerca su rostro al mío y por un instante pienso que me va a besar pero se queda ahí, a escasos milímetros.

—Al contrario. Cada vez que montamos juntos se convierte en mi momento favorito del día.

Su sonrisa es tan sincera que no soy capaz de evitarlo y son mis labios los que se posan sobre los suyos, deseando que la distancia entre ambos desaparezca del todo. Escucho el "ding" de la puerta que se abre, sin embargo, ahora que él me sujeta entre sus brazos, decido ignorar ese sonido. Nos besamos con hambre, con desesperación. Como si lo único que pudiéramos hacer es beber el uno del otro de esa necesidad que se ha desbordado. En el segundo "ding" noto cómo Samir me arrastra fuera del ascensor y nos detenemos cuando mi espalda choca con la pared. Los minutos pasan y cuando me separo, apoyo mi mano sobre su pecho sin saber muy bien qué decir.

—Sigo enfadada contigo.

Sé que no es eso lo que espera, pero no le voy a mentir.

—Lo entiendo. No pretendo que me perdones de un día para otro. Lo único que quiero es que me digas que no te arrepientes de los últimos diez minutos.

De eso no tengo duda.

—No me arrepiento.

—Para mí, eso es suficiente —me suelta y se acerca a abrir su puerta—. Espero que reflexiones sobre cuánto mejor es dejarte besar por mí que por Andoni... Gabon, Maite.

Me río por el tono burlón de sus últimas palabras y mientras entro en casa, me doy cuenta de que no tengo nada que pensar. Tengo muy claro a quien prefiero.


¡Pues para tenerlo muy claro casi se deja besar por Andoni! Jjajajaja. 

¡Buenas a todas y todos! ¿Qué tal estáis? Espero que os vaya bien... Yo tan liada estos días que la cabeza me echa humo, pero bueno ¡aun así he sacado tiempo para actualizar! ¡Bieeeeeeen! 

Al tema. ¡Al final no hubo beso con Andoniiiiii! ( No lo digamos muy alto que en esta historia puede pasar cualquier cosa). Eso sí, que levante la mano quien prefiera que se bese con Samir (yo la primera). 

No sé si Maite es consciente del riesgo que corre acercándose a Andoni teniendo en cuenta que todavía no ha conseguido averiguar nada, quizás debería ir pensando en otra estrategia, pero bueno. Esta chica va por libre. Al menos yo me alegro de que avance un poquito con Samir, porque aunque metió la pata, es buen chaval. De lo mejorcito, viendo al resto, jajaja. En el próximo capítulo Maite tendrá una visita sorpresa... ¿Quién? ¿Con qué intención? Pronto lo sabréis. Dejadme comentarios y así charlamos un poquito. 

Gracias por leerme. Pronto más. Besitosssss

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