Capítulo 30. El palacio de Mero
—¡Llevamos un buen tiempo caminando y no hay indicios de un castillo!
Usopp se estaba quejando y, tenía razón, llevábamos así sin encontrar ningún tipo de edificio antiguo. Nos estábamos congelando porque cada vez que subíamos, más frío hacía y nuestros cuerpos temblaban a más no poder. Luffy gritaba a los cuatro vientos pensando que Laura le iba a responder. Era su obligación. Era nuestro capitán. Yo me había separado unas cuantas veces del grupo por culpa de mi orientación y Nami tuvo que jalarme de la oreja. Eso dolía bastante. No tuve más remedio que quejarme por lo bajo.
¿Dónde estará? Me estaba desesperando bastante. El viento y la nieve no ayudaban para nada. No quería imaginar las intenciones de ese demonio con ella. Me sentía responsable de todo esto. Si hubiera estado afuera, esto no hubiera pasado. Aunque pensándolo fríamente, era posible que el Antiguo me congelase, como lo hizo con Poupou. La nieve se estaba volviendo más pesada de lo que me imaginé, incluso nos estaba reteniendo porque estaba seguro que nos acercábamos al lugar.
Alcé la vista encontrándome a Luffy parado y con la cabeza bien alta. ¿Ahora qué le pasaba a este estúpido? Yo me puse a su lado y me fijé que su rostro indicaba sorpresa. Lo imité. Mis ojos se agrandaron al ver que habíamos llegado a una gran montaña que era imposible de escalar. No podía ser. ¿Este era el final de nuestra trayectoria?
—¡Esta es la montaña más alta de la isla! —gritó Nami—. ¡En todo este camino no hemos encontrado el hogar del Antiguo!
—¡¿Y si está arriba?! —pregunté con voz alta. El viento impedía que nos comunicásemos bien.
—¡¿Te volviste loco o qué?! ¡Nadie en su sano juicio subiría arriba para morirse congelado!
—¡¿Y dónde cojones quieres que miremos, mujer?! —vociferó el hermano menor de Katakuri—. ¡Estamos perdiendo el tiempo en hablar! ¡Ese demonio ya le estará haciendo algo a Princess y debemos seguir!
—¡Todos sois unos cabezotas!
¿Qué problema había si lo fuéramos? No nos íbamos a ir de ninguna manera sabiendo que Laura estaba en peligro. Katakuri pasó de largo con la mirada fija en la gran montaña, pero enfrente. ¿Qué estará pensando? Seguramente que querrá subir arriba como teníamos planeado. No obstante, tocó con su mano cubierta por un guante la roca helada. La movía de un lado para otro, como si lo estuviera analizando. De pronto, sacó su lanza para asestarlo contra la piedra y hacía fuerza para moverlo.
¿Encontró algo? Miré a Luffy echarse para atrás y activar el Gear Third. Un momento, ¡¿pensaba destruir esas rocas?! Nos tuvimos que alejar todos por nuestra seguridad porque el muy animal no esperó. Menos mal que el peli-granate se dio cuenta y saltó del peligro. La mano hinchada de Luffy golpeó con toda la fuerza posible a la montaña provocando resquebrajaduras y una pequeña avalancha caer. Tuvimos que esperar por un buen tiempo a que el polvo de nieve acabase.
—¡Idiota! —exclamó Nami golpeando la cabeza del moreno—. ¡¿Tú quieres matarnos o qué?!
—¡¿No has pensando en nosotros, Luffy?! —Otro golpe recibió de Usopp.
—¡Que matas a Nami-schwan, estúpido! —El cocinero pervertido le propinó una patada.
—¡Pero abrí un agujero enorme! —dijo Luffy con la cara hinchada y señalando.
Era verdad. Ese agujero no era para nada natural. Era como si alguien hizo una gran cueva. Mi rostro se frunció sabiendo lo que significaba. Yo fui el primero en adentrarme para averiguar mis sospechas. El aire que se respiraba aquí era un poco más liviano, pero el frío no se desvanecía por completo. Entonces mis ojos se abrieron por completo al ver un gran castillo hecho de hielo puro. Con solo verlo, parecía cristal. Estalagmitas combinaban a la perfección el gran techo y milagro que ninguna cayó al suelo.
—Me imagino que este es el hogar del Antiguo —murmuró Marco a mi lado.
—¿Cómo supiste que estaba aquí dentro, Charlotte? —preguntó el marine.
—Mientras todos estabais discutiendo, yo me centré en un pequeño agujero que no se veía a simple vista. Me acerqué y averigüé que era un pasadizo secreto. Aunque no me esperaba el atrevimiento de Mugiwara en romperlo de esa manera.
—Es que era más fácil —dijo el muchacho, muy tranquilo.
—¡Casi nos matas! —gritaron los otros tres.
—¡¿Queréis callaros?! —exclamó Cracker—. Estamos en el territorio del enemigo. No tenemos que llamar la atención.
—En realidad, ya lo habéis hecho.
Me tensé al escuchar una voz no reconocida para mis oídos. Yo reaccioné con la vista alzada y encontrándome con un sujeto asomado en una especie de balcón. ¿Ese era Mero? Era de complexión normal, medía más o menos como yo. Toda su vestimenta era de cuero decorado con cintas negras, botas altas y una capa blanca. Lo que más destacaba en él eran sus cabellos y sus ojos de color de la nieve. Su aspecto no me agradaba.
—¡Oye! ¡Tipo raro! —Luffy casi me dejó sordo, ya que gritó muy cerca de mi oído—. ¡¿Dónde está Laura?!
—Eso es algo que no os incumbe —contestó. El tono de su voz era frío—. Ella es feliz estando conmigo. No desea estar con ustedes.
—¡Repítelo delante de mi cara si te atreves! —Cracker iba a perder los nervios con ese enemigo.
—Sois un estorbo para nuestra relación. Es mejor que volváis y os olvidéis de ella.
—Lo dices como si fuera fácil —comentó el miembro del CP0 con el ceño fruncido—. ¿Por qué no lo haces por las buenas y nos la entregas? —Estaba negociando con él.
—Los humanos nunca entenderéis mi falta de amor. La encontré y no dejaré que unos idiotas me la arrebaten.
Eso sonaba a amenaza. ¿A arrebatarla? Pero si fue él quien la secuestró. Luffy gritó con todas sus fuerzas y se lanzó para atacarlo. Gracias a su habilidad brincó tanto que parecía que estaba volando. Estiró uno de sus brazos hacia atrás dispuesto a golpearlo. Pero algo lo detuvo. Todo fue a cámara lenta ante mis ojos porque Luffy estaba cayendo con un rostro confuso. Sus pies tocaron el suelo, pero perdió el equilibrio un poco que sus rodillas tocaron el suelo frío de la piedra.
—¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento débil?
—El odio que sentís vos hacia mí es un sentimiento que yo repudio —iba hablando—. Aquellas personas que intenten atacarme no llegan a tocarme y luego se sienten débiles. Sus fuerzas fallan a niveles estratosféricos.
Encima tenía una habilidad estúpida que no nos ayudaba en nada. Chasqueé la lengua con mucha molestia queriendo golpear a ese estúpido. Luffy intentaba mantenerse en pie, pero era imposible. Mero alzó su brazo a modo de atacarnos, sin embargo, lo que hizo fue invocar a dos gigantes de nieve custodiando el castillo. Genial, a enfrentarse a esos dos monstruos.
—Os lo advertí por las buenas. Es normal que aguantéis hasta el final e ir a rescatarla, pero lo que estáis haciendo es perder el tiempo. —El demonio iba girando su cuerpo para entrar al castillo—. Mi amada me espera en el altar.
—¿Altar? —preguntamos todos al unísono.
—Sí, nos vamos a casar —nos respondió, mirándonos de reojo. ¿Casarse con Laura? Imposible—. Y cuando eso ocurra, se quedará para siempre conmigo. ¡Acabad con ellos!
Al dar la orden, uno de los gigantes golpeó el suelo con toda la rabia del mundo provocando una resquebrajadura. Katakuri estiró su brazo de mochi para coger a Luffy y sacarlo de esa tragedia. Debíamos acabar esto cuanto antes y no perder más el tiempo. No se me quitaba la idea de que ese Antiguo quiera casarse con Laura. Casarse. ¡Casarse! No sé dónde saqué mi fuerza bruta, pero a uno de ellos lo corté en pedazos para correr en dirección a la entrada principal. El segundo se interpuso en mi camino y yo estaba dispuesto a atacarlo.
—¡Heat Egg!
Unas burbujas rojas se aproximaron al monstruo de nieve y poco a poco se iba derritiendo delante de mis ojos. El otro también estaba desapareciendo. La única persona que podía hacer eso era Nami con su Clima Tact.
—¡No perdamos el tiempo! ¡No me gustaría que se casara con alguien a quien no quiere! —exclamó la peli-naranja caminando en dirección a la puerta—. A ese Antiguo me dan ganas de jalarlo por las orejas.
—¡Nami-schwan!
—¡Laura!
Luffy gritó a pleno pulmón corriendo a la entrada. Más monstruos de hielo se creaban por cada paso que dábamos. Ese maldito estaba haciendo que perdiéramos el tiempo. Usopp y Nami nos ayudaban un montón con sus grandes habilidades en cuanto a fuego. Y Luffy no se quedaba atrás al igual que el cocinero. Yo estaba muy centrado en rescatarla y no era el único. Los otros me pisaban los talones queriendo llegar a las escaleras. Esto era una especie de competición. La cuestión era cómo fue capaz Laura de aceptar casarse con ese maldito.
¿Tenía un plan? No estaba muy seguro. Un monstruo de hielo estaba a punto de atacarme por la espalda y yo no le di esa oportunidad porque fui muy rápido. Mis sentidos estaban muy activados por cada movimiento. No tenía que perder el tiempo con todo este enfrentamiento, pero debíamos tener vía libre en caso de huida. ¿Cuántos pisos habrá? Este lugar era demasiado grande, cualquiera se perdería. Yo abría todas las puertas y no encontraba nada, simplemente guardianes que nos atacaban. Esto no se estaba poniendo fácil. ¡¿Dónde estaban?! Ya llegaba un momento en que piensas que te estaba tomando el pelo.
No me di cuenta que las escaleras se congelaron que yo resbalé, dándome un buen golpe en mi barbilla en uno de los escalones. ¡Joder! Ese desgraciado me las pagará. Luffy aprovechó el momento para pasar por encima de mí y no fue el único.
—¡Vamos, marimo! ¡¿Qué haces durmiendo en el suelo?!
—¡Cállate, cocinero pervertido!
Lo que me faltaba ya. Saqué dos de mis tres katanas para utilizarlas como escalada. Me estaba moviendo muy rápido con ellas porque no había tiempo que perder. Más monstruos venían y Luffy los golpeaba con su Gear Second o Gear Third. Parecía ser que recuperó sus fuerzas al cabo de unos minutos. Eso solo pasaba cuando te enfrentas a ese demonio. ¿Y cómo diablos podíamos combatir? El odio era una de nuestras debilidades más grandes. Debía idear un plan para no caer ante ese sentimiento negativo.
De pronto, vimos una gran puerta al fondo, mucho más grande que Katakuri. Me imaginé que ahí estaba el enemigo, pero otro gran monstruo de nieve nos impedía el paso. Ya me estaba hartando. Estuve a punto de atacarlo, pero Marco emprendió vuelo hacia la criatura convirtiéndose en cebo. Era una forma de distraerlo y atacarlo. Yo me abalancé contra el enemigo junto con los otros cinco menos mi tripulación y lo derribamos. A causa de eso, chocamos contra las puertas abriéndolas de golpe. Mierda, esta gente me estaba aplastando.
El lugar donde habíamos entrado estaba bien iluminado. Tuve que alzar la cabeza para ver que era este sitio. Había un montón de bancos de una iglesia, columnas que decoraban el lugar dando un aspecto de armonía y, al fondo, podía ver a ese maldito demonio mirándonos con mala cara. Y a su izquierda estaba Laura. Mi cara fue de sorpresa y mi corazón latía con mucha fuerza porque ella estaba vestida con un traje de novia. El color blanco le sentaba de maravilla y combinaba a la perfección con su piel. Su rostro estaba un poco maquillado, destacando el rubor de sus mejillas y lápiz labial color carmín. Estaba deslumbrante. Me quedé sin palabras y sé que no era el único.
—Dios, estoy viendo un ángel.
Hasta que llegó el cocinero pervertido a estropearlo todo y comenzar a babear.
—¡Laura! ¡¿Estás bien?! —gritó Nami a pleno pulmón.
Ella no respondía. Sus ojos estaban cerrados, como si estuviera dormida. ¿Qué le habrá hecho ese desgraciado?
—¿Por qué esta escena me resulta familiar? —se preguntó así mismo Sanji. Yo ni idea de lo que estaba hablando.
—Os advertí de retiraros, pero parece que sois realmente tercos a obedecerme —habló Mero dejando de agarrar las manos de la joven—. Mis preciados monstruos son unos patéticos —los insultó.
—¡Voy a darte tu merecido, tipo raro!
—¡Espera, Luffy!
—¿Acaso nunca aprenderás?
Y tenía razón. Luffy era demasiado compulsivo y las ganas de golpearlo no le faltaban. Mero utilizó su habilidad para debilitar las fuerzas de mi capitán. Él cayó de nuevo al suelo con el cuerpo tembloroso. No era un enemigo cualquiera. Si no pensabas con cabeza, estabas perdido.
—Está claro que vuestra cabeza está demasiada hueca —comentó el Antiguo—. ¿Y vos os atrevéis a atacarme en el altar? No tenéis ni una pizca de vergüenza.
—Deja... a Laura... —dijo.
—No. Ella está destinada a estar conmigo. Completar ese vacío que he sentido durante siglos. —Se llevó la mano a su pecho, muy dramático—. Ver a todos los humanos felices con su media naranja y experimentar ese sentimiento que me representa, me provoca celos. La encontré a ella y no permitiré que seres inferiores a mí me la arrebaten.
—Eres un ser arrogante. —Smoker se levantó del sitio sacudiendo sus ropas—. ¿Ella tu felicidad? No me hagas reír. La tienes dormida, como si fuera una muñeca de trapo.
—No. Miradla. Está feliz de estar conmigo.
—¿Te crees que somos tontos? —lo encaré—. Si tanto la quieres, ¿por qué no la dejas en libertad?
—Porque no estaré satisfecho.
Yo pisé el pie al frente dispuesto a atacarlo con toda la rabia del mundo porque este ser me ponía enfermo. Pero luego miré a Luffy y de su estado. Si yo iba directo con este sentimiento, hará lo mismo conmigo. ¡Demonios! Este Antiguo era muy complicado, al parecer. Mero esbozó una sonrisa con satisfacción.
—¿Ves? Hasta vos sabéis que una misión imposible. Ninguno de ustedes comprenderá el amor que yo siento por esta mujer. Y cuando nos unamos en matrimonio, ya nadie podrás discutirlo. Yo seré feliz y ella también. Juntos seremos los reyes de todo Blue Line. ¡Les demostraré a todos mis hermanos que el amor es eterno! ¡El amor no debe extinguirse! ¡El amor es la mejor arma!
Cada palabra provocaba en mí un mar de sentimientos que no sabía cómo explicar. «El amor es eterno», resonaba esa frase en mi mente. Entonces recordé el día en que quería hablar con Laura, respecto a lo sucedido de hace unos días. Eso no fue un revolcón para mí, sino algo más. Yo era demasiado orgulloso para expresar mis emociones. Y tuve mi oportunidad en ese momento y no pudimos por una simple interrupción. Apreté mis puños con rabia no sabiendo que hacer. Ninguno lo sabíamos.
Mero volvió a ella para tomar sus manos. Y todo fue muy rápido para mí. El Antiguo se echó para atrás, muy confuso porque sus ojos mostraban desorbitación. El cuerpo de Laura descansaba en el brazo de alguien, una forma de protegerla. Entonces me di cuenta quien estaba allí. Era el hermano menor de Katakuri:
Cracker.
¿Cómo llegó hasta ahí? Ni siquiera lo vi venir. Su espada, Pretzel, estaba clavada en el suelo. ¿Hizo un ataque? En la mejilla de Mero había un corte y empezó a salir sangre. El demonio se lo tuvo que tocar aún absorto de lo sucedido. Ni se lo creía. Ni yo mismo tampoco.
—¿Cómo? —preguntó—. ¿Cómo pudiste atacarme?
Cracker no respondió. Simplemente iba tomando su espada y se levanta poco a poco con Laura en un brazo. Al ser alto, no tenía problemas en sujetarla de esa forma. Vi cómo le echaba un vistazo a la joven por si tenía algún tipo de rasguño.
—¡No consiento que toques a mi futura esposa!
En la mano del Antiguo se creó una lanza de hielo y lo lanzó hacia el hombre. Recordé que su elemento no se podía romper ni quemar con facilidad, si provenía de él. Los monstruos eran una excepción. Pensé que lo iba a atravesar, pero mi sorpresa fue que Cracker cortó por el medio la lanza rompiéndola en trozos pequeños de cristal.
—¡Lo rompió! —gritó Usopp.
—¿Cómo lo hizo? —se preguntó Lucci, muy impresionado.
—El aura de Cracker es distinta —comentó Katakuri. Me fijé que una gota de sudor resbalaba por su sien—. Las chispas que se adornan en sus dos coletas están más vivas que nunca.
—¿Está enfadado?
—No. Es otra cosa.
Yo estaba muy confuso con lo que estaba sucediendo. El rostro de Mero era de sorpresa porque nunca imaginó que un mortal, como Cracker, destruyese con facilidad su ataque. ¿Cuál era su truco?
—No sientes odio hacia a mí —musitó con voz temblorosa—. Ese sentimiento que irradia en tu cuerpo es otra cosa —iba hablando. Él era el único que lo podía saber—. Es afecto y protección. Esas emociones combinadas es lo que yo llamo un arma perfecta. Tú... Tú estás enamorado de mi prometida.
—¡¿Eh?! ¡¿Enamorado de Laura?! ¡Eso no me lo creo! —gritaron al unísono Nami y Usopp.
Bueno, yo tampoco porque él y Lucci se comportaban con ella de forma perversa, aunque era verdad que hacía tiempo que no la molestaban.
—Es posible que lo esté —afirmó Cracker. Su ceño estaba fruncido, mostrando que hablaba en serio—. Todos los hombres somos demasiado orgullosos en cuanto a nuestros sentimientos. Pero cuando nos gusta alguien siempre lo damos por todo. Aunque nos comportemos como unos verdaderos estúpidos. Yo no voy a permitir que te cases con ella porque fui yo quien se lo propuse cuando la vi. ¡Así que déjate de historias porque tú no sabes nada!
Ahora podía decir que el más arrogante aquí era él. ¿Y desde cuando le pidió matrimonio a Laura? Los únicos que lo sabrán serán Nami o Luffy. Mero rechinó los dientes con mucha molestia y atacó con más rabia, pero Cracker se defendía perfectamente. En cualquier momento, esas lanzas de hielo herirán a la chica. Entonces escuché un grito decir:
—¡Gomu Gomu no: Elephant Gun!
Luffy aprovechó la ocasión de que estaba despistado de atacarlo con todas sus fuerzas y provocar que chocase en el altar. El hielo empezó a derrumbarse, cayéndose encima del enemigo. Era nuestra gran oportunidad de marcharnos. Salimos corriendo por la única salida que teníamos y los monstruos poco a poco iban desapareciendo por la paliza que le propinó Luffy. Sé que no estaba muerto. La única persona que podía derrotarlo era Laura, pero aún estaba dormida.
¿Ahora qué?
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