𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖚𝖓𝖔
❝—Es un Byun. La corrupción debe correr por sus venas.❞
La familia Seuljon Byun ha gobernado a través del ministerio desde que existe memoria en el pueblo. La mayoría en el ministerio poseía el apellido Byun, primos, tíos o hasta maridos que optaron por tener el apellido de su esposa están en el ministerio representando el nombre que les tocó.
Pero entrégale un poco de poder a la persona equivocada y la corrupción vendrá como plato en bandeja de oro. Caliente y listo para ser consumido.
Byun Baekhyun, hijo único de Byun Daehyun, ministro de interiores, siempre fue alabado por su belleza y sabiduría, debido a que fue criado lejos de los hábitos de un doncel. Desde pequeño fue entrenado en distintos ámbitos del conocimiento para que cuando llegara el día en que se uniera su vida en sagrado matrimonio al rey.
Porque ese era el destinado que se otorgó al nacer como doncel.
Estaba tan acostumbrado a su vida en su hogar, los paseos a caballo en el terreno que les pertenecía, las lecturas de distintos géneros que le ayudaban con el conocimiento, las prácticas con su gayageum y pasear cerca del campo floral que tanto amó su madre, que la vida en el palacio se ha vuelto dura. Tiene a Jieun, su amada doncella de compañía que ha estado a su lado desde niño, pero ha perdido todo lo demás. Su libertad se ha vuelto un vestigio de su vida pasada.
Ha perdido todo contacto con sus amigos y compañeros en el pueblo. Ahora es un miembro de la realeza y eso es algo del que nunca pensó tendría un cambio masivo en su vida. Byun Baekhyun fue nombrado próximo rey consorte y la boda se acercaba cada día que pasa.
Admitir que quedó maravillado por los inteligentes ojos del rey sería algo impúdico de su parte. Pero su cuerpo y alma estaban listos para jugar este juego hambriento que era la corona. Y si eso significaba amar al rey para conseguirlo estaba más que dispuesto.
Observaba hipnotizado el lago que poseía el castillo. Su hogar se volvió el salón Seuljonbong, alejado de los aposentos de su majestad el rey para no generar alguna complicación antes de la boda. Y pese a los lujos de este palacio, se sentía tan solo como flor marchita abandonada.
Pero no iba a permitir que ese sentimiento tan dantesco le arruinara su estadía.
—Su majestad —Desde que se dió a conocer que sería el próximo rey consorte su nombre había desaparecido de la boca de todos, ya no existía Baekhyun, ahora solo era “su majestad” o “rey consorte”.
Baekhyun alzó la mirada al escuchar la voz de la dama que le había asignado el castillo. Era una mujer mayor, de unos cincuenta años quizás, que se hacía llamar “Dama Lee”, pero que tal como todos quedó maravillada con la alegría que poseía el pequeño doncel.
—El paseo ha terminado, es hora de volver a sus aposentos.
El joven azabache se levantó secando su mano mojada en su propio jeokui. Empapar aquellos ropajes caros no era impedimento para el futuro esposo del rey, incluso cuando eso impresionaba a todos.
A su lado, Jieun llevaba una sombrilla que cubría su pálida piel de la luz solar. Baekhyun le sonrió, de esas sonrisas que la doncella conocía a la perfección, la chica negó pero tan travieso como siempre, sus ropajes finos fueron levantados por sus manos, sin pensarlo dos veces corrió lejos de su séquito de doncellas, escapando de ellas en un instante.
Escuchó el grito de su compañía asignada por la reina madre, pero eso no importó. Tal vez era su yo travieso, o quizás era el hecho de que ahora tenía un séquito de diez personas siguiendo todos y cada uno de sus pasos, pero necesitaba alejarse, necesitaba caminar sin tener a esas personas siguiéndolo. Y la importancia de su huida se borró de su mente cuando notó a la persona que estaba caminando frente a él.
—¡Oficial Choi!
Su sonrisa no podía borrarse. Menos cuándo él estaba ahí.
El hombre que llevaba su uniforme se dió media vuelta, riendo al notar al pequeño joven correr hacia su presencia.
El doncel estaba tan feliz de verlo, dios santo, hacía tanto tiempo que no compartían una conversación. El oficial sonrió al verlo llegar a su lado. Pese a que el jovencito de la casa había recibido la mejor educación, eso no evitaba que levantara su hanbok y corriera hacia la presencia del oficial.
—Veo que huir de sus doncellas sigue siendo una costumbre para usted—la pequeña risa del doncel alivió un poco el ambiente.
El joven doncel de cabellos azabaches tenía sus mejillas levemente pintadas de un color carmesí, y simplemente juntó sus manos en alegría, dando un pequeño salto.
—Estoy feliz de haber encontrado una cara conocida dentro de este palacio. —informó, observando hacia sus espaldas esperando que las doncellas aún no lo encuentren —Había escuchado del ministro que usted se había ido a batalla.
—He vuelto por unas semanas, pero apenas me den otra misión estaré listo para partir.
—Oh. —y la sonrisa de Baekhyun decayó unos instantes. —Entonces permítame invitarlo a tomar té un día de estos, hay un lugar junto a la laguna que es un deleite a la vista.
—Por supuesto que sí majestad. Nunca me perdería una tarde de té junto a usted.
—De verdad estoy muy feliz de verte.
Choi Minho, el hijo adoptivo de su tío, el ministro de guerra. Su amigo más íntimo desde la infancia puesto que su padre le había abierto las puertas de su casa. Ambos crecieron como primos, y la amistad que poseen es inquebrantable, no importa los títulos que estén ligados a su nombre, siempre encontrarán el momento para estar juntos.
Por eso estaba tan feliz de verlo.
La conversación podría haber seguido, pero el séquito de guardias reales alertó al oficial, que optó por colocarse frente al futuro consorte real. La presencia del rey hacía que las piernas del pequeño azabache temblaran un poco, más cuando se acercó con su rostro serio e impenetrable.
—Oficial Choi —el rey dio su saludo con su seria mirada.
—Su majestad —tanto el doncel como el oficial hicieron una reverencia al tenerlo frente a sus ojos. El rey posó su mirada en su futuro esposo, frunciendo su ceño al verlo. Baekhyun tembló unos segundos, pero la mano de Minho rozó la suya y todo sentimiento dantesco desapareció. —Esperaré la invitación para beber el té de su majestad el consorte. Debo ir a cumplir mi deber —hizo una reverencia en forma de despedida y le sonrió a Baekhyun.
—La escribiré hoy mismo —sonrió despidiéndose de su fiel amigo.
La partida del oficial Choi trajo consigo un silencio mordaz entre el rey y su prometido, era casi como una flecha dando en un punto exacto. Baekhyun llevó sus manos dentro de su hanbok e hizo una pequeña reverencia como despedida. El hombre asintió, pero frunció el ceño al darse cuenta que el futuro rey consorte estaba sin compañía.
—Su majestad, ¿Sus doncellas dónde están?
Baekhyun no diría el efecto que la voz del rey tiene en su cuerpo, eso sería impúdico de su parte.
—E-Ellas están…
¿Cómo podía explicarle el hecho de que huyó de ellas? Dios santo, estaba frente al rey, frente a su futuro esposo, y las palabras no salían ni de su mente. Además, acababa de encontrarlo hablando a solas con un oficial, sin ninguna doncella alrededor. Podía ser sospechoso.
Tal vez por eso mismo el rostro del hombre estaba tan serio.
Se escuchó un grito por el camino hacia el lado y todas las doncellas que debían cuidar del futuro consorte llegaron a toda prisa, haciendo una reverencia al tener al mismísimo rey frente suyo. Baekhyun soltó una pequeña risa imperceptible, las pobres estaban todas deshechas de tanto correr, se veía que aún no estaban acostumbradas.
—Su majestad, no puede salir corriendo de esa forma —regañó la dama Lee, fijando su vista en el doncel.
Las mejillas de Baekhyun se tiñeron de un tierno rosa al ser regañado frente al rey. Lo observó desde el rabillo del ojo, el hombre no había cambiado su seria expresión desde que llegó. Tras una reverencia de ambas partes volvieron a sus respectivos caminos.
El rey llamó a su eunuco, acercándose a su oído.
—Averigua cuál es la relación entre el oficial Choi y su majestad —ordenó fijando su vista en cómo su futuro esposo observaba el camino por el que había ido el líder de la guardia tribunal.
El cómo llegó el rey al trono es un rumor que corre por todo el reino. Se dice que Park Chanyeol, hijo de la antigua concubina y segunda esposa del difunto rey, ascendió al trono después de que el verdadero príncipe heredero, el príncipe Jongin, abdicara al trono para volverse líder de la guardia real.
Se dice por ahí que Chanyeol no merece el trono, es hijo de una simple concubina que subió al reinado porque la verdadera reina falleció. Y se dice que ha engañado a su hermano para que abdique.
—Su majestad —la voz de su hermano llamó su atención. El noble rey se encontraba en su trono trabajando con los tratados del reino vecino, tan absorto en su trabajo que no escuchó el anuncio de sus eunucos cuando su hermano entró a la habitación.
El príncipe utilizaba su uniforme azul de la guardia real, su espada empuñada en mano como donde quiera que fuese. Su rostro, tal como el de su hermano menor era impenetrable, duro como una roca imposible de romper.
—¿Cómo van las investigaciones?
—Ningún resultado todavía. —el guardia real cerró su mano contra su espada, su hermano aún no levantaba la mirada —Vas a casarte.
—La gran reina madre ha solicitado un heredero. —dijo, colocando su pincel contra la hoja.
—Es un Byun. —Susurró el hombre, despreciando el apellido del próximo rey consorte.
—Y mi elección no ha sido. Sino de la gran reina madre —explicó con el mismo tono.
Ambos hermanos, cercanos el uno al otro, se miraron por primera vez al rostro.
—¿Qué va a pasar con Haerin?
Al escuchar a la nombrada el rey sintió algo moverse en su interior. Jo Haerin, la mujer que lo había cautivado en su infancia y ahora en su adultez, la mujer que había conocido junto a su hermano apenas volvió al pueblo después de que abdicara, la mujer que pensó se convertiría en su reina.
—¿Cómo qué “qué va a pasar con ella”? La dama Jo no será olvidada, apenas me case la mandaré a llamar para que sea mi concubina —explicó el rey, levantándose de su lugar para caminar junto a su hermano.
—¿La dama Jo lo sabe?
—La dama Jo es la dueña de mis pensamientos día y noche, ella está más que enterada de mis planes y está de acuerdo con ellos.
—¿Y qué haremos con el rey consorte?
—Es un Byun. La corrupción debe correr por sus venas —susurro con desprecio el de mayor rango. —, apenas tenga la oportunidad me desharé de él y su presencia. No estoy interesado en compartir la vida con un Byun.
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