La batalla final (parte 4/6).

Narrador omnisciente.

-Chicos, despierten-decía una voz-. Ya, dormilones, arriba. Oigan... ¡OIGAN!

Luz despertó de golpe. Se revisó la herida en el estómago, pero ya no estaba. Al mirar a su alrededor, vio que a su alrededor no había nada. Literalmente no había nada más que oscuridad y puntos blancos similares a estrellas a su alrededor. Bueno, no era lo único.

-¿Anne?

Anne, junto a Marcy y Sasha, estaban también ahí, igual de confundidas que ella. Y al seguir mirando a su alrededor, vio que también estaban Dipper, Mabel, Star y Marco.

-¿Dónde estamos?-preguntó Star.

-Bienvenidos a mi humilde morada.

Gritando, los chicos se pusieron en guardia y voltearon a sus espaldas, encontrándose con un chico bastante curioso.

-¡¿Q-Quién eres tú?-preguntó Luz asustada.

-Tranquilos, no los voy a lastimar-dijo el niño-. En cuanto a quien soy, bueno, las diferentes culturas le han puesto varios nombre y rostros a los que son de mi especie. Dioses, ángeles, ya saben, ese tipo de cosas. Pero si quieren, pueden llamarme El Coleccionista.

-¿Coleccionista?-dijo Anne-. Espera. Tú... tú eres...

-El mismo del que les hablo Camila, sí-dijo El Coleccionista.

-¡¿Pero tú moriste?!-dijo Marcy-. Es decir, no sé si se pueda matar a un dios, pero... bueno, tú me entiendes.

-¿Alguien me quiere explicar que está pasando?-preguntó Sasha, totalmente perdida.

-Te lo resumo, Sasha-dijo El Coleccionista, sorprendiendo a Sasha cuando aquel niño reveló conocer su nombre-. Soy el último de mi especie, una raza que los antiguos habitantes de las Islas Hirvientes y otras culturas llamaron hijos de las estrellas, los responsables de crear y dar forma a cada universo que forma parte del multiverso y la vida que nació en ellos.

-¿Y cómo es que...?

-¿Recuerdas, Luz, esa voz que escuchaste en tu cabeza? Era yo. No podía manifestarme de forma física en tu mundo, pero podía usar un poco de mi poder para comunicarme telepáticamente contigo y decirte que me liberaras de mi prisión.

-¿El espejo?-dijo Luz sorprendida.

-Al idiota de Bill le pareció una broma muy divertida-dijo El Coleccionista

-¡Pero Bill te destruyó!-dijo Marco-. ¡Él nos lo dijo!

-¿Y dirías, mi querido Marco, que Bill Clave es el tipo más confiable del multiverso?-dijo El Coleccionista-. Cuando se dio cuenta de que yo era el único de mi raza que no podía vencer, uso una inmensa cantidad de su poder para encerrarme en ese espejo por el resto de la eternidad. Menos mal que yo lo pude encerrar en su propia prisión justo a tiempo. Aunque, claro, eso ya se acabó.

Mabel desvío la mirada avergonzada.

-Lo siento-dijo-. Estaba muy enojada, no sabía lo que estaba...

-Eso ya no importa-dijo El Coleccionista-. Lo que importa es que ahora que he vuelto, estoy usando mis poderes para detener el tiempo para que podamos hablar con más calma. Y a decir verdad, creo que necesitaban un pequeño descanso, uno menos permanente del que sus amigos les dieron.

Entonces, todos recordaron lo que había pasado antes de llegar ahí.

-¿Entonces nosotros... morimos?-preguntó Marcy.

-Sí y no-dijo El Coleccionista-. Lo que ustedes llaman muerte, no es más que una parte del viaje. Su energía, su esencia, siguen ahí. Así que usé mis poderes para crear un, ¿cómo le dicen? un respaldo, de cada uno de ustedes. Técnicamente, siguen siendo los mismos de siempre, y al mismo tiempo no lo son.

-Guau-dijo Anne-. Eso causará serias dudas existenciales a la larga.

-¿Por qué nos trajiste aquí?-preguntó Star-. ¡Si sabes lo que está pasando, sabes que debes enviarnos de vuelta ahora!

-No puedo-dijo El Coleccionista.

-¿Cómo que no? ¡¿No dijiste que eras un dios!?-exclamó Luz-. ¡REGRÉSANOS AHORA!

-No es tan sencillo-dijo El Coleccionista-. Incluso mis poderes tienen límites. No puedo regresarlos al mundo de los vivos, mientras no quieran volver.

-¡ESAS SON IDIOTECES!-exclamó Anne.

-¿Lo son?

Hubo un momento de silencio.

-Todos nosotros...-dijo Luz-. Yo, en especial, hemos sentido esta culpa, este dolor, que nos quema por dentro.

-Continúen.

-Yo, por ejemplo-dijo Star-. Marco y yo sabíamos de lo que Mina era capaz, y nunca la detuvimos. Y ahora, por culpa nuestra...

-Ella va a asesinar a Eclipsa y a su familia-dijo Marco con amargura-. Y también a muchos más. ¿Cómo podríamos ver a la cara a nuestras familias, cómo puedo volver con mis padres y mi hermana, sabiendo que nosotros somos responsables de esta tragedia?

-Y si yo no hubiera pensado sólo en mí-dijo Marcy-. Si no hubiera tenido miedo a alejarme de Anne y de Sasha, Andrias nunca habría obtenido la Caja de la Calamidad. No puedo confrontar a mis padres por eso.

-Yo también hice cosas horribles-dijo Sasha-. Apuñalé por la espalda a mis amigas más de una vez. Supongo que el que Andrias me haya hecho lo mismo y luego tú, Mar-Mar, fue lo justo.

-Y quizás si hubiera sido más atenta contigo, Mar-Mar, si no me hubiera enfocado tanto en mi misma-dijo Anne-, nunca habrías sentido la necesidad de tomar esa caja y llevarnos a Amphibia.

-Mabel no es la única culpable de que Bill se haya liberado-dijo Dipper-. Al igual que ella, yo también he tomado decisiones egoístas sin importarme los demás. Así que, quizás si hubiera hecho las cosas diferentes, Mabel nunca habría liberado a Bill por accidente.

-¿Y yo?-concluyó Luz-. Todo lo que ha hecho Belos ha sido sólo porque nací. Porque odiaba que su hijo se hubiera enamorado de una humana, un amor que nunca debió ser. Si nunca hubiera llegado a las Islas, mucha gente de ahí que ahora está muerta estaría viva.

El Coleccionista asintió, meditando lo que le habían dicho.

-¿Y no han pensado, que por cada cosa mala que han hecho o vivido, algo bueno también pasó?

-¡¿Algo bueno?!-exclamó Sasha-. ¡¿Acaso es una broma de los dioses o algo así?! ¡Dime una sola cosa buena que salió de todo esto!

-Podría-dijo El Coleccionista-. Pero mejor, se los voy a mostrar.

Moviendo sus manos, El Coleccionista hizo aparecer a modo de constelaciones todos los buenos momentos que cada uno de ellos había pasado desde que sus respectivas aventuras habían comenzado: conocer a los Plantar, el Baile de la Luna Roja, el Grom, la fiesta en la Mansión Noroeste, la Batalla de Bandas en la que participaron Anne y sus amigas, la confesión de Luz a Amity, la coronación de Eclipsa...

Los chicos sonrieron al ver todos esos bellos recuerdos.

-Si algo he aprendido en eones de existencia es que la vida es muchas cosas, excepto justa-dijo El Coleccionista-. Pudimos haberla hecho diferente, claro, mis hermanos y yo pudimos haber creado un multiverso perfecto. Pero yo los convencí de no hacerlo. Y es que, me di cuenta que lo que hace hermosa a la vida es su imperfección, la capacidad de todos los seres vivientes de equivocarse y aprender de sus errores. Y aunque no todo siempre sea bueno, también son capaces de formar hermosos momentos junto a los seres amados.

-Pero no todos-dijo Star-. Mina, por ejemplo, ella está empeñada en destruir a los monstruos y a todo aquel que no comparta su ideología radical.

-O Andrias. 

-Bill.

-Belos.

-Y la lista sigue y sigue-dijo El Coleccionista-. Pero enfoquémonos en estos: el corazón de Mina nunca conoció el amor, ni la amistad, fue corrompido desde muy joven por la ideología de Solaria, que a su vez le fue inculcada por sus ancestros; su necesidad de imponer sus ideas por encima de todo proviene de su desesperación por probar que ella es la heroína. Andrias fue engañado desde muy joven, conoció el amor pero un malentendido lo endureció y al no saber que hacer con tanto dolor pensó que lo mejor sería ocultarlo y llenar el vacío en su interior con odio y rencor. Bill no conoce otra cosa además del caos, esa es su única fuente de felicidad; él no distingue el bien del mal, cree que sólo existe la diversión y los que son muy aburridos para buscarla. En cuanto a Belos, a él lo criaron para odiar, para la guerra, eso es lo que sus ancestros le enseñaron, y nada más. 

-Pero a mi papá también-dijo Luz-. Y él nunca fue como Belos.

-Porque conoció el amor al conocer a tu madre-dijo El Coleccionista-. Desde el momento en que se vieron, Camila y Ducard sintieron que se conocían de toda la vida. Ella, con su luz, iluminó el camino de tu padre para que fuera por el buen camino. ¿De dónde crees que sacaron la idea para tu nombre?

Luz se quedó sorprendida.

-Todos han cometido errores y han sufrido por ellos o por los errores de otros, y no les puedo prometer que todo será mejor si regresan-dijo El Coleccionista-. Pero sí les puedo prometer que sus vidas pueden ser un poco mejores, si aceptan todo lo que sienten y avanzan, sea bueno o malo. ¿Pueden hacer eso?

Todos se miraron. Esta vez, conocían la respuesta.

-Sí-dijeron todos.

-Bien, en ese caso ya pueden volver. Pero antes-La mano del Coleccionista empezó a brillar-. Permítanme darles una pequeña ayuda.

-¿Cómo?-preguntó Luz.

 -Con sólo tocar mi mano, puedo liberar todo su potencial-explicó El Coleccionista-. Sólo por unos minutos, pero bien aprovechados los podrán usar para detener esta pesadilla antes de que todo colapse.

-¿Estás seguro de que quieres darnos todo este poder?-preguntó Marco.

-Ya han visto las profecías. Todos ustedes nacieron para esto, el destino los llama, suplica por su ayuda, pero nada ni nadie, ni siquiera yo, puede obligarlos a hacer algo que no quieran-dijo El Coleccionista-. Ya han sido elegidos por otros, así que la verdadera pregunta ahora es... ¿se elegirán a ustedes mismos?

Volvieron a mirarse entre sí. Más convencidos, todos se acercaron y tomaron la mano del Coleccionista. Al hacerlo, todos sintieron una intensa energía recorriendo cada parte de su ser, llenándolos de vitalidad, energía, poder. Una luz los empezó a cubrir lentamente. Sabían a donde se dirigían.

Y por fin, después de un largo camino, ya no sentían miedo. Ahora sí, estaban listos.

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