Capítulo 9. Poupou
¡Al fin habíamos embarcado en la isla! Tenía muchas ganas de explorarla. Y los chicos también se les veía muy animados. Decidí ir con Robin a la biblioteca para poder buscar alguna información acerca de Blue Line. Era mejor estar lejos de los seis depredadores antes de que sea demasiado tarde, aunque me preocuparía más esos dos. El leopardo y el otro felino. En fin, me bajé del barco acompañando a la morena. La isla parecía grande e interesante. Un sitio inexplorado por nosotros. Luffy fue el primero en correr para explorar la zona y tuvo que perseguirlo Nami y Brook.
Caminé con Robin en dirección al norte, aunque escuché un quejido de cierta persona, pero le ignoré completamente. Me había fijado en las ropas de los lugareños. No eran nada normales hasta pensaba que a Nami le daría un ataque. Bueno, yo me vestía normal y no enseñaba más de la cuenta. Porque, de verdad, no me gustaba enseñar mi barriga con chicha. Di un pequeño suspiro y choqué con el cuerpo de la morena. Robin se detuvo porque buscaba con la mirada la biblioteca. No tenía que ser difícil o eso creía. Ella empezó a preguntar a los pueblerinos y ellos nos dieron una dirección. El camino no era para nada difícil. Era el edificio grande que se encontraba en el centro de la isla. Pues sí que era muy grande.
“Biblioteca Onto”, ¿será el nombre de la isla? Era muy posible. Y tenía pinta de ser muy antiguo. Sí, porque las paredes estaban agrietadas y faltaba algún trozo de alguna figura. Estaba descuidada, era como si los representantes de esta isla no les importaba para nada. La sonrisa de Robin se ensanchó tanto que pensé que en algún momento se iba a desvanecer. Ella se emocionaba con solo ver un Poneglyph o un libro interesante. Por eso me gustaba ella. Parecía una rata de biblioteca. Sus manos apoyaron en las puertas de madera por falta de barniz y va abriendo lentamente, creando un ruido casi fantasmagórico.
Ojalá pudiera tener miedo, pero me gustaba sufrir un poco. Cómo decía, estaba abandonada. Ya ni siquiera la gente entraba aquí para buscar libros que leer. Esto sería una gran oportunidad para Robin. Estaba la típica señora que era la guardiana de estas grandes estanterías. Bien, era hora de buscar un libro relacionado con la historia de Blue Line. Nos habíamos separado, ella irá a la izquierda y yo a la derecha. Así lo buscábamos más rápido. Cuántos libros, pero ninguno me interesaba. “Comida exótica de Blue Line” este le podía interesar a Sanji, así que lo cogí. Medicina para Chopper. Navegación para Nami. ¡Oh, hasta un libro de trampas! Este le iba a gustar mucho a Usopp.
No encontraba nada. Tenía que rendirme porque esto era imposible. A ver si Robin había conseguido algo. Asomé la cabeza para verla y… ¡por la Virgen del Pino! Ella traía unos cuantos libros y de un grosor grueso. Debería de imitarla para no quedarme con los brazos cruzados, aunque tuviera en mis manos cuatro libros que le pudieran interesar a los chicos. ¡Oh, mira! Un libro de donuts de Blue Line. Sí se lo daba a Katakuri… ¡Ay, me estaba emocionando con solo pensarlo! Espera, desconocía si yo sabía si le gustaba esta comida o que. Yo me lo llevaré, por si acaso. Me aproximé a ella y habíamos colocado los libros en la mesa donde estaba la señora. Ella echaba un vistazo a las portadas con esas gafas redondas de señora mayor.
—Es raro. Nunca había visto unos clientes tan exigentes en comprar tantos libros —dice la mujer.
—Digamos que nos gusta leer mucho —añadió Robin sin quitar su sonrisa.
—Por ello, os voy a entregar un libro —comentó. La señora buscó en sus cajones un libro bastante viejo y me lo entregó.
—Esto… No tiene título en la portada. —Me pareció muy extraño—. Y las páginas están en blanco —hablé con el libro abierto y pasando las páginas.
—Podrías utilizarlo como diario —me aconsejó la señora mayor.
¿Cómo diario? Bueno, podría utilizar el método de desahogarme antes de encararme con los chicos. Pagábamos a la mujer y ella me daba este libro. Era la hora de volver con los chicos, seguramente que ya habían terminado de comprar. Solo espero que Cracker y Lucci estén calmados porque no los iba a soportar. Le di un último vistazo a los edificios de esta isla. Tan rústicos y diferentes a Grand Line o al Nuevo Mundo. Aún no me creía que estábamos en un océano nuevo y que sea la mar de peligroso. Tenía una sospecha de que no habían piratas en Blue Line porque si Roger y los grandes legendarios no pudieron explorar estás aguas, aquí desconocían la existencia de piratas y marines.
Ya habíamos llegado y estaban todos ahí. Tenía mucha ilusión en darle este libro a Katakuri que lo abrazaba con todas mis fuerzas. Ya empecé a imaginarme la situación: él me daría las gracias con esa voz tan masculina. Pero primero tenía que preguntar a Luffy si sé lo de su secreto. Y esperaba que me ayudase porque estaba muy en duda de todo.
—Nami, ¿has conseguido algo? —pregunté a la peli-naranja que estaba sosteniendo algo.
—¡He conseguido un Log Pose! —gritó muy ilusionada. Me lo mostró y era un Log Pose común, pero con un contador y tres brújulas pequeñas alrededor—. Me iba a costar caro, pero le convencí al vendedor a que me hiciera un descuento. —Esta era la Nami que conocía—. Y no quedaban más. Por lo visto sólo lo tienen los mercaderes.
—¿Eso significa que no hay ningún pirata? —cuestionó Usopp.
—Era lo más lógico —argumentó Marco con los brazos cruzados—. Sí mi padre ni los Yōnkos pudieron, aquí no habría piratas alguno.
—No obstante, como dijo el rey marino, este océano es peligroso —dice Chopper muy preocupado.
—¿Habéis encontrado algún libro que nos ayude, pequeña peleona? —Franky se acercó a mí y me ayudó a coger los libros. Muy amable por su parte.
—Realmente no, pero encontré unos libros que os puede interesar, como, por ejemplo, ¡un libro de medicina! —alcé la voz con mucha emoción, mientras se lo entregaba a Chopper.
—¡Gracias, Laura!
Me sentía orgullosa de haberles traído los libros, pero no me atreví a entregarle a Katakuri. Tal vez no era el momento adecuado. Esperaría a que estuvieses solos y poder dárselo. Nami nos había contado que el Log Pose tenía un contador propio, lo que significaba que nos dirá cuantos días faltan para que se recargue antes de retirarnos a la otra isla. Era curioso, pensaba que tendríamos problemas en esta, pero supongo que solo era el comienzo de esta extraña aventura. Habían elevado las anclas para retirarnos, mientras yo me senté en la silla colocando aquel extraño libro en la mesa. Un simple libro que solo servía como diario.
Era raro y curioso. Un libro sin un título, no era un libro. Escuché unos leves ronquidos muy cerca de mí y giré la cabeza para encontrarme a Zoro en la cubierta, con la espalda apoyada en la pared y durmiendo. Sí él fuera un pecado capital sería la pereza y al despertarse era el mismísimo diablo. Debería pedirle a Nami que me diera una pluma, aunque nunca había escrito con uno de esos. La caligrafía de mi letra, por lo que decían mis amigos, era bonita y entendible. Había visto mejores caligrafías que las mía. Me levanté para ir adentro para pedirle uno a la peli-naranja que estaba con la cartografía. ¿Sabéis lo que me había pedido a cambio? Sí, dinero. Era una codiciosa en todos los sentidos.
Acepté el cambio, se lo tuve que entregar antes de que subiera el precio. Pluma y tinta, ¿listas para escribir en ese diario tan viejo y mugriento? ¿Cuántos años tendrá? ¿Cien? No estaba muy segura. No era arqueóloga como Robin. Tomé la pluma para empezar a escribir, pero noté una presencia incómoda cerca de mí. Giré la cabeza lentamente para encontrarme el rostro de Cracker puesto en el libro viejo. ¿Ahora qué querrá?
—¿Deseas algo, Cracker? —pregunté de forma amable.
—Veo que te interesa más escribir que estar conmigo —contestó. Sus mofletes se inflaron a modo de niño molesto. ¡Qué mono, por favor!
—Con esos mofletes no me vas a convencer porque sigue siendo el pervertido que veo, mi niño —lo dije de forma sumamente cariñosa, mientras le cogía los cachetes para apretarlas a lo que el peli-violeta se alejó de mí con un quejido de dolor.
—No vuelvas a hacer eso, joder —se quejó. Se sobaba sus mejillas para remediar el sufrimiento.
—Pues vuelve a dónde has venido.
—Quiero aprovechar que no está el leopardo. —Con ese mote me imaginé que se refería a Lucci.
—¿Para que me acoses? —pregunté nuevamente.
—No, para abrazarte —respondió con los brazos rodeando mi cuerpo. Me tendré repentinamente porque nunca me imaginé que este hombre quisiera estar así conmigo. Un ser arrogante que vi en la tele, pero en el fondo era un trozo de galleta mimoso.
—¿Perdiste algo, hombre galleta? —Y la paz se terminó cuando Luffy se aproximó—. ¡Ya sé! ¡Quieres revancha! Pediré a Nami que moje nuevamente las galletas para comérmelos; aunque con solo pensarlo me dan ganas de vomitar. —¿Quién no se acordaba ese momento? Me dio hasta penita.
—Tú y esa mujer vulgar no vais a repetir lo mismo —gruñó él muy molesto. Me salvé por la campana. Preferiría que estuviera entretenido con otra cosa que conmigo.
A ver, Laura piensa, ¿qué podría escribir? Tal vez mis sueños de fantasía eróticas. En el fondo era una pervertida, pero era muy introvertida en ese aspecto. Yo sólo tuve un encuentro sexual, es decir, no tenía experiencia en esas cosas a la práctica. Di un leve suspiro, mientras tomé la pluma para mojar la punta en la tinta y, de repente, un golpe fue suficiente para que todo el líquido negro manchar el libro. ¡Maldita sea, joder! Di un brinco grande y giré para echar la culpa a los responsables. Luffy y Cracker se estaban peleando.
—¡Dejad de hacer escándalo! ¡Habéis manchado el libro! —grité con todas mis fuerzas. Me daban ganas de golpearles la cabeza.
—¡Ha sido él! —Se apuntaron entre sí.
—¡Me da igual quien haya sido! —alcé más la voz. Todos me estaban escuchando. Estaban echando chispas por mis ojos, mientras cogía el libro con fuerza—. ¡Ahora os vais a responsabilizar en limpiarlo! —Y lo tiré con todos mis fuerzas al suelo y menos mal que no lo rompí.
Pero escuché un quejido bastante agudo para mis oídos. Esos dos me miraban con miedo, abrazándose con fuerza, pero yo estaba atenta al ruido ese extraño. Miré abajo y estaba el libro que tiré. No sé, por una extraña razón me arrodillé para cogerlo con suavidad y lo miré detenidamente. No era que me estuviera volviendo loca o que. Un momento, las hojas no estaban manchadas por la tinta. Habían desaparecido. Esto me recordaba aquella escena de Harry Potter y la cámara secreto, donde el protagonista obtuvo el libro de Tom Riddle y escribió en él y la tinta desaparecía. ¿Y si esta cosa estuviera viva?
—Te pido perdón, pero tengo que hacerlo para asegurarme.
Todos me miraban con extrañeza, como si me hubiera vuelto loca. Agarré el libro con las manos y empezó a agitarlo con todas mis fuerzas. Hasta que, de repente, escuché decir:
—¡Para! ¡Quieta! ¡Deja de agitar con fuerza!
Con eso fue suficiente para soltarlo como me pidió. ¿El libro había hablado? El objeto empezó a moverse, como si estuviera vivo. Se estaba transformando hasta dar apariencia de un búho con cabeza, patas y plumas en su cola, mientras que las alas eran las solapas. Nami, Usopp y Chopper gritaron con miedo al verlo. Yo estaba con la boca abierta como los demás, bueno, más o menos. Algunos no mostraban sorpresa.
—¡Casi me despeinas, poupou!
—Que yo sepa los búhos no se despeinan —contesté.
—¿Un búho-libro? —Robin se aproximó para verlo más de cerca porque no se lo creía.
—¡Soy un libro, poupou! —gritó. Le había corregido.
—Pero tienes cabeza de búho.
—¡Soy un libro que se ha comido una fruta de esas del demonio, poupou!
—Eso es muy entendible, pero ¿cómo explicas que puedas hablar? —pregunté ahora yo.
—Porque mi dueña me enseñó, poupou. —Agitó sus alas con fuerza. Me extrañaba su tic verbal, ¿qué significaba “poupou”?
El resto de la familia Charlotte y os cuatro miembros del barco de la marine vinieron a ver qué era todo este escándalo. El libro-búho no paraba de parlotear demasiado y me estaba doliendo la cabeza. Miraba por todos lados para ver si encontraba algo para callarlo, pero paré porque seguramente que el pajarraco nos podía explicar lo que estaba pasando.
—En primer lugar, ¿cómo te llamas? —pregunté, agachándome para estar a su altura.
—Mi nombre es Poupou. —Ah, ya entendía todo—. Vosotros no tenéis pinta de ser… —No terminó la frase porque alzó la cabeza para ver el mástil y chillar con todas sus fuerzas—. ¡Sois piratas, poupou!
—¡Y yo me convertiré en el Rey de los Piratas! —alzó la voz Luffy muy emocionado.
—¡Sois unos masoquistas entrando a Blue Line, poupou! —nos reprimió, volviendo agitar las solapas con forma de alas.
—Veo que cierto objeto parlanchín sabe algo de este océano. —Smoker estaba en un pose tranquilo y con el ceño fruncido.
—¡Claro que lo sé porque yo soy el libro que lo cuenta todo!
Agarré a Poupou porque estaba muy alterado por la situación. Era mejor llevarlo en la mesa, donde estaba la sombrilla, para que no le dé el sol en la cabeza. Era muy malo para el animal u objeto. Ya no estaba muy segura lo que era. Un objeto animal, vamos a dejarlo claro.
—Estate relajado, ¿quieres? —le propuse, mientras le daba pequeños masajes a su cabeza plumada—. Estar en ese estado no es sano para ti. ¿Cuántos años has estado en esa biblioteca?
—Si mi memoria no me falla unos mil años, poupou.
—¿Naciste en el Siglo Vacío? —Robin estaba tan sorprendida que se aproximó a Poupou queriendo averiguar de ello. Tuve la sensación de que Lucci lo estaba mirando con cara de asesino.
—Podría decirse que sí. Estas páginas son resistentes, poupou —alardeó el pajarraco—. Pero no vamos hablar de eso. Deberíais de largaros de Blue Line.
—Si el búho nos lo está avisando es porque el rey marino tenía razón. —Tuve la sensación de que Usopp estaba temblando de miedo y no era el único.
—¿Cómo habéis pasado al rey marino, poupou? —cuestionó Poupou—. Y corrijo: ¡no soy un pajarraco, poupou!
—Digamos que un rayo negro le alcanzó, matándolo al instante —respondí.
El libro-búho estaba muy calmado ante mi respuesta, pero poco a poco su expresión iba cambiando a uno asustadizo. Estaba sudando a mares. Estaba hiperventilando de una manera exagerada. Sí, su respiración se estaba volviendo muy anormal. Marco auxilió antes de que le diera un paro cardíaco o algo. ¿Un libro podría tener algo así? Esto era muy extraño. El pelirrubio lo calmó bastante. Ya Poupou estaba tranquilo, pero sus ojos se posaron en todos nosotros.
—En serio, tenéis que iros de aquí cuanto antes porque Blue Line no es seguro, poupou. —Agitó sus alas hasta tuve la sensación de que una de sus hojas formó un dedo—. Lo de ese rayo negro fue una advertencia. Ellos conocen que estáis aquí, poupou.
—¿Quiénes son ellos? —La voz profunda de Katakuri se me pusieron los pelos de punta.
—No puedo decirlo. No en esta época dura y oscura que avecinó en Blue Line en el Siglo Vacío, poupou.
—Si son gente muy fuerte, yo quiero enfrentarme a ellos —dijo Luffy muy animado de pelear con ellos.
—¡Eres un idiota, poupou! No tiene ni pizca de gracia ese comentario, poupou.
—A ver, ¿por qué deberíamos irnos de aquí? —le pregunté de nuevo.
—Blue Line es un océano la mar de peligroso —estaba a punto de explicar—. No es como Grand Line y ningún otro océano que hayáis conocido. Aquellos que vienen a este lugar son engullidos por una gran tormenta que separa de los dos océanos. Pero aquellos que sobrepasan la primera isla, en la segunda isla, llamada Corphush, sufrirán la cólera de los Antiguos —al decir el nombre, se tapó la cabeza con miedo.
—¿Los Antiguos? —lo repetí.
—Son gente que llevan en este mundo más de mil años, poupu. ¡Mierda, dije sus nombres!
—Oh, entonces estarán como los huesos. Oh, espera, yo también lo estoy. —Brook empezó a reírse por su chiste malo.
—Son inmortales, poupou. Espera… ¡¿hay un esqueleto vivo?! —gritó muy sorprendido.
—Él comió una fruta del diablo que le deja vivito y coleando —respondí.
—Y que me ha dado la oportunidad de ver los pantis de las chicas. —Entre Nami y yo le dimos una patada en todo el cráneo para que se callara.
—En fin, ¿puedes seguir contando?
—¡No seguiré contando nada porque me caerá un rayo negro!
Estaba claro que le tenía miedo a algo sobrenatural. Los Antiguos tenían que ser peligrosos porque Poupou no paraba de temblar u farfullar que nos iban a matar. Yo miraba a Luffy quién sonreía muy divertido con todo esto. Era mejor dejar descansar al libro-búho. Estar mil años en un mismo sitio y sin estirar las alas debía ser agotador para el pobre bicho. Miré a Nami para ver si tenía un rumbo y lo tenía. Tuve el presentimiento de que íbamos a esa isla que nombró Poupou. Corphush debía ser peligroso y teníamos que estar bien preparados para lo que ocurriese. Me abracé a mí misma no desconociendo lo que iba a ocurrir.
Noté un una mano en mi hombro porque lo que me giré para ver quién era. Zoro estaba a mi lado para acompañarme ante las vistas del océano. Dejé de lado al libro-búho porque Marco quería ver si estaba bien de salud y esas cosas.
—No te preocupes. Todo saldrá bien.
Me gustaba que él me animaste en todos los sentidos. Aunque sea un chico serio, siempre intentaba sacar su lado bueno. Esperaba que sus palabras sean verdad. No me gustaría morir en la segunda isla.
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