Capítulo 36. Diena y Licht, las Antiguas

Mi cuerpo no paraba de temblar al escuchar la noticia de la boca de ese demonio. Estaba atónita. No podía creer lo que había dicho y no era la única. Lo peor de todo era que Lust lo sabía desde el principio y no dijo nada al respecto. Senku estaba muy tranquilo. Se le notaba en la cara. Para ellos no era nada nuevo, pero para nosotros sí. Miré a Poupou y él estaba petrificado con los ojos agrandados. Enseguida reaccionó, aleteando con fuerza sus alas.

—¡Eso es mentira, poupou! —vociferó—. ¡Diena no puede ser vuestra hermana porque ella quería proteger a los habitantes de Blue Line, poupou! ¡Además, no es un demonio como vosotros, poupou!

—Oh, pajarito. Hay cosas que no sabes de ella —habló Lust con una sonrisa lasciva.

—Sabía que no has dicho nada con respecto a ella, Lust —le regañó de alguna manera su hermano dándole un pequeño golpe en la cabeza de este con el bastón.

—¡No era nada importante!

—¡Para mí sí! —le grité, muy molesta.

El demonio de la lujuria formó de sus labios un puchero no agradecido por mi respuesta. ¿No se daba cuenta que esto para mí me era urgente? Saber quién era esa salvadora y por qué yo tengo esos poderes extraños.

—¿Sería tan amable de contarnos sobre Diena, por favor? —preguntó Robin sintiendo un gran interés.

Senku dio un pequeño golpe en el suelo con el bastón y escuché unas puertas abrirse desde mi derecha. Los soldados del demonio acataron una orden. Vi a Senku caminar en dirección hacia la salida y yo, por inercia, yo le seguí porque sé que podía fiarme de él. No era un enemigo a quien temer como Lust, aunque aún tenía en mente que si pasamos por su isla pediría a gritos a Franky que diese la vuelta porque me daba miedo. Solo me imaginaba lo peor. Oh, él estaría encantado que tocásemos su hogar, su isla.

Al traspasar esas puertas sentí un gran peso enorme en mi cuerpo. No sabría explicarlo. Los chicos no parecían darse cuenta de ello porque caminaban con suma normalidad, pero yo era todo lo contrario. Quien se quedó a mi lado era Zoro que me miraba con intriga y yo solamente le esbocé una pequeña sonrisa para que no se preocupara tanto. Ignoré esa sensación. Mi objetivo principal era seguir al demonio de la paciencia. El pasillo era largo y profundo sosteniendo por más columnas egipcias o griegas. Era una mezcla extraña, pero llamativa para mis ojos.

Al fondo visualizaba una gran entrada enorme dando acceso a una sala. Cada paso que daba ese sentimiento crecía. Mi teoría consiste en que estaba entrando en un lugar muy importante y que solo yo, o incluso los Antiguos, lo podía notar. Cuando entré en aquel lugar mis ojos se agrandaron tanto que pensé que se iban a salir ante la sorpresa que me llevé. Las paredes blancas estaban garabateadas por jeroglíficos que la única que la podía descifrar era la arqueóloga Robin. La morena no dudó en acercase a ellos con mucha intriga, incluso los tocó. Había encontrado algo importante.

—Estas paredes cuentan nuestra historia —habló Senku. Su voz hacía eco en las paredes.

—Estos garabatos son del Siglo Vacío —añadió Robin mirando a los Antiguos—. Me sorprende que estén bien reservados.

En eso le daba la razón. Han pasado 800 años y este lugar se conservaba bastante bien. No podía parar de mirar el lugar. Era increíble.

—El Siglo Vacío fue el comiendo de nuestra existencia —siguió hablando Senku poniéndose al lado de la morena—, pero mucho antes nació nuestro padre: el Demonio del Mar. —Señaló con su bastón una gran figura demoníaca que daba bastante miedo—. Una criatura que atormentaba a los seres vivos ya sea por mar o por tierra. Se sentía superior. Era considerado un Dios. Un demonio para los humanos. Y este último lo era porque nació bajo una grieta submarina que todos consideran el núcleo de la Tierra. El infierno, para ser exactos.

Hombre, esa teoría era muy buena porque lo apodaron de esa manera: “el Demonio del Mar”. El demonio de la paciencia caminó un poco, ya memorizado por completo los garabatos que representan este lugar.

—Y unos siglos después nacimos nosotros. Los Antiguos.

—¡Aquí estoy yo! —exclamó Lust señalando un dibujo.

El Demonio del Mar junto con sus diecisiete hijos en forma de círculo que también eran demonios y los humanos no tuvieron más opción que respetarlos. Era una tragedia.

—Cada uno de nosotros representaba el pecado o el mandamiento de nuestro padre. Nos enseñó que los humanos y otros seres eran inferiores a nosotros. Que solo existían para obedecer. Yo, quien representaba la paciencia, no estaba de acuerdo con él, pero me callé, temiendo por mi vida.

—Normal. Con solo verlo ya me está dando un mal rollo —dijo Ussop.

—Y un día todo cambió cuando nació ella: Diena. La única mujer de todos los Antiguos.

Mi cabeza se movió a otra pared viendo al mismo demonio con las palmas en alto dando vida a un nuevo ser y este estaba rodeado de una especie de aro de luz, y abajo figuras de personas alabándola. ¿Representaba la esperanza? Era posible, aunque quería seguir escuchando a Senku.

—Padre también le metió en la cabeza esa idea, sin embargo, ella a escondidas de padre observaba a la humanidad. No todos eran crueles y despiadados. Había padres que trabajaban para mantener a sus familias. Madres que protegerían a sus hijos. Dos personas que eran fieles hasta que la muerte los separe. Bondad, humildad, empatía... Emociones positivas. Y Diena los experimentó gracias a ellos y juró de proteger algo maravilloso.

—¿Una justiciera? —preguntó Smoker con intriga.

—Más que justicia lo hacía por amor. Amor hacia la naturaleza y hacia las personas. Se preguntaba una y otra vez: ¿por qué deberíamos esclavizarlos? Es ahí cuando Diena inició su rebeldía. Entrenó día y noche perfeccionando sus técnicas para así derrotarnos porque solo podemos morir a manos de un Antiguo y no por otro ser vivo. No obstante, hizo una excepción conmigo, con Lust y con Mero porque no pensábamos lo mismo que padre.

¿Incluido Mero? Vaya, ahora me estaba arrepintiendo de haberlo matado así sin más. Ya estaba notando la mirada de Lust maldiciéndome, aunque este tipo le daba igual todo.

—Y la batalla final llegó. Fue la batalla más larga que haya existido por generaciones. Nuestro padre no iba a permitir ser derrotado por Diena y ella no iba a morir porque hizo un juramento a la Tierra.

—¿Y qué pasó? —cuestioné porque la intriga me estaba matando.

—Sus poderes colisionaron y ambos murieron —respondió—, pero sus almas no. Nuestro padre dividió su cuerpo en millones de pedazos de su alma que, hoy en día, todos vosotros lo llamáis Frutas del Diablo. Aquellos que lo consuman, obtendrán un poder de padre. No obstante, su mayor debilidad será el agua porque no son un demonio.

—¿Y Diena?

—Su alma vagó por generaciones. Muchas personas de Blue Line teorizaron que Diena volverá a renacer. Y así fue. —Los ojos de Senku se entreabrieron, mostrando esos ojos blancos a causa de su ceguera—. Princess Laura, tú eres la reencarnación de nuestra hermana.

Y el silencio inundó toda la sala creando una incomodidad inmensa que no sabía descifrar. Seguramente que todos estaban con los ojos abiertos, pero yo más porque fue una noticia impactante. Mi cuerpo estaba temblando y no de miedo, sino de expectación. Este sueño estaba yendo demasiado lejos. Se suponía que debía ser algo corto y ligero. Por inercia me miré las manos buscando sentido a todo esto.

—Al nacer tu poder era tu fuerza que con un solo golpe acababas con tus enemigos, sin embargo, te topaste con un árbol envuelto en llamas y en él custodiaba una fruta —comentó Senku a lo que yo alcé la cabeza recordando ese momento—. Era la naturaleza quien aclamaba a su reina para que su poder despertara en ti porque llevaba mucho tiempo adormecido.

A ver si me aclaraba. Yo estaba dormida y me desperté en este sueño. Lo primero que veía era una gran cueva y, al adentrarme, me topé con ese árbol que mencionó Senku. Y al tomar la fruta los poderes de Diena despertaron. ¿Quiere decir que en el mundo real los poderes estaban dormidos y se despertaron en el mundo del sueño? Vaya cacao mental estaba teniendo.

—Yo tengo una pregunta. Si en realidad Diena era vuestra hermana, ¿quién es la otra chica que vimos en la estatua? Eran idénticas.

¡Es verdad! Me había olvidado por completo. Menos mal que tenía a Marco y fue capaz de recordármelo. Senku giró todo su cuerpo hacia nosotros y apoyó el bastón en el suelo para caminar y asegurarse de no tropezarse, aunque teniendo esa extraña habilidad de ver las auras era menos probable. Fue directa hacia otra pared. Un muro que no me había fijado hasta ahora. Dos figuras representaban y se dividían por la mitad. Una estaba con el sol y otra con la luna. Era lo mismo que la estatua que estaba en la plaza.

—Diena tenía doble personalidad.

—¿Cómo? —preguntamos al unísono Nami y yo.

—No tenía doble personalidad —le corrigió Lust—. Eran dos personas diferentes atrapadas en un mismo cuerpo y que se transformaban dependiendo de cómo está el cielo. Por el día era Diena, pero por la noche era otra persona. ¡Y esta es mi hermana favorita!

—Porque tú y ella tenéis el mismo pensamiento lujurioso, aunque te recuerdo que ella es más sádica que tú —dijo Senku.

—¡Licht es perfecta en todos los sentidos!

Licht. Así que era su nombre. ¿Era posible que eran gemelas? Pensaba yo por lo que dijo Lust. Dos personas diferentes en un mismo cuerpo. Lo que no me gustó era que era la favorita de este demonio. No quisiera transformarme en ella. Entonces caí en la cuenta una cosa.

—Si de verdad soy la reencarnación de vuestra hermana, ¿no debería estar transformada ahora mismo? —pregunté—. Es decir, es de día y se supone que debería haber sufrido una metamorfosis. Como cuando me enfrenté a Mero.

—Como obtienes ese gran poder lo desconozco —aclaró Senku—. ¿Ira? ¿Venganza? Es difícil saberlo. Solo tú misma sabes la respuesta.

Genial. Me encantaba los acertijos. Era una exageración por si nadie lo ha notado. Pero al menos tenía más información con respecto a lo que me pasaba. Ahora solo quedaba saber cómo despertar ese poder extraño. Inconscientemente abracé mi cuerpo sintiendo un gran escalofrío por todo mi ser y que deseaba que esto acabase pronto. Los pasos resonaron por toda la gran sala a lo que alcé la cabeza para ver los movimientos del Antiguo. Su mano quedó apoyada en la pared y en cuestión de segundos una puerta secreta se abrió. Eso no me lo esperaba.

Me estaba preguntando que había ahí por lo que me aproximé y asomé un poco la cabeza. No había nada. De pronto, sentí un empujón detrás de mí y Poupou no se sujetó bien, salió volando. Yo me di la vuelta para ver quien fue el causante y fue Senku.

—Tu destino es derrotar al resto de mis hermanos y salvar a esos humanos —habló, refiriéndose a los Yōnko y a los Gōrosei, y no nos olvidemos del resto—. Primero, tendrás que entrenarte duramente para controlar a la perfección los tres Haki. Estar distraída no te ayudará en nada.

—¿Eh? Yo nunca he estado distraída —le corregí.

—No soy tan estúpido como para no darme cuenta que tu peor debilidad son los hombres —refutó.

—Oiga, ciego cornudo.

—¡Luffy, ten un poco de respeto! —le gritó Ussop.

—¿Qué hará con Laura?

—Aquí es donde me entrené por mucho tiempo para perfeccionar mis técnicas. Aquí nadie podía molestarme. Ella entrenará igual. Y no saldrá de aquí hasta que lo consiga.

¿Cómo? No me dio tiempo de reaccionar porque la puerta se cerró completamente dejándome en completa oscuridad. No veía nada. No obstante, todo acabó cuando el lugar se iluminó con velas de fuego. Esa ocasino aproveché para golpear con fuerza la puerta-pared pensando que se destruiría, ya que tenía una fuerza descomunal. Y no fue así. Sentí como la energía que acumulé en mi puño se desvaneció completamente.

¡Mierda! ¿En serio tenía que estar aquí hasta que haya acabado mi entrenamiento? ¡Me moriré de hambre! Volví a golpear con todas mis fuerzas y grité para que alguien me sacara, pero no obtuve respuesta. Lo peor de todo era que no escuchaba al otro lado. Era como dijo Senku: era un buen sitio para entrenar. Maldita mi suerte. Mi frente quedó apoyada en la pared estando en un estado pensativo.

De repente, sentí detrás de mi espalda a algo o a alguien observarme. Poco a poco me di la vuelta encontrándome a ¿Senku? No. Debía ser una copia idéntica a él, además aparentaba ser más joven. ¿Qué era esta cámara? Lo ignoré completamente porque no quería perder el tiempo, sin embargo, noté algo en mi garganta queriendo asfixiarme y alejó de golpe de la pared chocándome con otro. Dios, que dolor. Alcé la vista encontrándome la copia de Senku colocándose en posición de ataque.

¿De verdad tenía que entrenar así sin más? Me reincorporé de mi sitio para volver hacia el lugar, pero él se movió tan rápido que me propinó un puñetazo en mi mejilla haciendo que me cayera al suelo. Sí, estaba claro que no podía irme tan fácilmente. Él no me dejaría. Él querrá que entrene como era debido, como con Luffy con Rayleigh.

—Está bien. Si es lo que quieres, que así sea.

🦋 🦋 🦋 🦋

No sé que hora era. No sé cuantos golpes había recibido de este holograma. Pero estaba cansada. No paraba de jadear y sentir mi cuerpo temblar por el cansancio. Mi vista cada vez se nublaba. Yo no sentía que estaba mejorando. El holograma creado por esta gran sala me miraba, esperando algún movimiento mío. La única manera de salir de aquí era adquirir las tres habilidades de Haki, pero eso era muy difícil. Incluso a Luffy le costó y tuvo un duro entrenamiento.

Sin embargo, yo protagonizaba este sueño tan largo. Mi deber no era defraudar a los chicos. Apreté los puños con fuerza y me mordí el labio inferior casi haciendo sangrar, saboreando el sabor de la sangre. Ya estaba acostumbrada por curarme alguna que otra herida en mis dedos. ¿Cómo podía despertarlo? Solo me limitaba a ir a por él y golpearlo con todas mis fuerzas. Ya sus trucos me los sabía de memoria. Esto era como un videojuego, aunque más realista. Izquierda. Derecha. Abajo. Bloqueo con los brazos.

Y, como siempre, me despisté a causa del sudor resbalar de mi frente hasta llegar a mis ojos nublándome más la vista. Un puñetazo recibí en mi rostro y yo apreté los dientes con rabia aguantando todo lo posible. No iba a permitir perder ante un holograma. Tenía que pensar que debía mejorar para acabar con el resto de los Antiguos. Su bastón me desequilibró por completo cayendo al suelo quejándome nuevamente del dolor.

Ya físicamente estaba cansada. No estaba acostumbrada a entrenar de una manera tan bestia, solo caminar una hora a mi ritmo. Poco a poco me iba levantando, recuperando las pocas fuerzas que me quedaban. Mis rodillas temblaban, parecía que estuviera a punto de caer y resistí. Esta rabia que me consumía era demasiado. Solo le había asestado golpes que le hacía retroceder y nada más. Solo era un puto holograma, Laura. ¿Qué más esperabas?

Cerré los ojos dejando que el sudor resbalase por ahí, mientras jadeaba para recuperar el aliento. También por cada respiración era un movimiento más para el holograma para asestar el siguiente golpe. Tranquila. Inspira y expira, como te habían enseñado. Debes tener la mente en calma y en blanco. No debes pensar en nada. Esto eran las cosas que le decía Rayleigh a Luffy. Bueno, algo similar. Mi corazón me pedía que no siguiera porque no creería que pudiera seguir, pero sus latidos se acallaron. No escuchaba prácticamente nada. ¿Estaba muerta?

De pronto, visualizaba una imagen en toda la oscuridad. Era el aura del holograma Senku, pero del mismo se iba moviendo segundo a segundo yendo a la izquierda dispuesto a atacarme. Y cuando abrí de golpe los ojos ese movimiento se hizo real y yo respondí a tiempo bloqueando el bastón con mis brazos. ¿Qué demonios fue eso? ¿Kenbunshoku haki? Otra visualización percibí, pero esta vez a la derecha y al terminar, ocurrió de nuevo. Me eché hacia atrás aún confusa de lo sucedido.

¿Estaba viendo el futuro? Es decir, en mi mente visualizaba el siguiente movimiento del enemigo. Esto pasaba con Katakuri que era un experto en ello. “Calma y serenidad”, su voz resonaba en mi cabeza creyendo que él estaba conmigo aquí. Sin embargo, este Haki era muy diferente porque solo se activaba cuando me sentía en peligro para percibir y contraatacar de la mejor manera posible. Y así con los siguientes movimientos repetidas veces. Se suponía que esto tendría un límite, no obstante, cada esquivo no me cansaba.

Y mis sentidos se alertaron porque el holograma concentró una energía extraña en su bastón para golpearme con fuerza y yo bloqueé, no sintiendo nada en mis brazos. Mis ojos se agrandaron muy sorprendida por lo que estaba viendo. Desperté el busoshoku haki. Mis progresos iban en aumento con el deseo de ganar y no defraudar a mis amigos. El holograma se quedó petrificado y aproveché la ocasión de asestarle un puñetazo aún con mi brazo imbuido, y ni siquiera le toqué la cara porque él voló en dirección a la pared dejando un gran agujero monstruoso.

Hasta yo misma me asusté ante ese ataque. Quien recibiera eso, lo más probable era que muriese al instante. El holograma se desintegró, pero apareció nuevamente en el mismo sitio. En el centro de la sala, realmente. Por pura inconsciencia miré mi mano preguntándome si era capaz de controlar ese poder tan abrumador. Era lo que dijo Senku: yo nací con fuerza sobrehumana y el resto despertó o despertaría por ese fruto que me comí. La naturaleza me estaba buscando.

Ahora sabiendo que podía hacerlo solamente me faltaba por despertar el otro haki y averiguar cómo transformarme en Diena. En Licht no me gustaría para nada por miedo al comentario que hizo el Antiguo. Mi pregunta era, si yo era la reencarnación de esa persona o personas, ¿yo tendría igualmente el poder una Fruta del Diablo? No estaba muy segura y no parecía que Senku o Lust me ayudarían con eso. Debía averiguarlo por mi cuenta. Saber mis límites y el poder que cargo sobre mis hombros.

El haki de observación se activó nuevamente dejándome claro el siguiente movimiento del holograma y yo respondí propinándole otro puñetazo, pero sin imbuir mi brazo de esa armadura. Ese golpe hizo que retrocediera, tocando la pared. Retiro lo dicho. Mi fuerza, mi destreza... estaban creciendo.

Sonríe, Laura. Esta vez estás haciendo algo que vale mucho la pena.

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