Capítulo 22. Brillante como el sol
Caí inconsciente protegiendo a Princess. La herida seguramente que era grande, pero no me importaba. Sin embargo, noté una extraña calidez por todo mi cuerpo. Era agradable en todos los sentidos. Mis ojos se iban abriendo poco a poco encontrándome a Poupou encima de mí y con una mirada perpleja y asombro. ¿Dónde estaba ella? La busqué con la mirada, pero me quejé por lo bajo al sentir ese quemazón en mi pecho. Si mis hermanos me hubieran visto, no darían crédito. Y lo hice por ella. Princess no se merecía morir pronto. Y sé que no sería el único que la protegería de esa manera.
Mi cabeza se giró un poco al sentir esa luz que no era para nada molesto. Mis pupilas se iban acostumbrando ante esa aura. Una figura humana se postraba ante los dos Antiguos, y estos la miraban con mucho miedo. ¿Quién era? No lo visualizaba bien. Pero por sus ropas me resultaba tan familiar. Hasta que agrandé mis ojos dándome cuenta de quién era.
Princess Laura.
Su cuerpo desprendía de una energía pura, como el sol, y sus cabellos se movían dando cierta vidilla en ellos. Estaba viendo un ángel ante mis ojos. Una criatura dispuesta en acabar el mal que se cernía en esta sala. Y por un momento vi que sus ojos pardos no tenían vida, estaban en blanco y brillando. No sé qué ocurrió porque me había perdido lo importante para que se pusiera así. Sin embargo, el único que podía saber algo era Poupou quien aún estaba postrado en mi vientre. Me senté a regañadientes aun sosteniendo la mano en mi herida y aleteó sus alas asustándose un poco.
—Pensé que estabas muerto, poupou.
—No —respondí con dolor—. ¿Qué ha pasado?
—Laura reaccionó mal ante tu caída, poupou. Se quedó helada y yo le gritaba de huir, poupou —comentaba—. Pero dio un grito desgarrador liberando ese poder aural que estás viendo ahora mismo, poupou. Nunca había visto nada igual, poupou.
—Yo tampoco.
—¿Ella es usuaria de una fruta del diablo, poupou?
—Que yo sepa, no. Ella sabe nadar —jadeé con dificultad.
Ambos estábamos confusos ante la situación que estábamos viviendo. Princess no se percató de que me moví. Ella estaba centrada en esos dos enemigos que no paraban de temblar. Miedo se reflejaba en Vertrauen y, me supongo, que en Wahr. Esa luz era agradable. Tanto que ya ni sentía dolor al mirarla. ¿Qué te estaba pasando, Princess?
—No puede ser —farfulló Vertrauen—. Al fin, lo despertó.
—¡Es una humana! ¡Podemos matarla!
—¡No, hermano!
Wahr hizo caso omiso al otro porque corrió hacia ella con la espada alzada, dispuesto a arrematar de un solo golpe. Ella, con mucha calma, alzó su brazo para flexionarlo hacia atrás y formó un puño. No. No podía permitir que le pasase algo. No obstante, Princess lo esquivó sin ninguna dificultad, como si hubiera predicho su movimiento y lo golpeó con todas sus fuerzas. No era un puñetazo cualquiera; atravesó su puño por su armadura partiéndolo a la mitad. Esa fuerza monstruosa nunca lo había visto porque, aparte de eso, salió aire de ese golpe destrozando por completo unas cuantas estatuas y la pared misma. Un golpe devastador que ninguna criatura podría aguantar.
Wahr se convirtió en polvo, literalmente. Unas motas de luz brillante que significaban purificación. Ahora quién temblaba de miedo era Vertrauen. El Antiguo caminaba hacia atrás no atreviéndose a atacar a Princess. Ella mostraba un rostro calmado, pero con el ceño fruncido. ¿Molestia? ¿Rabia? Eran sentimientos que ni yo mismo sabía cuál demostraba. Cada paso que daba el suelo se rompía por la presión de sus pies. Estaba claro que iba a acabar con el enemigo de un solo golpe, como hizo con el anterior.
—¡¿Cómo es posible que lo hayas despertado?! ¡Tú, una humana común, no deberías tener el poder de ella!
¿Ella? ¿De quién demonios estaba hablando? Tenía la sospecha de que Vertrauen sabía algo más. Y seguramente que Princess no estaba consciente de sus acciones. Era como si estuviera cegada por vengarse de mi muerte. ¿Qué era lo que dije? ¿Yo le importaba? Con ese pensamiento no pude evitar sonrojarme un poco, pero sacudí mi cabeza quitando esa idea. Ambos mantenían una distancia de un metro y ninguno se movía de su sitio. El Antiguo aún temblaba de miedo y estaba muy seguro que iba a planear un ataque contra Princess. Mi Haki de observación pudo predecir su movimiento lanzándole un rayo proveniente de sus dedos, pero ella lo esquivó solo moviendo la cabeza a un lado.
Esta batalla se estaba poniendo muy interesantes, pero ¿hasta cuándo soportaba ese poder? Mugiwara, en su forma Gear Fourth, solo aguantaba diez minutos de su transformación. De un movimiento rápido, que ni yo mismo alcancé a ver, ella tomó del cuello a Vertrauen asfixiándolo con todas sus fuerzas. El Antiguo intentaba liberarse, pero era en vano. Y un golpe más impactó en el estómago del demonio, donde este solo gritó con dolor y poco a poco se convertía en polvo también. El lugar se llenó de esa luz que tanto habíamos visto con los enemigos anteriores, señal de que todo había acabado.
No daba crédito que Princess volviese a acabar a otros dos Antiguos, pero esta vez gracias a un poder que ni yo mismo había visto cuando me enfrenté a ella junto con Mugiwara. Esa aura que la rodeaba se extinguía poco a poco y sus cabellos dejaron de tener vida. Y por un momento vi que su cuerpo, antes en un estado casi delgado, volvía a su estado normal. ¿Ese poder hacía que por unos segundos o minutos estuviera delgada para tener más fuerza que nunca? Eso ocurría con Mugiwara, pero más musculoso y dependiendo su transformación. El canto de unos pájaros escuché a la lejanía, al igual que murmullos de la gente preguntándose qué había pasado. Eso significaba que el poder de Vertrauen había desaparecido. Nadie estaba bajo la influencia de ese ser.
De pronto, Princess cayó al suelo desmayándose por completo. Miedo sentí en mi ser creyendo que había muerto. Me costó levantarme de mi sitio y Poupou fue en dirección hasta ella para comprobar que por lo menos respirase. «Está bien», me dijo. Me relajé, pero no bastaba para impedir que me acerque a ellos y asegurarme de que sus pulsaciones eran normales. Me quejaba sí. Lo soportaba, sí. Estas heridas no me lo iban a prohibir. Ya estaba a su lado y me arrodillé, colocando mis dos principales en la vena de su cuello, donde pasa la sangre. Había pulsaciones. Eso era bueno.
¿Qué te había pasado? Esa pregunta no sabrías responderla, ¿verdad? Claro que no. Ni ella misma lo sabrá. Pasos escuché en la entrada grande y mis ojos visualizaron al marine, al miembro del CP0 y el ex-comandante de Barbablanca aproximarse. Sí, todos volvieron a la normalidad algo que me aliviaba mucho y a Princess también. El pelirrubio voló con mucha prisa a nuestra dirección para atender mis heridas, pero lo detuve cogiendo su muñeca.
—Atiéndela —le dije—. Yo estoy bien.
—¿Te crees que voy a hacerte caso sabiendo que eres el único que tiene una herida grave en el estómago? —me reprochó.
Está bien. No tuve más opción que dejar que me cure gracias a sus habilidades de la fruta del diablo. Un chasquido escuché y vi a Smoker arrodillarse también, y tomando las pulsaciones de Princess. Al igual que yo, se relajó, pero aún seguía manteniendo su ceño fruncido.
—¿Qué demonios ha pasado?
—Es difícil de explicar, poupou —habló la criatura—. Pero lo importante que fueron eliminados, poupou.
—El lugar desprende luz y paz. —Lucci miraba al techo y luego cerró los ojos—. Es como si hubiera pasado por aquí una calamidad para castigar a los enemigos.
—Algo así, poupou.
—¿Algo así? —repitió Smoker.
—Todo esto lo hizo Princess, ¿verdad? —preguntó Marco, acabando de curarme, así que se lo agradecí por lo bajo.
—Sí. Yo caí inconsciente, pero recobré el sentido al sentir una energía desprendiendo el entorno —iba explicando—. Al girar mi cabeza, me encontré a Princess de una forma diferente que nunca imaginé. Sus ropas le quedaban más holgadas que antes, un aura de luz dorada rodeaba su cuerpo, sus ojos estaban en blanco y sus cabellos parecían tener vida. Y sus reflejos eran más fuertes que antes. De un golpe acabó con los dos Antiguos.
—Ese poder lo activó cuando creyó que Katakuri estaba muerto, poupou.
—¿Fruta del diablo?
—No lo sé, Lucci —dije. Me levanté lentamente y solté un suspiro—. Será mejor marcharnos y reunirnos con los demás.
Asintieron todos y el marine la cogió en brazos. Yo estaba dispuesto a hacer lo mismo, pero no estaba en condiciones de hacerlo. Salimos con la esperanza de encontrarnos con los demás. La iglesia estaba llena de gente que se quitaba los hábitos y gritaban felices al no sentirse influenciados por uno de los Antiguos, y eran buenas noticias. Nos hacíamos los locos para no llamar mucho la atención. Pero mis ojos granates buscaban a los otros miembros de la tripulación por si había alguna señal. Y nada. No podía ser que hayan desaparecido así sin más. No obstante, todo ese cambió al ver cierto muchacho gritar: «¡¿dónde está ese calvo?!».
Era Mugiwara quien buscaba desesperadamente a uno de los Antiguos subiéndose por los tejados. Estaba claro que estaba muy cabreado. Ese idiota y su impulsividad. Y a la lejanía estaban los otros junto con el espadachín. Fue el primero en vernos, o más bien a Princess que corrió. Luego fue seguido por sus compañeros.
—Dios mío, Laura —ahogó su pena la navegante.
—¡Rápido! ¡Necesita un médico!
—El médico de aquí eres tú, Chopper. Aunque también Marco lo es —dijo el narizotas con la mirada dirigida al pelirrubio.
—Ella está bien. Lo único que está inconsciente. Para ello, debemos volver al Thousand Sunny para que descanse.
—¡¿Derrotó a los malos?! —preguntó Mugiwara en un estado de emoción—. ¡Laura es genial! —exclamó.
—¡Super! —gritó el robot que caminaba en dirección nuestra junto con mi hermano Cracker. Me alegré que estuviera bien—. ¡Sabía que lo conseguiría!
—¿Estás bien, hermano? —me cuestionó con tono preocupante.
—Solo es una herida. No te preocupes.
Agradezco su preocupación. Era mi hermano, al fin y al cabo. Ahora nuestro deber era llegar al barco y que Princess descansase cómo era debido. Todos estábamos a salvo. Cuatro Antiguos derrotados gracias a ella. Solo faltaban unos cuantos más para llegar a mi madre. Éramos fuertes, pero no bastante. La única que podía hacer algo era ella con ese poder tan extraño. Tal vez en un futuro lo podamos saber. Era un misterio que debía resolverse muy pronto. Ningún pueblerino sospechaba que fuimos los responsables de la destrucción de los dos Antiguos. Fue una oportunidad de largarnos de ahí.
Thousand Sunny no le había pasado nada. Era un alivio para todos nosotros. Fue la mejor idea que habíamos tenido de alejarnos del barco para que no lo destruyesen o nos detectasen, aunque este último fue en vano. Ya subidos el hombre robot subió en ancla e izaron las velas. El viento soplaba a nuestro favor y dentro de poco ya estaremos lejos de la isla. Yo tuve que sentarme un momento para respirar y calmar un poco mi herida que aún no estaba sana del todo, mientras que el marine llevaba a Princess a la sala de enfermería. Quisiera ir para estar cerca de ella, pero el pequeño reno me detuvo, trayendo unas vendas y un botiquín. Mi herida estaba cerrada, pero no cicatrizada del todo.
Mugiwara no paraba de molestarme, preguntándome como fue el entrenamiento de la chica con los Antiguos. Solo expliqué lo mismo que les dije a los otros. Algunos no se lo creían, y otros se quedaron mudos. Poupou se apoyó en mi hombre dándome la razón del mundo. Yo nunca había mentido. Y nunca lo haré. Ese estado de Princess fue único, hermoso y destructivo. Cómo dije, era ver a un ángel vengativo. La ex-pareja de mi hermana Pudding comentó que cocinará algo delicioso para recuperar fuerzas para la siguiente batalla. Pero yo no estaba conforme con eso. Ya con las vendas puestas, pues me levanté para dirigirme a enfermería junto con el libro-búho.
No estaba muy lejos. Apoyé la mano en la puerta e iba abriendo poco a poco, encontrándome a Marco colocando una toalla húmeda en la frente de la chica. Aún no había despertado y eso me preocupaba. Él me miró, dedicándome una pequeña sonrisa. ¿Por qué estaba tan tranquilo? Yo no lo estaría para nada.
—¿Preocupado? —me preguntó.
—Deberías estarlo también —le reproché.
—Y lo estoy. Pero ahora ella está durmiendo —dice. Su mano acariciaba los cabellos de la chica—. ¿No ves que está sonriendo? Debe estar teniendo un sueño bonito.
Era cierto. No me había dado cuenta de ello. Entonces, supongo que debía relajarme por completo. Poupou voló, apoyando las patas en el vientre de la chica para estar más cerca de ella y estar muy seguro de que no le pasará nada.
—Veo que tu intención es quedarte esta noche con ella —comentó Marco. Me sacó de mis casillas no creyendo que ese hombre lo hubiese adivinado.
—¿Hay algún problema con eso?
—No la hay. De hecho, es comprensible que quieras estar con ella. Al fin y al cabo, eras el único que estaba ahí —iba explicando sus motivos—. Si estuviera ahí, yo hubiera hecho lo mismo.
—Gracias, Marco —agradecí.
—Gracias a ti por haber estado ahí.
Sin más dilación se retiró de la sala dejándonos solos con ella. Yo cogí una silla para sentarme cerca de ella y mirarla bien. Se veía tan tranquila. Necesitaba tocarla. Y el guante era un incordio por lo que me lo quité y mis dedos grandes acariciaron con mucha delicadeza su mejilla derecha. ¿Cómo era posible que yo, un comandante sweet de la tripulación de mamá, se haya enamorado completamente de una mocosa? Siempre había una historia detrás de esa gran pregunta. Todo esto ocurrió cuando Cracker fue derrotado por Mugiwara y él, en el hospital, me comentó que nunca había visto a una chica con un carácter atroz y una fuerza increíble.
Si era verdad que habían mujeres capaces de llegar muy lejos entrenando o que tenían una fuerza espectacular, como mamá. Pero Cracker cayó en esa tentación de ofrecerle matrimonio porque se enamoró completamente. Al principio nunca le creí, pero no era mentira. Cada puñetazo que daba; cada insulto a mis hermanos; el valor que tuvo al enfrentarse a mi madre y no tener pelos en la lengua, me empezó a gustar mucho. Todo eso junto con su cuerpo la hacían ver una mujer con carácter fuerte y segura de sí misma. Menos de su físico. Pero era comprensible. Yo estaría igual. Refiriéndome a mi rostro, obviamente.
Y todo cambió cuando estuvimos en aquel parque acuático. Me sonrió. Una muestra de confianza y autoestima en mí. Ojalá ella pudiera hacer lo mismo con el suyo. Era pequeña en comparación conmigo, pero eso no quitaba la belleza que desprendía. Seguía acariciando su mejilla queriendo que despertase. No me iré hasta que despierte. Ni siquiera tenía apetito.
Ojalá pudiera abrirme y expresar mis sentimientos hacia ti.
El sueño me dominó toda la noche que me desperté un tanto incómodo. Normal, me quedé dormido sentado en la silla y la mitad de mi cuerpo estaba acostado en la cama sin aplastarla. No sabía qué hora era. Aún no había despertado de su letargo sueño. Esa energía que sacó de sus entrañas debió de agotarla mucho. Me tentaba a acariciarla nuevamente. Sentir esa piel que me gustaba demasiado y que daban ganas de morder. Pero me contuve porque Princess empezó a moverse de la cama. Poco a poco empezó a abrir sus ojos pardos y yo sería lo primera que vería. Eso había sonado engreído en mi cabeza.
Sus ojos se cerraron y los volvió a abrir de golpe, como no creyendo lo que estaba viendo. Lágrimas comenzaron a aparecer. Unas lágrimas que no sabía si eran de tristeza o de alegría. De pronto, mi corazón se volcó cuando Princess me abrazó con todas sus fuerzas. Sus brazos no eran lo suficiente largos para dar un abrazo por completo, pero estaba sonrojado. Menos mal que llevaba puesto mi bufanda.
—¡Pensaba que te habían matado! —confesó, no dejando de llorar desconsoladamente—. ¡Pensaba que te mataron por mi culpa!
—¿Piensas que unos seres como esos me iban a derrotar con facilidad? He peleado con mil hombres, Princess. Y creo que lo sabes de sobra.
—¡Pero es que no reaccionabas a mis reclamos! —Por instinto, correspondí el abrazo teniendo mucho cuidado en no aplastarla con mis brazos.
—Lo siento —me disculpé por lo bajo.
Ahora la cuestión era si contarle lo sucedido de ayer. ¿Lo recordará? Estuvo inconsciente por varias horas y era posible que tuvo un pequeño lapsus que le impidiera recordar. Poco a poco una tensión que yo conocía demasiado estaba creciendo entre nosotros. Si no fuera porque Poupou había despertado por los gritos de Princess y fue a abrazarla, ya estaría besándola sin control. No obstante, me llevo una alegría enorme de sentir esos pequeños brazos y que se haya preocupado tanto por mí. ¿Eso demostraba que le gustaba?
Eso era una buena señal.
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