Entre ramas

El cuervo voló donde se encontraba el espantapájaros, quien aún intentaba liberarse del barro que lo apresaba. Entonces dejó caer el anillo sobre sus pies.

—¡Ahora si te sacaré amigo! —dijo el cuervo. Pero algo no le quedaba claro, tal vez necesitaba darle a la anciana un motivo más para sacar al espantapájaros del barro, así que cogió el anillo otra vez y esta vez lo dejo en el nido que hizo en el cuerpo del espantapájaros.

—¿Qué es eso? —preguntó el espantapájaros al ver el anillo en su interior.

—No sé, pero calla, calla, que ya viene la anciana.

Ya se podía ver a la anciana acercándose a lo lejos con el paso cansado, el cuervo la vio y entonces se escondió detrás de la cabeza del espantapájaros.

—¿Por qué te escondes?

—No digas nada, sólo actúa de forma natural.

—¿Natural? ¿Cómo es natural?

—Como cualquier otro espantapájaros, ¿Qué no sabes cómo actúa un espantapájaros?

El espantapájaros lo miró y no entendía que se refería. «Actuar de forma natural, ¿Cómo es actuar de forma natural?» Se preguntó el espantapájaros.

La anciana llegó por fin a donde estaban, y vio las plumas del cuervo sobresaliendo detrás de la cabeza del espantapájaros.

—¡Ah! No creas que no te vi —dijo la anciana buscando una forma de llegar al cuervo.

Pisó suavemente sobre el barro y sus pies se hundieron ligeramente, y así poco a poco comenzó a avanzar, pisada tras pisada se iba acercando cada vez más al espantapájaros.

—Devuélveme el anillo, o te arrancaré las plumas —dijo la anciana estando a poco de alcanzar al espantapájaros, pero en cada paso se hundía más y le costaba cada vez más caminar.

—Sólo espero que esta anciana no se atore como el espantapájaros, o tendré que buscar a alguien más para que los saque a ambos —pensó el cuervo.

Y así de a poco la anciana llegó hasta el espantapájaros, y el cuervo salió volando.

—¿Adónde vas? Devuélveme mi anillo —dijo la anciana en un vano intento por agarrar al cuervo con sus manos—. Vamos, por favor, que es algo muy importante para mí —bajó la cabeza y vio dentro del cuerpo del espantapájaros que algo brillaba, se acercó un poco más y metió la mano en el nido—. Es... ¡Mi anillo! —dijo muy feliz la anciana mientras se lo colocaba nuevamente.

Se dispuso a regresar por donde vino, pero entonces algo la detuvo, tal vez la situación, o tal vez la expresión tan inocente de ese montón de ramas y palos que formaban un espantapájaros.

—Gracias por cuidarme el anillo —le susurró la anciana al oído.

Y nuevamente intentó marcharse, y otra vez algo la detuvo. Giró para ver al espantapájaros y pareció recordar algo.

—Creo que me hace falta uno de estos —dijo cargando al espantapájaros sobre su espalda.

Salieron del barro y la anciana emprendió el camino a casa. Recogió todas las ramas que había dejado al perseguir al cuervo y las amarró junto al espantapájaros, cargó todo sobre su espalda y siguió caminando. El cuervo volaba a lo lejos observando la escena, siguiendo a la anciana de forma disimulada y sin soltar un sólo graznido para no llamar la atención.

La anciana llegó hasta una casa de paredes viejas y pintura desgastada, tenía una puerta de madera y un pequeño huerto junto al patio. Había una pequeña bicicleta que yacía parcialmente enterrada en el suelo, y un poco oxidada. Se acercó a la puerta y dejó todo lo que llevaba a un lado de la entrada. Y suavemente entró.

—Ya llegué... —dijo la anciana de forma muy cariñosa a alguien que estaba adentro, luego cerró la puerta.

El cuervo voló hacia la ventana y vio a la anciana encendiendo una vela y dejándola sobre un plato en la mesa, luego se levantó y se acercó a una cama, donde había un anciano durmiendo, quien se despertó al sentir la mano de aquella mujer y se le dibujó una sonrisa, y comenzaron a hablar, pero el cuervo no alcanzaba a escuchar, así que decidió ayudar a su amigo el espantapájaros a salir de entre todas las ramas. Pero ahora tampoco podía, el espantapájaros había sido amarrado junto con todas las ramas y el cuervo no podía hacer nada, intentó deshacer el nudo con su pico por un buen rato, pero tampoco lo consiguió.

—¿Y ahora cómo te sacó de ahí? —dijo el cuervo desesperándose cada vez más.

Pero en ese momento la puerta se abrió y salió la anciana, el cuervo voló nuevamente antes de que lo descubrieran. Lo cual no paso, pero la anciana agarró todas las ramas y las metió dentro de la casa, junto con el espantapájaros. El cuervo voló rápidamente hacia la ventana y vio como la anciana deshacía el nudo y sacaba todas las ramas, luego sacó al espantapájaros, lo miró por un instante y lo puso junto a una escoba en el suelo, regresó a donde estaban las ramas, agarró unas cuantas, y las puso en el fuego de la chimenea, y se sentó nuevamente en la cama a seguir platicando con aquel anciano.

El cuervo se preocupó en ese instante, tal vez las próximas ramas que usaría la anciana para avivar el fuego serían las del espantapájaros. Tenía que sacarlo de ahí de alguna forma, antes de que sea demasiado tarde. Pero... ¿Cómo? Y al parecer tuvo una idea, el cuervo voló hacia algún lado, quizá en busca de más ayuda, parece que no aprendió la lección, de cualquier forma, tenía un plan, un plan que sólo a un cuervo se le podía ocurrir, o por lo menos a este cuervo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top