El Cuento

Al pasar de los días, como la hierba mala, se sembró en ellos el miedo, a decir verdad ni ellos sabían qué los ponía tan tensos… si tan solo supieran lo que en realidad acontecía en aquel pueblo… cuento o no, Charles estaba seguro de que tan solo la noche anterior, vio que un pequeño ser extraño salió corriendo de la canal… más eso no fue todo, luego de eso, lo vio cambiar de forma convirtiéndose en un perro Golden y echando a correr… a primera instancia Charles se pellizcó e intentó probarse si dormía pero efectivamente estaba despierto, no podía contarle eso a nadie… quizás a su prima… quizás ella le creería… sus amigos creen que lo que han estado viendo es un demonio pero Charles está seguro de que aquello… es un vil Alíen impostor… que cambia de forma para espantarlos.
Luis por otro lado, ha estado teniendo la peores de las situaciones a donde va… solo se consigue con constante recuerdos de la mortalidad, personas con extrañas verrugas y úlceras…  sin embargo no estaba dispuesto a quedarse encerrado en casa, podría enloquecer… los adultos parecían no darse cuenta de eso…aquel día Edgar y Andrés caminaban por los alrededores cuando descubren a Luis solo, sentado en el muro adjunto a la Canal. Mal intencionadamente, como si fuese guiado por el demonio… Tal, Edgar solo pudo imaginarse una cosa, tirarlo por la canal. Le hace señas  a sus amigos para que lo sigan y con sigilo se mueve oculto pegado a la pared, hasta llegar a Luis echándole un empujón Canal abajo… La Canal estaba un poco alta con la corriente turbulenta y Luis traga agua sucia a primer estancia enojado, y apenas reconociendo lo sucedido nada hacia la pared diagonal pegándose a ella y mirando a sus agresores. Los dos niños lo miraban burlonamente desde arriba…mientras que él solo podía imaginarse golpeándolos hasta cansarse.—¿Te caíste gordito?— se burló Edgar soltando una carcajada.
Se escucha la voz de alguien adulto detrás de ellos, Luis enojado mete la mano en el charco y apenas sintió algo sólido y pesado, lo sacó del agua y lo arrojó con fuerzas… Edgar volteó el rostro y justo recibió una pedrada sobre la ceja. —¡Hey, Hey!— se escuchó al adulto llamar la atención más de cerca. Edgar juró por su vida vengarse  pronto y se fue corriendo seguido por su amigo. Luis levanta la mira e Identifica un hombre moreno con uniforme de Policía.—¡no se juega de esa manera!— reclamó a Luis chorreando mientras escalaba fuera de la canal.
El señor le preguntó donde vivía y fue a entregarlo a sus padres contándole que le lanzaba piedras a otros niños… tras un sermón, una jalada de orejas y mandado a bañarse Luis se acostó enojado, mirando frustrado fuera de la ventana del cuarto el viento soplaba y el pasar de los minutos lo hacen sentir relajado.
Minutos, quizás media hora después… no recordaba cómo llegó al sofá cama en la sala de estar. Pero estaba solo, quizás era mejor… no había estado sintiéndose bien y la gente alrededor solo lo empeoraba. Entonces escuchó claramente que alguien murmuraba algo en la puerta de la casa, se acercó a escuchar pegando la oreja de la puerta e incluso trató de ver por el ojo mágico… y ahí fue cuando lo vio… era Edgar parado en la puerta con la sonrisa más macabra y malvada que había visto, y ocultando algo con sus manos tras su espaldas.—¿Gordito?— cantó al otro lado de la puerta intimidándolo y llamándolo como perro.
—Qué ¿Qué haces aquí?— le preguntó Luis un poco asustado sin abrirle.
—¡ven! ¡vamos a jugar!— respondió Edgar al otro lado y sus ultimas palabras hicieron eco en el pasillo.
—¡lárgate!— gritó Luis temblando un poco y de pronto hubo silencio, se asomó por el ojo mágico durante un par de segundos… su acosador aparentemente se había dignado a irse.
Luis se vuelve y por un segundo se sobre salta le ha parecido ver a la niña de la escuela que tanto le gusta…(Diana Carpio) Era mayor que él pero aun así era la niña de sus sueños… pero se había esfumado, no entiende lo que sucedía. Se sobresalta de nuevo cuando escucha que tocan a la puerta, él se asoma  por el ojo mágico y ve la cara de un Diablo rojo  con ojos amarillos y unos dientes como los del tiburón… parecía tener un pelo de puerco espín que baja y le cubría su desnudez. Luis retrocede asustado por aquello que se había aparecido en su puerta.
—¿Luis?— escuchó la voz de Edgar llamando pero parecía ser que provenía de esa cosa con cuernos pequeños sobre su frente.
Entonces distingue una mano roja que lo sujeta de la espalda sobre su hombro y escucha aquella voz distorsionada y tenebrosa hablándole tras él. —¡Despierta Luis!— se sobre salta y despierta de nuevo sentado en el sofá Cama de la sala, su hermana lo estaba mirando parada junto a él. —¿ te sientes mal?— le preguntó ella. Luis no podía explicárselo.

Aquella noche Isaac y Eliel estaban hablando sobre los espíritus, que según a los niños de allá adelante se les había aparecido: un Indiecito.
Luis (quien también estaba allí) se preguntaba si sería verdad…¿un indio?... o será… ¿el fantasma de un niño disfrazado de Indio? ¿Cómo saberlo? Edgar y Andrés surgen repentinamente por la esquina dando la impresión de que buscarían problemas.
—¡mantecoso!— lo saludó el brabucón.
Luis y sus amigos solo lo miraban en silencio.
—recuerdas lo que hiciste ¿verdad?— le preguntó amenazante al tiempo en que dos adolescentes de los edificios de la parte de adelante surgen por la pared de la canal y sujetan a Luis.
Sus amigos se preocupan y tratan de ayudarlo pero el otro adolescente los sujetaba apretándoles los hombros. —¡Déjalo!— le pidió molesto Isaac al sujeto.  Este se ofendió por la manera en la que le hablaba el infante.
—¡Maldito mocoso!— gruñó sacudiendo a Luis.—¡controla tú al menor!— le ordenó a Edgar, quién a primer estancia también parecía guardarle cierto temor al adolescente.
Se acercó a Isaac en posición amenazante e Isaac apretó sus puños delante de él como lo hace su padre cuando pelea, con los brazos escudando su tórax.—¡te advierto Edgar!— dijo temblándole la voz y con cara de enojo.
—¿me adviertes?— se burló Edgar mirando a los suyos. —¡voy a darte una paliza!...¡y luego al gordito!— aseguró con una actitud maniaca.
—¿realmente eres así?— respondió Isaac empezando a dar pequeños pasos rodeándolo para alejarse de los secuaces del brabucón.—¿estúpido y enfermo?— ante los ojos de Isaac: Edgar era un niño carente de afecto infestado de porquería y maldad, su forma de sentirse más que los demás para llenar su vacío, era haciendo sentir menos a los otros… y eso lo estaba empujando a la oscuridad.
—te crees muy listo ¿he?— le replicó iniciando la pelea, tras algunos puñetazos fallidos entre los dos. Isaac le detiene una patada con tiempo suficiente par acertar un puñetazo en el estómago, Edgar cae al piso mientras Isaac siente adrenalina y apenas se creé lo que pasó. El sujeto tras él tira a Eliel al suelo, sujeta a Isaac de un brazo y Andrés se une a sujetarle del otro brazo. Fue allí cuando Edgar recupera el aliento, se levanta y le reparte dos puños seguidos al estómago, los mayores que sujetaban a Luis e Isaac se reían disfrutándolo.
Isaac colgaba de los brazos recuperando el aliento y aguantó las ganas de llorar, no les daría el gusto, lanza la mirada arto de las injusticias y al tiempo en que sopla la brisa contra sus rostros… imagina que en su camino viene el karma de Edgar.
—¡Imbéciles!— dijo tosiendo.—¡a las personas como ustedes les va mal!— soltó un pensamiento mirando a Edgar nada más como otro delincuente mimado, que de seguro moriría joven por creer que se podía comer el mundo.
Edgar se burla y lo golpea en la cara. —¡CÁLLATE!— le grita sintiéndose superior, Isaac lo mira con rabia y lo sueltan dejándolo caer al asfalto, Eliel se le acerca sin poder creer que nadie se asomara al estacionamiento a auxiliarlos.
—¡Edgar!— llamó el que sujetaba a Luis.—¿qué le vas a hacer al peruano? ¡apúrate!— le ordenó con desespero. Luis solo podía mirar atrás con temor a ser lanzado al fondo de la canal que ya estaba otra vez prácticamente seca.
—eso es perfecto— se escuchó decir a Edgar con una extraña voz mientras se acercaba al niño al borde del muro.
Isaac sospechaba sus intenciones, se pone de pie y corre tras Edgar, Andrés trata de detenerlo pero Isaac lo patea contra el suelo.
Edgar se detiene y se queda mirando Isaac a su espalda antes de que lo sorprendiera. —¡Déjalo!— le ordenó parado firme.
—¿porqué lo haría?— preguntó Edgar.
—¡por eso le salen esas cosas!— le reprochó Luis. Inocentemente. —¿Qué cosas?— replicó Edgar alterado por el comentario.
—¡los fantasmas!— completó Isaac entendiendo a su amigo. Los adolescente se echaron a reír mientras que Andrés y Edgar se miraron nerviosos.
—¿Tú los has visto cierto?— preguntó Isaac refiriéndose al rumor del Indiecito, a su mente de pronto vinieron unos ojos amarillos y una sonrisa retorcida, que seguro eran la causa de esa mirada nerviosa que intercambiaron los brabucones.
—No sé de qué hablas…— resopló nervioso.
Saltaron todos del susto cuando un hombre subió por la pared de la Canal repentinamente, Luis corrió hacia sus amigos y juntos se alejaron mirando al hombre encapuchado que surgió de la canal. Los adolescente y los dos brabucones no estaban menos asustados, aquel extraño sujeto se detuvo después del muro sin dejarse ver el rostro y sin emitir ni una palabra vistiendo aquellos viejos harapos.
—¿Quién es usted?— gritó uno de los amigos de Edgar mientras Luis y sus amigos estaban asustados todavía solo mirando en silencio.
—¡ustedes!— susurró con voz ronca al tiempo que un silbido de dos tonos se escuchó retumbar a lo lejos. Edgar y sus amigos corrieron de regreso hacia la avenida, mientras Eliel y los demás hicieron lo mismo de regreso al edificio donde vivían.
Una vez adentro, subieron a la azotea buscando rastro del hombre encapuchado… en aquella noche oscura los tres habían visto aparecer a aquel sujeto sin evitar acordarse de aquella historia. —¿será una coincidencia?— preguntaba Eliel mirando abajo buscando al sujeto por el muro. Isaac meditaba al respecto y se preguntaba si sería posible.
—no lo sé— respondió Isaac al fin
—¿Por qué querías hacer molestar a Edgar?— le preguntó Luis repentinamente a Isaac tomándolo por desconsiderado.—¿qué ganarías con eso?.
—¡solo le dije la verdad!— justificó él sin entender el regaño.—¿no lo vieron? Él supo que yo decía la verdad… ¿no lo vieron?— completó recordando.
—¿qué cosa?— preguntó Eliel a su lado sin entender.
—El miedo…— respondió Isaac.—…vi miedo cuando le recordé que a la gente mala le pasan cosas malas.— soltó el niño con esperanza en que así sea realmente.
—¿Tú crees en eso?— le espetó Eliel poco convencido al respecto.
—… sí a las personas buenas le pasan cosas malas… no quiero imaginar lo que tocaría para las personas como Edgar— soltó Luis con cara de enojo, podía sentirse un poco de resentimiento en su voz.
—¡Sí!...casi puedo imaginármelo… seguro se merecen algo peor que ser arrastrados a la oscuridad por el hombre encapuchado — soltó Isaac también con rencor.
Eliel soltó una risa, sus amigos eran un par de ñoños.—¿cómo qué? ¿Qué crees que se merecen?— participó mirando esta vez al cielo nocturno había olvidado sus verdaderos propósitos en la azotea. (Vigilar que el encapuchado no entre a la torre)
Isaac dedicó una mirada expectante a sus amigos. —…¡quizás!...— soltó como si fuese otra noche de cuento de terror.—…¡El Diablo Rojo!—  pensó de pronto en el último “invento de su imaginación”
Luis sonrió pensando en las posibilidades, mientras que Eliel trató de recordar a que historia se referían.
—…¡Si¡… están ahí…escondidos en el centro comercial junto al edificio…— comenzó a contar Isaac imaginándose para entretener a sus amigos. —…acusándose entre ellos de ser cobardes… pero todos lo son y Edgar lo sabe, Edgar sabe que no es más que un vil marica cobarde…— Isaac mira a sus amigos sintiendo que se oscurecía el lugar al tiempo en que un sentimiento pesado lo invadía, pero lo saciaba al tiempo en que deseaba más.—…seguro… escucharon el silbido de dos tonos y han comenzado a preguntarse si alguien está jugando con ellos… les parece que alguien los llama pero no ven a nadie hasta que finalmente… ven una sombra, como un extraño sujeto parado, una sombra se extiende a lo largo del piso y llega incluso hasta el techo sin poder ver que objeto la producía… un demonio maldito, un ser antiguo y perverso… que no solo disfruta del miedo sino que a los malos los utiliza hasta que los destroza con peor brutalidad…— contaba Isaac.
Sus amigos se reían mientras los tres se acomodaban sentándose en el suelo, ya había comenzado la historia de terror y la debía terminar…
—¿Qué les pasará?— se apresuró Luis inconforme, quería justicia así fuese imaginaria.
—no desesperen pues tras algunos parpadeos de luces un puñado de sombras de ojos rojos comienzan a salir de las paredes del centro comercial, los brabucones ni siquiera son capaces de pensar por los otros con ellos… están pensando ¿cómo salvarse?... Cada uno por su lado corre sin avisar a nadie, las sombras con ojos rojos los seguían y al tiempo Edgar y Andrés corrían escuchando tambores. Un silbido de dos tonos se escucha por segunda vez cuando van a cruzar el puente de la avenida… y se encuentran con un grupo de mujeres vestidas de negro de espalda a ellos, parecían aglomeradas con la mirada al suelo.
… las mujeres voltearon con ojos huecos y llorosos…pero con una sonrisa macabra que los hizo perder el sentido. — contaba Isaac cuando lo interrumpió una estruendo como de una centella, un segundo después.—…despertaron perdidos en medio de un bosque… sobre un rio como el de Portachuelo… montados sobre unas rocas grandes en medio de la fuerte corriente de agua fría y brillante como escarcha… al despertar vislumbran velas encendidas encima de otras rocas rodeándolos en el rio, los grillos y los bichos nocturnos eran acompañados por un extraño canto susurrado de unas personas vestidas de negro y con máscaras de madera, que se ocultaban en los rincones oscuros del ancho paso de agua… Edgar y Andrés pueden escuchar el eco de un automóvil, del ruido de la ciudad pero todo era muy difuso y doloroso… las personas de máscara susurraban palabras extrañas como canciones de tambor,  al tiempo en que la brisa y la corriente del rio se torna fuerte, el miedo los hará saber lo que les toca…¡ay! Comenzaron a gritar pidiendo ayuda cuando vieron a los extraños de negro acercarse un poco, los extraños susurraban su canto adentrándose en el agua lentamente hacia ellos. Iluminados solo por las velas sobre las rocas… se escucha un extraño gruñido doble… y vuelven la mirada atrás distinguiendo apenas el puente vial sobre sus cabezas… al tiempo en que empiezan a oír las voces de niños que pedían auxilio… ¡fue muy tarde! Aquel ser de pelos pinchudos asomó sus cuernos y orejas puntiagudas fuera del agua abriendo sus ojos de búho mirándolos…  sacó la cabeza del agua, dándole vueltas enroscándola como si fuera de trapo. Saca sus larguiruchos brazos cocidos, su piel rojiza mojada surge del agua y sus bellos puntiagudos también… “Cuanto mereces” le dijo burlonamente retorciéndose y haciéndose grande, “Sabes que lo mereces…Por cobarde te gusta quedar bien maltratando a los demás viéndolos sufrir… tú vas a llorar… a llorar y llorar…— contaba Isaac.
Sus amigos se frotaban las manos, por fin se acerca lo que esperaban. — ...ellos llorarán tanto que se harán pipi encima mientras la criatura los saborea  paseándose sobre ellos como una gigante araña de cuatro patas, su cara se retorcía a ellos diciéndoles “todas las mañanas los sentaré sobre el muro con vidrios rotos para sus culos, los veré bajo las oleadas de sol sin poder levantarse ni a beber agua, por las noches los engendros de demonios subirán por ustedes para bajarlos a las piscinas de azufre, donde reposarán a voluntad de los engendros… si te muerden y te arrancan un dedo hoy… mañana no temas… te volverá a crecer para volvértelo a comer… a los engendros les gustan los  niños así… como tú Edgar” le advirtió el demonio… que se había distraído por… alguna razón… pero… — Isaac pensó que perdería la idea pero…— el Demonio estiró sus dedos volviéndolos alargados y filosos como agujas de tejer… empezó a silbar de aquella forma al tiempo en que las personas de negro se acercaron cruzando aquel brutal rio….El Demonio los apuñaló dos veces diciendo “¡Sois míos!” y aquellos de negro revelaron una daga sacándola de sus harapos, los niños lloraron gritando sintiendo que no podían moverse y tres veces tres… apuñalaron a Edgar y Andrés… las llamas de las velas se batieron y los de negro se quedaron apartándose de la roca en medio del rio con los cuerpos de dos niños… las velas volvieron a iluminar ligeramente y los niños habían desaparecido dentro de aquella oscuridad, siendo arrastrados por el Diablo Rojo…— concluyó Isaac aquella especie de venganza, había sido un tanto divertido tener de alguna forma la justicia en sus manos.
Más todo eso cambió para la noche siguiente, Isaac y Francy regresaban con la señora Ana de haber visitado el parque Los Libertadores, aunque era muy bonito a Isaac no le había gustado estar allí; al poco tiempo de haber llegado el ambiente se sentía pesado y había un extraño hombre con un sombrero negro grande que de lejos lo observaba.
Llegando en pleno estacionamiento se encontraban la señora Ramona y Charles con una vecina  llamada Lily, platicaban como si algo las alarmara. Charles tenía los ojos abiertos oyendo tanto como podía pero al ver a sus amigos, rápido hacia ellos se dirigió, la señora Ana sigue de largo pero sus hijos se unen a Charles, quien se los lleva un tanto lejos mientras les comenzaba a contar.—¿a que no adivinan lo que están diciendo?— apertura subiéndose los anteojos.—…acaban de salir a reportar perdidos a Edgar y Andrés— soltó su amigo e Isaac sintió un pinchazo en el pecho y un repentino falto de aliento.
—¿de verdad?— preguntó Francy. Mientras su hermano estaba pálido temblando de miedo por la mera idea de que sus sospechas sean ciertas lo pone a sudar…¿ y si les había pasado de verdad…?.
—tú no estabas pero anoche pasó algo…— dijo temblando Isaac. — … no me lo vas a creer…— dijo nervioso caminando de un lado para otro.
Decide reunirlos a todos sentados sobre aquel muro donde se separa la Residencia de la canal del Rio Calanche. —muchachos…— musitó Isaac teniéndolos reunidos.
—¿Qué pasa Chamo?— le preguntó Eliel preocupado por su semblante.
—Eliel… Luis— dijo algo acelerado.— ¿Recuerdan lo que pasó Ayer… con Edgar y…Andrés?— cuestionó de forma extraña… sus dos amigos respondieron afirmando sin comprender de que iba todo aquello, sentados allí.
Charles mira dentro de la canal esperando no saliese ningún alíen de allí. —…¿Qué fue lo que pasó?...— preguntó para apresurar lo que sea que Isaac quiera demostrar.
—nada…— dijo Eliel con pereza y algo de enojo.—… solo que vinieron a molestar a Luis y nos golpearon un poco. —confesó.
—¿y eso qué?— preguntó Francy sin entender.
—¡Después!... de eso…¿Qué más pasó?— preguntó Isaac al tiempo que aprovechaba a sacar conclusiones con sus versiones también… quizás estaba imaginando demasiadas cosas.
Luis y Eliel se miraron como si recordaran al mismo tiempo y así era; ese hombre extraño que salió de pronto, de la nada como un espanto, diciendo cosas extrañas… tal cual lo habían relatado en varios cuentos en sus Noches de cuentos de Terror. —¡el encapuchado!— dijeron a la vez.
—¿qué?— se sorprendió Judy.— ¿otra vez?
—Saltó de la canal y Edgar y sus amigos lo vieron también— comentó Isaac sorprendido de las coincidencias. — y dijo algo… algo extraño…
—solo dijo “ustedes”— comentó Luis.
—pero igual no tiene sentido… como el de la historia…— insistió Isaac.
Charles bufó entendiendo por donde iba todo, nuevamente parecía que iban a sugerir…que esas historias estaban sucediendo.— ¡vamos!— soltó fastidiado.
—anoche contamos una historia ¿no Luis? ¿ELIEL?— soltó exaltado Isaac y Charles volteó evaluando a ambos niños que se miraban preguntándose, si será que están por decir lo que parece que dirán.
—sí… ¿Qué les pasó a Edgar y Andrés?— preguntó audazmente Luis.
—¡diles Charles!— le pidió Isaac, su amigo lo observa expectante.
—Edgar y Andrés van a ser reportados perdidos hace casi 24 horas— soltó esperando  ver el resultado.
—¡No—me—jodas!— dijo Eliel sin creerlo, aquello debía ser una casualidad… una muy mala casualidad.
Luis espera algunos segundos a que Charles se retracte pero parece ser cierto.— es una casualidad.—musitó para si mismo al fin.
—¿Si?— preguntó Charles sin entender.
—en el cuento…— dijo con temor Luis y deseó solo sea mera casualidad.— …en el cuento Edgar y Andrés eran asesinados por un monstruo — reveló Luis.
—¿te parece casualidad?— preguntó Isaac.
Hubo unos segundos de silencio pero a final de cuentas cada quien comenzó a lanzar su teoría al aire, sin llegar a ningún acuerdo Isaac sin embargo se preocupaba por haber contado aquel cuento con tal devoción que se haya hecho realidad… será que era cierto aquello que dijo su madre una vez, que los ángeles caídos vagaban entre la gente diciendo “Amén” a aquellos malos pensamientos… de ser así entonces habían condenado a una muerte a aquellos niños, indirectamente los habrían matado. Isaac pensó que sería mejor no contar historias de tales atrocidades, quizás si quiera pensarlo.
Pasaron los días y los adultos platicaban todo el tiempo sobre el descuido de aquellos padres… por darles motos de competencia, permitirles estar afuera hasta tarde, salir a jugar con niños mayores… habían dejado que Edgar y Andrés hicieran lo que quieran. Eso decían los adultos, sus hijos… (aunque ellos no lo notaran) …escuchaban todo lo que decían: los padres de Edgar y Andrés salen en el auto casi todo el día buscándolos por la ciudad… a su madre la han visto llorar y llorar, su padre aunque sigue siendo aquel con estilo playero sus ojos abundan en una agonía y tristeza.
La pandilla hablaba en el estacionamiento y los veían pasar al tiempo en que un sentimiento parecido a la culpa los hacía desviar la mirada.
—Quiero decir algo— comentó una tarde Eliel. — seguro Edgar y Andrés aparecerán…  vivos y así sabremos que el cuento no es real.
—¡es Verdad! Cuando aparezcan dejaremos de pensar en eso— intervino Luis.
—¡ojala sea pronto!— soltó Isaac honestamente.
—¿Quién lo diría?— soltó Charles bufando ante aquellos comentarios. — ¡estamos deseándole bien a los niños que nos molestan!
Más tarde Judy y Francy se habían ido aburridas, Mientras que Luis y Charles se habían puesto a discutir sobre alienígenas. Eso terminó haciendo que quedaran tan de mal humor que prefirieran irse a sus casas. Eliel, se había quedado acompañando a Isaac… parecía estar un tanto desanimado mirando a la camioneta blanca abandonada pensando o alguna cosa.
—¿está todo bien?— le preguntó.—llevas rato callado.
—sí — respondió cuando de pronto, Eliel fue interrumpido antes de hablar. Sintieron a alguien correr en la canal detrás de ellos… hicieron la mirada hacia el lugar distinguiendo a un niño, parecido a Andrés, corriendo canal abajo hacia el puente en la avenida. —¡Andrés!— susurró Eliel identificándolo también.
Isaac lo observaba alejándose canal abajo sintiendo escalofríos.— ¡ANDRÉS!— gritó Isaac llamándolo.
—¡me asustaste!— le regañó su amigo.
—¡y Edgar¡ ¿Dónde estará?—  dijo Isaac mientras se subió sobre el muro y buscaba con la mirada mirando canal abajo y luego canal arriba.
—¡tal vez no se trataba de Andrés!— comentó Eliel pensando alguna razón para que no respondiera al llamado. —…y si…¿y si era un Espítiru?— soltó Eliel asustado.
Isaac también había pensado en eso pero nada más pasó, se fueron a casa finalmente asustados de que se les apareciera alguna cosa en el camino, Isaac seguía con remordimiento de conciencia, tras un par de días no se había sabido nada de los brabucones perdidos.
Mientras caía la tarde de sábado Isaac había terminado su tarea, su hermana estaba jugando en el pasillo con Judy desde medio día, pero Isaac quería estar solo. Así que subió a la azotea sigilosamente para no ser pillado, se sentó bajo la sombra mientras veía caer la tarde preguntándose por todas esas historias, si existían tales cosas como ángeles, demonios o espíritus. Eso explicaría porque algunas noches siente que algo le jala la sábana a los pies de la cama.
Sopla la brisa un poco fuerte dándole fuerza a esos pensamientos, que surgían repentinamente a la cabeza de Isaac…de pronto, se veía flotando sobre un cielo bastante iluminado pero no cegaba… volaba por el aire y se imaginaba como si volara pero no podía ver a donde… solo sentía que volaba y veía el cielo mientras se preguntaba ¿Dónde están Edgar y Andrés?.
En un momento, pudo sentir la brisa real, soplando fuerte contra él, se puso gris aquel cielo que visualizaba con los ojos cerrados, reponiendo el cuento que había echado la otra noche y empieza vislumbrar la escena… el rio, la enorme roca en medio de la corriente bajo el cielo nocturno… recordaba casi en piel propia el miedo que debió sentir Edgar cuando vio a esas extrañas personas vestidas de negro con extrañas máscaras de madera en la oscuridad, casi podía oír los canticos con voz baja en una lengua extraña y los tambores también los podía escuchar… esos ojos amarillos como la flama de una vela, destellantes como los ojos de un gato en la oscuridad…pasó por su mente recordando aquello que había aparecido en la historia… una criatura con una piel que parece estar moreteada o ser roja… con costuras a lo largo de sus extremidades, tenía pelo por su tronco que subía por sus hombros hasta su cabeza, eran como los pelos pinchudos de un puercoespín… tenía una cara, si se podía decir  humana rojiza como el resto de su cuerpo huesudo y larguirucho, una nariz larga y puntiaguda,  una boca larga y grande con dientes filosos como de pescado, unas orejas largas y puntiagudas que resaltaban sin duda y un par de pequeños cachos sobre su frente… y como si no fuera bastante con ese feo y macabro rostro, o lo largo, alto y extraño de aquella cosa… la pose espeluznante con la que se inclinaba hacia adelante encorvado y con la cabeza totalmente girada al revés, era lo que terminaba de matarte del miedo.
Siente un poco fría la nariz mientras tiene los ojos cerrados, solo visualizando aquella cosa bajo un puente alto y de concreto, parece de una carretera sin duda. Y aquella cosa estaba allí frente a él, comenzaba a preguntarse, si de verdad aquella cosa sería capaz de existir….
Se acercó preguntándose si ¿podría ser capaz de hablarse con esa cosa?... entonces aquello se giró mirándolo sorprendido. —¿tú?— pudo imaginarse la voz ronca de aquel Diablo Rojo. Que enderezó su cabeza y dio dos pasos atrás ocultándose en la oscuridad que se hizo crecente bajo el puente.
—¡Diablo Rojo!— se le escapó ante la impresión de sentir que lo escuchaba.
Entonces vio a poca luz como dibujaba una sonrisa en su rostro respirando fuerte.— ¿así me llaman?— preguntó burlonamente y con vanidad.
—¿y cual es tú nombre?— preguntó el niño ante aquel comentario, entonces se sintió un silencio ensordecedor y el entorno pesado de tal manera que se escuchaban crujidos y un viento cortante en el ambiente.
—¡No sois digno de pronunciarlo!—  gruñó con varias voces resonantes que sacudían un poco a Isaac, después bufó mascullando algunas palabras extrañas  haciéndolo erizar tanto que casi abriese los ojos pero, después de todo solo lo estaba imaginando.
—Yo…¿puedo preguntarte algo?— tartamudeó vigilando las dos esferas amarillas brillantes en lo alto de la oscuridad bajo aquel puente.
Aquella cosa se inclina respirando fuerte, y resopla —¿dime mortal? ¿Acaso anhelas saber el fin de los mundos?... cuando las trompetas suenen y los engendros broten del suelo y la flama… ¿Quieres saber si te salvarás?...— soltó con aquellas voces que parecían venir justo detrás de él, Isaac sintió escalofríos… de pronto no flotaba en el cielo brillante de antes… se sentía en una oscuridad, con aquella cosa frente a él rodeado de un humo rojo, bajo un puente en medio de la nada…sintió de pronto que puso los pies firmes sobre suelo. Aquello que estaba sintiendo… no lo quería…desesperado trata de cambiar lo que estaba “sucediendo” guiando a su imaginación a otro rumbo, pues: “había tomado libertades que no eran lo que él estaba buscando”.  Entonces el Diablo Rojo no emitía sonido y parecía que buscaba con la vista sin poder ver al niño, Isaac dio par de pasos atrás sintiéndose cansado y un tanto frio, su cuello estaba como cuando cargaba su bolso full de libros y cuadernos. Ve al monstruo inclinándose hacia la luz mientras una neblina comienza a aparecerse en lo que visualiza, pero esos ojos resaltaba incluso entre aquella espesa cortina grisácea.
Con valentía, sigue mirando a aquella presencia en su imaginación  y distingue como dibuja una sonrisa de dientes amarillentos y filosos. Su piel roja y arrugada se deja ver al tiempo en que vuelve a girar su cabeza al revés.— ¿qué quieres preguntar pequeñito, pequeñito?— volvió a oir su voz ronca y pesada como si estuviera allí en persona, e intentó calmarse ante el escalofrió que recorrió su espalda.
Temiendo a todas las respuestas que podría darle, traga en seco y toma valentía con una punzada en el pecho.— M…¿Matarías a Edgar?— soltó al fin su pregunta.
Entonces desapareció de su vista, escuchó que algo se arrastró a un lado, volvió la mirada buscando pero estaba oscuro… seguido del siseo de una serpiente… Isaac volvió a decirse que lo estaba haciendo bien que solo era su imaginación —Sí… ¡ha, ha, ha!... se merece algo peor que la muerte… — respondió aquello lo qué lo hace pensar que Edgar y Andrés deben estar vivos.—…¿eso es lo quieres preguntar? Se lo merece “Edgar no es más que un Vil marica Cobarde”…—  lo escuchó decir con aquella horrible voz acompañada por la propia voz suya con las palabras que había soltado aquella noche del cuento en que mataron a Edgar y Andrés… su corazón se sintió juzgado y sintió temor.
—Su cuerpo tiene 108 puñaladas… tres veces tres… así me hice sentir… mm…¿lo recuerdas?... ¿Qué preguntas, niño?...— rechinó estirando un brazo fuera de aquella sombra bajo el puente. Isaac sintió que dio dos pasos atrás. El Diablo inclinó y estiró el cuello mojándose los labios rotos con aquella lengua morada y cubierta de sangre. —…¡pregunta!¡Pregunta Isaac!— cantoneó con voz ronca y el no pudo entender ¿él lo estaba imaginando así? ¿Porqué?. (Se preguntó)
—No…— yo—¿nos… matarías a mi— y a mis amigos?—  preguntó temeroso al tiempo en que sentía que aquello lo estaba advirtiendo a algo peor, ahí sintió que corrieron detrás de él, perdiendo de vista aquellos ojos amarillos, los busca en la oscuridad sintiendo su respiración pesada por todos lados junto a una leve risa casi muda. Siente que está tan cerca que podría asustarlo.
—los arrastraré a la oscuridad…— lo visualizó como si lo estuviera escuchando bajo aquel puente de concreto.—…¡a todos!— le susurró al oído al tiempo en que le jalaron el pie, Isaac cayó al suelo abriendo los ojos buscando a alguien en aquella azotea, estaba oscuro. De pronto siente que lo toman del pie pero no había nadie, lo arrastran rápidamente hacia la puerta en dirección a la parte techada mientras el sollozaba ahogando sus gritos, con los ojos clavados dentro de la oscuridad del techado, donde Isaac casi podía ver la silueta del Diablo Rojo al fondo, soltó un grito horrorizado y fue cuando se detuvo volviendo a caerse del todo por inercia, se levanta mirando dentro de la oscuridad por la puerta, sin ver aquella forma que le trasmitió aquel terrible miedo, buscó a su alrededor asegurándose de estar realmente solo y tratando de explicarse lo sucedido. La brisa sopló y el niño salta de susto al escuchar tras él unas hojas secas arrastrándose.
Se pone de pie y escucha aquel silbido de dos tonos del cuento y parecían provenir de la canal… temeroso, le parece escuchar aquella risa burlona y ronca, sin pensarlo corre huyendo del lugar.





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