Capítulo 21. No perder la esperanza
Mi plan era el siguiente: infiltrarnos en el castillo para tener mayor ventaja en el enemigo. Para ello, tuvimos que noquear a unos cuantos campesinos —entre ellos una mujer— para disfrazarnos. Franky y Katakuri tuvieron dificultades ya que las tallas no eran las adecuadas para ellos porque eran muy altos. Entonces se me ocurrió la idea de que ellos estuvieran al margen, y si pasara algo intervendrían. Solo quedábamos Smoker, Lucci, Marco y yo. Dudaba que la gente se diera cuenta que éramos unos intrusos. Nos comportábamos como uno. No debíamos llamar la atención, aunque creía que se dieran cuenta. El único que pudiera destacar es Smoker con los puros.
Por eso le dije que los dejase un momento. ¿A quién íbamos a engañar? Era Smoker. Un marine acostumbrado a fumar cuando había situaciones serias o no. Era su hábito. Los cuatro caminábamos por el pueblo, como uno más bajo la influencia Vertrauen, y al otro lado entre las sombras estaban Katakuri y Franky. Oh, Poupou estaba conmigo escondido en el hábito comportándose como un libro. Esta pelea no iba a ser nada fácil. Eso lo sé de sobra, pero habría que intentarlo. Gente entraba en el castillo y otros salían con las manos juntas al rezar a un ser divino. Un demonio más bien.
El edificio era un lugar sagrado para los pueblerinos porque lo consideraban una iglesia. Y pensar que viven los Antiguos ahí no era bueno. Una cola inmensa nos esperaba para poder entrar. Mis ojos estaban muy atentos a los movimientos de las personas. Por ejemplo, juntar las manos antes de entrar porque era una forma de respeto. Yo me puse delante para que los chicos me imitasen sin ningún problema. Si fuera con Luffy, la cosa saldría mal. Por cierto, ¿dónde estarán nuestros nakamas? ¿Y por qué tenía la sensación de que los iban a utilizar como conejillos de indias? Nos tocaba entras, así que fingimos, juntando las manos mostrando sumo respeto.
Nos habíamos separado de la fila porque vimos unos cuantos a cada esquina para quedar un rato más. Lo que yo decía. El interior era una típica iglesia católica con un órgano gigante que se encontraba enfrente nuestra. Junto con un pedestal donde ahí hablarían los Antiguos. Y muchas estatuas representando al demonio, a su padre. ¿Tanta confianza tenían de que él resucitará? Marco susurró por lo bajo que encontró unas escaleras a nuestra derecha. Era el momento de desaparecer de ese sitio. Poco a poco íbamos caminando ahí sin que nadie sospechara. La primera en entrar fui yo y me siguieron los demás con Lucci de guardia por si alguien miraba hacia nosotros.
Teníamos que alejarnos de allí y así estar muy seguros. Ya el sitio adecuado decidimos quitarnos los hábitos porque ya eran una molestia, y más aun teniendo las ropas por debajo.
—¡Que calor hacia dentro, poupou! —gritó Poupou transformándose en su forma híbrida. Pero coloqué mis manos en su pico para que callase.
—No hagas ruido, por favor —murmuré por lo bajo—. No estamos seguros si ellos están aquí dentro.
—¿Ahora cuál es el siguiente plan, Princess? —me preguntó Smoker con la mirada fija en mí.
—Tenemos que seguir adelante. Seguramente que estarán por aquí escondidos.
—¿Y tienes idea de cómo derrotarlos?
—No lo sé, Lucci. Tal vez, como dijo Franky, yo sea la única que puede hacerlo, pero no estoy muy segura —especifiqué, mirando mi mano derecha.
—No lo sabremos hasta averiguarlo —dijo Marco—. Sigamos, pues.
Ahí delante nos deparará un destino en la que no podíamos dar marcha atrás. Todo dependía de nosotros. No había una fuerza maligna a mi alrededor, todo estaba tranquilo en el gran pasillo de paredes blancas e iluminación clandestina. Mi cuerpo estaba tenso, como si me pudiera que no siguiera. Y mi consciencia no estaba tranquila porque los chicos fueron manipulados por Vertrauen y Cracker convertido en piedra por Wahr. Este último enemigo no me gustaba para nada porque pudiera hacer una sucia trampa para que todos caigan en la mentira o incumplir una promesa. Cada paso que daba el ambiente se ponía intenso. Era como si nos estuviéramos acercando a algo muy peligroso.
Unas puertas medianamente grandes nos esperaban delante. Ninguno de nosotros las abrió. Se abrieron automáticamente. Ellos nos estaban esperando. No eran toletes, al fin y al cabo. Al pisar la zona, de nuevo esa sensación de mal rollo que ascendía por mis venas. Lo primero que mis ojos fijaron fue a Vertrauen de pie en la cabeza de una estatua de un demonio. Ojos cerrados y sonrisa tranquilizadora. Bueno, mi plan a funcionó, pero ahora mismo no se me ocurría nada. Me seguía preguntando si seríamos capaces de derrotarlo. No obstante, Wahr apareció detrás de la estatua con esa postura que daba miedo. Mierda. Si fuera uno…
—Al parecer queréis seguir jugando. Eso me gusta —habló Wahr, mientras sacaba su gran espada.
—No vamos a huir más —comunicó Smoker frunciendo el ceño.
—Hermano, ¿por qué no echamos a sus nakamas para que peleen entre ellos? —sugirió Vertrauen. Si hiciera eso, yo por lo menos no podría atacarles.
—No seas un cobarde, hermano. Hay que ser un verdadero hombre y pelear sin utilizar a tus marionetas. ¿O te has olvidado por qué padre nos creó?
—No me regañes de esa manera. Yo entiendo el propósito de padre. Pero si los utilizamos, ellos no podrán atacarlos.
—¡Cállate! Se nota que eres débil —le gritó.
Aunque sus habilidades compaginaban perfectamente, en el fondo no se llevaban bien por los pensamientos del otro. Esto podría ser una ventaja para nosotros. Vertrauen era un cobarde, y Wahr era todo lo contrario a su hermano. El grandullón dio un golpe en el suelo donde un aura iba rodeando el lugar dejando escasos centímetros de nosotros. Esto me daba mala espina. El demonio solo reía y se acercaba hacia nosotros, pero guardando distancia colocándose en el centro de aquella sala. Con la punta de su espada nos señaló.
—Este círculo que creé es una especie de promesa entre el creador y el contrincante. Quién entre aquí está prometiendo a luchar conmigo sin huir. Pero si salís del círculo, seréis convertidos en piedra.
Puso una dificultad bastante grande. Había que eliminarlo cueste lo que cueste. Bien, estaba decidido, seré yo su oponente. No obstante, alguien se me adelantó, entrando en el círculo mágico.
—¡Smoker!
—Yo me enfrentaré a él.
—Se supone que yo me encargaba —me enfadé.
—Tu prioridad es derrotar a ese idiota que está en la estatura. —Él lo señaló con su hitte—. Él tiene manipulado a todos; así que, si lo destruyes, todos volverán a la normalidad.
—¿Ella? No me hagas reír, humano. ¿Tienes fe en esa chica? —preguntó Vertrauen.
—Tiene razón lo que dice Smoker. —Marco se adentró al círculo junto con Lucci—. Tu rival es el demonio de la fe.
«Chicos», eso no era lo que planeábamos. Se suponía que yo me enfrentaba a ellos. Miré a Vertrauen que me esperaba con una sonrisa de oreja a oreja. Muy bien, si la idea había cambiado, entonces los dejaré en sus manos. Eran tres contra uno. Estaban en mayor ventaja. Corrí en dirección hacia el demonio evitando en no tocar la zona mágica. Y él se elevó para volar y fue en dirección a una entrada del pasillo porque quería pelear conmigo en otro sitio. Eché un último vistazo hacia los tres y les deseé mucha suerte y que no perdiesen. Si estuviera aquí Katakuri, no tendríamos problemas. Poupou volaba conmigo con un rostro preocupado y lo entendía.
El pasillo era largo y no parecía que iba acabar. Chicos, os salvaré cueste lo que cueste. Poco a poco veía una luz nítida aproximarse hacia nosotros y, finalmente, encontramos la salida. La sala era más grande que el anterior y lleno de figuras gigantes de los Antiguos. De todos. Tenía que acordarme la cara del resto, si salimos vivos de esta. Vertrauen me miraba con interés queriendo averiguar qué podría hacer yo. Y soltó un leve suspiro.
—Esos humanos tiene mucha fe en ti —dijo—. Y entiendo por qué. Nosotros tenemos el instinto de saber si uno de nuestros hermanos le pasó algo. Lo de Gura ya me imaginaba que en cualquier momento iba a morir, pero nunca me imaginé que el siguiente moriría con tus manos.
—Y yo quisiera saber por qué. ¿Por qué yo soy la única que los derrotó? —Quería las respuestas.
—Es una buena pregunta. —Iba descendiendo poco a poco posando sus pies en el suelo—. Una pregunta que un humano nunca podrá resolverlo.
—¿Y los Antiguos sí, poupou?
—Sí, pero Gura y Jundo no se dieron cuenta hasta muy tarde. Tienes un poder un tanto desconocido para los ojos de cualquier criatura, menos para los Antiguos. ¿Quién eres? ¿Qué escondes en ti?
—¿Tú lo sabes?
—¿Qué es lo que tememos los Antiguos? ¿Un poder tan antiguo que destruyó a padre? —cuestionó, provocando que me diera un escalofrío tremendo—. Eres una criatura interesante, Princess Laura. Tu nombre va más allá en los confines de Blue Line.
—¡Dime qué poder estás diciendo!
No recibí respuesta porque él me lanzó un rayo de láser en sus dedos hacia mí, y lo esquivé sin ningún problema. Poupou salió volando para estar seguro. Vertrauen siguió lanzando su energía y yo no sé qué fuerza del demonio había sacado para esquivarlos. Apareció delante de mis narices a punto de golpearme con sus dedos y yo me protegí, colocando los brazos en mi rostro. No obstante, hizo que yo retrocediera casi tocando la pared. Dios, este era poderoso. Debía de darle un puñetazo en esa cara que tenía. Lo hice. Su cabeza se movió a un lado a modo de esquivo. Otro puño y otro, y nada.
Este enemigo se comportaba de una forma tranquila, como hizo Katakuri con Luffy cuando ambos se enfrentaron. Me alejé para mantener distancia y pensar un plan. Los enemigos que nos vayamos a encontrar serán más duros que este, pero antes debíamos acabar con estos dos. Una patada realicé, pero otro esquivo. Rechiné mis dientes un tanto molesta. El Antiguo tendrá un Haki muy avanzado. ¿Ellos serán los creados de los tres tipos de Haki? Él volvió a sonreír y volvió a su posición.
—No tienes el potencial suficiente para derrotarme —especificó.
—¿Lo has medido con solo atacarme? —pregunté.
—Los Antiguos somos capaces de medir la fuerza del enemigo, y si nos supera. Pero en tu caso no es así.
—¿Eso significa que estoy en el nivel de Jundo y Gura?
—Exacto. Te será muy difícil derrotarme, incluso a mi hermano Wahr que es más fuerte que yo —informó el enemigo.
No iba a escucharlo más. Seguramente me estará mintiendo delante de mis narices porque odiaba que hagan eso. Lo volví a atacar y se repitió lo mismo. Sus esquivos eran impresionantes. Debería pedir a Katakuri que me entrenara para desarrollar el Haki de observación. Volví a protegerme con los brazos para no recibir ningún impacto. Otra vez, pero esta vez choqué en la pared. Me dolió. Demasiado. Miré mis brazos y las mangas de mi pulover estaban un poco sangrando. ¿Qué ataque hizo? Esto no me gustaba mucho la verdad. Él aún seguía sonriendo, como si hubiera ganado ya.
—Tu poder no es nada comparado conmigo. Tu carne muestra mortalidad. Y yo soy un ser inmortal —me contaba sus tonterías—. No has sacado ese potencial para derrotarme.
—¡No te estoy entendiendo nada!
—No hace falta entender porque ya estás muerta —dijo, mientras levantaba su mano creando una bola de energía que me dejó helada—. Ha sido un placer conocerte, Princess Laura.
—¡Laura!
¿Este era mi fin? ¿Mi lucha acaba aquí? Esa bola fue disparada hacia y yo, simplemente, cerré mis ojos para recibirlo. Estaba dispuesta a sacrificarme por el equipo. No obstante, sentí un gran tirón en todo mi cuerpo y no recibí el impacto de esa bola de energía, que yo ni sabía si era eléctrico o que. Poco a poco iba abriendo mis ojos y mi grata sorpresa era encontrarme a cierto peli-granate que me tenía en sus brazos, a modo princesa siendo rescatada por su príncipe de un dragón. ¡Me puse muy roja!
—¡Katakuri! —exclamé su nombre.
—¿Cómo llegaste aquí sin llamar la atención? —cuestionó Vertrauen muy sorprendido.
Él no dijo nada. Sus ojos se clavaron en mí con un rostro sereno y pacífico. Pero le conocía demasiado bien porque detrás de esa mirada había uno con ganas de matar a alguien. Iba bajando poco a poco apoyando su rodilla para dejarme en el suelo.
—No pude evitar seguiros. Me convertí en mochi para colarme en tus ropas y estar seguro de que no te sucediera nada —iba explicando—. Y acerté. Te he salvado de milagro.
¿Qué se colocó en mis ropas? Dime, por favor, que no tocó mi piel desnuda. ¡Qué me moría ahí mismo! Él se levantó, dedicándome una mirada que me quedase atrás de él. Poupou voló en dirección mía para colocar sus patas en mi hombro, mientras miraba a Katakuri caminar hacia Vertrauen que ya se encontraba relajado. Seguramente que el peli-granate podía hacer con él porque su Haki era muy avanzado, pero no sabía si incluso más que el propio demonio. Yo tenía esperanzas puestas en él por lo que apreté los puños con fuerza, dándole la mejor suerte del mundo.
Ambos se dedicaban miradas de asesino puro y duro. El ambiente se volvió tensó. Realmente yo confiaba en Katakuri porque era un guerrero espléndido. Como dijo Brulée, él era un súper humano.
—Te noto muy confiado, humano.
El peli-granate mantuvo su compostura serena. Vertrauen se aproximó a una velocidad increíble para atacarlo, pero Katakuri lo esquivó sin ninguna dificultad impresionando mucho al demonio. Volvió a atacar, lanzando esos rayos eléctricos. ¿Sabéis esa habilidad de desaparecer y aparecer como si nada? Pues era justo lo que estaba pasando en ese momento. De repente, sus puños chocaron intensamente creando una energía devastadora que pudiera destruir las diecisiete estatuas del tirón. ¡Vamos, Katakuri! Dios, estaba emocionada porque estaba viendo en primera persona la pelea entre este personaje tan monstruoso contra un demonio.
Otro golpe destructivo. Ambos estaban tranquilos. Vertrauen sonreía muy emocionado al enfrentarse un humano. Saltó, manteniendo una distancia grande entre él y Katakuri. Hizo una especie de reverencia hacia él a modo de respeto y luego aplaudió. ¿Eso es bueno o malo? Estábamos tan centrados que no nos dimos cuenta que alguien entró en la sala. No. No podía creerlo. Mis ojos se agrandaron al ver a Wahr como si nada. ¿Los otros habían sido derrotados?
—Has tardado.
—Esos humanos eran duros de roer —anunció—, pero no tuve problemas en derrotarlos. Un empujoncito y fuera del círculo convertidos en estatuas.
—Este también lo es. Su aura es un tanto diferente a la mujer —dijo Vertrauen, colocando los brazos hacia atrás—. Es interesante.
—Déjame probarlo un buen rato a ver si es verdad.
—No rompas al juguete.
Y de un ataque potentísimo golpeó a Katakuri, pero éste lo detuvo gracias con su lanza. Wahr, aunque no se le veía detrás del casco, estaba sonriendo y muy sorprendido ante la defensa del peli-granate. Empezó a reír como un psicópata y le iba a proponer una patada en el estomagó, pero él reaccionó a tiempo gracias a su Haki.
—Haki de observación avanzada, ¿eh? Eres impresionante, humano.
—He estado entrenando para desarrollarlo a la perfección.
—Quiero seguir peleando contigo —aclaró, apuntándolo con su gran espada—. Quiero ver tu potencial al máximo.
—No hace falta que lo pidas dos veces —dijo. De sus entrañas sacó su tridente, Mogura, y comenzó a girarlo con todas sus fuerzas—. ¡Mochi tsuki!
Ese ataque era mortal para cualquier mortal que se enfrentase a él, pero Wahr lo detuvo con la punta de espada. Chispas se creaban en el acero de ambas puntas. Los dos se miraban con cara de asesino porque, realmente, querían matarse. Yo conocía la personalidad de Katakuri cuando se trataba de cualquier enemigo. Cualquier fan se percataría de la situación. Estaba centrada en la pelea que ni me daba cuenta del otro sujeto. Su plan. Su retorcida mente hacia a mí. El peli-granate recibía ataques mortales del demonio y los aguantaba, como un verdadero monstruo. No se iba a rendir tan fácilmente. Seguí apretando mis puños con la esperanza de que esto acabase pronto. Que sea él quien acabe con todos ellos.
—Esperanza —murmuró Vertrauen con la mirada puesta en mí—. Tus ojos muestran ese toque que todo ser humano tiene. No obstante, eso siempre desaparece cuando menos te lo esperas. —Alzó su mano hacia a mí y concentró energía en la punta de sus dedos—. Nosotros fuimos creados para destruir esa esperanza. Sin ellas, los humanos no son nada. Son simple basura.
—¡Laura, corre! —gritó Poupou agitando sus solapas.
Pero yo no reaccioné, simplemente me quedé helada en mi sitio. Vertrauen vio la oportunidad de lanzar su rayo láser hacia mí. Escuchaba a Poupou gritarme y agarrando la gorra de mi pulóver para salir de ahí cuanto antes. Todo iba a cámara lenta ante mis ojos buscando un motivo. ¿Por qué no me movía? ¿Miedo tal vez? Estaba dispuesta a recibir ese impacto. No obstante, una sombra se interpuso entre esa energía y yo. Al reaccionar me di cuenta que la única persona que se sacrificaría por mí para recibirlo era Katakuri. El láser lo atravesó, abriendo un gran agujero profundo en su estómago.
Mis oídos no escuchaban nada. Ni siquiera el grito desgarrador del peli-granate. Él poco a poco iba cayendo al suelo debilitado por recibir dicho ataque. De pronto, todo volvió a la normalidad cuando Katakuri tocó nuevamente ese lugar en la que sus hermanos pensaban que su espalda nunca lo tocaría. Reaccioné de golpe acercándome a él y con una desesperación ingrata que no sabía describir. Su cuerpo estaba frío, como el hielo.
—¡Katakuri! —grité desesperada—. ¡Por favor, reacciona! —Mis manos estaban colocadas en su pecho sacudiéndolo—. ¡No me hagas esto! ¡Yo sé que tú nunca te rendirías ante este enemigo!
—Laura…
—¡Katakuri! —Lágrimas resbalaban por mi rostro sin control alguno.
—Y esa esperanza se esfumó, acabando la vida de aquello que pensabas que nos iba a derrotar. No obstante, él es un simple humano mortal que ni es capaz de matar a una cucaracha.
—¡Me has dejado sin diversión, hermano!
Agarré las ropas de Katakuri no creyendo que él estuviese muerto por mi culpa. Todos. Se sacrificaron porque creyeron en mí porque fui la única en derrotar a dos Antiguos. Y yo me quedé helada durante el combate, algo que no hice en las anteriores. Este dolor que estaba sintiendo no lo soportaba. Ellos confiaban en mí. ¿Por qué? ¿Por qué dejé que esto pasase? ¡Eres una toleta, Laura! ¡Una toleta! ¡Debiste de haberles atacado! ¡Debía hacerlo! Más lágrimas caían sobre mi rostro, mientras que una ira casi inexplicable me invadía por dentro. Los odiaba. Empezó a sentir odio hacia ellos.
A los quince. A los quince Antiguos restantes.
Katakuri.
Zoro.
Chicos.
¡Yo no pude hacer nada para protegerlos! ¡Soy una cobarde! Mi boca se abrió por sí sola queriendo liberar esa frustración que estaba sintiendo en mi cuerpo. Un grito que se podía escuchar hasta los confines de la tierra. Estaba perdiendo el control de mis emociones.
Y todo se volvió negro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top