Problemas en Mewni (Parte 1/3).
NARRADOR OMNISCIENTE.
Reino de Mewni.
En el castillo Butterfly (o lo que quedaba de él) la Alta Comisión de Magia, considerados como los seres mágicos más poderosos de todo el multiverso y por ende sus guardianes, estaban discutiendo entre sí debido a la situación que se vivía en el reino ante el ataque de Mina Loveberry, la guerrera más peligrosa y loca de todo el reino de Mewni, quien estaba decidida a todo con tal de destruir a los monstruos y a Eclipsa, así como a todo aquel que se interpusiera en su camino.
La discusión, más que nada, la encabezaba Hekapoo, encargada de crear las tijeras interdimensionales para viajar por el multiverso y también de abrir y/o cerrar los portales interdimensionales según lo amerite la situación. Y según los demás miembros de la Comisión, la situación actual ameritaba cerrar todos los portales que conectaran a Mewni con otros universos hasta que Eclipsa fuera sacada del trono y los monstruos fueran expulsados.
-¡Esto es ridículo!-protestaba Hekapoo-. Cerrar los portales fue una medida demasiado drástica, ¡y unirse a Mina es todavía peor!
-Mira, sólo quiero a esa besa monstruos y a su gente fuera de Mewni lo antes posible-respondió Rhombulus, considerado como el "músculo" del grupo, aunque definitivamente no el cerebro. Necio como él sólo, detestaba a Eclipsa y sus ideas pro-monstruos, por lo que estaba decidido a hacer lo que fuera por sacarla del trono-. Y Mina es la mejor opción.
-Sabemos que no te agrada, a nosotros tampoco-dijo Omnitraxus Prime, guardián del tiempo y el espacio-. Pero es nuestra mejor opción para devolver Mewni a la normalidad.
-Escuchen, yo no confío en Eclipsa más que ustedes, ¡pero sólo miren este lugar!-Hekapoo señaló hacia fuera del palacio, donde se podía apreciar a la gente huyendo y escondiéndose de los guerreros solarianos gigantes-. ¡A este paso no quedará ningún Mewni que regresar a la normalidad! ¡Y todo por culpa de esa loca!
-Oh, ¿yo soy la loca?
Todos los miembros de la Alta Comisión de Magia voltearon asustados al escuchar a Mina detrás de ellos. A pesar de que se suponía que ellos eran mucho más fuertes que Mina, la guerrera solariana tenía algo que intimidaba a todo aquel que pasara menos de un minuto con ella. No por nada la historia la consideraba como la soldado más feroz al servicio de Solaria.
-¿La que quiere salvar a Mewni de la invasión de los monstruos traidores? ¿Es a mí a quien consideran loca?-protestó Mina y volteó a ver el tapiz donde estaba grabada la imagen de Solaria destruyendo a los monstruos-. ¿Escuchaste eso, mi reina? Mewni solía ser un lugar grandioso antes de que esos monstruos y sus simpatizantes lo invadieran. Bueno, ¡es hora de que lo vuelva a ser! Y si eso me vuelve una loca...
Mina subió a su propio guerrero, transformándose en su mejor forma.
-Estoy súper loca-dijo con una sonrisa maligna mientras empuñaba una espada gigante.
NARRA AMITY.
Cuando Star nos dijo que los guerreros solarianos de su mundo eran conocidos como los guerreros más poderosos de todos hasta el punto de ser considerados invencibles, creímos que estaba siendo dramática.
Que equivocados que estábamos.
-¡Cuidado, Willow!-aparté a Willow de un empujón antes de que una de esas espadas gigantes la partiera a la mitad. Estábamos luchando junto a Star para tratar de hacer retroceder a los guerreros gigantes pero era inútil. Willow trataba de enredarlos para después aplastarlos con sus plantas, pero cada vez que estaba cerca de lograrlo, el soldado se liberaba y volvía a tratar de aplastarnos.
A los demás no nos iba mejor. Star usaba sus hechizos, con nombres muy raros por cierto, y ninguno parecía hacerle siquiera un rasguño a esas cosas. Gus hacía lo que podía engañando a los monstruos con sus ilusiones mientras yo los golpeaba con mis abominaciones, pero nuevamente, de nada servía.
-¿Cómo... demonios... se destruyen... a estas cosas?-preguntó Willow al borde del desmayo por el cansancio.
-¡Ataque de fresas!-un rayo rosa lleno de frutas salió disparado de la mano de Star, haciendo retroceder un poco al enorme guerrero contra el que peleaba, pero no tardó ni cinco segundos en recuperarse.
-¡Lazos de arándano azul!-Star nuevamente usó su magia para atar fuertemente al guerrero y antes de que pudiera liberarse lo golpeé con mi guante de abominable, haciéndolo caer. Pero igual volvió a levantarse.
-No puede ser, le di el golpe más fuerte de mi vida y no le hizo nada-dije impactada de ver el poder que tenían esas armaduras andantes.
-¡A este paso sólo lograremos dañarles la pintura, o ni eso!-gritó Gus-. ¡Tenemos que retroceder!
-¡¿Qué?! ¡¿Y qué hay de esta gente?!-grité al ver que todavía había personas y monstruos atrapados en medio de la batalla.
-¡Creo que salvarnos el pellejo y esconder a esta gente es más importante que seguir peleando!-gritó Willow-. ¡Vamos, hay que ayudar a estas personas!
Yo quería seguir luchando, pero sabía que era inútil. Llevábamos horas luchando contra los guerreros solarianos y no les habíamos hecho ni una abolladura en la armadura mientras el reino de Eclipsa ardía. Y aunque no la conocía tan bien, me pareció que lo correcto sería ayudar a su gente como ella nos ofreció su ayuda a nuestra llegada. Entonces se me ocurrió algo.
-¡Llévenlos al refugio, me quedaré aquí para seguir distrayendo a esas cosas!-les ordené mientras me preparaba para seguir peleando.
-Ten cuidado, Amity-me pidió Willow-. Lilith nos mataría si se entera que moriste y te dejamos. Y literalmente, nos mataría.
-Lo sé, no te preocupes Willow-dije sonriendo-. No tengo planes de morir todavía. Luz me debe una cita.
Los chicos me devolvieron la sonrisa y se fueron, excepto Star.
-Tienes que irte-le dije.
-Este también es mi hogar, chica-dijo la rubia mientras se ponía en posición de combate-. Y princesa o no, lo voy a defender.
Como no teníamos tiempo para discutir, dejé que se quedara peleando a mi lado. Tres guerreros solarianos se prepararon para atacarnos.
-¡Vamos, horrendos, apenas estoy empezando a sudar!-grité mientras formaba una guadaña de abominable y me lanzaba a atacar a uno de los soldados mientras Star se transformaba en una especie de mariposa para seguir peleando.
NARRA LILITH.
No sabía como le estaban yendo las cosas a Amity, pero le rezaba al Titán para que le estuvieran yendo mejor que a nosotros.
-¡Toma esto, idiota!-grité a uno de los guerreros solarianos.
Eclipsa, el humano Marco Díaz, Hunter y yo estábamos en otra parte del reino ayudando a defender una aldea invadida mientras buscábamos al esposo e hija de Eclipsa al mismo tiempo que luchábamos contra dos de esos guerreros gigantes. Mientras Marco se encargaba de ayudar a la gente a huir, yo atacaba a los guerreros desde el aire en mi forma de arpía, pero no les estábamos haciendo mucho daño que digamos.
-¡Infierno de terciopelo!-Eclipsa usó su paraguas para enviar un rayo color púrpura contra uno de los guerreros, pero de nada sirvió ya que apenas lo hizo retroceder un par de pasos antes de que volviera a avanzar.
-¡Cuidado!-Hunter la apartó antes de que uno de los soldados la aplastara mientras le lanzaba un glifo de fuego, pero de nada sirvió tampoco.
-¿Cómo es que resisten tanto?-protesté mientras esquivaba sus ataques con espada-. ¡¿A quién se le ocurrió crear estas monstruosidades?!
-A mi madre, desde luego-dijo Eclipsa algo apenada.
-Pues vaya suerte que tuviste-dijo Hunter con sarcasmo.
-¡Hunter, más respeto mocoso dorado!-lo regañé pero por distraerme uno de los guerreros logró asestarme un golpe que me tiró al suelo.
-¡Lilith! ¡¿Estás bien?!-Eclipsa y Hunter corrieron a ayudarme.
-Agh, sí... pero eso me dolerá por lo menos un mes-dije mientras me levantaba pero entonces el soldado se acercó y alzó su espada para atacarnos.
-Demonios...
Nos preparamos para que nos atacara, pero en ese momento un enorme monstruo de color rojo cubierto con rayas rojas más oscuras y cabello largo blanco atacó al guerrero con un puñetazo, salvándonos por poco.
-¡Globgor, cariño!-Eclipsa corrió hacia el monstruo, quien para sorpresa de todos menos Eclipsa y Marco al parecer se volvió del tamaño de Eclipsa y le devolvió el abrazo.
-Un monstruo cambia-tamaños-murmuré-. Asombroso. Realmente hay mucho que aprender de otros universos.
-¡Ah, quítenmela de encima!
Marco corría de un lado a otro mientras gritaba por ayuda. Una bebé de piel blanca pálida y un poco de cabello rizado color púrpura claro con una cola delgada de color púrpura oscuro con una pluma de pelaje de color púrpura claro le mordía la mano y el muchacho intentaba quitársela de encima.
-¡Meteora, cariño!-Eclipsa sonrió al ver a la bebé-. Ven con mamá, linda.
La bebé, al escucharla, soltó a Marco y gateó rápidamente hasta su madre.
-Aww, que linda bebé-dijo Gus.
-Lo dices porque apenas la conociste-dijo Marco sobándose la mano-. Intenta alimentarla.
-Perdón por interrumpir el reencuentro familiar-dijo Hunter-. ¡Pero tenemos un serio problema por aquí!
Apenas terminó de decir eso, fuimos atacados una vez más por esos guerreros solarianos y apenas los pudimos esquivar.
-¡Hunter, toma a mi hija y llévatela lejos de aquí!-pidió Eclipsa y el mocoso dorado agarró a la bebé y se subió a su bastón para salir volando lejos de la pelea. Mientras tanto, Globgor empezó a golpear a los guerreros gigantes quienes apenas podían contra él debido a que cambiaba de tamaño todo el tiempo: a veces se volvía del tamaño de un ratón para esquivar sus ataques y otras se volvía del tamaño de una torre para derribarlos. Pero el resultado seguía siendo el mismo. Los guerreros seguían levantándose una y otra vez sin importar que tan fuerte los golpeáramos.
-Ni siquiera luchar contra los abomatones era tan complicado-dije mientras congelaba a uno de los guerreros para que Globgor pudiera golpearlos-. ¿Cómo puede existir una magia tan poderosa?
-Mi madre no fue la mejor hechicera-dijo Eclipsa-. Pero si se trataba de matar monstruos, sus ideas podían llegar a ser sádicas y crueles. Sus métodos garantizaban que los monstruos fueran exterminados de la forma más dolorosa posible, y estos guerreros son su obra maestra.
-¿Cómo pudo semejante desquiciada tener una hija tan encantadora?-pensé-. Bueno, Belos tuvo a Ducard y él tuvo a Luz, así que no sé de que me sorprendo.
En ese momento, cuando Globgor se preparaba para atacar a otro de los guerreros, éste logró hacerle un corte con su espada en un brazo y el enorme monstruo cayó herido, quejándose de dolor y encogiéndose hasta a nuestro tamaño.
-¡Globgor, cariño!-Eclipsa se acercó corriendo a ayudar a su esposo-. ¡¿Estás bien?!
-Agh, no es nada, sólo un pequeño corte-dijo Globgor.
Pero algo curioso ocurría. La marca era de un rojo carmesí muy intenso y Eclipsa, por la expresión que puso, la reconoció de inmediato.
-¡Lilith, Marco, cuiden a mi esposo!-pidió Eclipsa-. Yo misma me encargaré de ese guerrero.
-No, puedo seguir luchando-aseguró Globgor-. Sólo debo...
Pero al querer volver a crecer, no pudo hacerlo. Y cada vez que lo intentaba, se quejaba de dolor. Como si la herida suprimiera sus poderes cada vez que intentaba usarlos.
-Esto es malo-dijo Marco al ver que el monstruo no podía seguir luchando. Los guerreros volvieron a acercarse a nosotros.
-¡Ya me cansaron!
Eclipsa se elevó en el aire, blandió su paraguas como si fuera una espada, sus ojos y las marcas de sus mejillas se pusieron de color violeta y pronunció:
-Invoco al hechizo que no tiene nombre, el regalo de mi madre para su reino noble, eclipsa mi corazón con gran poder... ¡Y A ESTOS COBARDES AYUDA A VENCER!
Una mariposa violeta salió de la punta de su paraguas y atravesó a ambos guerreros solarianos, finalmente venciéndolos al freír gran parte de su gigantesca armadura. Pero eso no fue todo: el hechizo iba destruyendo todo lo que se le atravesara en el camino, desde plantas y árboles hasta algunas casas con las que se cruzó.
-Por el Titán-murmuré aterrada al ver un hechizo tan destructivo-, espero que no haya habido nadie en esas casas.
Jadeando, Eclipsa descendió y Marco fue a ayudarla, se veía muy agotada.
-¿Todos están bien?
-Eh, creo que sí-respondí-. Gracias, pero, ¿qué rayos fue eso?
-El hechizo de aniquilación-dijo Eclipsa-. El más poderoso que conozco. Cortesía de mi madre. Destruye todo lo que toca, literalmente.
-Ya lo veo-dije viendo el desastre que había dejado atrás el hechizo.
-Juré que nunca usaría los hechizos de Solaria-dijo Eclipsa apenada-. Y mírame, me convertí en ella.
-Oye, no tenías opción-dijo Marco-. Además, lo hiciste por una buena causa.
-Aunque hayas causado más daños en esta aldea que los guerreros solarianos-dije-. Pero por lo menos seguimos vivos, que es lo que más importa; aunque no creo que sea buena idea volver a usar ese hechizo. Fue una locura.
Un quejido de dolor de Globgor nos recordó que ahí seguía y necesitaba atención médica urgente.
-Yo lo cargaré-le ofrecí a Eclipsa-. Hay que llevarlo al refugio ahora.
-No, déjenme, tengo que seguir peleando...
-Amigo, apenas estás consciente-dijo Marco-. Y esa herida se ve muy mal, necesitas que te atiendan ahora.
Un fuerte ruido de pasos nos indicó que más guerreros solarianos se acercaban. Eclipsa agotada y Globgor herido, no estábamos en condiciones de seguir peleando.
-Iremos al refugio y fin de la discusión-dije severamente mientras agarraba a Globgor y volaba con él, mientras Marco y Eclipsa nos seguían el paso.
NARRADOR OMNISCIENTE.
Mientras los dos grupos volvían cada quien por su lado al refugio, Mina y algunos de sus guerreros se acercaron y se quedaron impactados al ver que dos de sus supuestamente invencibles soldados ahora estaban fritos, literalmente.
-¡Ve a ver si están bien, ahora!-le ordenó a uno de sus soldados-. Parece que Eclipsa se ha vuelto loca, chicos. Bien, yo me puedo poner mucho más loca...
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