Espacio


El 4 de enero del 2018 tome un avión con destino al Cairo, aquellos conocedores de las bibliotecas antiguas sabrán bien que a las afueras de ahí encontraran un pueblo de no más de mil habitantes ahí hallaran una antigua biblioteca donde encontraras toda clase de libros no tan especiales como el que buscaba pero si pergaminos que te ayudaran a encontrar cosas perdidas, e esta biblioteca no te aceptan dinero, oro viejo, otros libros o reliquias, con dificultad consigue un mapa de mi destino un pueblo perdido en el tiempo donde se encuentra una tierra olvidada a los simples curiosos sirve de escuela, altar y un conocimiento inigualable por mus aspectos en nigromancia y magias arcanas, claro está que para llegar existen dos maneras, a través del mapa o porque ya habías entrado en aquel lugar, fue un viaje largo principalmente por la falta de transporte es necesario llegar en mula o a pie, están prohibidos los vehículos pues perturban la paz y no hay caminos para ellos, una vez ahí todo es más sencillo, fui recibido por dos hombres negros de dos metros y gran musculatura, son parte de los guardianes de aquel lugar para tener tu acceso es necesario recitarles algún hechizo antiguo y el motivo de la estancia, nunca es bueno preguntar, pues te toman de un hechicero vil y corriente tal que tu vida puede correr peligro, aquel día después de merodear por aquel lugar espere en una de las tres posadas tomando vino caliente y comiendo carne de burro después de estar un par de horas con aquel insoportable calor escuche al fin lo que requería un maestro de dioses de otros espacios estaría recibiendo al día siguiente viajeros que buscan el conocimiento (por supuesto que hay un costo, en todos los universos lo hay, un conjuro, un conjuro desconocido para él es el costo), no soy un viajero cualquiera por lo que conozco conjuros tan obscuros para llegar a la olvidada Hastur.

Al llegar el alba me presente con aquel maestro del que había escuchado, no puedo decir su edad ni su apariencia pues se encontraba sentado sobre el suelo en una especie de tienda de campar, su cuerpo estaba cubierto por una capa completa, por lo que me fue imposible reconocerlo, al llegar a él me presente, le indique que no mencionaría de mis rangos ero le podía recitar conjuros antiguos, quedo en silencio y cuando me disponía a entonar un canto alzo la mano en señal que me detuviera, con la misma mano señalo a un extremo del lugar un pergamino se encontraba sobre el suelo se veía viejo pero no lo suficiente a lo que esperaba, un listón morado lo sujetaba con Runas antiguas, pude descifrar que tenía que leerlas para abrirlo, pero antes que pudiera nombrarlas aquel ser bajo su mano y el listón cayo, me encontraba en una excitación inmensa, pero trataba de disimularla, cuando abrí fue mi sorpresa el encontrar solo tres renglones en sanscrito antiguo "No se debe buscar al dios sin nombres, si sabes alguno de sus nombres no debes decirlo, el rey sin nombres siempre encuentra", alzo su mano y me señalo la entrada fue una clara indicación de que saliera de aquel lugar, regrese decepcionado a la posada, mi pesquisa había fallado, me quede escuchando nuevamente a los viajeros pero sin encontrar nada que llamara mi atención, aquella noche salí a caminar a los alrededores podía escuchar de lejos los gruñidos de las hienas, pero sabía que estaba seguro, ni las alimañas se acercan a los alrededores de aquel lugar, o por lo menos no bajo voluntad propia, la noche estaba calmada la luna aun no salía por lo que forzar los ojos más haya donde iluminaba el lugar era imposible, extraños ojos podías ver si forzabas la vista pero en un instante desaparecían, al regresar era de madrugada, ya con la noche fresca el mercado se encuentra con más movimiento en especial por aquellos que interesados en la nigromancia, camine por caminar sin encontrar nada que llamara mi atención, compre 4 libros sin saber realmente de que eran solo para evitar el disgusto de los comerciantes, mi estadía ahí no podía prolongarse, menos cuando no se encontraba lo buscado, decidí arriesgarme y preguntarle a algún comerciante por lo que busque aquel que tuviera libros que conocía para hacerle la plática, comprar uno o dos para tener empatía y preguntar, un hombre grande de tez obscura atendía uno de los puestos más grandes su hijo se encontraba ahí a lado suyo leyendo inmutado de todo lo que pasaba a su alrededor, me acerque y note que sus libros no traían nombre por lo que pregunte qué es lo que vendía, -no vendo nada, ¿tú que me vendes?- era un recolector, viajeros del mundo y del tiempo que guardan información para después cambiarla o usarla en su beneficio, su forma de hablar me parecía demasiado antigua, sin darme cuenta el hombre había respondido en mi idioma, aún que yo me había presentado en latín, le ofrecí unos cantos que conocía, antiguos llamados de sur américa, parecía interesado saco unas monedas de oro antiguas y as puso sobre un libro, le indique que se los daría pero no por oro, por algo más, sonrió con despotismo y tomo sus monedas, después de unos minutos en silencio, me dijo que lo buscara antes del amanecer cuando terminara sus asuntos, regrese a mi habitación pensando que más podría ofrecer en caso de que tuviera información útil, revise mi maleta y pensé, sin darme cuenta me quede dormido, aquella noche no soñé, me desperté exaltado sin razón, tome las cosas que había quedado sobre la mesa, baje las escalera y cruce el comedor de la posada, sin haberme percato me encontré de frente aquel hombre tan grande, -justo a tiempo viajero, tomemos algo y platiquemos- me había hablado en náhuatl, tan bien hablado que parecía su lengua nativa, le señale una mesa que se encontraba vacía y le señale al encargado dos vasos de vino tibio.

Paso cerca de media hora sin que habláramos solo bebíamos tranquilamente, de pronto me pregunto qué es lo que buscaba y con que lo pagaría, saco los libros que había comprado anteriormente, le ofrecí los libros sin decirle los títulos, si la información que me otorgaba resultaba satisfactoria a cambio le daría algo "singular", movió su brazo en señal de tomar los libros lo detuve tranquilamente diciéndole que me hablara del Dios sin nombres, de su rostro resalto una breve risa, con expresión sarcástica, observo los libros sobre la mesa estaba claro que no le interesaban en lo absoluto, sin embargo la curiosidad por un hombre que pronuncia nombres olvidados le parecía extrañamente divertido, pronuncio unas palabras en un idioma que desconocía y al instante llego su hijo para llevarse lo que estaba sobre la mesa, comenzó hblandome de la singularidad de nuestra especie, el hombre no se encuentra ni es un plano ni en el otro de forma completa, aún asi le es imposible trasldar toda una parte a un solo lado, el hombre al ser broma de los dioses no fuimos creados para estar completos y asi siempre necesitar del favor para seguir avanzando, los dioses se alimentan de las suplicas, del miedo, la angustia y adoración del hombre, al llenarlo de ofrendas de su lmentada existencia en sí, las nébulas cambian y al vibrar del espacio todo cambia, por que todo corresponde a un ciclo hasta el msmo flujo arrastra al siguiente y asi sucesivamente, el hombre es incapaz de ver esto por su concepción del tiempo, todo esta ahí, nada esta ahí, pero los dioses están llenos de las cualidades y singularidades unícas con que igual proveyeron a sus creaciones no solo en este planeta y/o en ete plano, la realidad se acomoda, algunos dioses desaparecen del recuerdo y aparecen en el siguiente, odian, aman y sobre todo celan a otros dioses no tienen voz pero se puedo escuchar al hombre aceptando su saber, inexistentes de lo fugaz del hombre y de otras especies nos contemplan con los niños observan una caja de ormigas, nos ven creando, destruyendo, renciendo en nuestro parecer infinito ciclo de energía cuando se aburren de nosotros, nos destruyen y nos crean nuevamente, incontables veces en incontables mundos en incontables planos, el hombre suplica por su vivir, siendo en ocaciones escuchado en otras ignorado, aún así el hombre aprendio a recordar en todas aquellas ocaciones, los dioses tienen nombres se aferran a ese nombre como parte de su existencia, pronuncia bien su nombre y seras escuchado por ellos, pero en tu arrogancia no confies en que te darán aquel favor que pidas, solo serás escuchado, pero si lo insultas al no decir bien su nombre serás llevado a alguna de sus nadas, más alla de aquellos caminos serás perdido en toda la eternidad de los dioses, de aquel lugar no se sabe más alla de la declaración de su castigo, seres de tal capricho que resulta ilógico del pensar, al momento de tener conciencia se nombraron así mismos adornan sus nombres con su auto veneración por lo que les resulta un crimen, un insulto el recitar mal su nombre, las eras del hombre cambian alabamos nuevas deidades y olvidamos otras, somos castigados y somos amados, no es prudente pensar en ellos con la existencia de alguna jeraquía somos incapaces de entender lo que sucede en otros planos en nuestra limitada existencia, el pensar en equilibrio es tomar una idea de la existencia de lo bueno y lo malo, pero sería el primer error aquella analogía de palabras es puramente humana... en una de las eras del hombre no se sabe si fue por diversión o por un motivo que es inentendible para nosotros, caminaron con nosotros exigían la adoracion directa a cambio le contaban a sus creaciones secretos de la realidad, al parecer no se pueden eliminar entre ellos pero les causa mofa destruir el recuerdo entre nosotros de su existencia, has escuchado hablar de civilizaciones enteras que desaparecieron en el apogeo de su cultura quedando solo el recuerdo de su cultura, algunas insultaron la gracia de los dioses y fueron llevadas a la nada, otras fueron reconpensadas por su adoración y fueron llevadas a un plano donde podían tomar más de un cuerpo para adaptarse a la realidad, sin embargo otras corrieron con la suerte de ser vistas por un ser que desprecia que desconozcan su existencia.

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