La batalla final (Parte 3/6).
Narrador omnisciente.
Luz y Belos seguían peleando, pero el emperador llevaba la delantera. Incluso con el poder del Titán corriendo por sus venas, Luz apenas era capaz de esquivar los ataques de Belos, y no se diga responderlos. Todos sus hechizos parecían inútiles contra Belos, quien seguía sin sudar una sola gota, mientras ella estaba casi exhausta.
-¿Cómo se siente, Luz?-preguntó Belos-. ¿Cómo se siente ser despedazada, ser la perdedora, ver morir todo lo que amas?
La empujó contra el balcón que daba a la ciudad.
-Observa.
Luz miró hacia la ciudad. Aunque desde esa distancia no se veía claramente, las explosiones le daban una muy buena idea de lo que estaba pasando. Todos sus aliados, sus amigos, los que confiaron en ella, seguían peleando, pero no sabía si estaban ganando o perdiendo, y le aterraba pensar en esa última opción.
-Tú hiciste esto-dijo Belos-. Trajiste las ovejas al matadero.
-¡Ya cállate!
Luz volvió a lanzar una llamarada antes de usar un glifo de invisibilidad para esconderse y tratar de tomarlo por sorpresa.
-Acéptalo, esta es una guerra que perdiste desde antes de que empezara-dijo Belos caminando lentamente por el salón buscando a Luz-. Una guerra que todos los que han sido tan rebeldes como tú han perdido. Mi hermano, mi esposa, hasta tus benditos padres fracasaron. Guerreros con más experiencia y mejor control de sus emociones cayeron ante mí, ¿en serio creíste que una marginada como tú m iba a vencer? ¡¿Qué tienes que ninguno de ellos no?!
-Una capa.
Luz saltó encima de Belos y enredó su capa alrededor del rostro del emperador, asfixiándolo. Antes de que Belos pudiera recuperarse, Luz usó varios hechizos de hielo en su cuerpo y lo congeló totalmente, antes de tirarlo al suelo, dejando que se rompiera en mil pedazos mientras ella se sentaba a recuperar el aliento.
-Eso... fue... agotador.
Pero entonces, vio que una sustancia verde nauseabunda salía del hielo y se reagrupaba, volviendo a formar a Belos.
-¡Ay, por favor!
-¿No es maravilloso?-dijo Belos-. La esencia de los talismanes es tanto mi maldición como mi bendición. Pero bueno, nadie dijo que la inmortalidad era sencilla.
-Pongamos a prueba qué tan inmortal eres-dijo Luz volviendo a ponerse en pie, sólo para ser inmovilizada por Belos y arrojada contra el trono. Fue tal el impacto que hizo toser sangre a Luz, que ya sentía que se desmayaba.
-Me cansé de los juegos, voy a matarte-dijo Belos empuñando su bastón-. Y luego a todos los que amas. Eda, Lilith, tus padres, tus amigos, todos me suplicarán piedad antes de que les atraviese el corazón, y cuando terminé, los enterraré junto a Vee.
La mención de su hermana fue suficiente para que Luz volviera a levantarse y se arrojara contra Belos, empezando a golpear su máscara. Pero Belos no tuvo ningún problema en quitársela de encima nuevamente.
Luz, decidida a destruir a Belos, lanzó varias estacas de hielo contra él, pero Belos sólo los esquivaba o los rompía con su bastón. Pero agarró uno, y cuando Luz se acercó a lanzarle otro golpe...
¡ZAZ!
Luz sólo sintió algo clavándose en su abdomen, algo frío y puntiagudo. Cuando bajó la mirada, vio como Belos le había clavado una de las estacas de hielo. Una mancha roja se empezó a formar en su estómago y aún cuando sacó el hielo, el frío no abandonó su cuerpo, sino que aumentó mientras su vista se nublaba.
Aún así, siguió peleando como pudo. Lanzó un hechizo tras otro, pero todos fueron bloqueados sin esfuerzo por Belos, quien no dejaba de darle cachetadas o golpes al estómago, en especial donde tenía la herida. Luz retrocedía. Retrocedió más y más hasta chocar con una pared. Ahí, quiso lanzar un último puñetazo a la cara de Belos, pero el sólo sujetó su puño y lo apretó hasta romperle la muñeca. La arrojó al piso, poniendo su bastón contra su cuello.
-Deberías estar orgullosa de ti misma, Luzura-dijo Belos-. Ningún rival había sido capaz de durar tanto tiempo contra mí en un combate.
Belos retiró el bastón, supuso que no haría falta que él hiciera el resto.
Y parecía que tenía razón.
Luz seguía peleando en el suelo, esta vez para no perder el conocimiento. Su madre le había enseñado que en ese tipo de situaciones, era importante no perder el conocimiento. Pero era inútil. Incluso si lograra arrastrarse fuera de ese lugar, ¿después qué?
Ella sabía que todo iba a terminar ese mismo día, y que iba a terminar con la caída permanente de uno de los dos, ella o Belos. Y aún así, quién sabe, no se sentía como un final. Quizás porque imagino algo más dramático, más poético. Pero quizás el destino no había querido eso.
Aunque igual, ya no importaba. Era el fin de la línea para ella, así terminaba su camino. Sólo seguía luchando por no desmayarse ya que así, por lo menos, moriría sabiendo que peleó hasta el final.
-No cierres los ojos, Luz, no los cierres...
En el cuarto de máquinas, la situación no iba mucho mejor para los chicos. Ni siquiera con todos sus poderes combinados eran capaces de avanzar. Gus ya había caído inconsciente, Willow trataba de que Terra no los ahorcara a ella y a Hunter con sus enredaderas, Camila y Ducard se las apañaban a duras penas contra los guardias de Belos que seguían llegando y los líderes de los aquelarres, Odalia seguía luchando contra Alador y Amity, quienes no tardaban en caer, Eda y Lilith hacían lo que podían desde el aire, pero el líder del aquelarre de ilusiones lograba engañarlas y ellas apenas podían esquivar cada vez que intentaban atrapar sus alas con redes mágicas. En cuanto a Vee, ella y Masha luchaban codo a codo contra los guardias y líderes de aquelarres, pero ni siquiera entre sus esfuerzos combinados eran capaces de hacerles frente. En algún momento, uno de los guardias logró herir a Masha en el hombro y Vee corrió hacia ella, abandonando la pelea.
-¡Masha! ¡¿Estás bien?!
-Agh, sí... pero me va a dejar marca.
Vee miró preocupada la herida de Masha, de la cual brotaba algo de sangre. Pero en eso, Odalia la atacó por la espalda y la arrojó contra la pared, reteniéndola con un brazo de abominable.
-¡Vee!-exclamó Camila, pero ella y Ducard tuvieron que cubrirse de otro ataque del líder del aquelarre de constructores, por lo que no pudieron ir a ayudar a su hija. Odalia se acercaba lentamente a Vee, haciendo presión en su ataque.
-¡Decepcionante, en verdad!-dijo-. ¡La soldado más leal y mortal de Belos, su propia sangre, traicionándonos por un puñado de sentimientos baratos e inútiles! ¡Tu abuelo tenía toda una vida preparada para ti, una vida perfecta! ¡¿Y la cambiaste por esto?! ¡Te condenas a ti misma a la ruina!
-Quizás...-dijo Vee-. Pero será mi vida.
Odalia sonrió con malicia.
-Entonces, esto será todavía más divertido y satisfactorio para mí.
Mientras tanto, Anne y Andrias seguían peleando en el aire. Cada golpe que conectaban hacía temblar lo que quedaba de la ciudad. Aún con los poderes de Anne activados, Andrias era quien llevaba la delantera en la batalla.
-¡¿Por qué luchas, Anne?!-exclamó Andrias lanzándole una serie de fuertes puñetazos-. ¡Todo lo que amas eventualmente desaparecerá! ¡Tu mundo, tus amistades, tu familia!
-¡¿Entonces qué, debería rendirme?!-exclamó Anne alejándolo de una patada-. ¡¿Dejar de sentir, igual que tú?!
Andrias lanzó una especie de serpientes contra Anne, pero ella atrajo su espada y empezó a cortarlas.
-La verdad, Andrias, es que me das pena-dijo Anne-. ¡Te alejaste del mundo! ¡¿No es así?! ¡Mil años de sufrimiento, de enterrar tus sentimientos, de odiarte a ti mismo! Eso debió doler mucho.
Pero Andrias se negaba a escuchar. Después de todo lo que había hecho, lo lejos que había llegado, no se iba a detener en ese momento. Ambos siguieron peleando, destrozando todos los edificios que se les atravesaban. Anne lanzaba fuertes ataques, pero la armadura de Andrias no cedía y sus ataques eran tan fuertes como los de Anne, y un poco más. La chica ya estaba herida y cansada, todo su cuerpo estaba magullado, y lo peor era que ya había pasado demasiado tiempo desde que había activado sus poderes, por lo que seguramente pronto se acabaría su tiempo. Aún así, no se podía rendir, no todavía.
La batalla siguió hasta que Anne recibió un fuerte puñetazo de parte de Andrias que la envió contra un edificio, debilitándola todavía más. Anne volvió a levantarse y empezó a atacar rápidamente la armadura de Andrias por todos lados, logrando por fin hacerle algo de daño y dejando algunas grietas en la armadura.
-¡Se terminó, Andrias!-dijo Anne-. ¡Ordena a tus tropas que se retiren!
Pero en eso, los ojos de Anne comenzaron a apagarse. El brillo azul de su cuerpo también se esfumaba.
-Oh, no.
-Se acabó el tiempo-dijo Andrias-. Tú pierdes.
-¡Aún no!
Anne trató de seguir luchando con lo que le quedaba de poder, pero estaba muy débil. Ahora era Andrias quien dominaba la pelea. La sujetó y la aventó contra un edificio. Cuando iba a volver a levantarse, Andrias le lanzó otro golpe, que la sacó volando a cinco cuadras de distancia. Anne igual se levantó de nuevo, pero cada vez más herida y cansada, y quiso seguir peleando. Lo único que le permitía seguir respirando eran sus poderes de Calamidad, pero sentía que la energía se agotaba cada vez más.
En el aire, un helicóptero militar se acercaba al lugar de la batalla.
-¡Esta es una mala idea, señora!-dijo el piloto-. ¡Le recomiendo retroceder!
-¡Yo soy su oficial superior, soldado, y le ordeno que se acerque a ese edificio de inmediato!-exclamó la general Waybright, señalando al edificio donde Anne había caído como resultado de la batalla.
A pesar de todos sus esfuerzos, los golpes de Andrias le impedían levantarse. Con cada golpe que recibía, sus energías se agotaban cada vez más. Andrias no le dio ni un segundo para respirar hasta que no hubo más destellos azules emanando del cuerpo de Anne. Su energía de la Calamidad se había agotado finalmente, mientras que la chica yacía tirada en el piso con sus últimas fuerzas. No había una parte de su cuerpo que no le doliera, apenas estaba consciente.
-Diste buena pelea, pero los dos sabíamos que así es como iba a terminar-dijo Andrias-. Adiós, Anne.
Y justo cuando estaba a punto de darle el último golpe, varios disparos provenientes de un helicóptero militar lo distrajeron. De la aeronave, bajó la general Waybright y le ordenó al piloto alejarse de inmediato.
-¡Anne!-la general Waybright se acercó a la castaña para revisarla-. ¡Anne, reacciona!
-Señora Waybright... yo... lo sien...
-No hables, niña, quédate así hasta que te puedan atender-dijo la general Waybright mientras Andrias observaba.
-Dos por uno, ¿eh?-dijo Andrias levantando sus puños-. ¡¿Por qué no?!
Recordando la razón por la que estaba ahí, la general Waybright dejó a Anne en el piso y sacó la carta.
-¡Oye, tú! ¡¿Eres Andrias?!-dijo-. ¡Porque si lo eres, tengo un mensaje de alguien que conociste! ¡Es una carta de Leif!
Andrias detuvo su ataque al escuchar ese nombre.
-¿Cómo?-dijo casi en shock-. ¿Cómo conoces ese nombre?
-Marcy me entregó esta hoja de papel en blanco, no sabíamos qué era hasta que la analizamos y encontramos un mensaje escrito en tinta invisible-explicó la general Waybright-. Ella era tu amiga, ¿no es cierto?
-¿Y si lo era qué?-dijo Andrias molesto.
-Aún hay algo que quiere decirte.
Dejó ir la hoja de papel y Andrias, aunque dubitativo, la atrapó. El mensaje ya estaba revelado, por lo que no le costó leer las palabras que ponía.
Mi querido Andrias,
Quizás nunca recibas este mensaje, pero espero que sí. Sé que seguramente me odias, pero por favor escúchame. Después de esconder la caja, supe que nunca podría volver al reino. Me ofrecieron formar parte de algo mucho más grande e importante que nosotros, una oportunidad que elegí rechazar porque sentía miedo. El cambio siempre da miedo, y fue difícil volver a abrir mi corazón a otros de nuevo. Pero me alegra haberlo hecho finalmente. Nos pasamos la vida con miedo a cambiar. Pero después de mucho tiempo, me di cuenta de que lo bello de la vida es el cambio. Y después de todo, tengo tantos recuerdos maravillosos tuyos. Y aunque tú, Bruno y yo ya no estemos juntos, ustedes dos realmente nunca se fueron de mi lado. Al final, mi único deseo es que algún día, de algún modo, te llegue mi amor. Por eso te pido, mi querido amigo, que no te cierres. Abre tu corazón, y síguelo.
Con el cariño de siempre, tu amiga Leif.
Cuando terminó de leer el mensaje, los ojos de Andrias estaban llenos de lágrimas, y su interior, de culpa.
-Todo este tiempo, creí que te habías olvidado de mí, como yo traté de olvidarte-dijo con voz quebrada-. Mi querida amiga.
Cayó de rodillas, sollozando.
-Pero ya es demasiado tarde-dijo entre sollozos-. Las cosas que hice, el dolor que cause... ¡NO TIENEN VUELTA ATRÁS!
Dejando a Andrias lamentándose, la general Waybright regresó con Anne y sacó una radio.
-¡Habla la general Waybright, necesito una extracción médica inmediata!
-Recibido, general, enviando una unidad médica.
-Anne, mírame, vas a estar bien, ¿escuchas?-pero no hubo respuesta-. Vamos, niña, no te rindas, ¡no te rindas! ¡Anne, reacciona! ¡¿Anne?!
Pero sin importar cuanto la llamaran, Anne no era capaz de responder. Lo último en lo que pensó, antes de cerrar los ojos para no volver a abrirlos, fue en todas las personas a las que no volvería a ver. Sus padres, los Plantar, Sasha... Marcy...
-¿Por qué?-pensó por última vez-. ¿Por qué tardé tanto en darme cuenta... de lo que sentía por ti?
En el castillo de Andrias, Marcy y Darsha seguían peleando. Marcy se había vuelto más ágil, y con las cuchillas y el bastón había logrado asestar varios golpes en la armadura de Darsha. Pero ella también estaba recibiendo lo suyo, tenía raspones en brazos y piernas. Nada de que preocuparse, realmente, pero igual debía tener cuidado.
-¡Devuélvanme a mi amiga!-exclamó Marcy chocando sus garras con la hoz de Darsha, quien se rió al escuchar eso.
-¿Amiga? Sasha nunca fue tu amiga, y lo sabes-dijo-. Te despreciaba.
-¡Mientes!-Marcy le dio una patada en el estómago, haciéndola retroceder.
-Tú lo sabes, no necesitas ver sus recuerdos para saberlo-dijo Darsha lentamente-. Todas esas noches de películas en las que ella y Anne se quedaban dormidas. Te hablaba porque pensaba que eras patética y lograste darle lástima. Eso es todo.
-¡CÁLLATE!
Negándose a escucharla, Marcy embistió contra Darsha. Sin saber que eso era justo lo que Darsha esperaba.
Actuando rápido, Darsha la esquivó y la atacó con la hoz por la espalda, causándole una herida muy seria. Marcy cayó al suelo, gritando de dolor, mientras la sangre manchaba el piso.
-Vamos, niña, ¡levántate!-ordenó Darsha pateándola-. Nos estábamos empezando a divertir.
Marcy se levantó a duras penas. Volvió a atacar a Darsha, esta vez usando el bastón retráctil, y logró derribarla contra el piso. Empezó a asfixiarla con el bastón.
-Sasha, si puedes oírme-dijo Marcy-. Quiero que sepas que lo siento, pero no pude salvarte. No... no puedo dejar que esta cosa siga viva, aún si eso significa... significa... lo siento.
Darsha volvió a reírse.
-Es tierno que creas que puedes vencernos-dijo Darsha-. ¿Sabes? Tú ibas a ser nuestra anfitriona, pero tu "amiguita" se interpuso cuando Andrias quiso apuñalarte por la espalda, ¿recuerdas eso? ¿Sabes lo que Sasha sintió?
Y en ese momento, Marcy sintió como algo atravesaba su abdomen. Al mirar abajo, vio una daga de fuego atravesándole el estómago.
-Justo así.
Darsha presionó la daga contra Marcy y la alejó lentamente. Incapaz de seguir peleando por la herida, que parecía mortal, Marcy sólo podía luchar por no quedar inconsciente, aunque sabía que era inútil
-Bueno, Mar-Mar, fue divertido-dijo Darsha preparando su hoz-. Pero es hora de terminar con nuestro pequeño encuentro...
Pero entonces, sintió algo proveniente de Andrias. Un sentimiento que creían haber extirpado de Andrias como si fuera un tumor. Un sentimiento que Andrias había sepultado en lo más profundo de su ser: amor.
-Eso no puede ser-Darsha se asomó a través del mirador del castillo y vio a Andrias sollozando-. Aldrich, tu hijo está perdiendo la voluntad de pelear. ¡Ese bueno para nada!
Pero antes de que Darsha pudiera hacer otra cosa, Marcy la agarró por la espalda, y con las últimas fuerzas que le quedaban, le clavó las garras por la espalda.
-¿Sabes que me enseñaron mis nuevas amigas que hice en las Islas Hirvientes?-dijo-. Nunca te quedes quieta en una guerra.
Aún heridas, las dos intentaron seguir peleando. En un movimiento desesperado, Marcy tomó una decisión drástica.
-Tal vez Belos y sus cómplices tengan éxito-dijo-. ¡Pero tú no vas a salir de aquí para verlo!
Y con las garras, cortó los cables que estaban conectados al casco, haciendo que Darsha soltara un grito de terror.
-¡TONTA, MI CONEXIÓN! ¡¿TIENES IDEA DE LO QUE ACABAS DE HACER?! ¡NOOOOOOOOOO!
Y entre rayos y chispas volando por la habitación, Darsha cayó al suelo, con el casco saliendo de su cabeza, mientras Marcy caía a su lado, sonriendo.
-Sasha...-le quedaban muy pocas fuerzas, pero se sentía de alguna forma tranquila-. Creo que, de alguna forma... logré salvarte... espero, que Anne lo... lo logre...
Se recostó boca arriba, mientras una lágrima rodaba por su mejilla, recordando el breve pero hermoso momento que tuvo con Anne al sincerarse con ella de sus sentimientos.
-Ana-Banana... fui... fui muy afortunada... de tenerte, a mi lado... te amo...
Y cerró los ojos para siempre.
De vuelta con los Pines y Star junto a sus aliados, la situación no era muy diferente. Desde antes de entrar en combate, Star les había advertido que Mina se había destacado como la mejor guerrera en la historia de Mewni, la soldado más efectiva a las órdenes de la reina Solaria. Pero no fue hasta ese momento que entendieron lo poderosa que era Mina Loveberry realmente.
-¡Lazos de arándano de luz!-exclamó Star enredando y maniatando a Mina, mientras los demás la atacaban con todo lo que tenían, pero la guerrera solariana sólo reía como una desquiciada.
-¡¿No saben quién soy?! ¡YO SOY MINA LOVEBERRY, PERRAS!
Rápidamente, Mina se liberó de sus ataduras y embistió a Star, dándole un poderoso golpe que la arrojó contra un edificio.
-¡Star, no! ¡Présteme esto!-Marco le quitó la varita a Moon-. ¡Golpe narval!
Pero el ataque no funcionó. Mina casi lo atraviesa con su espada si Moon no lo hubiera empujado justo a tiempo.
-¡¿Estás bien, Marco?!-preguntó Moon.
-Sí, creo que sí-dijo el chico levantándose-. ¡¿Por qué demonios no funcionó?! ¡Hice lo mismo que Star, lancé el primer ataque que se me vino a la cabeza!
-¿A la cabeza?-dijo Star que había escuchado eso último-. ¡¿Crees que alguna vez he usado la cabeza para lanzar mi magia?!
-¡Cuidado!-gracias a la advertencia de Eclipsa, pudieron esquivar un ataque, esta vez de Bill. Entre él y Mina, no les estaba resultando nada fácil la pelea.
-¡Soy imparable!-exclamó Bill que no dejaba de reír-. ¡Y ustedes... ustedes son tan adorables!
La Alta Comisión de Magia quiso atacar, y aunque lograron causarle algo de daño al dios del caos, este los hizo retroceder nuevamente con sólo mover un dedo.
-¡Incluso si lo lograran, incluso si pudieran vencernos!-dijo Bill-. ¡No pueden evitar el colapso de su universo, nadie puede! Los únicos que podrían eran aquellos que llamaban los hijos de las estrellas ¡PERO YO DESTRUÍ AL ÚLTIMO DE ELLOS!
Dipper junto a su familia atacaron a Bill con las armas que Ford les había fabricado, distrayendo a Bill el tiempo suficiente para que Star le lanzara otro ataque por la espalda, pero a Bill no le hizo más que cosquillas.
-¡Suficiente!-Bill los inmovilizó en el aire y los arrojo a todos al suelo con fuerza, dejándolos incapacitados-. Me han impresionado muchas veces, niños, pero este ya no es su mundo. Aquí, los tipos como nosotros ganamos.
Bill se acercó a Ford, listo para acabar con él, pero Mabel y Dipper se interpusieron para atacarlo.
-¡¿Qué ustedes nunca se rinden, enanos?!
-Haríamos esto todo el día-dijo Mabel.
-¡Aléjate de nuestro tío!
Lograron distraer a Bill lo suficiente para hacer que fuera tras ellos. Con uno menos en el campo, esperaban que la pelea entre Mina y los demás fuera más pareja.
No resultó muy bien. Mina no necesitaba la ayuda de nadie para destruir a sus enemigos, eso lo dejó muy en claro cuando lanzó a Eclipsa y Moon contra una fuente, dejándolas inconscientes.
-¡Mamá!-exclamó Star.
-Había esperado mucho para hacer eso-dijo Mina en tono burlón-. ¿Dónde nos habíamos quedado, princesa?
Mina nuevamente quiso golpear a Star, pero esta vez ella logró esquivarla.
-¡Golpe arcoíris!
Un puño gigante de varios colores tomó por sorpresa a Mina, desequilibrándola un poco. Marco, por su parte, no sabía qué hacer. Todavía tenía la varita en sus manos, pero no sabía cómo usarla. ¿A qué se refería Star con que ella no usaba la cabeza para hacer magia?
Mientras Mina y Star seguían peleando, Mina se dio cuenta de que aún con todo su poder sería difícil vencer a su enemiga, o por lo menos más tardado. Ella quería terminar con eso rápido.
-Tiene que tener una debilidad-decía para si misma-. ¿Pero cuál?
-¡Aniquilación de fresas!
Un rayo rosa lleno de fruta golpeó a Mina y logró derribarla, pero eso no la iba a detener.
-¡ME TIENES HARTA!
Levantando su espada otra vez, atacó a Star pero ella lo esquivó. Por desgracia, la espada hizo colapsar un edificio cercano cuyos escombros casi aplastan a Marco, pero Star logró apartarlo a tiempo.
-Espera... eso es.
Mina sonrió. Acababa de encontrar el punto débil de su enemiga.
Levantándose, se lanzó nuevamente al ataque tratando de decapitar a Star, quien apenas era capaz de bloquear sus ataques pero igual se los devolvía. Lo que Star no notó era que cuanto más se enfrascaba en la batalla, más se alejaba de Marco.
-Eso es, princesa, sigue peleando...
Cuando tuvo a Star lo suficientemente lejos, Mina lanzó un ataque con su espada hacia atrás. Aunque Marco logró esquivarlo por muy poco, la espada alcanzó a hacerle un corte en el brazo, dejando aquella marca color rojo carmesí en su brazo.
-¡MARCO!
Star dejó la batalla para correr al lado de Marco, quien se retorcía de dolor en el suelo.
-¡Marco, háblame!-decía Star entre lágrimas-. ¡Resiste, por favor, tú puedes!
-¡Star! ¡Me... me quema!
La marca se extendió rápidamente por su cuerpo.
-Tu novio es afortunado, princesa-dijo Mina-. Las espadas solarianas se diseñaron para aniquilar a sus víctimas de acuerdo a su tamaño. Cuanto más grandes, más lento morían. Él por lo menos morirá en minutos.
-Tú...
Star volteó furiosa hacia Mina, transformándose en su forma de mariposa.
-¡VOY A DESTRUIRTE!
La mirada de Star, normalmente llena de bondad y cariño, se volvió irreconocible, sedienta de sangre. Mina había lastimado a alguien muy importante para ella, y cobraría venganza por eso.
Star comenzó a lanzar un hechizo tras otro. No sólo sus hechizos habituales y mayormente inofensivos, comenzó a usar magia más avanzada, magia que Eclipsa había creado, magia negra. Los ojos de Star se volvieron completamente blancos, un aura oscura comenzó a rodearla. Atacaba a Mina sin piedad, pero la guerrera solariana no hacía nada por defenderse. De hecho, estaba más que satisfecha. No sólo había logrado lastimar a Star Butterfly, la había quebrado por completo.
Finalmente, Star se quedó mirándola, con odio, y las manos en alto.
-Vamos, Star, hazlo-la retaba Mina-. Sabes lo que pasará si no lo haces. No me detendré, a menos que me detengas permanentemente.
Star no decía nada.
-Conoces el hechizo-decía Mina-. El hechizo de aniquilación, el más poderoso y destructivo de todos. Sólo lo tienes que pronunciar.
Star estaba a punto de hacerlo. Conocía el conjuro de memoria. Sólo tenía que pronunciar esas palabras, y Mina sería borrada de la existencia...
Entonces volteó a ver a Marco, su amigo y compañero, por quien había empezado a sentir algo más, algo diferente, tan aterrador como maravilloso. Y aún cuando el chico se retorcía de dolor en el suelo, volteó a verla, mirándola de forma suplicante. Una mirada que no pedía ayuda, sino que suplicaba porque se detuviera, que no hiciera lo que tenía pensado hacer.
Star volvió en sí y se detuvo, parecía en shock por lo que acababa de hacer y lo que estuvo a punto de hacer. Mina sonrió al verla detenerse.
-Lo sabía, sigues siendo débil-dijo descendiendo de su armadura para encargarse personalmente de Star-. El amor es tan... frágil, y a la vez patético. Ahí tienes a tu amado, por quien tanto luchaste incluso si tus sentimientos jamás fueron correspondidos, retorciéndose como el gusano que es. Y ahora... van a compartir el mismo destino.
Star quiso golpearla, pero Mina sólo la sujetó de la muñeca y la golpeó, partiéndole el labio. Luego la arrojó contra una pared, dándole a la rubia varios golpes en el estómago que le sacaron sangre y aire. Volvió a golpear la cara de Star, esta vez rompiéndole la nariz de la que salió una fuente de sangre incontrolable. Golpe tras golpe, Star sentía como la vida abandonaba su cuerpo, sin que ella pudiera hacer nada. Y finalmente, Mina tomó una varilla de metal que estaba cerca. Star volteó a ver a Marco, quien seguía retorciéndose, pero ya no tanto, parecía quedarse poco a poco inmóvil.
-Mar... Marco...
La varilla le atravesó el estómago, dejándole una herida mortal.
-Marco...-dijo Star en un susurro, escupiendo sangre-... perdóname... por no... por no decirte... que te amo...
Mina la dejó ahí, tirada, y se sacudió las manos.
-He aquí, la grandiosa Star Butterfly, por fin derrotada y humillada por la general Mina Loveberry-dijo-. Descansa, besamonstruos...
Volteó a ver a Marco, quien había sido cubierto totalmente por la luz roja carmesí y, de pronto, simplemente desapareció. Miró a Star, cuyo pecho finalmente había dejado de subir y bajar.
-...Pronto toda tu familia y amigos se les unirán a ti y a tu amado Marco.
Dipper y Mabel lograron alejar a Bill de su familia y amigos lo suficiente antes de voltear para volver a enfrentarlo.
-¿Crees que podemos con él?-preguntó Mabel.
-Creo que ambos sabemos la respuesta a esa pregunta.
Mabel sonrió con triteza.
-Claro, sólo quería... estar segura de que estuviéramos en la misma página.
Mientras Bill se acercaba, checaron sus armas. Ya ni siquiera les quedaba suficiente batería.
-Hasta aquí llegamos, Mabel-dijo Dipper-. Antes de que todo termine, ¿un incómodo abrazo de hermanos?
Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas.
-Un sincero abrazo de hermanos.
Ambos se abrazaron, incluso dándose palmadas en la espalda. Finalmente, Bill los alcanzó.
-¿Lista para ir a lo desconocido?-preguntó Dipper levantando su arma.
-No-dijo Mabel haciendo lo mismo-. Hagámoslo.
Y sin dudarlo, ambos dispararon lo que les quedaba mientras se lanzaban hacia el dios del caos, cuyo ojo brilló por unos segundos. Y después de eso... no quedaba ni rastro de Dipper y Mabel Pines.
Los más grandes defensores del multiverso habían caído, y los que quedaban pronto los seguirían. Y mientras, cuatro universos chocaban unos contra otros, buscando ocupar el mismo lugar al mismo tiempo. Cosa que, como bien sabemos, las leyes de la Física establecen como imposible, por lo que todos esos universos, ahora estaban condenados.
Fue Dante quien escribió que en la puerta del infierno yace la inscripción "Abandone toda esperanza aquel que entre aquí".
La esperanza se había ido para los cuatro reinos. Todo estaba perdido.
O tal vez no.
Narra Luz.
Ya no tenía fuerzas para hacer nada más que seguir ahí recostada, esperando la muerte. Mi abuelo había vencido, y no tenía idea de qué le había pasado al resto de mi familia. Sólo podía esperar que estuvieran bien y lograran salir con vida de aquí. Así al menos, quedará alguien para recordarme, ¿no?
-Luz... Luz.
Esa voz... ¿acaso ya estoy empezando a alucinar por la pérdida de sangre? Mi madre dijo que eso es posible. No me sorprendería.
-¡Luz, escúchame!
No, esa voz se oye fuerte y clara. No puede ser una alucinación, se siente tan real.
-¡El espejo, Luz, destruye el espejo!
Volteé para ver a mi alrededor. Sólo vi el trono, a mi abuelo dándome la espalda, algunas armas... y un espejo. Un espejo circular con una luna tallada en él.
-¡Destrúyelo, Luz, es nuestra única esperanza! ¡Tú eres la única que puede!
No sabía porqué, pero sentía la necesidad de obedecer aquella misteriosa voz. Con las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté. Y casi a rastras, mientras usaba mi propia sangre para tallar un glifo de hielo para crear una estaca, me acerqué a ese espejo.
Vi a Belos darse la vuelta. Se había dado cuenta muy tarde de mis intenciones.
-¡NO!
Antes de que pudiera darle la oportunidad de detenerme, apuñalé el espejo con la estaca que había creado y volví a desplomarme. Lo último que vi, antes de que la oscuridad lo cubriera todo, fue una luz muy intensa y lo que parecían ser varias estrellas emergiendo de ese espejo...
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