Capítulo 28. Kylmä, la isla del frío

¡Dios, que pelete! Nunca me imaginé que me estaría congelando de una manera increíble. Y eso que estaba bien abrigada. No sé cuanta ropa tenía, pero debía decir que era una friolera de cojones. Ya sabéis, una persona que cuando siente una corriente de aire fría ya tenía que ponerse un abrigo y daba igual si hacía una solajera* del copón. Los otros no parecían decir nada, como si estuvieran acostumbrados a este temporal. Luffy estaba encima de la cabeza del Thousand Sunny con ganas de atracar y explorar la isla.

Había mucha nieve de por medio. Yo estaba maravillada con verla porque hacía tiempo que en mis tierras no nevaba de esa manera. Era poquita la nieve que cubría el monte. La experiencia iba a ser increíble, estaba más que segura. Los copos de nieve cubrían el barco, incluso Usopp y Franky tuvieron que coger unas palas para retirarlas. Yo ni sé que parecía con estas pintas. Llevaba puesta unos calcetines gordos, pantis térmicos, pantalones vaqueros, botas, una camisa térmica, dos abrigos —uno fino y uno gordo—, guantes, bufanda y una gorra.

Poupou me dijo que era una exagerada. ¡Eh, yo no quisiera enfermarme con este tiempo! Me daban ganas de tomar chocolate caliente. Ojalá Sanji lo preparase y ya estaría muy a gusto. Ya nos estábamos acercando a la isla y Zoro echó el ancla sin ningún problema. Ese objeto debía pesar más de una tonelada al menos. Ya la nave atracada en el puesto, Luffy dio un gran salto y pegó un chillido al sentir sus pies tocar la nieve helada. Normal, llevaba las cholas* puestas y sin ningún tipo de protección. Vale, Laura, atento a él por si intentara tocarte con esos pies.

Todos decidimos bajar porque confiábamos que ninguna persona intentase robar el Thousand Sunny. Además, el pueblo parecía estar tranquilo porque se podía ver a los niños jugar con la nieve o los típicos puestos de comida preparando un buen plato calentito. Oh, se me vino a la mente unas castañas o una piña canaria* asada. Se me antojaba comer uno de esos. Que mis súplicas se escuchasen y que hubiese un puesto de esos. Estábamos todos juntos para ver el lugar. Un pueblo típico de montaña para celebrar a la perfección la Navidad.

Me recordaba un poco a la isla Drum, pero había más nieve de lo normal. Seguro que Chopper estará pensando igual porque no paraba de mirar a la montaña. Sus recuerdos eran valiosos. Casi una lágrima salía de su rostro y yo, por instinto, acaricié un poco su hombro para que se animara. ¡Ahí está esa sonrisa tan tierna que quería ver! De pronto, un olor muy peculiar y conocido llegó a mis fosas nasales. No. Decidme que no. Corrí como loca despavorida hacia allí y casi lloré de la emoción.

¡Era un puesto de piñas asadas! ¡Era la mujer más feliz del mundo! Seguramente que mis ojos estaban brillando como loca, incluso se me caía la baba con tan solo ver esa belleza. Luffy estaba detrás de mí y me imitó. Se podía decir que dábamos bastante miedo. El señor nos dio una muestra gratis a cada una por ser nuevos en esta isla. Mi felicidad creció tanto cuando lo sostuve, cubierto de papel para no quemarme y, encima, añadió mantequilla que ya estaba derretida. Di una leve mordida y os juro que casi lloré por probar esta maravilla. Ambos hicimos un sonido de satisfacción pura y dura.

—Que miedo —murmuró Usopp. Su cara debía ser un poema.

—Miedo tengo yo pensando que eso fue un gemido, poupou.

—¡No estropees el momento, pajarraco estúpido! —le gruñí.

¿Qué problema tenía Poupou en pensar sobre eso? Uno no podía comer tranquilo sin escuchar ese tipo de comentarios. Sin embargo, eso provocó que mis ojos se desviaran un poco hacia Zoro y hacia Lucci. Ellos miraban para otro lado como ignorando lo que dijo Poupou, pero ambos mantenían una pequeña sonrisa. Sí, esos capullos conocían perfectamente como eran mis gemidos. ¡Céntrate en la comida, Laura! Estuve a punto de darle otro mordisco cuando Cracker dijo:

—Yo estoy pensando en algo sucio, pero no lo voy a decir en alto.

¿Eh? ¿A qué se refería con eso? Sus ojos estaban puestos en mi piña y me di cuenta a que se refería.

—Sucio pervertido —murmuré.

—¿Ves? Por eso no quería decirlo en alto.

¿Hoy no podía disfrutar de mi comida preferida del siglo? El condenado de Luffy ya se lo comió entero que pidió más, pero Nami le dijo que no malgastase todo el dinero. Que ávara que era. Oye, ¿y será tacaña? Yo había visto un programa llamado "Tacaños extremos" y esas personas no sé cómo coño podían sobrevivir tanto tiempo sin malgastar dinero. Yo entendía que lo hacían para ahorrar dinero, pero esas cosas eran exageradas. Muy exageradas. Terminé, pero no lo disfruté mucho por culpa de esos comentarios obscenos.

Sanji se detuvo en un supermercado para comprar lo necesario. Comida rica había visto y ya tenía en mente que platos hacer. Este pelirrubio cada vez me sorprendía, pero su comportamiento mujeriego nunca cambiaría porque ya vio a unas cuantas mujeres hermosas. Marco aprovechó para ir con Chopper a una enfermería para comprar lo necesario. Robin fue directa a la biblioteca para echar un vistazo los libros. Los demás estábamos esperando porque no había nada interesante. Solo casas y casas. Aunque Usopp visualizó una tienda interesante para mejorar sus técnicas de combate.

—Tengo una pregunta —habló Nami—: ¿estas personas habrán visto, por ejemplo, una flor?

—Es difícil encontrar una flor primaveral, poupou. La única que crece es una y es única en su especie, poupou. Sus pétalos parecen de cristal, poupou —iba explicando.

—¿Y tiene alguna función? —pregunté.

—Decoración, poupou.

Me imaginé que tipo de decoración se refería porque he visto a unos cuantos con una especie de collar. Ese cristal seguramente pertenecía a esa flor. Será algo importante para ellos. El cielo estaba cubierto por nubes. Me indicaba que tampoco habrán visto el sol. Los niños sentirán mucha curiosidad, pero era comprensible que estuviésemos en una isla en que su clima era así. Todos los años con el mismo clima. Me fijé en una niña pequeña, tendrá unos cinco años, que con un palo dibujaba en la capa de nieve.

Los pequeños eran muy creativos y te sorprendían con sus habilidades. La niña dibujó por lo que parecía ser el sol; así se lo imaginaba en su mente. Sí, estaba claro que tenía ganas de ver uno, pero me imaginé que esta nieve no se extinguiría tan fácilmente. De repente, una bola de nieve se estampó en la cara de Smoker. Por inercia, cubrí mi boca con las manos no queriendo reírme, pero por culpa de Luffy, que se estaba riendo, no pude contenerlo. El "Cazador blanco" gruñó con mucha molestia que retiró los restos de esa capa blanca.

Lo curioso era que sus puros aún estaban encendidos. ¿Cómo era posible eso? Unos niños se aproximaron, pidiendo disculpas hacia el hombre y lo dijeron con mucho miedo, y alguno casi se le saltaba alguna lagrimilla. Smoker se relajó completamente sabiendo que solo estaban jugando. No era su culpa. Mis ojos no le quitaron de encima porque él empezó a hacer una bola de nieve y se lo entregó al muchacho. Él pidió disculpas por meterse en el camino y por romper la bola. ¡Ay, pero si Smoker era puro amor con los niños!

—No sabía que fueses gentil con los niños. Te veía más un tipo rudo —comentó Katakuri, muy sorprendido.

—Me sentiría mal si los gritase. Son niños, al fin y al cabo —respondió con total tranquilidad—. Pero, en general, soy rudo en todos los sentidos.

—Menos con Princess —comentó Marco.

¡Qué susto me dio! Mira que yo no era de asustarme tan fácilmente, pero si me venía una persona cuando estuviese concentrada, era otra cosa.

—¿Qué quieres decir?

—¿No te acuerdas ese momento en que Princess era una bebé?

—Ella era adorable. Era difícil que nos pudiésemos enfadar con ella —dijo Chopper apareciendo por detrás del excomandante y con una bola en sus patas o manos.

Smoker no comentó nada más porque desvió la mirada con el ceño fruncido. ¿Tan adorable era? Mira que yo me había visto en fotos y tenía cara de niña buena. Quitando eso en mente, me centré en la gran montaña que destacaba en la isla. Casi ni se podía ver la punta de la cumbre porque estaba cubierta por las nubes. Me daban ganas de explorar el bosque nevado. ¿Habrá algún animal? Me supongo que sí porque los pueblerinos debían comer algo de proteína, y no a base de castañas o piña.

Un golpe escuché y era Brook que recibió un puñetazo proveniente de una mujer que estaba molesta. Ya me imaginé el motivo. Sanji y el esqueleto eran un peligro para todas las mujeres, pero yo tenía a los míos propios. Que, por cierto, no me estaban molestando muy a menudo. ¿Debía preocuparme? Desde lo que me sucedió con ese "nuevo" poder, los chicos estaban un poco más preocupados o pendientes de mí. Bueno, preferiría eso a que me molestasen y yo perdiese los estribos. Y una cosa: ¿eran cosas mías o hacía más pelete de lo habitual?

Una señora amable se acercó y nos comentó que nos refugiásemos porque estaba a punto de oscurecerse. ¿Ya? ¿Tan pronto? Era posible que el día sea más corto en esta isla y se prolongue más la noche. Muy bien, era hora de volver al Thousand Sunny. Ninguno tuvimos problemas, menos Luffy que tuvo que ser sujetado por Nami y Sanji para que no fuese a ningún sitio a explorar. Me acordé que Poupou no comentó nada si había un Antiguo viviendo en este lugar. Lo más probable que sí y que el demonio sepa de nuestro paradero. O no.

El puerto no estaba lejos de nuestra posición. ¿Sabéis? Me daban ganas de tomarme un buen baño caliente o una taza de chocolate. Con eso ya estaría muy satisfecha. Corrí hacia donde estaba el cocinero para pedírselo y él no se negó en absoluto. Cuando di mi idea, ya Luffy y los otros dos más jóvenes se abalanzaron hacia Sanji para que se diese prisa en hacerlo. Este solo se limitó a gruñirles y a insultarles. Este mujeriego nunca cambiará. De pronto, me detuve en seco al sentir a alguien observarme desde las sombras. No vi a nadie.

¿Me lo acabo de imaginar? Era posible que estuviese delirando porque este pelete me estaba matando. Al volver sobre mis pasos, no me di cuenta que choqué con el pecho descubierto de Smoker. Por Dios, ¿este hombre no tenía frío? Por un momento sentí un calor increíble cuando mi mejilla chocó ahí. ¿Era una estufa humana? Bueno, si caigo en la cuenta que estuvo en Punk Hazard con estas pintas pues aquí será igual.

—¿Estás bien? —me preguntó. ¡No podía con su voz gruesa!

—Sí, pensé que alguien me miraba, pero fue producto de mi imaginación —me sinceré.

—Aún no sabemos si el enemigo está aquí. Así que es mejor tener los ojos abiertos —me recomendó.

Sí, tenía mucha razón. ¿Qué Antiguo le gustaba vivir en este sitio? Como dije antes, Poupou lo sabrá. Smoker movió la cabeza para que siguiéramos caminando a lo que le hice caso. Mi cabeza le llegaba a la altura de sus abdominales y un poco más de su pecho. Me sentía enana con estos gigantes. Y eso lo decía, en caso de que Chopper se transformaba en su forma humana. ¿Qué hubiera pasado si Hattori se hubiese comido esa fruta del diablo? Dios, mi imaginación voló, pero no sabéis como.

No tardamos mucho en llegar al barco y escuchar a los tres jóvenes gritar o animar al pobre cocinero. De verdad, que apurados eran. Y yo fui la responsable de darle esa idea. Era mejor entrar y no pasar mucho frío. ¡Qué gusto! Había una hoguera encendida para entrar en calor. ¡Alabada sea Franky por la magnífica idea! Ni me atreví a quitarme las ropas de invierno porque estaba muy a gusto. Todos estábamos sentados, esperando a que Sanji terminase de preparar el chocolate.

Faltaba unos buenos churros. Ya era pedir demasiado. Vi a Katakuri sentado en el suelo con una postura normal, es decir, espalda apoyada a la pared y piernas estiradas. El pobre era demasiado alto como para sentarse en una silla normal y corriente. Era incómodo. Él junto con su hermano Cracker si estaban bien abrigados. Vamos, que no podías ni verles el pecho descubierto. Aunque me preocupaba un poco el hecho de que sus pantalones negros sean ajustados y pudiese coger frío con tanta facilidad. Esa tela se mojaba al tacto con la nieve.

Y el olor a buen chocolate negro inundó todos mis sentidos. ¡Alabado sea Sanji y sus manos milagrosas! Nos advirtió que estaba un poco caliente, que habría que esperar a que se enfriase un poco. Pero todos sabíamos cómo era Luffy, ¿no? Era de esperarse que se quemaría la lengua. Todos —unos cuantos— nos reímos por la insensatez de Mugiwara. Cuando se trataba de comida, nadie podía detenerlo. Poupou y Hattori se conformaron de comer otra cosa. El chocolate no era para nada sano para las aves.

Esperé unos minutos antes de coger la taza y darle un pequeño sorbo. ¡Qué delicia! Mis dieces al chef. Estaría todos los días bebiendo esta maravilla, pero luego pensé que me saldrán muchos granos; así que, era preferible que no. Así uno entraba en calor con total facilidad. Desde mi postura observaba la pequeña ventana. Copos de nieve decoraban el cristal. Sí, estaba volviendo a nevar. Quería verlo de nuevo.

—Vuelvo enseguida, chicos.

Poupou voló para apoyar sus patas en mis hombros porque tenía intención de acompañarme. No me iba a pasar nada. Solo iba a estar fuera por un rato. Abrí un poco la puerta y el aire frío se coló tan rápido que tuve que cerrar a toda prisa. Pues sí que se notaba que hacía más pelete que antes. Caminé un poco para estar al centro del barco y elevar mi cabeza para ver los copos de nieve caer. Estaba fascinada. No tuve la oportunidad de ver algo así.

—Tu cara me indica que nunca viste nevar, poupou.

—Sí. El lugar donde nací, ya cuesta ver algo así. La última vez que vi nieve fue cuando era pequeña. Unos tres años tendría.

—Es mucho tiempo, poupou.

—Y verlo de nuevo, me trae nostalgia —comenté.

Estiré mis manos dejando caer un copo de nieve. Este era enorme. Tenía forma de estrella, además era bonita para mi gusto. Si hubiera sol, era posible que se derritiera en mis manos. Que sensación tan maravillosa estaba teniendo.

—La belleza del hielo no se iguala con ningún otro.

Me sobresalté al escuchar una voz que no me era familiar. Mi cabeza se alzó automáticamente para encontrarme a un hombre. Tendrá la misma estatura que Zoro. Su vestimenta era de cuero que cubría todo su cuerpo, decorado con cintas que lo hacían ver tenebroso, unas botas negras y altas que le llegaban hasta las rodillas, y una capa blanca. Sus cabellos eran del mismo color que la nieve y sus ojos daban mucho miedo porque eran lechosos. Parecía sacado de una película de vampiros.

—Ni el poder del amor tampoco.

—Por tus pintas me da la sensación de que eres un Antiguo.

—Mi nombre es Mero, señorita. También conocido como el demonio del amor.

Noté a Poupou tensarse porque estaba claro que teníamos enfrente a un enemigo muy peligroso.

—¿Has venido para combatir? —pregunté.

—No, vine a por vos —respondió. Su forma de hablar era de un caballero. Bueno, me recordaba un poco a Mihawk. Espera, ¿a por mí?

—¿También quieres acabar con mi vida como tus hermanos?

—Mis intenciones son otras. ¿Cómo voy a matar a un ser tan espectacular como vos? Además, vuestro corazón está vacío como el mío.

—Laura, vamos adentro, poupou —me suplicó el libro-búho.

—No sé a qué te refieres.

—Confusión se refleja en tu ser. En lo más profundo de tu corazón no paras de preguntarte porque sigues estando sola. —El demonio decidió descender para tocar el suelo con sus botas. Estaba a un metro de distancia—. Yo puedo rellenar vuestra soledad.

—No necesito la ayuda de nadie —aclaré.

—No lo niegues. Conmigo estaréis segura.

No estaba entendiendo los propósitos de ese demonio. No obstante, me sentía un poco pesada, casi adormecida. Mi visión se nublaba a cada momento. Ya no tenía control sobre mi cuerpo porque empecé a caminar sola hacia él. Y Poupou sujetaba la gorra del abrigo para detenerme.

—¡No vaya con él, poupou!

—No estorbes este gran encuentro.

De repente, los ojos del demonio brillaron como la luz de la luna y convirtió a Poupou en un cubito de hielo. El pequeño cayó al suelo congelado completamente. Yo intentaba gritar, pero mi cuerpo no reaccionaba. ¿Qué me hizo este maldito? Mero estiró su mano para que yo la tomara. Yo me estaba negando. Gritaba a mi cuerpo que no hiciera caso a ese estúpido, pero ya era demasiado tarde. Tomé su mano y él me atrajo al suyo. Una sonrisa suave se formó en sus labios. A ver, no negaba que era atractivo, ¡pero era nuestro enemigo!

—Llenaremos nuestro corazón vacío y estaremos juntos por siempre. Yo te daré mi amor absoluto. Un amor que nadie podrá darte. Y, por fin, conseguiré mi mayor felicidad. Ser feliz con la persona que más amo y admiro.

Yo no podía decir nada. Estaba como hipnotizada. Era consciente porque escuché sus palabras. Tal vez era su intención. De repente, una nube de polvo en nieve nos cubrió a ambos. Él poco iba desapareciendo y yo caí en aquella oscuridad que conocía anteriormente.

Palabras o expresiones canarias.

1. Solajera: que haya mucho sol.

2. Cholas: las típicas zapatillas o chanclas para estar en casa o ir a la playa.

3. Piña canaria: también conocida como la mazorca de maíz. 

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