Capitulo 1 (Sopreas De La Vida)
Tenía la cara adormecida.
El sonido seco del puño impactando sobre su rostro una y otra vez ya lo había casi ensordecido. El sudor recorriendo su rostro, la sensación del metal frío contra sus brazos, la sangre brotando de su nariz, llenando su boca, dejando ese extraño sabor metálico en sus dientes y labios... el innegable dolor era lo único que podía sentir en ese momento... aún así, sus ojos se mostraban retadores hacia su verdugo, con una ligera sonrisa asomándose por las comisuras de su boca.
- ¿Qué es tan gracioso? ¿Te parece que esto es un chiste? - Preguntó molesto el hombre fornido de más de dos metros al momento que propinaba otro puñetazo a su víctima - ¿O es acaso que tanto golpe ya te deshizo el cerebro? - Detuvo su cruel tarea para darle oportunidad de que el joven le respondiera.
El lesionado hombre se movió un poco de la silla a la que se encontraba atado, tratando de ver lo mejor posible al gran mastodonte que seguía sus movimientos con una creciente ira dibujada en sus negros ojos. Su pecho subía y bajaba aceleradamente, haciendo que la delgada camiseta que traía puesta se le pegara más al cuerpo. Escupió lo que tenía acumulado de sangre, aunque el dejo de plomo prevaleció dentro de él. Y allí estaba de nuevo, a pesar del daño que se le había infligido, una sonrisa mordaz, la que tanto irritaba al maleante frente a él.
- ¿De verdad te desespera tanto que se burlen de ti? Porque con esa cara tan fea deberías estar acostumbrado...
Hubiera continuado con sus comentarios sarcásticos e irritantes de no ser que el último insulto rindiera tan buen efecto obteniendo un par de puñetazos en la quijada como premio.
- Eres un mocoso arrogante - Se tronaba los huesos de las manos enguantadas, para liberar la tención y el cansancio que le provocaba el estrellar sus nudillos contra el rostro del chico repetidamente desde hace más de tres horas - Si no tuviera ordenes explícitas de no matarte ya lo hubiera hecho.
- Y es sorprendente que un neandertal como tu sea capaz de recordar algo tan simple - Se mofó de nuevo, aunque esta vez no recibió castigo alguno. Solo se miraban fijamente uno al otro.
Aquel que estaba de pie se acercó lentamente al rostro de quien tan afablemente castigaba. Cuando estaba a tan solo un par de centímetros de él, tomó la camiseta blanca que estaba empapada de sudor y sangre, apretándola fuertemente.
- Voy a hacer que sufras tanto que me rogarás para que me detenga y después de que me hayas dicho todo lo que necesito saber... te haré pedazos - Los dientes rechinaban mientras las palabras salían lentamente, aunque no inmutaron a aquel moreno, seguía sin moverse ni un centímetro, ni un parpadeo, ni un rastro de miedo en su semblante.
- Quiero ver que lo intentes - Contestó tranquilamente ocasionando que la furia en el duro rostro de su captor regresara y se manifestara en una nueva serie de golpes.
Así pasaron varios minutos, hasta que se escuchó el sonido de una enorme y pesada puerta abriéndose tras ellos. Ambos quedaron quietos, expectantes de los pasos que se acercaban lentamente a sus espaldas.
- Es inútil que sigas con eso, Kahn – Una voz agradable y tranquila hizo eco en toda la habitación, mientras se acercaba cada vez más – Estoy seguro que un miembro de los Hombres G debe estar entrenado para soportar este tipo de situación ¿No es así… Agente Ketchum? – El recién llegado se inclinó para hablarle de frente al joven amarrado a la silla.
- Sé un truco o dos… - Ash contestó con el mismo tono sarcástico que estuvo usando antes.
El recién llegado sonrió ante la actitud de Ash. A diferencia de su compañero que parecía una bestia, él aparentaba ser todo un caballero, con su uniforme negro prolijamente arreglado, su cabello azul claro acomodado a la perfección y con un porte distinguido que no era característico en un miembro del Equipo Rocket. A pesar de todo eso, se asomaba en sus ojos azules el odio y la maldad que podía convertirlo en el más cruel de todos los villanos.
- No esperaba menos de usted señor Ketchum, después de todo su captura no fue cosa fácil. – Caminaba en semicírculo alrededor del moreno, quien lo seguía atento con la mirada.
- Solo tuvieron suerte, eso es todo – Contestó arrogante.
Aunque la verdad es que había sido más que suerte. La misión de Ash consistía en dejarse atrapar, dándoles tiempo a los demás agentes para que encontraran la mejor forma de derribar la base del Equipo Rocket mientras tenían la guardia baja, haciéndoles creer que ellos mantenían la ventaja. Era una tarea complicada y arriesgada que solo un hombre temerario como Ash Ketchum era capaz de llevar a cabo, pero estaba consciente de los riesgos que implicaba, sobre todo si los Generales Kahn y Oliver estaban allí para interrogarlo.
- No importa si la fortuna estuvo de nuestro lado mientras usted se niegue a cooperar, algo realmente admirable si tomamos en cuenta que mi compañero ha intentado persuadirlo – Kahn gruñó mientras seguía la conversación a un par de metros de distancia.
- ¿Se refiere a esto? – Preguntó Ash señalando su camiseta ensangrentada con la mirada. – No es nada de que preocuparse en realidad
- Se nota que esto no es efectivo con usted, pero creo que he encontrado la manera perfecta para hacerlo… cooperar. – Acercó su rostro al de Ash poniendo una de sus manos sobre su pierna apretándole ligeramente. La tela de mezclilla negra se sentía húmeda y fría. – Todos tenemos un punto débil después de todo – Terminó la última frase con una mueca victoriosa sin despegar sus ojos de hielo del rostro de Ash quien se mantenía tranquilo.
- ¿De verdad? – rió juguetonamente acomodándose de nuevo en la silla moviendo sus pies y puños atados, como si esperara escuchar un cuento para niños – Me causa curiosidad lo que tengas preparado Oliver, ya que aquel simio no pudo lograr nada… - el mencionado tuvo que extender su brazo para alejar a Kahn quien había sido provocado de nuevo por los comentarios lascivos de Ash. En contraste a esa actitud arrebatada, Oliver se permaneció sereno observando a su "invitado"
- Voy a deshacer esa sonrisa en su rostro Agente Ketchum. – fue lo único que dijo el hombre de ojos azules con tono amenazante
- Lo dudo mucho
- ¿Oh, de verdad?
- Que puedo decir, - sonrió ampliamente mostrando su aún intacta dentadura - soy una persona feliz.
- Pues ya veremos que tan feliz se siente después de esto…
Ash esperaba de todo: golpes, patadas o algún objeto hurgando en su piel, pero lo único que hizo Oliver fue chasquear los dedos para que entraran dos cadetes, o al menos eso dedujo por los sonidos de las pisadas en el suelo de metal. Ellos colocaron algo a sus espaldas. El sonido de cadenas fue lo único que podía deducir. Después de un rato se retiraron. Fue en ese momento que entendió que algo realmente malo iba a ocurrir, pues la mirada de Kahn se llenó de deleite…
Muy despacio Oliver giró la silla de Ash para que tuviera de frente a la sorpresa que habían preparado para él. En cuanto pudo distinguir lo que era, los ojos de Ash perdieron cualquier tranquilidad que fingía tener, sus facciones mostraban preocupación conforme su rostro se llenaba de pánico.
- ¿Qué… ¡¿Qué significa esto? – Gritó desesperado al momento que intentaba ponerse de pie, más sus ataduras y las manos de Kahn sobre sus hombros se lo imposibilitaron.
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