II- Trasnochadora Confusión de un Callejón Electrizante
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[Point of View: Katsuki Bakugo]
Abrí mis ojos en cuanto la luz del sol que entraba por la ventana me pegaba en la cara, desperté en una cama con sábanas de All Might.
¿Espera, estoy en la habitación de Izuku? No recuerdo haber hecho una pijamada con él o algo así. Veo los alrededores en busca de mi amigo peliverde, pero no lo encuentro, me paro del mueble, tengo puesta la ropa de la secundaria.
Desorientado busco la puerta. Pero en cambio, veo toda la mercancía que tiene sobre All Might, vaya, sí que es un gran fan. Cuando mi vista deja de estar borrosa me dirijo a la puerta y la abro, mi nariz detecta un delicioso aroma a huevos fritos y pan tostado.
Voy caminando hacia la dirección de donde proviene tal olor, encuentro a Izuku en la cocina haciendo... ¿El desayuno? No sé ni que hora es.
-¿Izuku, por qué estoy en tu casa? -digo, dándole un pequeño susto a mi amigo.
-Te peleaste con unos tipos y te desmayaste, tuve que traerte acá. Tu madre estaba muy preocupada por ti. ¿Sabes? -me recriminó, con una especie de mueca enojada, me siento un poco mal por preocupar a mi madre.
-Tal vez es por eso que me duele un poco la cabeza...
-Te pasó por irresponsable, además, sabías que eran más fuertes y de todas maneras peleaste contra ellos -me recriminó aún más, ya me siento realmente mal en este punto.
-Ugh, lo siento... debería irme a casa antes de que mis padres se preocupen más -le dije, rascándome la nuca con bastante indignación hacia mi mismo.
-Tranquilo, ya les avisé. Ahora podemos desayunar con tranquilidad y puedes irte.
-Wow, eso de alguna manera sonó bastante cruel.
-Lo sé, ¿verdad? Soy todo un profesional -Comentó orgulloso, su poder con las palabras a veces es demasiado aterrador.
Sin nada más que decir, nos sentamos en la mesa y comimos lo que había preparado Izuku, tengo que declarar que estaba rico.
Cuando terminamos de desayunar, agradecí por la comida y haberme ayudado, me levanté de la mesa y me fui caminando a casa, subí la cabeza para ver el cielo, el día estaba soleado.
[--- .-.. ...- .. -.. ---] - Olvido
Izuku vio salir a Bakugo, en cuanto cerró la puerta, sonrió con malicia.
-Así que soy todo un profesional con las palabras... -Miró su mano, transformándola en lodo verde, para volver a su forma original.
Se alzó de la silla, dirigiéndose hacia la habitación de su madre, cuando abrió la puerta visualizó un cuarto vacío, con dos sillas unidas por el asiento.
En el piso habían cuerdas tiradas, un paño y una botella de vidrio con un corcho agujereado.
Se dedicó a recoger todo, puso las sillas en la mesa, tiró a la basura la botella, las cuerdas y el paño.
Con una mirada satisfecha, tomó su teléfono y revisó la fecha, faltaban aún 9 meses para el examen de admisión de la U.A.
«Tiempo suficiente para devorar a gusto», se relamió los labios pensando en tener un delicioso pedazo de carne humana en sus manos.
Su estómago gruñó, de tanto pensar en comerse a alguna persona le empezó a dar hambre. Salió de allí para dirigirse a la cocina y checar el refrigerador.
Abrió la compuerta de este, no había nada suficiente como para saciar su gula. Meditó en tal vez salir a asesinar a alguien, pero deshecho esa idea, era de día y lo podrían descubrir.
Tenía ganas de comer, sin más remedio tuvo que vestirse apropiadamente para salir a comprar algo.
Se puso lo primero que vio en su clóset, sacó una cantidad no tan excesiva de dinero y salió al exterior. El sol le pegó en la cara, estaba realmente cálido allí fuera. Caminó por todo el piso, bajando al llegar a las escaleras, así descendiendo hasta arribar a la calle.
Caminó un poco, afortunadamente el supermercado estaba cerca, no podía soportar mucho más aquel deseo de llenar su estómago.
Tan sólo tenía que andar hasta la siguiente cuadra y ya estaba allí, mientras se dirigía a su destino veía a la gente que caminaba tranquilamente, imaginaba comerse a cada uno de ellos, se deleitaba mentalmente con el exquisito sabor de la carne humana inocente.
Llegó a una esquina, paró su marcha, esperando a que el semáforo se pusiera en azul para cruzar al otro lado. Suerte que después de pasar por el paso peatonal, el supermercado estaba a unas tres edificaciones de distancia.
Finalmente el semáforo se puso de color azul, cruzó rápidamente pues ya tenía demasiada hambre.
Arribó al otro lado y, sin soportarlo más empezó a caminar a paso rápido hacia el supermercado, entró finalmente cuando el edificio estaba justo en frente suyo.
Sacó una canasta en la cual iba a poner sus compras, las cuales claramente no iban a ser muchas.
Recorrió todos los pasillos mirando cada producto, se dirigió a la zona de carnes donde sacó dos libras de pechuga de pollo, después fue a la zona de frutas y verduras, agregó un saco de cebollas y tres zanahorias.
De verdad no iba a llevar mucho, pues ya tenía los demás ingredientes en casa, cuando dejó de estar absorto en sus pensamientos, se dirigió a la caja para comprar sus productos.
Había una fila no muy larga, sólo faltaban dos personas para que lo atendieran a él, podía esperar, ya faltaba poco.
Las otras dos personas no tenían muchas compras, así que se relajó un poco mirando los alrededores, tantas personas que de seguro sabrían deliciosas.
Aún así, no podía visualizar a todos los sujetos en el supermercado, a pesar de ser sólo dos personas, no le permitían ver a la que atendía como cajero.
Oía una voz femenina que lo hipnotizaba hablando alegremente con la gente a su alrededor, se preguntaba como sería aquella chica. No se dio cuenta que el cliente frente suyo se estaba yendo hasta que la empleada adolescente le llamó la atención, le dio un poco de vergüenza a pesar de ser un caníbal asesino con un apetito extremo.
Vio a la fémina que le miraba un poco extrañada, tenía ojos castaños y pelo del mismo color, unas mejillas de un rosa perpetuo, tenía un cuerpo femenino, Izuku se fijó más en sus muslos gruesos y carnosos.
La chica le llamó la atención al adolescente de pelo verde sobre que iba a comprar, pero este no respondía, de todos modos, ella no podía apreciar el hilo de baba y los ojos hipnotizados de aquel cliente con secretos horrendos.
-Hambre... de carne... jugosa -sus deseos de comer hacían que soltara murmullos por lo bajo, de un leve timbre casi incomprensible.
Su susurro se interrumpió cuando la cajera le llamó la atención con un chasquido de dedos.
-Disculpe por el chasquido pero, ¿va a llevar algo? ¿Se encuentra bien? Estuvo un buen rato pegado viendo hacia abajo -dijo la muchacha de pupilas miel con un tono preocupado en su suave voz.
-O-oh, discúlpeme, me quedé embobado mirando el piso. Voy a llevar esto, esto y esto -Puso sus compras en la pequeña banda transportadora, donde la bella empleada de supermercado los escaneó y empacó en una bolsa de plástico.
-¿Vas a hacer pollo al curry? -Preguntó la chica, de manera repentina pero acertada en su hipótesis según los productos que compró.
-Sí. ¿Cómo lo supiste? -Se cuestionó algo anonadado Izuku, mientras recogía la bolsa de peso liviano.
-Ehmmm... ¡Solo fue intuición! Lo que compraste son ingredientes de ese plato -Ella se avergonzó un poco acerca de aquello, se notaba pues sus mejillas ya rosadas empezaban a acentuar su tono.
-Bueno, eh. Un placer conocerte empleada desconocida del supermercado a tres cuadras de distancia -Izuku a pesar de todo seguía siendo un tanto tímido con las mujeres, y avanzó un poco básicamente preguntándole indirectamente su nombre a la muchacha.
-No eres muy bueno dando indirectas, ¿sabes? Mi nombre es Ochako Uraraka. ¡Un placer conocerte también, chico de pelo raro! -bromeó la apellidada Uraraka, mientras soltaba risas por lo bajo.
Izuku soltó unas pequeñas risas también, antes de empezar a caminar hacia afuera del supermercado, hasta que se dio cuenta de lo que había dicho.
-¡Hey, mi pelo no es raro! -indignado, siguió caminando con la cabeza volteada mirando a la chica de pelo castaño-. ¡Y mi nombre es Izuku Midoriya!
[- .] - Té
[...- . .-. -.. .] - Verde
Abrió la puerta con la bolsa en la mano, la casa estaba tal y como la había dejado antes de salir a comprar, a oscuras y vacía, sin ninguna pizca de vida en su interior.
Dejó sus compras en la mesa del comedor y rápidamente fue al baño a lavarse las manos, pues repudiaba tener que soportar tanto contacto humano.
Saliendo del lavabo ya expelido de cualquier rastro de contacto físico con gente, se dirigió a la cocina no sin antes llevar la bolsa con sus productos consigo.
Sacó los ingredientes y los dejó en la pequeña mesa donde su madre solía preparar las comidas.
Se preparó de antemano una misámplas para comenzar cocinar, cortando y procesando de cierta manera todas las verduras y carnes que necesitaba para su platillo.
Sacó de un mueble una sartén profunda, agregó un poco de aceite vegetal y prendió el fuego, espero a que el aceite se calentara lo suficiente y añadió a la sartén la cebolla, el ajo, el jengibre y el tomate.
Echó todas las especias que necesitaba, el curry, el comino, la cúrcuma, pimienta negra y una pizca de sal. Revolvió bien durante un par de minutos y bajó el fuego a la mitad.
Seguido de eso agregó el pollo picado y lo dejó cocinarse hasta que el pollo se selló por todos lados, y eso sin olvidarse de dar vuelta cada cierto tiempo los trozos de pollo. Puso ½ vaso de agua y mezcló todo.
Al agregar y mezclar con el agua dejó que se cocinara a fuego suave por 15 minutos, removiendo todo de vez en cuando.
Sin mucha paciencia reviso varias veces su salsa, por lo que se dio cuenta que la salsa estaba muy aguada, por ende le subió un poco la temperatura para que se evaporara algo de líquido.
Transcurridos los 15 minutos revisó como estaba de sal. Después de verificar que su sazón estaba correcta, fue agregando la ½ taza de leche de coco y mezclando bien al mismo tiempo, esto lo cocinó por 5 minutos más.
Finalmente pasado el tiempo de cocción, ahora sí pudo apagar el fuego y deja reposar un par de minutos.
Estaba ansioso por poder comer su platillo, pues era una receta que le había enseñado su madre, pero que nunca había puesto en práctica pues solía quemar las cosas, aparte de que no se llevaba muy bien con el aceite y el fuego.
Cuando finalmente transcurrieron los minutos de reposo de su platillo, impaciente se sirvió un plato de arroz blanco con su pollo al curry.
Se sentó en la mesa con su plato y un vaso de agua, tenía muchísima hambre como para aguantarse las ganas de tomar sus palillos para comer y hacerse un té. Sin más preámbulos, se dedicó a comer cada parte y saborearla profundamente, sintiendo todo el sabor de los ingredientes.
[-. --- ... - .- .-.. --. .. .-] - Nostalgia
El sol ya se estaba ocultando, una sonrisa tétrica se formó en su rostro, el joven Midoriya estaba en su cuarto a oscuras, se paró de su cama y abrió las cortinas. Afuera vio el atardecer, el cielo de anaranjado tono anunciaba la llegada de la noche, pronto podría salir a cazar, este día le había dado mucha hambre.
La baba había empezado a caer de su boca, se limpió con la mano, todavía no era tiempo de sentir apetito. Se sentó en su cama nuevamente, sacó su teléfono para perder el tiempo mientras la noche inundaba el paisaje aéreo.
El muchacho de ojos esmeraldas pensó en la chica que vio en el supermercado, realmente le gustó hablar con ella, en especial porque se veía deliciosa, tenía rasgos demasiado jugosos como para resistirse. Inmediatamente se dio una cachetada para espabilar, ¿Qué se supone que estaba pensando? Se había puesto a ver su teléfono justamente para evitar aquellos pensamientos y que su mente provoque un ataque de gula.
Apagó su aparato electrónico y lo guardó en su bolsillo, pues al parecer no funcionó su método de distracción. Bajó su mirada hacia sus manos, estaban temblando, no sabía el porqué de esto, pronto se dio cuenta que todo su cuerpo estaba temblando, no sólo sus manos.
Sentía como su cuerpo se enfriaba y tiritaba, empezaba a sudar en exceso, su camiseta se estaba mojando por la parte de su espalda. Le empezaba a doler la cabeza de sobremanera, no soportaba el dolor y estaba confundido, se paró de su cama nuevamente para dirigirse a la ventana y respirar algo de aire fresco.
No había tomado en cuenta que al levantarse tan rápido terminaría mareándose y caerse hacia un lado. No le importó estar aturdido y se enderezó esta vez más lento, cuando se mantuvo en pie, caminó despacio y con cuidado a la ventana. Al estar ya en ella la abrió y la frescura del aire exterior le enfrió la cara.
Empezó a respirar profunda y calmadamente el frío viento, sentía como su dolor de cabeza disminuía cada vez más de intensidad, hasta que desapareció por completo.
Su cuerpo también había dejado de temblar. Al parecer todo lo que necesitaba era salir de su cuestionable encierro voluntario, por lo que se quedó allí apoyado en el pequeño ventanal, esperando a que se hiciera de noche y deseando que no surgiera algún otro imprevisto.
Pasaron minutos y minutos, mientras el cielo se hacía cada vez más oscuro y azul. Las luces de los faroles empezaban a prenderse debido a la oscuridad de la noche, oscuridad que le daba paso a la cacería nocturna.
Soltó un suspiro de alivio, antes de apoyarse en el marco de la ventana. Se asomó un poco, mirando hacia la calle, veía pocas personas pasando, la mayoría parecían ser oficinistas llegando a casa.
Poco le importó, solo quería comer. Cerró la ventana y se dio media vuelta, guardó su teléfono en su bolsillo junto con las llaves de casa. Se dirigió hacia la puerta y la abrió, saliendo a la calle, le puso llave al cerrojo y salió de caza.
Izuku caminaba por la vereda, esperando a encontrar su presa. No veía a nadie, y por ello se decepcionó un poco, desde su habitación podía ver pasar más gente de la que veía estando en la misma acera.
Inmediatamente después de aquello, divisó una escena conocida en un callejón, un hombre armado asaltando a un transeúnte cualquiera.
Fue hacia allí y se mantuvo vigilando a sus dos víctimas aseguradas, expectante a que el malhechor terminara su trabajo antes de proceder a alimentarse.
Según recordaba, no habían muchos héroes clandestinos que trabajaran por su zona, a veces solía venir el héroe borrador, Eraserhead. No obstante, no lo había visto últimamente.
Pronto el ladrón terminó de asaltar a la víctima, y al instante Izuku sonrió al verlo salir corriendo en su dirección. Cuando el victimario pasó por su lado, le agarró por el brazo y lo sujetó por el cuello con su brazo fuertemente.
El chico de pelo verde apretó con aún más fuerza el cuello del ladrón, tratando de ahorcarlo. De reojo vio que el transeúnte afectado huyó rápidamente del callejón. Izuku instintivamente soltó un poco el agarre contra el atracador y volteó para ver a la víctima corriendo. Se le estaba escapando una presa.
El asaltante, al ver el descuido del muchacho, le propinó un golpe en la cara, para seguido a eso, retroceder lo suficiente, quedando a unos metros de Midoriya.
-Hijo de puta, eso dolió -dijo el pecoso sobándose la cara, mientras miraba directamente a los ojos del contrario.
-Estabas esperando a que saliera del callejón para atraparme, maldita rata bastarda -el ladrón replicó, mientras se dirigía rápidamente hacia el callejón y tomó una cáscara de platano al lado de un contenedor de basura.
-¿Qué vas a hacer con eso? ¿Harás que me caiga? -preguntó con un tono burlesco. El asaltante no dijo nada, y simplemente le arrojó la cáscara de plátano.
Izuku estaba extrañado, no era capaz de entender lo que pretendía el contrario, apenas la piel de la fruta amarilla estuvo cerca cuyo, la dejó aterrizar en sus manos.
La corteza tocó la palma de su mano. Y recibió una descarga en todo su cuerpo, sintió la fuerte corriente eléctrica circular su organismo, el dolor recorrió de arriba a abajo, como si le estuvieran clavando múltiples agujas a la vez.
Su tortura solo duró unos segundos, pues había arrojado la cáscara de plátano lejos de sí.
-¿Eso te pareció bien? Pues, tengo mucha más munición aquí -el atracador sonrió, agarró una botella de plástico y la lanzó hacia el chico de pupilas verdes.
El envase iba directo hacia su cara, y ahora que sabía como se sentía una descarga de esas, no dejaría que alguna le tocara de nuevo.
Izuku se agachó para que la botella no le alcanzara. Al pararse nuevamente, empezó a correr donde estaba el contrario, esquivando todos los residuos electrificados que le arrojaba.
El victimario tiraba cada vez más desechos y más rápido que la vez anterior. Se estaba desesperando, ningún desperdicio tocaba al pecoso, empezaba a retroceder, pues Izuku se acercaba más cada segundo.
-¡Aléjate, vigilante de mierda! -exclamó el ladrón, subiéndose al contenedor de basura para evitar que le alcanzara.
-Yo no soy un vigilante... solo soy alguien que tiene mucha hambre -replicó, dirigiéndose velozmente hacia el contrario.
Cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, saltó a la parte de arriba del mismo contenedor. Se movió hacia adelante y tacleó al sujeto, haciendo que se golpeara la espalda al caer.
Estando los dos en el piso, empezó a golpearle la cara al asaltante. Este intentaba zafarse del muchacho de pelo verde, pero no podía, pues recibía puñetazos a diestra y siniestra. Ya le comenzaba a sangrar la nariz de la golpiza que le estaban dando. No pudo más con el dolor, y cayó desmayado.
Finalmente el pecoso paró de golpear, respiraba agitadamente mientras se sobaba los brazos, el contenedor de basura también estaba electrificado, tuvo suerte de que la adrenalina del momento hizo que no sintiera el dolor en su totalidad.
Sentía como su cuerpo se empezaba lentamente a recuperar, pero era una recuperación algo dolorosa. Tenía pequeños espasmos debido a la electricidad, no eran muy dolorosos, pero lo suficientemente engorrosos para hacerle sacar ruidos de molestia.
Aún con aquellos movimientos involuntarios, checó si el ladrón seguía vivo, poniendo dos de sus dedos en su cuello. Verificó que aún seguía vivo, con la cara machucada, pero vivo.
Buscó a los alrededores algo duro, pronto encontró una piedra del tamaño de su palma. La tomó con las dos manos y empezó a estamparla contra la cara del hombre, manchando con sangre la misma roca.
Molió la cara del sujeto repetidas veces con el pedrusco, dejándola irreconocible. Puso nuevamente dos dedos en su cuello, no tenía pulso, era bastante obvio que no iba sobrevivir a eso, pero tenía que asegurarse.
Sonrió, teniendo un diminuto espasmo en el hombro. Así que sin nada que le interrumpiera, comenzó a devorar.
[.-. --- -.-. .-] - Roca
[... .- -. --. .-. .- -. - .] - Sangrante
Eraserhead había visto muchas cosas en su vida, algunas de ellas deseaba nunca haberlas visto. Aquellas imágenes horrendas como de cuerpos sin vida de compañeros héroes, o de los mismos villanos, eran material de náuseas.
Recientemente había empezado a patrullar una zona en concreto de Musutafu. Debido a que la actividad nocturna de héroes en aquél lugar era demasiado reducida en comparación con otras.
Pasaba revisando cada callejón, pero no veía mucho, solo lo típico de una calle sin salida entre dos construcciones; un contenedor de basura; alguna que otra rata; e insectos, un montonar de ellos, especialmente cucarachas.
De pronto, estando en el tejado de un edificio vio algo curioso. Un muchacho de aproximadamente unos 15 años, saliendo del callejón cojeando, era bastante evidente que había habido una pelea intensa en la calle sin salida, tenía sangre en el pelo. Se preocupó, quizás le habrían dado un golpe en la cabeza.
Sin dudar más, saltó de la edificación hacia la callejuela, aterrizando y corriendo a socorrer al chico. Vio uno de los mechones del adolescente ser alumbrado por la luz de un poste, un intenso color verde se mostró.
Al llegar del callejón a la calle, no pudo ver al joven por ningún lado, simplemente se había esfumado en el aire. A lo mejor era algún tipo de alucinación suya, llevaba días sin descansar apropiadamente, y vivir a base de café no era muy buena idea.
Suspiró y se dirigió nuevamente hacia calleja sin salida, preparó sus vendas para subir nuevamente a los techos. No obstante, se percató de algo escondido al lado de un contenedor, una roca con una mancha roja.
Todo era demasiado sospechoso para el héroe clandestino. ¿Era aquél puberto de pelo verde una ilusión? Si hubiese sido una persona de verdad, al dar la vuelta por la esquina del callejón, él estaría ahí.
«Puede que sea obra del quirk del muchacho», pensó. Alistando nuevamente su bufanda, esta vez llegando a los techos. Preparado para patrullar la zona en lo que quedara de noche.
[... --- ... .--. . -.-. .... .-] - Sospecha
Izuku estaba frente a la puerta de su casa, había sido una noche agotadora, en especial con el fastidioso quirk del tipo electrificador.
Sacó las llaves de su bolsillo, metiéndolas en la cerradura, abrió la puerta. Todo estaba como lo había dejado cuando salió, luces apagadas, un silencio perpetuo. Sip, todo en orden.
Cerró la puerta detrás de sí, dejando con llave la misma, para que no llegara nadie no invitado a su casa y osara a robarle algo o herirle con un arma corto punzante.
«Estoy lleno», dijo en sus pensamientos mientras caminaba lentamente hacia su habitación. En cuanto estuvo dentro, se echó en su cama, le encantaba acostarse en ese cómodo colchón después de pasar tanto tiempo de pie, sentía una sensación como si se fuera a derretir.
Miró su mano, se había comido a ese ladrón, ¿entonces ahora podía usar su peculiaridad cuando quiera? Sería realmente genial, dos quirks de criminales. Parecía que hasta los coleccionaba.
-Me pregunto que pensaría el Bakugo de antes si me viera con dos quirks -se rió bajo, pues no eran horas como para andar de escandaloso-. Se le zafaría un tornillo... O quizás dos.
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[Lista de Devorados]
- Pez Koi -
- Villano de Lodo -
- Ladrón Electrificador -
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