C A P I T U L O 5
Pasaron unos años, Amy y Shadow ya tenían 7 años, y Emili y Melphis 6, todo había pasado tan rápido, parecía como si fuera ayer que se habían conocido en aquel parque de juegos. El día de hoy ellos juntos con sus madres habían planeado realizar una fiesta sorpresa para Adan y Eduardo, sus padres, ya que ellos tuvieron que hacer un viaje de negocios que duraba mínimos 3 meses y regresaban justo este día, que coincidencia ¿no?
Con respecto a la fiesta, alquilaron un apartamento de un edificio especializado en ello, que tiene como nombre "Party and Party"; todo iba y va bien, la decoración estaba espectacular con todos esos diferentes colores, hasta la mesa de comida estaba igual de decorada, pero lo que más destacaba era el gran Cartel de Madera blanca con luces de varios colores que forman la palabra "Welcome Back" ocupaba casi toda la pared donde estaba la ventana, lo colocaron ahí no porque no había espacio, sino, era para que cuando los invitados especiales lleguen lo primero que vean sea el mencionado objeto. La comida ya se encontraba en la mesa correspondiente, los juegos estaban en una esquina esperando a ser utilizados con el fin de divertir y entretener, la música ya estaba lista junto con las cornetas, habían puesto un gran esfuerzo para hacer todo eso y estaban muy orgullosos del resultado, aunque tardaron todo el día, valió la pena, pensaban que esta fiesta haría muy felices a los dos adultos ¡Ja! Vaya equivocados que estaban.
Al notar el cielo oscuro empezaron a acelerar un poco el paso en algunos detalles faltantes. Ya después de unos minutos el teléfono de Amelia empezó a sonar dando a entender de qué era una llamada, inmediatamente contesto llegándole la sorpresa de que su esposo estaba a punto de llegar, lo bueno es que solo faltaba una cosita, pero lo dejaron así ya que no era importante, esperaron varios minutos hasta que Laura decidió asomarse por la ventana, observando de que su esposo y Eduardo estaban entrando al edificio, rápidamente se acercó a los niños y a su amiga.
— hay vienen escóndanse. — Exclamó alterada para acto seguido esconderse bajo la mesa, aprovechando el echo de que el mantel llega hasta el piso, siendo imitada por Amelia.
— Ven Amy, por aquí. — Le hablo Shadow a la mencionada guiándola para luego esconderse bajo otra mesa con el mismo mantel. En cambio, Mephiles y Emili, al no encontrar otro lugar cerca de la puerta se ocultaron en un armario cerca de la cocina.
Todos estaban en total silencio, pendiente de cualquier sonido proveniente de la puerta, de pronto comenzó a oírse como la manija era girada por una persona fuera del apartamento, al igual unas voces conocidas.
— ¿Estas seguro que es aqui? — Hablo una voz masculina proveniente de un hombre adulto de pelo color morado y orbes ámbar.
— Si, mira aquí dice. — Se escucho otra voz, diferente por el echo de que es un poco más gruesa, provenía de un hombre de pelo azul grisáceo y ojos verdes. Le estaba enseñando a su contrario un papel con la dirección del lugar escrito. — vamos a entrar. — Sin más abre la puerta.
Miraron el lugar que se encontraba todo oscuro ¿era una broma? Porque no estaban para bromas, solo querían pasar un rato sentados y relajados, Adan prendió la luz, ambos inmediatamente quedaron atónitos por la decoración.
— ¡Sorpresa! — Gritaron todos los que se encontraban anteriormente ocultos para acercarse a los recién llegados más sorprendidos que hace unos segundos.
— Bienvenido a casa, amor. — le dijo Amelia a Eduardo para luego abrazarlo, a lo que no tardaron en sentir como sus dos hijas también los abrazaban, solo que por las piernas debido a la estatura de ellas.
— te extrañamos mucho papi. — Hablaron las dos pequeñas hermanas aún sin separarse de ese abrazo familiar.
— ¡cariño! — Exclamó Laura para acto seguido abalanzarse hacia su esposo, siendo seguida e imitada por sus hijos.
— Te extrañamos pa' — Hablaron los dos pequeños.
— yo también los extrañe mucho. — Dijeron los dos adultos, algo sorprendidos se miraron mutuamente para luego empezar a reír.
Después de todo ese reencuentro se sentaron en las sillas cerca de la mesa de comida, empezando a hablar sobre el viaje y como les había ido a los dos mayores, a lo que estos felizmente respondían. Los niños algo aburridos iniciaron con los juegos, se sentaron en una esquina cerca de la ventana, justo abajo del cartel, estaban jugando el juego clásico rompe amistades mejor conocido como Uno, así la pasaron durante dos horas, aproximadamente. Ya eran las 8 de la noche y ambas madres ya querían enseñarles a sus esposos lo que habían echo con una madera vieja y clases innecesarias de electrónica de la universidad.
— Bueno otra sorpresa para ustedes. — Hablo de repente Amelia, acto continuo miro a Laura quien inmediatamente entendió la indirecta.
— Nos esforzamos para hacer esto. — Continuo hablando Laura. Esa conversación llamó la atención de los niños, sabían que hablaban del cartel y querían ver cómo se veía iluminado, ya que no lo habían probado. Las dos señoras agarraron al mismo tiempo un cable grueso de color negro para enchufarlo en un toma corriente, el cartel se iluminó, todos los colores llenaban la habitación, era hermoso. Pero los niños, al terminar de admirar esa creación de sus madres, solo siguieron con su juego, ignorando todo lo que iniciaba en ese instante.
— ¡Ah! — Grito Amy, había sentido como algo caliente había chocado con su espalda, la había quemado, ese ardor era horrible y no pudo aguantar pegar ese grito. Pero más gritos iniciaron y eran de parte de las dos amigas adultas.
Los niños asustados dejaron de estar al pendiente de esas cartas y voltearon la vista hacia sus padres, dándose cuenta de que sus padres, Eduardo y Adan, estaban sosteniendo un gran objeto rodeado de una flama rojiza difuminada con tonos naranja, era llamativa y muy hermosa, pero esos pequeños no sabían todo lo que sus padres sentían por el tacto con esa flama de colores otoñales.
Inmediatamente Amelia y Laura cargaron a sus hijos sacándolos de ese lugar rápidamente, Amy miro al rededor, todo era consumido por esa "luz" tan bella que jamás había visto, dándose cuenta de que también está provocaba humo, parecía magia, o eso pensaba; miro a su padre que tenía una cara de dolor y sufrimiento, se alteró, luego al estar cerca de la puerta y ver cómo algunas cosas se destrozaba por esa flama, se preocupó, ya empezaba a asustarse.
— ¡Papá! — Grito Amy antes de salir de ese apartamento, por el miedo cerró los ojos con una inocente esperanza de que al abrirlos, pudiera ver a su padre.
Las dos señoras corrían con sus hijos en brazos saliendo del edificio, con desespero dejaron a sus hijos paradas en el suelo e inmediatamente abrazaron a sus madres, tanto ellas como ellos estaban preocupados, asustados, pero los pequeños estaban principalmente confundidos. Sin esperar un segundo, Amelia sacó su teléfono y llamó a los bomberos; estos al cabo de unos minutos llegaron, no tardaron mucho en que unos entrarán al edificio y otros con las mangueras de agua que expulsaban dicho líquido dirigiéndolo hacia esa mencionada Flama, mientras todo eso ocurrió Amelia y Laura hablaban con dos policías contándoles todo lo que pasó, a lo que ellos escribían el relato en un libro de notas ¿Porque? No les importaba en lo más mínimo, solo querían saber si sus esposos estaban bien. Aquella "luz" de colores otoñales se desvaneció dejando cenizas y quedando en su lugar puro humo, los bomberos empezaban a salir uno por uno, los niños sonrieron con ilusión ¡Sus padres estaban bien! Pero al momento en que los bomberos se quitaron su casco, dejaron ver sus expresiones tristes y de lastima, confundiendo a los pequeños, borrándoles esa sonrisa. Los de vestimenta amarilla lentamente se acercaron a las dos señoras.
— Lo siento, pero nadie pudo sobrevivir en ese incendio. — Empezó a hablar uno de los bomberos, su expresión era de tristeza, sabía lo que era perder a personas importantes.
— No ¡No! — Ambas murmuraban en susurros, empezaban a sentir sus ojos aguarse, empezaban a sentir un dolor en sus corazones, esas lagrimas empezaron a salir.
— Lo sentimos mucho, cuando los vimos estaban muy quemados y aplastados por un gran cartel, hicimos todo lo posible pero no reaccionaron. — Explicó otro bombero, él también sabía lo que se sentía.
— Gra-gracias. — Tartamudeo Amelia hacia los bomberos y policías, para así llorar más fuerte, estaba destrozada, rota, ambas familias lo estaban.
Amy y Emili se acercaron a su madre para abrazarla, ellas también lloraban, Shadow y Mephiles hicieron lo mismo con su madre, el ambiente entre ellos era deprimente, aunque los menores aún seguían confundidos ¿sus padres están bien, cierto? ¿Lloran por felicidad, cierto?
Habían sonreído, habían amado, habían llorado, habían pasado muchos momentos hermosos con esas dos personas, era triste, no, era horrible perder a alguien que amas. Dicen que todo pasa por algo ¿no? Pero lamentablemente las dos adultas no pensaban así, estaban tristes, pero empezaban a preocuparse por sus hijos, por su salud, educación, ambas tenían que conseguir un trabajo para mantenerse de ahora en adelante, lo peor de todo, es que ambas se culpaban mutuamente por lo sucedido.
Las dos familias emprendieron rumbo hacia la casa más cercana, la cual le pertenecía a la familia de azabaches. El camino fue silencioso, nadie hablaba, puesto a que las señoras no podían —Por el dolor punzante de garganta— y los niños no querían —Por el echo de que sentían que no era momento—. Al llegar a dicha casa los niños subieron a la habitación del mayor, con la misión de jugar con los juguetes que este posee; ellos aún eran pequeños y muy inocentes por lo que no lograban captar con exactitud la situación, no lograban captar la realidad. Las dos señoras se encontraban sentadas en los sillones de la sala, una frente a otra, ambas tenía la mirada perdida, aún sin tragarse por completo lo que ocurrió, todo pasó tan rápido, en un momento estaban felices, hablando, riendo, y en otro ya estaban llorando, lamentando y extrañando, no se esperaban la muerte de sus esposos, fue sorpresivo, pero así es la vida, así es el futuro, siempre sorpresiva que hasta te deja sin habla. Lo malo es que en ese momento sus cerebros no lograban pensar bien, no dejaban que pensara bien, la tristeza gobernaba al igual el remordimiento, hasta que recordaron la causa de la tragedia, ese estupido Cartel, la ira empezó a cegarlas y la que decidió seguir al rencor primero, fue la que empezó a hablar.
— ¿Como lo diremos a los chicos sobre esto? estaban muy confundidos, estoy segura de que no lo entendieron. — Comentó Laura sin quitar la vista del florero, pero al sentir la mirada fija y penetrante de Amelia sobre si, se dedicó a devolvérsela de igual forma.
— No lo se. — Contesto la de cabellos rosa volteando la mirada hacia un lado, un recuerdo inoportuno paso por su cabeza y volvió a mirar a su contraria, pero esta vez con una mirada seca. — Nada de esto hubiera pasado si no fuera por tu culpa. — Murmuró algo enojada, pensaba que no la escucharía pero fue lo contrario.
— ¿¡Mi culpa?! — Exclamó Laura indignada ¿cómo se atrevía?
— ¡Si, tu y tu tonta idea del cartel! — Exclamó Amelia.
— ¿¡y la tuya de ponerle estupidas luces para que se vea más bonito?! — atacó Laura.
Ambas estaban al borde, estaban tan cegadas por la ira que empezaban a discutir como niñas pequeñas, culpando a la contraria y en ocasiones se hacían pequeños empujones, no podían pensar con claridad en ese momento, hasta los niños se encontraban asustados en la habitación, no querían escuchar nada por lo que se tapaban los oídos, era la primera vez que escuchaban una discusión, sabían que acabaría pero no tenían en mente el resultado.
— ¡Me iré de aquí! A Mobius y estaré lejos de ti para que no las lastimes como a Eduardo y espero que tus hijos no se acerquen a mis hijas ¿¡ Entendido?! — Grito Amelia ya harta de todo el momento, ya harta de Laura.
— ¡Bien! Yo saldre del país a Inglaterra, ya no quiero ver tu rostro y no quiero que lastimes a mis hijos como con Adan. — Grito de igual manera Laura, también estaba harta.
— ¡bien!
— ¡bien!
Al reaccionar y analizar lo que ambas habían dicho se sorprendieron, jamás pensaron decir todo eso, eran amigas ¿no? Comenzaron a sentir algo de tristeza, pero el orgullo en una persona siempre existe aunque no lo crea. Furiosa, la peli-rosa subió a la habitación donde deberían estar sus hijas, sin más, las cargo y se retiró con ellas de esa casa, no volvería a tocar ese piso en toda su vida. Los niños estaban tristes y sobre todo preocupados ¿No se volverían a ver? ¿No serán amigos otra vez? ¿Qué pasará? ¿ A dónde irán? No querían separarse, habían sido sus primeros amigos, habían pasado por cosas tanto divertidas como tristes, eran muy unidos ¿en serio todo iba a acabar ahí? Al parecer si.
Al llegar a casa, las niñas solo se dirigieron a hacer su típica y costumbre rutina de noche, para así acostarse, pero no lograban agarrar el sueño, los cuatro se preguntaba ¿¡Qué fue lo que pasó?! Estaban desesperados por saber esa respuesta para por lo menos entender un poco todo. Ya al cabo de unos minutos sus párpados empezaron a pesarles y así empezaron a dormirse, el día fue muy agotador, demasiado agotador.
CONTINUARA...
En la vida de cada persona siempre ocurren cosas que uno no espera, que teme de que sucedan... Y cuando bajas la guardia... Te atacan... Es duro enfrentarse a esas cosas, a esos momentos... Y más cuando pierdes a un ser querido... Piensas que todo pasó muy rápido... Que como es posible que eso haya pasado... Hay muertes que uno no espera y otras que si, pero a pesar de eso Duele... Y a pesar de que duela, siempre puedes ver el lado positivo para animarte, ya que a ese ser le diste amor, le hiciste feliz, le diste todo lo que le hacía falta y él te lo devolvió con muchas más cosas que no pensaban tener, pero que perdurarán dentro de ti... Nosotros somos humanos que siempre pasamos por esas situaciones y que tenemos que aprender a afrontarlas, porque de seguro esa persona o ser que murió nunca quiso vernos triste, es duro, es difícil pero no es imposible... Además ese ser estará siempre contigo sin importar que... No sólo estará en tu corazón... Porque el alma no muere, sino, que el cuerpo si lo hace... Por lo que él siempre estará a tu lado, aunque no lo sientas, aunque no lo veas, aunque no lo escuches, siempre estará ahí.
Nos vemos en la próxima
◣ Reescrito el 30/12/2016 ◢
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