La batalla final (parte 6/6).

Narrador omnisciente.

Luz y Belos emergieron de los escombros del castillo, mirándose de forma desafiante.

-¡Tenemos que ayudarla!-dijo Amity, que quiso ir a ayudar a su novia, pero Lilith la detuvo tomándola de la mano.

-No, así tiene que ser-dijo Lilith.

-Tiene razón-dijo Ducard-. Nuestros mundos tienen que ser testigos.

-¿De qué?-preguntó Gus.

-De quien es más digno entre ellos dos-dijo Camila.

Belos empuñaba su bastón con furia. Su traje estaba hecho harapos, pero en su mirada todavía estaba ese odio, tan firme y sólido como el primer día. Luz sólo lo miraba sin hacer ni decir nada. La multitud miraba a uno y a otro, esperando que uno de los dos actuara.

-Mira a tu alrededor, abuelo-dijo Luz finalmente-. Tus tropas están cayendo, tus aliados también. Se acabó.

-¡¿Se acabó?!-exclamó Belos-. ¡¿Crees que esto hará alguna diferencia?! ¡Déjame sacarte de tu ilusión, niña estúpida! ¡Incluso si tú y tus amigos ganan, nada va a cambiar! ¡Estos mundos, esta gente, jamás te aceptarán! ¡Nunca lo hicieron, y no lo harán incluso después de hoy!

-Ya veremos.

Luz volvió a ponerse en guardia.

-¡DERRAMANDO SANGRE!-dijo Luz, citando las palabras que Belos le había dicho meses atrás en las Islas-. ¡QUE EL TITÁN NOS DÉ A CONOCER SU VOLUNTAD!

Gritando, ambos se lanzaron uno contra el otro, en un choque que hizo sacudir el lugar. Luz esquivó ágilmente los ataques de su abuelo al mismo tiempo que él trataba de repeler los de Luz. Luz hizo que algunas rocas de gran tamaño bajo ellos se elevaran, arrojándolas contra Belos. Éste logró esquivarlas antes de lanzar un rayo de energía roja que le dio a Luz pero no le hizo mucho daño. Ella le devolvió un ataque con una especie de esferas de energía color azul que Belos logró esquivar a excepción de una que lo hirió en el hombro. Furioso, Belos arremetió contra ella, pero Luz agarró su bastón y empezaron a forcejear.

-¡¿NO ENTIENDES NADA?!-rugió Belos-. ¡NI TÚ NI NADIE DE TU FAMILIA OCUPARÁ MI LUGAR JAMÁS!

-¡RÍNDETE, YA PERDISTE!-exclamó Luz.

Luz lo arrojó con todo y bastón y luego atacó con una poderosa llamarada que Belos esquivó por poco antes de acercarse y darle un golpe en la quijada a Luz y una fuerte patada que la derribó. Luego, trató de apuñalarla con la punta de su bastón, pero Luz se levantó a tiempo para esquivarlo y contratacar con un rayo de energía oscura que impactó de lleno en el pecho de Belos.

Luego, los dos se lanzaron nuevamente uno contra el otro para iniciar una lucha cuerpo a cuerpo. Con todo su poder fluyendo a través de ella, Luz esquivaba los golpes con más facilidad y los devolvía con más intensidad.  Le dio una patada a Belos en el rostro que le terminó tirando un diente, mas el emperador la tomó del pie y la arrojó al piso. Luz volvió a levantarse para bloquear un golpe al rostro y devolverlo en el estómago de Belos. Belos quiso atacar con su bastón, pero Luz logró conectar varios golpes al abdomen y otro al rostro, haciendo sangrar a Belos por la nariz, antes de patearlo y alejarlo.

-¡TERMINEMOS YA CON ESTO!

Reuniendo toda la magia que tenía en su interior y canalizándola a través de su bastón, Belos lanzó un rayo de energía roja hacia Luz, dispuesto a carbonizarla de una buena vez. Luz le regresó el ataque usando un rayo de energía azul.

-¡TÚ, SÓLO ERES UNA NIÑA HUMANA TONTA, E INGENUA!-rugió Belos mientras ambos se acercaban hacia el centro del choque de energía-. ¡NO PUEDES VENCERME, NADIE PUEDE!

Sin embargo, mientras recordaba una vez más todo lo bueno y lo malo de su vida, Luz se encomendó a los cielos y se acercó más hacia Belos.

-¡No debes subestimarme, abuelo!-exclamó-. ¡Porque yo, soy la Buena Bruja Luz, hija de Ducard y Camila, princesa del Reino de los Demonios, guerrera de la paz!

Ambos terminaron de acercarse, la distancia entre ellos era nula. Luz sonrió.

-Devora esto, basura.

Y ante las miradas de todos, Luz provocó una tremenda explosión que los envolvió a ella y a Belos en una luz cegadora que obligó a la multitud a cubrirse los ojos mientras el estruendo de la explosión sonaba como si se hubiera roto el cielo, una explosión que se vio a miles de kilómetros a la redonda probablemente.

Y cuando todo pasó, y el polvo y el humo se disiparon, los presentes volvieron a poner atención al combate. Sólo que ya no había combate.

Luz, quien estaba exhausta pero bastante viva todavía, miraba a su abuelo, derrotado, ambos jadeando. El bastón de Belos yacía a un lado en el suelo, hecho añicos. Luz agarró a Belos de la camisa y lo jaló hacia ella.

-Vamos, niña, acaba conmigo-dijo Belos-. Sabes que es lo que deseas, es lo que has deseado todo este tiempo ¿no?

Luz no dijo nada. La multitud seguía mirando. Humanos, mewmanos, demonios, habitantes de Amphibia. Los cuatro reinos miraban lo que haría Luz a continuación.

-¡Vamos, mátame!-ordenó Belos-. ¡Demuéstrales como son los humanos, como eres tú! ¡Muéstrales lo que yo siempre he sabido, que no eres mejor que yo! ¡No hay nada especial en ti! 

Luz, después de mucho pensarlo, finalmente habló.

-Ya les mostramos suficiente, ¿no crees?-dijo-. Ya les mostramos la fealdad de la violencia y la oscuro que puede llegar a ser una persona. Es aterrador. Tan aterrador que a mí también me dio miedo hacer lo que tú haces, ser tú.

Sacando las garras de su mano izquierda, Luz se preparó para atacar a Belos directo en el pecho. Éste cerró los ojos, esperando, mientras la multitud soltaba una exclamación de sorpresa.

Pero nada. Al abrir los ojos, Belos vio que Luz había detenido su ataque a escasos centímetros de atravesar su corazón. La chica lo soltó.

-Pero yo no soy tú-dijo Luz-. Y nunca lo seré.

Belos la miró, asombrado.

-No lo entiendo, ¿por qué?-preguntó confundido-. Yo te quité una infancia al lado de tu padre y tu hermana, traté de arrebatarte todo lo que amabas, de destruir tu hogar, ¿y aún así sigues sin tener la fuerza para matarme?

-No, tengo la fuerza para dejarte vivir-dijo Luz-. Ese es el problema de toda sociedad, ahora lo entiendo. La raíz del mal no siempre son las personas que hacen daño a los demás, sino a los que emulan esa maldad, comprando lo que personas como tú venden. Y peor aún, es la gente que está demasiado asustada para hacer lo correcto. 

La multitud veía y escuchaba todo, muy sorprendidos y admirados por lo que decía aquella niña.

-Pero yo no, nunca más-siguió Luz-. Tienes razón sobre mí, desde hace casi un año, mi único deseo había sido matarte, pero no más. Porque ahora, después de tanto tiempo, sé que soy libre de seguir con mi vida, de amar, de ser feliz, de estar con mi familia y todos aquellos a quienes amo y me aman. Por fin he dejado ir toda esa ira, la culpa, la tristeza, y hoy he encontrado la paz que tanto te habías empeñado en arrebatarme. 

Luz le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse.

-Gracias, abuelo-dijo Luz sonriendo-. Me enseñaste a ser la mejor versión de mi misma. Nada de esto, habría sido posible sin ti. Gracias.

Belos pasó del asombro al enojo. Rechazando la ayuda de Luz, se levantó hecho una furia.

-¡¿Tú crees que se acabó?! ¡No ha terminado, mocosa idiota!-exclamó-. ¡Si crees que las personas de este mundo o cualquier otro aceptarán que tú y tus amigos raros vivan entre ellos, estás viviendo en un mundo de sueños!

-Bien, los sueños nos elevan, nos hacen ser mejores, nos inspiran a creer que lo imposible es posible-dijo Luz mientras sus amigos y familia se acercaban a ella-. Y desde ahora, juro por mi alma que hasta que mi sueño de un mundo donde todos podamos convivir en paz y armonía como parte del uno, donde personas como tú dejen de lastimar a los demás y donde todos podamos ser libres de elegir nuestro propio destino, mis amigos raros y yo nunca dejaremos de pelear, todos unidos. Después de todo, los raros debemos estar juntos.

La multitud estalló en aplausos al escuchar esas palabras. Belos miraba a todos lados, incrédulo. ¿Cómo era posible que ahora todos vieran a aquella niña, a aquella bastarda mestiza que nunca debió nacer, como si fuera una especie de ídolo?¡Era a él a quién debían adorar, él aún era el regente de las Islas Hirvientes!

En eso, los guardias de Belos se acercó a él.

-¡¿Qué están esperando?! ¡Arréstenlos!

Pero para su sorpresa, lo tomaron de los brazos y lo esposaron a él.

-¡¿Qué están haciendo?!-exclamó Belos

-Guardias, escolten a este prisionero fuera de aquí-exigió Lilith-. Cuando terminemos de arreglar un poco por aquí, dejemos que disfrute de una prisión eterna.

-¡No pueden hacerme esto! ¡Yo soy el emperador, aún soy el emperador!

-Ya no más-dijo uno de los guardias.

Entre protestas y quejidos, los guardias se llevaron a Belos mientras la multitud seguía ovacionando a Luz. Ésta, en cambio, no les ponía atención a ellos, sino a su familia y seres amados.

-Lo hiciste bien, Luzura-dijo Vee-. Hiciste lo que debías hacer, no lo dudes.

-Bueno-dijo Luz encogiéndose de hombros-, alguien me pidió que fuera mejor que Belos y que ella misma.

-Debe de ser una persona muy sabia-dijo Vee también sonriendo.

-Nah, tiene sus momentos.

En eso, Camila las abrazó, llorando y apretándolas con todas sus fuerzas.

-¡Luz, mi niña, estoy tan orgullosa!-exclamó Camila

-¡Ma, que vergüenza, estamos en público!-se quejó Luz mientras Vee trataba de zafarse del abrazo.

 Lilith se aclaró la garganta y se acercó a la familia Noceda, aplaudiendo lentamente.

-Majestad-le dijo Lilith a Ducard-. Creo que es un buen momento para presentarlos a todos en sociedad, como la familia real que son.

Ducard miró a sus hijas.

-¿Ustedes qué dicen?-preguntó-. ¿Luz?

La joven sonrió.

-No sé, llevar el título de princesa... nah, me acostumbraré rápido.

-Si ese es el caso...

Lilith sacó su bastón y lo chocó contra el suelo, pidiendo silencio.

-¡Hijos de los cuatro reinos que ahora son uno!-exclamó-. ¡El día de hoy inició con sangre y muerte, pero termina con júbilo! ¡Les presento a la familia Noceda, regentes del Reino de los Demonios!

La multitud aumentó su euforia, en especial los habitantes de las Islas Hirvientes que andaban por ahí. King, entre ellos, miraba con orgullo a su hermana mayor Luz, mientras que Eda se había quedado sin palabras mientras veía a quien consideraba como su aprendiz e hija siendo aclamada.

En medio de los aplausos, Amity se acercó a Luz, sonriendo.

-Entonces, ¿ahora qué?-preguntó Amity.

-Por primera vez en toda mi vida, creo que no tengo planes-dijo Luz, tomando su mano-. Y por primera vez en mi vida, eso se siente bien.

Amity apretó su mano.

-¿Por qué sigue dando miedo?-preguntó Amity.

-No lo sé-dijo Luz-. Pero ya me cansé de tratar de hallar todas las respuestas, así que... sólo dejémonos llevar.

-Estoy de acuerdo.

Ambas chicas se besaron como nunca. Un beso suave, delicado y lleno de emociones. Luz tomó a Amity de la cintura mientras Amity la sujetaba de la nuca con suavidad.

Ambas se separaron para agarrar oxígeno y colocaron sus frentes con la de la otra.

-Vamos a casa-dijo Luz.

-No, Luz-dijo Amity-. Ya estamos en ella.

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