Capítulo 25. El demonio de la lava
Calor. Que agradable sensación. Poco a poco iba abriendo mis ojos teniendo la sensación que ya amaneció. Mi cabeza estaba apoyada en algo peludo. Me acomodé y me di cuenta que me la tenía colocada en el pecho de Lucci. ¿Estuvo toda la noche transformado? Su mano era una especie de manta cubriéndome del frío nocturno. Ambos estábamos desnudos y yo no me atreví a mirar abajo por vergüenza. Mis ojos pardos se centraron en el exterior viendo un poco de claridad, pero seguía lloviendo. Estaba claro que nunca iba a amainar.
Estiré mi cuerpo todo lo posible, dispuesta a seguir caminando. La hoguera ya estaba apagada y, seguramente, la ropa estará seca. Aunque era una tontería por volveríamos a mojarnos como ayer. No tuve problemas en levantarme o apartar la zarpa de Lucci. Mi ropa interior estaba colocada en una roca junto con los suyos. ¡Ah! También estaban mis gafas que eso no se me olvide. Empecé a vestirme un poco adolorida por lo ocurrido de ayer. Ese condenado me dejó unas marcas no comparables con las de Zoro.
Estaba tan distraída que no escuché a Lucci acercarse y con un único brazo a abrazarme. Aún estaba transformado en su forma híbrida. El asesino empezó a lamer todo mi cuerpo, mientras ronroneaba cual felino mimoso. Mierda, no me estaba dejando tranquila para que pudiera vestirme sin ningún problema. Lamidas en mi espalda, en mi rostro...
—Lucci —lo llamé—, deja que me vista.
Le pedí amablemente, pero el condenado seguía. Mira que yo era una amante de los animales, pero esto era demasiado. El gato gigante ignoró mi comentario. Sus garras casi se clavan en mi piel a lo que me quejé un poco de dolor. ¡Vale, se acabó! Golpeé su estómago con fuerza y voló hacia la pared no haciendo un agujero enorme. Gruñó por lo bajo el hombre mirándome confuso.
—¿Te lo advertí o no te lo advertí, tolete? —pregunté, añadiendo un poco de insulto cariñoso.
—¿No te gustaba?
—¡No soy un chupa chups!
—Para mí si lo eres —añadió. Lucci volvió a su estado normal, mientras caminaba en dirección mía. Aunque hizo un ademán de coger su ropa y no a mí—. Y muy apetitosa, por cierto.
—Deja de decir estupideces, ¿quieres? —comenté.
¡Ay, que calentito! Pero eso iba a acabar cuando salgamos de aquí. Miré un poco el exterior. La lluvia no era densa y fuerte. Una lluvia normal y corriente sin fuertes vientos. Estiré el brazo para que gotas cayesen en mi mano. Fría y agradable percibí. No estaba muy segura si Zorn estaba dormido o seguía espiándonos. Será mejor irnos cuantos antes y encontrar a los otros. Ya Lucci preparado, decidimos salir de la cueva y explorar un poco. Solo esperaba que Nami y compañía estuviesen bien en el barco. Los otros podían cuidarse por su cuenta.
Bueno, exceptuando a Zoro que ese era capaz de perderse hasta los confines del universo. Me coloqué la gorra de mi pulóver y seguía los pasos de Lucci. Espero que su orientación sea buena y pudiéramos volver al barco. O, mejor aún, encontrar a los chicos. De repente, escuché un grito muy cerca de nosotros y unos pasos gigantescas avanzaban. Dime, por favor, que no era un monstruo. Estábamos en una zona bastante amplia y cualquier criatura podría aparecer.
Y de los arbustos salió Luffy junto con Cracker, Sanji y Zoro que estaban huyendo de la serpiente que golpeó Lucci ayer. Pero ¿por qué huían si podían enfrentarse a ella perfectamente? Yo los miraba con cara de asombro, sobre todo, al hombre de las coletas. Sin embargo, parece que el chico del sombrero de paja se cansó de huir y golpeó a la serpiente estirando una de sus piernas. Vaya patada que se comió la amiga porque, literalmente, voló por los aires. El joven muchacho suspiró aliviado que cayó de rodillas junto con los otros. Yo miré a Lucci y él a mí. Sí, asombrados nos habíamos quedado.
Cracker recuperó aire inmediatamente con la mirada fija donde voló el bicho. Pero sus ojos rosas se clavaron en mí. Su cara de enfado cambió a una de felicidad absoluta. No me dio tiempo a reaccionar porque el desgraciado me abrazó con tanta fuerza, que casi me dejaba sin aire.
—¡Oh, Princess! ¡Me alegro que estés bien! —vociferó el grandullón.
—¡Cracker! ¡Suéltame! ¡Que no respiro! —exigí.
—¡Es Laura! ¡Y el tío de la paloma! —exclamó Luffy, señalándonos.
Y otra vez la cara de Cracker cambió cuando escuchó el mote que siempre le ponía Luffy, ya que tenía problemas de acordarse de todos los nombres del universo. Miró al nombrado con una cara de celos, pero este estaba tranquilo en su sitio. No estaba haciendo nada indebido. Cracker me dejó en el suelo dejando que Sanji saltara de alegría en verme, mientras que el peli-morado se acercaba peligrosamente al moreno. Inclinó un poco su cuerpo hacia delante para estar a la altura del rostro.
—¿Desde cuándo estáis juntos?
—Desde ayer, y te puedo asegurar que fue la mayor experiencia que he tenido en mi vida —añadió, muy tranquilo.
—¿Qué me quieres decir con eso? —gruñó.
Un momento, recordé una cosa. Si ambos peleasen, era probable que ocurriese lo mismo de ayer. Calma, Laura. No te enfades. No hagas salir tu ira. Me interpuse entre ellos dos de inmediato.
—Nada de peleas, ¿de acuerdo? —aclaré con un tono suave—. Y eso va hacia ustedes, Zoro y Sanji.
—No me pelearé porque lo dices tú, Laura-chan.
—Cocinero pervertido —chasqueó la lengua Zoro. Ya empezamos.
—¡¿Qué has dicho, marimo de mierda?!
—¡Nada de peleas he dicho! —exclamé esta vez, pero sin enfados alguno—. Si peleamos, ocurrirá lo mismo que ayer. Zorn, el demonio de la ira, absorbe nuestra energía y se vuelve más fuerte —les iba explicando para que entendieran la situación—. ¿Os acordáis del primer enemigo, Gura? Pues es lo mismo, pero con la rabia.
—¿Y si me tengo que enfadar por hacernos volar? —preguntó Luffy con un puchero.
—Te aconsejo que no lo hagas.
—Con razón nos pedías a mí y al marimo que parasemos —dijo Sanji, mientras intentaba encender un cigarro—. Mis disculpas, Laura-chan.
—No hay problema. Ninguno de nosotros sabíamos lo que podría hacer ese Antiguo.
—Nosotros, pero mi hermano y los demás no —aclaró Cracker.
—Por eso, dejemos de lado nuestras rivalidades y demás, y colaboremos todos juntos. Sin enfados, sin nada por el estilo.
Los cinco hombres se miraron entre sí y aceptaron mi propuesta. Genial, entonces no debería preocuparme. Les dije que siguiéramos a Lucci porque él tiene un olfato un poco más desarrollado que nosotros, a causa de su fruta del diablo. Y, claro, vigilar a Zoro para que no se separase del grupo porque en cualquier momento desaparecería así sin más. Por eso, me puse detrás para no perderlo de vista y que ocurriese una desgracia. Cada vez el bosque se volvía más densa y la lluvia no favorecía para nada. Mini cuevas había por los alrededores y ninguna señal de vida.
Ruidos escuchaba, provenientes de esos animales tan peligrosos. No estaba acojonada. Para nada. Solo quería salir de esta isla cuanto antes, pero estaba muy segura que Zorn nos lo iba a impedir. Vamos, chicos. ¿Dónde os habéis metido? De repente, sentí algo caer en mi cara que reaccioné gritando como nunca. Pensaba en lo peor: ¡una cucaracha! Encima era enorme. No quería ni tocarlo por miedo a que sea eso. Sin embargo, olía a papel mojado de un libro, y el único que conocía era Poupou. Apoyé mis manos en la cosa notando un poco de arrugado y lo aparté poco a poco. Efectivamente, era él.
—¡Me alegro de verte, poupou! —exclamó con lágrimas en los ojos y otra vez se abalanzó sobre mi rostro, no queriendo soltarme.
—¡Poupou, que me asfixias!
—Estaba tan asustado en este sitio junto con Hattori, poupou. Y menos mal que sabemos volar porque no queríamos que nos comiese un animal, poupou.
Mencionó a la paloma que se colocó encima de su compañero fiel. Ambos no parecían estar heridos y eso me aliviaba mucho. Un momento. ¿Qué le comiesen? ¿Los libros se comen? Bueno, si era una cabra, era posible.
—Veo que falta más gente, poupou.
—Estamos buscándolos —le informé.
—Oye, ¿y si me subo al árbol? —preguntó Luffy. Espera, ¿acaba de dar una idea?
—No sería una mala idea —dijo Zoro mirando las copas de los árboles—. Pero tendrías poca visibilidad al haber tantas hojas.
—Katakuri es grande —añadió—. No creo que será difícil encontrarlo.
Me estaba sorprendiendo con Mugiwara. ¿Este era un impostor o era el verdadero? Dudas surgían en mi cabeza, pero vamos a darle una oportunidad. Luffy estiró los brazos para llegar a una de las ramas. Yo le dije que tuviera cuidado en no clavarse una astilla y que luego tengamos problemas. Marco y Chopper no estaban con nosotros. Mi mirada estaba fija en el muchacho que se columpiaba como un verdadero mono. Bueno, eso hacía referencia a su nombre completo.
Luffy se encontraba en lo más alto del árbol, casi difícil de verlo. Solo esperaba que encontrase algo relevante y que nos indicase a donde ir. Por cierto, ¿cómo será Zorn? Será un bicho feo y repulsivo, seguramente. Poupou sabrá cómo será ese Antiguo. Con la lluvia será difícil escuchar a Luffy. Él debería gritar a pleno pulmón. Y como si me hubiera escuchado, oí decirle: «¡hay fuego azul al norte!». ¿Fuego azul? La única persona que tenía esa habilidad era Marco. Al norte, ¿no? El muchacho bajó del árbol de un buen salto para correr hacia allí. No era buena idea seguirlo, pero no había otra opción.
Corrimos como pollos sin cabeza no sabiendo perfectamente si íbamos bien. Solo esperaba no perdernos. Y otra cosa: ¿estarán en peligro? ¿O era una forma de llamar nuestra atención? Los dos podrían valer, pero esperaba que fuese la última opción. Poupou voló a toda velocidad para no perder de vista a Mugiwara, pero a una velocidad donde todos podríamos seguirle. Él era un búho, una rapaz con una visión increíble. Mis pulmones pedían a gritos que parase y tomase aire, sin embargo, no hacerlo porque no quería perderlo de vista. Rezaba por todos los dioses que no les haya pasado nada.
Habíamos salido de ese denso bosque encontrándonos con una zona descampada. No había muchos árboles, simplemente charcos provocados por la lluvia y unas cuantas rocas. Algunas pequeñas y otras grandes. Y ahí estaba el resto. Me alivié que estuviéramos todos. Las llamas que provocaba Marco no se extinguían y fue una gran idea avivarlas para que pudiéramos encontrarlos. Sanji corrió hacia donde estaba Robin para revisar que estuviera bien. Era un exagerado y un mujeriego de mucho cuidado. No faltaba nadie, ¿verdad? Estábamos todos sin contar a los chicos que estaban en el barco.
Había algo que no me cuadraba. Zorn no nos atacó. Ni siquiera echó a los usuarios de la fruta al océano para que se ahogasen. ¿Qué estaba tramando? La zona era un buen sitio para atacar, es decir, una especie de campo de batalla. Era mejor al Thousand Sunny cuanto antes, pero el problema era cuanto tiempo teníamos que estar en esta isla. De repente, sentí una presión por todo mi cuerpo. La lluvia y el viento se volvía más densa que antes. Miré a mi alrededor a ver si encontraba al responsable. Al girar mi cuerpo completamente me congelé en mi sitio. Una criatura con colmillos sobresalientes, cuernos prominentes, cuerpo cubierto de roca y magma, cola y alas de demonio, y sus ojos eran rojos como la sangre.
Zorn, el demonio de la ira.
El Antiguo esbozó una gran sonrisa provocando que cayese saliva en el suelo. Esa sustancia era lava porque hizo un agujero. Dios, no podía creer que tuviésemos que enfrentarnos a alguien con la misma habilidad que Akainu. Hasta Luffy se tensó al recordar ese momento doloroso en aquella pelea para rescatar a Ace. O la cicatriz que le provocó ese marine.
—Bienvenidos a mi isla, mortales —saludó. Su voz era áspera y gruesa—. Debo disculparme por lo sucedido de ayer. Pero no pude evitar emocionarme al sentir vuestra rabia.
—Parece que no nos dejará irnos —murmuró Sanji.
—En eso estoy de acuerdo —habló Marco con la mirada fija en el enemigo.
—Tengo ganas de jugar para que probéis mi verdadera fuerza —vociferó Zorn.
Cuando dijo eso, el primero en atacarlo fue Luffy quien estiró sus brazos para realizarle un ataque bastante fuerte. Lo golpeó, pero este no se inmutó de su sitio. Él esbozó una gran sonrisa de pura satisfacción. Un puñetazo propinó en el rostro del muchacho y su cabeza se estiró tanto que chocó con una de las rocas que estaba plantada ahí. Esto no era bueno. Parecía muy poderoso. Pero la cabeza de Luffy volvió, golpeando con fuerza todo el cuerpo de Zorn. No funcionaba. Su cuerpo parecía estar de acero. De su puño creó lava y menos mal que el chico reaccionó porque el Antiguo lo lanzó contra él. Todos lo esquivamos a tiempo.
Realmente esto iba a ser complicado. Robin ni siquiera se atrevía a tocarlo por el magma que desprendía su cuerpo. Era una criatura que había que tener mucho cuidado. Cracker invocó a sus guerreros de galleta para que se enfrentaran a él sin dudarlo. Zorn medía unos dos metros cincuenta y los guerreros eran mucho más grande, pero no fue problema porque su cuerpo desprendió aire caliente que destruyó por completo a la creación del peli-morado. Sus elementos principales eran viento, agua y lava, que combinándolos eran mortales. Definitivamente, era un enemigo muy duro de roer.
—¿Qué pasa? ¿Ya os cansasteis? —preguntó con un toque de humor.
—No os acerquéis a él, poupou —recomendó el libro-búho.
—¡No vamos a quedarnos de brazos cruzados! —vociferó Sanji que corrió hacia él con rabia.
—¡Sanji, no te enfades! —le advertí.
Pero fue demasiado tarde porque el aura que emanaba el pelirrubio no era nada bueno. Zorn esbozó más la sonrisa y su cuerpo producía esa misma aura. ¿Estaba absorbiendo su poder? Sanji estuvo a punto de realizarle un Diable Jambe, pero el Antiguo fue muy rápido imbuyendo uno de sus brazos de Haki de armadura. Un color rojizo como la lava que contrarrestó el ataque y aprovechó para expulsarlo con aire caliente. Las ropas del cocinero empezaban a quemarse, pero la lluvia favoreció a que se extinguiera. Esto no me gustaba para nada. Sus alas se agitaron con entusiasmo de probar más enemigos.
—Ese idiota se está burlando de nosotros —comentó Smoker.
—Ustedes no sabéis nada, pero no tenéis que enfadaros delante de él.
—¿Por qué no, Laura-san? —preguntó Brook.
—Sanji emitió un aura en su cuerpo asimilando rabia. Y Zorn hizo igual porque lo estaba absorbiendo.
—Cuanta más irá, más fuerte se hace —dijo Robin—. Es un enemigo impresionante.
—Hay que estar calmados, poupou. Pensar con cabeza, poupou.
—Oh, si no os enfadáis, no será divertido —vociferó el demonio con un tono de aburrimiento.
Nos estaba tentando en hacerlo, pero no íbamos caer tan fácilmente. O eso pensaba cuando Luffy volvió a lanzarse contra él para asestarle otro golpe. Este muchacho era estúpido. Si seguía peleando acumulando enfado, Zorn se volvía más fuerte a cada momento. El demonio iba a escupir lava por la boca, no obstante, Katakuri le dio tiempo en coger a Luffy y salvarlo, gracias al poder del mochi.
—No hagas ninguna estupidez, Mugiwara —le advirtió.
—Sois bastante interesantes —comentó Zorn—, pero solo tengo interés en cierta persona. ¡Tú! —Su dedo me apuntó—. ¡Princess Laura! Mataste a mis hermanos y seré yo quien acabe con tu vida.
—¡No vas a tocar un pelo a...!
Tuve que posar la mano a Sanji para que se mantuviera callado y que no se enfadara en ningún momento. Yo me decidí dar unos pasos al enfrente no temiendo a lo que me iba a enfrentar. Era un enemigo más a quien debía derrotar. No había nadie que lo hiciera. Su cola agitaba con mucho entusiasmo al saber que pelearé. Desconocía sus intenciones, pero estaba claro que no iba a permitir que alguien como yo viviese más tiempo.
—¿Dónde está ese poder que sentí hace días? —me preguntó—. No pareces ser esa chica que destruyó a mis hermanos.
—Pues soy esa chica —le confirmé.
—Si lo eres, enfádate.
—No cumpliré ese deseo tuyo —le advertí, poniéndome en posición de ataque y defensa.
—Entonces no tendré más remedio que obligarte. —Sacudió con tanta fuerza su cola en el suelo, que este último empezó a temblar.
Esto era una especie de terremoto provocado por el demonio. Miré a mi alrededor y observé que la tierra se estaba resquebrajando. Una gran distancia me separaba de los chicos. Si intentase dar un salto, lo más probable es que cayese en la lava. Eso era una advertencia de que no se acercasen.
—¡Qué comience la pelea!
Ahora debían confiar en mí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top