Capítulo 3. Neko's Island
¡¿Dónde se habrán metido esos dos?! Dejarme sola por esta jungla no era buena idea que digamos y más aún que no sabía defenderme de depredadores. Cuando los encuentre, les daré la paliza del siglos. Bueno, cálmate Laura, primero debería averiguar si estaba yendo al norte o al sur, o quizás al este y no al oeste. Debería haberme apuntado al scout, aunque basándome en las películas que había visto debía fiarme de un palo y que la sombra me indicaste donde quedaba el norte. Vale, lo haré. Vamos a buscar una rama bien gruesa, pero no había uno de por medio. ¡Estaba en una maldita jungla y no había una rama suelta por todo el puto camino!
Me cachis en la mar salada. Vale, tendré que decidir qué camino tomar por mi cuenta. Pinto, pinto, gorgorito, saca la vaca de veinticinco. ¿En qué lugar? En Portugal. ¿En qué calleja? En la Moraleja. Esconde la mano que viene la vieja. Sota, caballo y rey. Tocó ir a la izquierda. Vamos allá, espero no encontrarme con ningún felino grande. Eso me hizo pensar que era lo que estaba ocurriendo en esta isla. Había mucho gusto de por medio, como si esta isla fuera el lugar para los gatos grandes. ¿Era posible? Bueno, recuerda que esto era el mundo de One Piece y aquí podía pasar de todo.
Putos mosquitos, no me dejaban tranquila. En realidad eran las hembras quienes chupaban la sangre, mientras que los machos se encargaban de chupar las frutas o la savia del árbol. National Geographic ayudaba un montón y aprendía sobre ello, aunque también debería darle las gracias a Wikipedia y algún que otro libro que haya leído de pequeña. Aparté unas hojas que entorpecían en mi camino y me encontré a una cara conocida. ¡Era Robin! Ay, qué alivio de encontrarla, pero ¿qué hacia ella aquí sola?
—¡Robin! —la llamé.
—Oh, Laura. ¿No estabas con Luffy y con Zoro?
—Esto... creo que se han perdido y me han dejado sola.
—Típico de ellos cuando encuentran algo interesante —dice ella con su sonrisa característica.
—¿Tú no estabas con Franky y con Brook?
—Me distraje porque vi unas ruinas. —Y luego decía que los despistados eran esos dos idiotas. Espera, ¿dijo ruinas?
—¿Un poneglyph?
—No, es lo que hay detrás en esta isla —explicó Robin—. Por lo que he leído esta isla fue proclamada como una santa divinidad para los grandes felinos.
—Los chicos y yo nos hemos topado con leones, pero también unos tipos que se transformaban en ellos —dije, recordando ese momento en que Zoro me salvó.
—¡Lo sabía! —No entendí a qué vino eso—. Esta isla es Neko's Island. —Ya con el nombre supe de sobra que estaba relacionado con los gatos—. Una isla protegida por el Gobierno Mundial.
—¿Y eso? —Sentí curiosidad.
—Porque en esta isla se esconde un gran tesoro: frutas del diablo de tipo zoan que provocan al consumidor convertirse en un cualquier tipo de felino.
Espera, ¿qué? ¿Esta isla era un arsenal de frutas del diablo de tipo zoan? ¿Aquí era donde Lucci consiguió el suyo? Recordé ese capítulo en que Spandam le entregó a Kaku y a Kalifa sus respectivas frutas. Estaba claro que el Gobierno Mundial estaba detrás de todo eso porque era casi difícil encontrar esas semillas de Belcebú, como se diría en España. Sí, sonaba raro de cojones, por eso prefería escuchar las voces japonesas; aunque no negaba que había alguna que otra voz de hispano hablante que me gustase.
—Ya que estamos juntas, ¿qué te pareces si exploramos más la isla? Seguro que habrán más ruinas que nos podrían ayudar donde se encuentra ese tesoro.
—Me parece buena idea, Robin.
Las ideas que tenía la morena me gustaba, por eso era mi personaje femenino favorito; aunque a veces era una mujer muy misteriosa con esa sonrisa que daba bastante repelús, cuando se le cruzaba una idea alocada. Habíamos empezado a adentrarnos más la jungla porque no sabíamos en que dirección íbamos. A mí lo que más me preocupaba era que las criaturas que vivían ahí, nos atacasen. Espera, si Robin dijo que este lugar era protegido por el Gobierno Mundial, ¿cómo era posible que habían hombres transformados? ¿Habrían averiguado del secreto? Pero esas máscaras era lo que más me inquietaba de verdad. Eran parecidas a la que tenía la tripulación de Kuro. ¿Ese tipo estará por aquí?
Y lo más importante de todo como cojones entré a la tripulación de Luffy. Podría preguntarles, pero se quedarán extrañados y Chopper me hará una revisión en el cerebro por si tenía algún tipo de amnesia y no quisiera preocuparlo, como médico de la tripulación. No obstante, a quien pudiera preguntar era a Robin. Confiaba mucho en ella y podía ayudarme con este problema. Lo único que tendría que hacer era intentar que sé, pero no sé. Me había entendido yo sola, literal.
—Robin, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, dime.
—A ver, ¿cómo te lo explico? —Pensé en las palabras adecuadas para que me entendiera—. Cuando estuvimos en aquella isla me golpeé en la cabeza y...
—Y has perdido parcialmente la memoria.
—Correcto. Espera, ¡¿cómo lo supiste?!
—No es nada nuevo en ti —comentó, mientras me miraba de reojo con su linda sonrisa—. De vez en cuando te suele suceder. Eso es causa de tu torpeza. —¡Me cago en mi torpeza!
—Bueno... ¿y me explicarás un poco de mi persona por lo menos? —No quería preguntarle cómo me uní a la tripulación y sus aventuras con ellos.
—Veamos, eres Princess Laura también conocida como "Chica suprema", ya que tienes una fuerza superior a mil hombres. —Mi cara fue de puro póker al escuchar eso—. Eres divertida, risueña, un poco loca, te gusta hacer locuras con Luffy, Usopp y Chopper; sin embargo, eres seria en situaciones extremas y tienes un problema serio con la ropa extravagante y cada vez que Nami te compraba uno, le echabas la bronca.
—¿Soy realmente peligrosa?
—Tanto que la marine y todos los piratas te respetan, incluso más que Luffy.
Me debería tener miedo de mí misma. ¿Era posible eso? Creo que realmente sí, aunque no estaba muy segura. Me miré las manos un momento, cuando me dijo Robin que era una mujer muy poderosa. Una chica capaz de derrotar a un ejército de marines yo sola. ¿Sabéis a quien me recordaba esto? Al protagonista femenina que utilicé por primera vez en la historia de "This is love". Sí, me refería a Hirawashi Len, una chica tsundere que ha adorado a todos mis lectores que incluso que querían más historias sobre ella. Y no me quejaba, me sentía orgullosa de haberla creado junto con Amélie y Rose. Bueno, y las demás también, que incluso me sorprenden que les encantasen a Tais con la relación que tenía con Spandam.
Era malo el tipo, pero necesitaba cariño. Yo con gusto se lo daría si tuviera la oportunidad de conocerlo. Y a los otros también. ¡No, Laura! Aunque sea esto un sueño, no debería de acostarme con todo el mundo. Me gustaría, pero no puedo. Me convertiría en una puta y eso que era una pervertida del copón. Que se lo pregunten a mis amigas o los lectores mismos cada vez que escribía una parte erótica. Era mi firma, en todo caso. ¿A qué edad fue mi primer relato erótico? Ah, sí, a los quince años cuando abrí por primera vez mi cuenta de FanFiction.net al leer historias de Dragon Ball y Digimon, pero en relación con los Caballeros Reales, o también conocido como los Royal Knights.
Me había dado cuenta que estaba contando mi vida personal, sin darme cuenta que Robin se detuvo por razones que yo desconocía. ¿Encontró una ruina? Asomé un poco mi cabeza para ver lo que sucedía y mi asombro era que, delante nuestra, había una especie de castillo y no parecía abandonado. ¿Quién pudiera vivir ahí? ¿Los marines? La cara de Robin era expectante, analizando la situación. Estábamos ante una distancia bastante grande, yo diría que unos diez metros o así. Di un paso en falso y una red nos capturó a ambas, elevándonos a las copas de los árboles. Mierda, tenía que haberlo visto, joder. Me sentía inútil en estos momentos.
De repente, unos hombres aparecieron de los arbustos con espadas y lanzas en manos. Yo miré a Robin con desesperación para que hiciera su gran ataque tan característico para dejarlos noqueados, pero ella no hacía nada, tan solo miraba. ¿Qué esperaba? ¿Una salvación?
—Son mujeres —habló uno.
—Si las presentamos al capitán, seguro que se alegrará un montón. —El segundo en hablar propuso la idea que a mí no me gustó para nada.
—¡Vosotras! Os voy a bajar, espero que seáis buenas y no hagáis ninguna estupidez.
—Robin.
—Tranquila, tengo un plan —dice, dejándome en un estado de nerviosismo puro y duro, pero debía confiar en ella.
Poco a poco nos van bajando lentamente, mientras veía a la morena colocar sus manos a modo de realizar su primer ataque. ¡Iba a ver en primera persona la habilidad de Nico Robin! ¡Iba a fangirlear demasiado!
—Doce fleur. —Seis pares de brazos brotaron en los hombros de seis hombres que se quedaron extrañados—. Clutch. —Luego los ejecutó con ese ataque que ponía los pelos de punta a cualquiera.
—¡Cuidado! Es una usuaria de una fruta del diablo —gritó uno de ellos, ya con mucho temor.
—Eso no es un problema. —Y, de repente, una figura de un felino salió de los arbustos para atacar a Robin de sorpresa.
—¡Robin! —Corrí hacia ella, pero los hombres me rodearon con sus espadas.
—No te muevas sino quieres que tu amiga sea descuartizada por nuestro amigo.
Observé perfectamente que, a quien estaba hablando, volvió a la normalidad con un cuchillo en la mano a modo de amenaza. Por supuesto, yo no hice nada porque no quería que la hicieran más daño. Esos tipos trajeron unas esposas que, al instante, debilitaron a Robin. ¿No me digas que eso era la famosa piedra marina? Ellos me pusieron uno también por si acaso que fuera una usuaria. La verdad era pesada como para llevarla. Estos tipos eran inteligentes. Nos empujaron para que comenzacemos a caminar en dirección hacia ese castillo que no me daba buena espina. ¿A quien nos íbamos a encontrar? Lo más lógico del mundo era al líder de esta tripulación.
Al salir de esa espesura, habían unos cuantos más con gatos grandes que parecían obedecer sus órdenes. Esto no me estaba gustando para nada. Cómo seamos comida para esos felinos, estaríamos acabadas. Subimos por las escaleras hasta que nos abrieron las puertas de esa inmensa fortaleza. Un gran pasillo era lo que nos habíamos encontrado y había un hombre sentado en un gran trono. Cada vez que nos acercábamos, mi rostro era puro terror porque lo reconocí al instante. Ese hombre quien quería matar a Kaya para tener paz y tranquilidad, y no ser buscado más por la marine. Un hombre inteligente a que todos sus hombres lo temían.
Kuro. Ya decía que esas máscaras me resultaban tan familiar. ¿Por qué estaba aquí? ¿Cómo sabía la existencia de esta isla? Él nos miraba cínicamente, que se subió las gafas con las palmas de sus manos para no dañar su rostro con esas garras. Tragué saliva porque no quería experimentar esa sensación de dolor matutino.
—Veo que tenemos intrusas —habló, rompiendo el silencio. Se me pusieron los pelos de punta.
—Capitán, una de ellas es usuaria de una fruta del diablo —comentó un bocazas.
—¡Idiotas! ¿No os dais cuenta quiénes son? —Él se levantó para caminar hacia nosotras—. Son de la tripulación de ese niñato que irrumpió mi gran plan hace dos años atrás: Mugiwara no Luffy.
Todos callaron al igual que nosotras dos porque no dijimos ningún comentario. Era un hombre sumamente inteligente, si hiciera una locura, estaría muerta ante esas garras peligrosas. Alzó un dedo hacia a mí y esa filosa espada estaba tocando mi barbilla. Yo no realicé ningún movimiento por puro miedo absoluto.
—Fue una mala idea que anduvierais solas por ahí. Mis queridas mascotas les gusta cazar presas grandes.
—¿Qué hacemos con ellas, capitán?
—¡Encerradlas! Dentro de un rato serán merienda.
¿Qué? Mierda, y no podía hacer nada al respecto. Esos hombres nos cogieron para llevarnos a unas celdas que se encontraban bajo el subsuelo. ¡Fos*! Olía a mierda, literalmente. Me daban ganas de vomitar ahí mismo porque el olor era repugnante. Ya habíamos llegado a una de las celdas y nos empujaron con tal agresividad que me hice daño. Al encerrar, los encaré con fuerza para gritarles con rabia.
—¡Venid aquí, papafritas* de mierda! ¡A ver si tenéis huevos de tocarme una vez más!
—Me resulta gracioso las palabras que utilizas —dice Robin, muy tranquila ante la situación.
—Es que me da rabia que nos hayan tirado como si fuéramos sacos de papas. —Me senté de mi sitio, mientras miraba a Robin con pena—. Siento si no hice nada al respecto.
—No te preocupes, no estabas segura que hacer —me explicó. Vi que ella alzó un poco su cuerpo para ver si estaban esos tipos—. Es hora de salir de aquí.
—¿Y cómo?
—Con tu gran habilidad, pequeña peleona. —La sonrisa de Robin me estaba poniendo nerviosa y notaba como una gota resbalaba por mi sien—. ¿O deseas que los llames para que les des una paliza?
—Me dan ganas de reventarles la cabeza y que no vean la luz del sol —comenté entre dientes, ya teniendo una idea bien clara que les iba hacer—. Y se van a acordar de mí eternamente.
—Perfecto, te has liberado.
Miré confusa a Robin por ese comentario. Le enseñé mis muñecas para que mirase que aún estaba... ¡¿Qué puñetas?! Los grilletes se habían roto y yo sin darme cuenta. ¿Eso lo había hecho yo? ¿Cómo? Volví a mirar con miedo a la morena y ella simplemente reía bajito ante mi reacción.
—Como te dije eres la "chica suprema".
Si hice eso, podía hacerlo con los de Robin. Los agarré y amplié toda mi fuerza para macharla completamente hasta dejarlo añicos. ¡Y yo que pensaba que era imposible romper esta piedra! Porque, creía recordar, Zoro lo intentó una vez cuando fueron enjaulados por Crocodile. ¿Era la única que podía hacerlo? ¡Tantas preguntas sin responder! Ya al liberar a Robin, me dediqué a romper la puerta de la celda con mis propias manos sin ninguna dificultad. ¿Debería tenerme miedo? Si los marines y los piratas lo estarían, yo debería también.
Robin usó su habilidad para ver si había algún hombre fuera en el pasillo, antes de decidir marcharnos de ahí. Tuvimos mucha suerte porque no había nadie. Esos hombres eran tan idiotas que lo primero que tenían que hacer era vigilar a los encarcelados. Kuro los iba a matar y no quería presenciar eso. La mejor decisión que habíamos tomado era salir del castillo e ir en busca de los chicos. ¡Ostia! ¿Ya había oscurecido? El tiempo en el Nuevo Mundo me estaba flipando en serio, aunque podía ser algo característico de esta isla al haber tanto felino de por medio.
Robin sacó un Den Den Mushi para comunicarse con los chicos, pero no había señal alguna. Me pidió que me queda aquí por si venía alguien, mientras decidió volar a lo alto de la torre. Sí, ahora era la vigilante de ese lugar. Era como un soldado que debía mantener la compostura, mientras que Robin hablaba con los chicos. Pero me detuve un momento pensando con claridad las intenciones de Kuro. Sí él sabía la existencia de esta isla, debía ser muy inteligente para sonsacarle información a algún miembro de la marine. Lo habrá torturado y despedazado poco a poco hasta que habló.
O alguien de infiltrado en la marine. Ese era otra opción, pero ¿quién? Me estaba montando una película yo sola en la cabeza solo queriendo averiguar los planes de Kuro. De repente, escuché como gemidos de dolor detrás de mí por lo que me giré bruscamente para ver qué pasaba. Dos hombres de ese malnacido estaban en el suelo, casi muertos, mientras que un desconocido uniformado les daba el golpe de gracia. ¿Me salvó la vida? Vaya, creo que en mucho tiempo nadie me había salvado la vida de ese modo.
—¿Se encuentra bien? —preguntó. Por alguna extraña razón me resultaba familiar su tono de voz, pero no hice caso omiso a mi cerebro.
—Creo que sí. Gracias, sin ti ya estaría muerta, supongo —dije con puro nervio.
—Es lo menos que podía hacer.
Yo alcé la cabeza para mirar al cielo buscando alguna señal de Robin; sin embargo, escuché que ese sujeto se aproximaba hacia a mí por lo que me puse en posición de combate por si intentaba atacarme.
—Oye, papafrita, un movimiento en falso y te doy una tollina* y de las buenas.
—Y por eso me encanta ese habla y ese carácter tan tuyo, que me dan ganas de hacerte mía. —¿Qué dijo? Mi cara estaba ardiendo como un tomate maduro. ¡¿Quién era este tipo?!
—Di otra frase de esas y te aseguro que te la vas a llevar —le advertí.
—¿En serio que no sabes quién soy?
—¿Tengo cara de saberlo, tolete? —Me estaba desquiciando este tipo.
No dijo nada más. Nos mirábamos, como si fuéramos rivales de toda la vida. De repente, una paloma apareció para posarse en el hombro de ese tipo que me estaba tocando la moral. Oh, que bonita y venía arreglada. Espera, mi cerebro empezó a trabajar al ver ese pájaro con corbata, abrigo y sombrero. La única que conozco era Hattori. Paloma. Hattori. Paloma. Hattori. Repetía una y otra vez esas dos palabras, como si fuera una grabadora. Y todo mi cuerpo se heló, cuando se me vino a la mente un hombre tan misterioso y jodidamente sexy para mis ojos. El tipo empezó a quitarse su máscara para dejar ver su rostro.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Dime por favor que no era él. Dime qué no. Dime qué no. ¡Dime qué no! Hasta que dejó al descubierto su fino rostro con una sonrisa ladina y ojos negros profundos que eran capaces de matarte. No. No. No. No. ¡No! ¡No! ¡No! Era... Era...
¡Rob Lucci!
Léxico canario:
1. Fos: Expresión canaria que hace referencia a algo con mal olor.
2. Papafrita: Tonto o imbécil.
3. Tollina: Paliza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top