El Día de la Primavera

El despertador del celular zumbaba insistente e irritante. Lo había puesto a propósito en modo silencioso para no despertar a mi novio, ya que últimamente no nos llevábamos tan bien y mi teléfono era una razón más para las discusiones constantes. Ahora estaba vibrando como loco junto a mi oído, llamando mi atención de toda forma posible pero yo no podía salir de un sueño profundo y confuso en el que buscaba sin éxito ninguno la fuente de este incesante barullo.

Finalmente, mi novio, despertándome con un codazo, murmuró que de nuevo alguien me estaba llamando. En su opinión, mi teléfono nunca estaba callado y esto lo volvía loco. Después de la escena de celos de ayer, despertarse así era la peor manera.

Mi novio ya venía enojado desde hacía varios días. Entonces, no sabiendo cómo evitar la nueva pelea que amenazaba inevitablemente este domingo, decidí huir. No haberle dicho nada de mis planes me metía en un lío bárbaro. Los domingos los pasábamos juntos. Por lo tanto, la brillante idea de anoche de juntarme con una amiga ya no era tan buena a la luz del día. Pero ya no podía cancelar la reunión y tampoco contar con la comprensión de mi novio.

Saque los pies con cuidado, deslizándome suavemente de la cama. El primero que tocó el piso debe haber sido mi pie izquierdo - la mañana se descarriló como ya temía.

De verdad traté de ser lo más silenciosa posible, moviéndome por la habitación en punta de pie. Pero como si fuera a propósito, los objetos se cruzaban constantemente provocando sonidos exagerados. Cada vez que chocaba con la mesa o tropezaba con la silla o los cierres de mis botas "zipiaban" histéricamente, miraba con horror hacia mi riguroso amigo, poniendo una expresión cómica de ojos desorbitados y boca abierta. Pero el seguía sin reaccionar.

Al haberme relajado y tomado valor, ya me dirigía hacia la salida, cuando de repente un tono frío e irónico me golpeó en la espalda. Me quedé inmóvil, mordiéndome nerviosamente los labios.

En esas peleas yo pierdo. Nunca encuentro las palabras correctas y los argumentos convincentes en el momento justo. Mi novio siempre pudo manipularme. Cambiando a su favor cualquier situación, siempre me dejaba con culpa, marcando metódicamente todos mis errores y equivocaciones. Y ahora yo era consciente de que a todas mis faltas anteriores se había sumado este último intento de escape.

Qué más puedo decir - él estaba furioso. Y como siempre por un momento hasta a mi me pareció que él tenía razón. Ni pensé en defenderme, sabiendo que ahora era absolutamente inútil. Y al decirme de todo, me echó. Cerré obedientemente la puerta detrás de mí. El día quedó arruinado completamente.

Estaba sola en la ciudad. No había gente, ni autos, ni siquiera perros, tampoco venia mi tren. Un cartel enorme parpadeando con su ojo fluorescente ofrecía bienes inútiles, insistiendo frenéticamente con imágenes brillantes. Débiles sonidos de música empezaron a llegar de algún lugar lejano. Mi sueño de la mañana, extraño, borroso, esquivo surgía nuevamente. Yo seguí el sonido. La música sonaba más insistente, adquiriendo de a poco forma y significado. Era una guitarra.

Apoyado contra la pared con los ojos entrecerrados un joven hacía vibrar las cuerdas sutilmente, tarareando una melodía simple pero agradable. Me detuve frente a él como encantada. Levantó la cabeza y me regaló una sonrisa amplia y abierta. "¡Buen día, hermosa! - dijo - "¡Feliz día de la primavera!"

Y ahí reaccioné - hoy era el primer día de primavera! No me di cuenta, lo había olvidado, se me estaba pasando. Me envolvió una suave y cálida ola de alegría. El siguió tocando. Para mí y para alguien más, en esta ciudad vacía y desierta.

Empecé a sonreír. Ya era un día especial, primaveral.

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