Capítulo 8. Blue Line

Un día más. Yo escondida debajo de la sombrilla para que no me diera el sol, mientras que los chicos hacían sus quehaceres. El trio bromista pescando, Nami y Robin jugando a las cartas junto con Franky y Brook, Zoro durmiendo y Sanji cocinando. Yo me sentía una antisocial, pero no me importaba. Oh, se me olvidaba cierta persona que disfrutaba de la brisa del mar. Marco estaba muy relajado, sentado en el borde del Thousand Sunny. No habría nada que mirar salvo el barco de los marines. Y me aliviaba que los otros no hayan pisado aquí y me molestasen. De repente, salió el mujeriego muy feliz y bailando como loco. Se acercó a mí primero para entregarme un batido. Me dijo que era fresa y plátano. ¡Mi batido preferido! Este hombre conocía mis comidas favoritas.

Luego fue a Nami y a Robin, después al barco de los marines para entregarle uno a Tashigi y, por último, hacia el otro navío. Las otras chicas estaban sorprendidas y agradecidas, aunque sé que las hermanas Charlotte sentían un rencor profundo hacia el rubiales por lo ocurrido en la boda con su hermana Pudding. Oh, sí, ella no estaba. Smoothie, Galette y Brûlée eran las únicas mujeres. En realidad, solo estaban los poseedores de la fruta del diablo. Me preguntaba si los otros no estarían en peligro al no tener a sus hermanos más fuertes. Ah, espera, Opera murió y faltaba la chica de cabellos castaños. Di un pequeño sorbo a mi batido y lo disfruté tanto que me bebería unos cuantos. Escuché los quejidos habituales de Luffy pidiéndole a Sanji que también les trajera uno.

Volví a retomar mi batido y, claro, mi cara estaba de lado para ver la escena divertida y utilizaba mi lengua para coger la pajita. No la encontraba, me está frustrando. Me di la vuelta para ver dónde estaba y me sonrojé de golpe al ver a Lucci tomando de mi batido. ¡Otra vez esa escena! Caí de la hamaca implorando todos los dioses que no se me virara el vaso. Todos se alarmaron ante el escándalo que provoqué.

—¡Lucci! —le grité.

—Un poco más y hubiera mordido tu lengua —comentó muy tranquilo de su sitio y esbozaba una sonrisa.

—¡Ya estoy harta que aparezcas de la nada, tomes algo que estaba cubierto de mi saliva, como si estuvieras besándome! —Me levanté casi queriendo golpearlo—. ¡Deja de hacerlo, pervertido!

—Solo quiero ponerte nerviosa.

—¡Lo que vas a provocar es que te dé un puñetazo en la cara!

Mis gritos se escuchaban por todo el lugar. Si fuera en mi casa, que es un edificio, todo el barrio se enteraría. Sanji se aproximó a mí para ver si estaba bien y yo solo le supliqué que me cambiase la pajita. Y otra vez, esa mirada que le dedicó era de molestia. Él no le agradaba su presencia. Lucci estaba quieto ahí, esperando a que estuviera a solas para seguir incordiándome. De pronto, unos pasos casi grandes se aproximaba hacia mí. Me giré y vi a Cracker enfadado. Se le notaba en la cara y en las chispas de sus coletas.

—¡¿Cómo que a modo de beso?! —Ay no, ¿vino aquí por eso?

—Esto no te incumbe, Charlotte.

—¡Sí me incumbe por unas buenas razones!

¿Debería preocuparme que estos dos se gruñeran como felinos? Vale, decidí en alejarme de esa situación moviendo un poco mi hamaca hacia Marco. No sé, él me daba toda la seguridad del mundo, incluyendo a Zoro. No me parecía para nada divertido esto. Lo digo porque Luffy, Usopp y Chopper estuvieron dando ánimos a los dos pervertidos para que empezaran con la pelea. ¿Y sabéis? Ellos recibieron una paliza por parte de Nami por decir sandeces y los otros dos pararon porque notaron que la peli-naranja era de armas tomar. Sí, era mejor no cabrearla más. Me estaba aburriendo como una ostra de mar. No había nada divertido a mi alrededor.

Me levanté de mi hamaca y caminé en dirección a la cabeza del Thousand Sunny. Ojalá sentarme ahí y ver las vistas al mar. La brisa me recordaba un poco a mi hogar. Pero mi disfrute terminó al visualizar a la lejanía unas nubes negras que se acercaban con violencia a nuestra posición. ¿Una tormenta? Alerté a Nami para que se aproximara y los ojos de ella cambiaron por completo. Avidó a todos que estuvieran preparados porque se acercaba una tormenta violenta. Y no éramos los únicos, los otros también escucharon la alerta de la peli-naranja y lo vieron con sus propios ojos. Ella era la navegante de la tripulación. Comentó que nunca había visto unas nubes tan violentas.

Y en cuestión de segundos, la tormenta arreció con fuerza a los tres navíos. Yo me estaba mareando demasiado que tuve que agarrarme a una cuerda con fuerza. Zoro despertó de golpe por una patada causada por Sanji. Estuvieron a punto de pelearse, pero Nami los detuvo con un simple puñetazo en ambas cabezas. No había tiempo para las discusiones. Yo no podía hacer nada, solo miraba y gritaba, como si éste fuera mi último día. Y no fue así, sobrevivimos a la tormenta. No supe cuantos minutos u horas estuvimos así, pero me alivié tanto. Me sentía un poco mareada. Mis pies se tambaleaban por sí solas queriendo llegar al borde del Thousand y vomité con todas mis fuerzas. Adiós al batido de fresa y plátano.

Los otros chicos estaban muy aliviados de que esto acabara y yo ahí, sufriendo mucho. Noté unas manos en mis hombros que poco a poco me iba alejando y me hizo sentarme en la cubierta. Era Marco que mostraba un rostro tranquilo y sereno. Chopper se aproximó al verme muy mal, pensé que se iba a poner histérico, pero el ex comandante de los piratas de Barbablanca lo detuvo a tiempo.

—¿Tienes por casualidad jengibre? —le preguntó a lo que él asintió—. Tráeme uno, por favor.

—¡Enseguida! —El reno corrió hacia la enfermería.

¿Para que quería el jengibre? No sé, era médico debía confiar en él. Mi visión casi borrosa a causa del mareo veía unas figuras aproximarse hacia a mí. Iba a vomitar de nuevo, pero me aguanté un poco.

—¿Cómo está? —Reconocí su voz. ¿Smoker?

—Digamos que la pequeña peleona ha tenido un buen mareo —comentó Marco. Él tomó mi cabeza para inclinarlo hacia atrás para que lo apoyara y mi visión mejoró un poco. Sí, efectivamente era Smoker que estaba de rodillas delante de mí.

—¡Lo traje! —Chopper apareció con el jengibre en sus patitas.

—Buen trabajo, doctor Chopper.

—Ay, no seas tonto, no soy bueno. —¡Oh, que mono cuando se ponía así!

—Da un mordisco —ordenó. Espera, ¡¿qué?!

—No pienso darle un mordisco a algo que no me gusta —contesté.

—El mareo se te irá si lo haces. —Marco parecía la persona que no se rendía.

Vale, lo hice porque se parecía a mi madre cada vez que me decía que hiciera ejercicio, que estoy echando más culo o barriga. Me costó darle el mordisco porque estaba duro y, a la hora de masticarlo, el sabor llegó a mi lengua y era tan asqueroso que quería escupirlo. Pero esas miradas que me dedicaban me indicaban que lo tragase. Vale, conté hasta tres. Lo hice. ¡Puaj! Que puto asco. Al menos el mareo iba desapareciendo poco a poco. Chopper estaba impresionado con Marco que le pidió ser su maestro, algo que el pelirrubio no lo negó en absoluto. Los ojos del pequeño reno se iluminaron tanto que pensé que se iba a desmayar de la emoción.

Smoker me ofreció la mano para levantarme y no se lo negué. Era la primera vez que veía algo así en él. Educado y considerado. Eso provocó que mi corazón bombeara con fuerza y mis mejillas se tornaran de color rojo. ¡Que vergüenza! Al menos no dijo nada vergonzoso como esos dos pervertidos que conozco. A la lejanía de nuestra posición podía observar a los chicos discutir de los daños. Yo miraba a mi alrededor y no había daño alguno. De repente, escuché unos ruidos a la lejanía alertandome un poco. Chopper también lo notó. Los dos corrimos hacia la proa para ver qué pasaba. Oh, Dios. No podía creer lo que estaba viendo mis ojos.

Era un rey marino fuera del agua que gritaba agonizante. Su aspecto era la de un reptil. Parecía viejo. Oí a Usopp gritar con todas sus fuerzas y sabía que se refería a la criatura. Todos corrieron hacia la proa para verlo más de cerca. Era raro. No se movía de su sitio. Entorpecían nuestro camino. Giré lentamente mi cabeza viendo que Luffy estaba preparado para golpearlo porque lo veía como comida y yo realmente lo detuve para que no hiciera ninguna estupidez.

—Debemos deshacernos del bicho. —Oí a Daifuku con un tono de irritación.

—Los marines estamos preparados para atacarlo. —Y al otro lado, Spandam que no paraba de temblar de miedo.

—¡Un momento! —Y tuve que intervenir—. No parece querer atacarnos.

—¡Pero está entorpeciendo! —gritó de nuevo el mellizo de Katakuri. Cómo lo odiaba.

—Chopper, ¿puedes hablar con él y traducir lo que dice? —Robin preguntó al pequeño reno.

—Solo espero que no me coma. —Chopper se subió para tener mayor acceso a la criatura—. Oye, ¿podemos saber porque estás ahí en medio?

El rey marino inclinó un poco la cabeza en dirección hacia nosotros. Todos se posicionaron en ataque por si la criatura tenía esas intenciones. Sin embargo, volvió a hacer ese ruido. ¿Estaba hablando?

—“Porque estoy protegiendo a los idiotas que se atreven a surcar estos mares” —habló Chopper, poniendo voz de anciano—. Eso dijo.

—¡Yo no soy idiota! —gritó Luffy. En realidad lo eras, pero también adorable.

—“Por tu cara de mono lo eres”.

—¡¿Qué has dicho?!

—¡Luffy, relájate! —Usopp y Nami lo detuvieron antes de que hiciera alguna locura.

—¿Protegernos de qué? —Esta vez pregunté yo—. Sabemos que este es el Nuevo Mundo y…

—“¡Ja! ¿Nuevo Mundo? Está claro que no sabéis dónde estáis”. —Eso sí que no me esperaba. Miré a todos ellos y estaban también desconcertados—. “¿Nunca habéis oído hablar de Blue Line?”

—¿Blue Line? —Nunca he oído hablar de ello.

—¿Blue… Line? —Miré a Marco. Tenía los ojos en blanco no creyendo haberlo escuchado—. Es un lugar… que solo los Yōnkos podían llegar.

—Y los Gōrosei —recalcó Smoker también sorprendido.

Un momento. ¿Estábamos en un nuevo territorio oceánico? ¿Los únicos que sabían llegar eran los Yōnkos y los Gōrosei? Mi cabeza empezó a trabajar un poco. ¿Y si el secuestrador proviene de Blue Line?

—Blue Line es un océano muy diferente a las anteriores —siguió explicando Marco—. Mi padre, Big Mom y Kaido eran los únicos que lo conocían cuando estaban en la tripulación de Rocks D. Xebec. Gol D. Roger también fue el único en llegar aquí. Muchas leyendas cuentan que este océano es el más peligroso porque no se había explorado del todo. Quienes entran aquí, no sobreviven ni tampoco volverían.

—Pero… lo hicieron a quienes nombraste. —Nami estaba muy sorprendida.

—Sí porque notaron que este no era el lugar para ellos.

—Mamá nunca nos habló de este sitio —comentó Galette un tanto preocupada.

—Barbablanca nos comentó un poco, pero no mucho. No quería hablar su experiencia porque… le dejó marcado.

Shanks estaba con Roger en ese momento. ¿Y Teach? Me supuse que los Gōrosei pudieron entrar sin ninguna dificultad y al salir les habrá costado. Todo era un misterio para mí y para mis acompañantes. Era tan extraño todo. Ese rey marino solo estaba protegiendo la entrada. Sabía la presencia de peligro en ese océano, pero debíamos entrar si todos los desaparecidos estaban allí. Debía de haber algún modo de convencer a la criatura.

—Perdona, sé que te molestará esto, pero debemos hacerlo. Hay personas que están secuestradas y creemos que están aquí —le expliqué la situación.

—“¡Insensatos! ¡Si hacéis eso, ellos os matarán!”

—¿Ellos? ¿Quiénes?

—“No puedo decir sus nombres”. —Observé que el rey marino estaba poniéndose nervioso—. “Está prohibido”.

—Entonces no son peligrosos.

—“¡Sí lo son!” —El nerviosismo aumentaba más su cuerpo—. “¡Ellos son…!”

Y todo fue muy rápido ante nuestros ojos. Un rayo negro, que nunca creí ver, partió en dos el cielo y golpeó de lleno al rey marino. No se escuchó ni un grito por su parte a causa del relámpago que fue muy fuerte. La criatura poco a poco caía, desplomándose por completo al agua. El relámpago desapareció, dejando que el cielo vuelva a estar azul. Por instinto, Marco voló en dirección al viejo rey marino para tomar sus pulsaciones. Él movió la cabeza negando. Estaba muerto. Yo me quedé paralizada. Por primera vez, sentí un miedo terrible por todo mi cuerpo. ¿Qué ser haría esto? ¿Estaba espiando nuestra conversación? Nadie en su sano juicio haría esto.

Mis ojos descansan en Nami, Usopp y Chopper que se abrazaban entre sí con mucha más miedo que yo. Todo su cuerpo temblaba por lo ocurrido. Sé lo que iban a decir: de dar media vuelta.

—¡Demos la vuelta! —gritaron al unísono.

—Cobardes —escuché a Oven quejarse de ellos con los brazos cruzados.

—¡Yo estoy de acuerdo! —exaltó Spandam. Era el menos indicado para hablar.

Ninguno había hablado. Marco volvió al Thousand con un rostro triste y desesperanzado. Como médico le era muy difícil ver a una criatura morir de esa forma. Un momento, el rey marino dijo de que estábamos en nuevo océano, lo que significa que…

—No podemos volver —susurré. Eso provocó que todos se alertaron—. Estamos en un nuevo océano y la red electromagnética que recibe es diferente a la del Nuevo Mundo. —Miré a Nami quién era la navegante. Ella pareció entenderme que observó su Log Pose. Sus ojos estuvieron a punto de derramar lágrimas.

—¡El Log Pose no sirve aquí!

Uno de los marines anunció a Lucci y a Smoker que el suyo, la aguja, no paraba de dar vueltas casi buscando un rumbo. Los piratas de la familia Charlotte también inspeccionaron el suyo y era igual. Sí estábamos en Blue Line, eso significaba que estábamos lejos de Laughtale, donde se encontraba el gran tesoro famoso: el One Piece. La tormenta que nos habíamos encontrado anteriormente sería como una especie de entrada hacia este lugar. No tenía respuestas, pero no era difícil imaginar la situación. Robin seguramente que estará emocionada en averiguar lo que estaba pasando.

Todos estaban tranquilos, menos el grupo de cobardes. Mis ojos estaban fijados en Luffy quién no había dicho nada. Tuve la sensación de que el muchacho no iba a dar la vuelta. Esto para él era una aventura. No podía. Era imposible negarse ante algo así. Él amplió mucho la sonrisa, alzó los brazos y gritó:

—¡A la aventura!

Yo esbocé una pequeña sonrisa ante la decisión del capitán. Ninguno habló. Solo respetaron esa orden, incluso nuestros compañeros de la alianza. Espero que no nos perdamos.

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—¿Cuántos días estamos así? —preguntó Usopp casi quejándose.

—No lo sé, pero tengo hambre —se quejó Luffy con la lengua fuera.

Conté y estuvimos dos semanas navegando en ese gran océano. Sin un Log Pose especial era difícil ir a una isla próxima. Brook intentaba animar el ambiente tocando su violín. Yo estaba en el estribor observando a la lejanía alguna señal de una isla. Mi cabeza estaba apoyada en mis brazos muy aburrida. Ojalá pudiera haber algo divertido que hacer. Y mis ojos se clavaron en Katakuri quien estaba en la proa también queriendo averiguar si podía ver algo. Era tan atractivo. Ojalá no fuera tan tímido y me dejara ver esa mandíbula perfecta. Entonces sus ojos granates se desviaron a mi dirección y tuve que hacerme la loca. ¡Qué vergüenza!

¿Y sabéis qué? Nadie me había molestado durante esas dos semanas y estaba muy agradecida, pero seguramente esa paz se iba a esfumar. La Queen Mama Chanter era enorme en comparación al Thousand y al otro barco. El hommie no paraba de cantar alegremente que acompañaba al violinista. Era increíble que estuviéramos colaborando con ellos. ¡Quisiera ver una isla, por Dios! Así estaríamos tranquilos. Fui al otro extremo del navío para mirar al otro barco. Los marines se estaban entrenando y en la proa estaba Smoker muy tranquilo, aunque con el ceño fruncido. Tashigi le trajo una taza de café, como solía hacer siempre.

Todos estábamos desesperados en ver alguna señal de civilización. Y si encontrábamos uno, pues lo primero que se hará era comprar un Log Pose. Así era más fácil poder navegar por el océano. De repente, escuché a Franky gritar “tierra a la vista”. ¿En serio? Luffy corrió hacia la cabeza del Thousand y gritó de alegría. Sí, a la lejanía se podía ver tierra. ¡Menos mal! Estaba más aliviada que antes. ¿Será una isla peligrosa? ¿Esa isla provocó que los piratas Rocks dieran la vuelta?

Había que descubrirlo.

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