Capítulo 18. La visita del enemigo

Nami y Robin me explicaron ayer todo lo sucedido conmigo siendo una bebé. ¡Por Dios! ¿Quién imaginaba que yo volvería a ser una niña chiquitita? Ya supe la verdad. Pero lo peor de todo era que ni me atrevía a hablar con Zoro. ¿Por qué? Porque aún estaba enfadada por verme desnuda. Y no era el único con quien estaba cabreada. Con todos los hombres de este barco. Todos eran unos pervertidos. Menos Luffy y Chopper que aún tenían una mente inocente como para dar cuenta. O eso creía. Mi mirada estaba clavada en el océano, buscando alguna isla.

Me estaba aburriendo, mirando a la nada. Poupou estaba a mi lado con unas gafas de sol puestas porque estaba disfrutando de los rayos de la estrella de fuego. Yo me estaba asando con este pulóver, pero no me atrevía a quitármelo. No quería escuchar ningún comentario por parte de Sanji, de Brook o de los otros dos pervertidos. Notaba una mirada fija en mí. Me giré para ver quién era y era Zoro. Él buscaba todas las maneras posibles para hablar conmigo.

—Laura —pronunció mi nombre.

—Te he dicho que no quiero hablar contigo —gruñí.

—Ya te pedí perdón. ¿Qué más quieres?

—Que me dejes en paz.

Cualquiera pensará que estaba siendo cruel con él, pero tenían que entender perfectamente mi cabreo y que estaba avergonzada. ¡Han visto mi cuerpo nada bonito! Lo notaba acercarse más y yo le encaré de nuevo.

—¡Basta, Zoro!

—A Luffy y a Chopper si les hablas.

—Porque tengo mis motivos —expliqué.

—¡¿Qué motivos son esos?! —gritó al otro lado Cracker—. ¡¿Qué son cabezas huecas o qué?!

—¡No les insultes, papafrita!

—Ya te he pedido perdón de mil y una maneras, y aún así sigues rechazándome. Y te pregunto de nuevo: ¿qué más quieres? —me volvió a preguntar el peliverde. Eran unos putos pesados. Cuando el orgullo los pisotea por algún lado, siempre buscaban la manera de arreglarlo.

—Pues si queréis que os hable, borrad de vuestro cerebro lo que visteis ayer —les sugerí, con los brazos cruzados.

—Franky y yo no te hemos mirado —escuché a Usopp. Cierto, creo que eran los únicos que no miraron.

—Perdonados.

—¡Esa es mi peleona, super! —exaltó de emoción Franky juntando los brazos.

—¡¿A ellos sí y a nosotros no?! —chillaron Zoro, Cracker, Sanji y Brook.

—¡Porque ellos no miraron!

Este barco se estaba convirtiendo en un maldito circo y mi cabeza empezaba a doler. Necesitaba una pastilla para aliviar este punzón. Busqué a Chopper con la mirada que estaba a punto de entrar en la enfermería, así que aproveché la ocasión para comunicárselo. Él, muy amable, me tomó la temperatura y me dijo que estaba bien. Lo único que me pidió que estuviese tranquila porque eso afectaba los nervios del cerebro. Eso iba a ser muy difícil para mí, pero lo iba a intentar. Llenó de un cuenco una sustancia extraña y me pidió que lo bebiese.

No olía raro. Era suave y no provocaba mareos. Mojé mis labios para probarlo y lo iba bebiendo poco a poco. Dios, estaba delicioso. Esto sí que era un verdadero médico, aunque todavía estaba aprendiendo. Bien, vamos a intentar estar relajada. Salí de la enfermería estirando los brazos un tanto cansada. Ojalá llegar cuanto antes la próxima isla. A saber, que nos deparará. El océano estaba la mar de tranquilo, algo que a mí no me gustaba para nada. Volví al sitio de antes, donde Poupou aún seguía tomando el sol tan tranquilo. Maldito pajarraco con suerte. Encima no nos dice nada del siguiente territorio.

Todo era un misterio para nosotros. La brisa del mar era agradable. Cerré mis ojos para disfrutarla cómo era debido. Me faltaba una hamaca, pero estaba lejos de mi posición. Era extraño que no nos hayamos topado con una tormenta. Eso a Nami no le sentaba bien. Era navegante, se le daba bien averiguar si el clima cambiaba a nuestro alrededor. Abrí la boca para dar un gran bostezo. Eso no era señal de sueño, más bien de aburrimiento. Luffy y Usopp estaban pescando a ver si conseguían algo. Al menos ellos estaban entretenidos.

—¿No tienes calor, poupou? —preguntó el libro-búho.

—Ya estoy acostumbrada.

—Deberías de disculparte con ellos, poupou. Al fin y al cabo, ellos te cuidaron cuando te transformarte en bebé, poupou.

Eso lo sé, pero el cabreo no me lo quitaba nadie. Y estaba muy segura que habrían soñado con eso. ¡Cracker y Lucci segurísimo! Ya los otros cuatro no lo sabía. A ver, Zoro me confesó que yo le gustaba. Dudaba que Katakuri le gustase, y eso también con Smoker y Marco. Eran demasiado serios como para tener una relación romántica. Mi vida era tan desgraciada en ese mismo instante. Vale, haré caso al pajarraco. No me gustaba estar siempre enfadada. Caminé hasta ellos con los brazos cruzados. Había algún que otro con los ojos esperanzados de escuchar esas palabras de mi boca.

—Lo siento, ¿vale? Me habéis cuidado y no debería enfadarme con ustedes.

—No, es nuestra culpa haberte mirado —habló Katakuri, ladeando los ojos ¿avergonzado?—. Tenías tus propios motivos para estarlo. —¿Veis? Es que era tan mono.

—¡Ay, me alegra escuchar eso! —exaltó Cracker, cogiéndome en brazos y juntó su mejilla con la mía para restregarla. A veces el hombre se comportaba como un niño pequeño. No me quejaba. Se veía adorable así.

—No te mereces ser su macho comportándote de esa manera —habló Lucci, con un rostro insignificante.

—¡Déjame ser feliz, niñato!

Y yo no podía hacer nada al respecto, salvo darle una patada a Brook porque sabía que me estaba mirando el trasero. Me sentía como una niña pequeña en brazos de un adulto. Al menos no me estaba tocando una parte de mi cuerpo que estaban sumamente prohibidas para cualquier hombre. Ya estaba deseando que me bajara ya. Oh, y menos mal que no tenía barba que si no me picaba fleje. No era como Smoker o Marco. Esos sí que tenían algo de barba, aparte del moreno con su extraña perilla.

—Oh, pero que adorables pueden ser los humanos.

De pronto, una voz desconocida escuché en el barco. Mis ojos se fijaron en cierta persona que nunca había visto en mi vida. Pero podía decir que sus ropas eran medianamente incómodas para mis ojos. ¿Por qué? Iba vestido como un hombre que vendería su cuerpo a toda costa. Es decir, llevaba como una especie de camisa corta por encima del ombligo, al igual que sus pantalones. Todo de cuero negro. Dios, parecía que sus partes íntimas iban a salir. ¡¿Y yo que hacía mirando ahí abajo?! Su cabello corto y revuelto era de color lila oscuro y sus ojos eran rojos como la sangre. Me estaba poniendo nerviosa su lengua.

—¿Quién es? —preguntó Nami.

Yo miré a Poupou para averiguar si sabía algo, pero lo que vi en él era puro terror. Estaba sudando demasiado. Eso significaba una cosa.

—Un Antiguo —susurré. Todos se pusieron alerta y Cracker me dejó en el suelo para tomar su espada.

—Oh, eres una humana muy inteligente —dice. Se lamió los labios, mientras hacía aparecer sus alas y cola de demonio—. Una presa muy interesante.

—O-Oye, chicos, esto no me gusta. —Usopp ya estaba temblando.

—Te vamos a patear el trasero para que te largues del Thousand Sunny —amenazó Luffy, poniéndose muy serio.

—Oh. No, no. Yo no vine aquí para pelear. Simplemente quería ver cómo eran los piratas que derrotaron a mi hermano seboso Gura y mi otro hermano gemelo Jundo.

¿Hermano gemelo? Ahora que lo decía, si se parecía mucho al anterior demonio, sin embargo, este tenía un color diferente de pelo y unas pecas que lo veían adorable. Tuve un mal presentimiento de ese Antiguo. Estaba muy tranquilo, moviendo su cola de un lado para otro, sin dejar de sonreír con mucha diversión. Poupou aún seguía temblando de miedo. Era la primera vez que lo veía así. Esa sensación de miedo era muy diferente a de los otros demonios.

—Oh, pero si es el lindo pajarito —comentó. El Antiguo apareció enfrente de Poupou para verlo más de cerca—. Y yo que pensaba que habías desaparecido, querido.

—¡Aléjate de mí! —gritó Poupou, volando en dirección hacia mí para esconderse. En serio, estaba temblando demasiado.

—Me está poniendo nerviosa su comportamiento —confesó Nami. Se sobresaltó porque el demonio, de un movimiento rápido, ya estaba cerca.

—Qué mujer tan hermosa. —Él empezó a caminar alrededor de ella observándola detenidamente—. Blue Line necesita mujeres como tú —añadió y desapareció, como humo ante nuestros ojos. E hizo su aparición delante de Robin—. Aunque tú también lo eres. Esos ojos azules... Seguramente que cambian, cuando sientes placer.

—¡Aléjate de Robin-chwan! —Sanji lo atacó con la pierna alzada. No obstante, el demonio lo detuvo a tiempo agarrando con firmeza esa extremidad.

—Que humano tan peculiar. —Esa criatura, con la otra mano, iba acariciando la pierna del cocinero con esa cara lasciva que estaba poniendo—. Una pierna bien fuerte dispuesto a golpear a cualquier ser. Además, es flexible. Seguramente que puedes abrirte de piernas con total facilidad.

—¡¿Qué?! —Eso desconcertó al rubio. El demonio, sin ninguna dificultad, golpeó el estómago del muchacho dejándolo en un estado vulnerable.

—Aunque dudo mucho que puedas aguantar.

¿Quién era este tipo? Estaba claro que su comportamiento no era muy común. Sus comentarios sonaban a perversidad dura y maligna. No vino a pelear, pero su presencia me estaba poniendo de los nervios. Un momento, mi cerebro recordó un evento con Jundo. Ese demonio odiaba que los humanos tuviéramos pensamientos impuros, como su otro hermano. Poco a poco todo mi vello se erizó y mis ojos se agrandaban. Ay, Dios. Decidme, por favor, que esa criatura con apariencia humana no sea...

—Dilo —habló él. Su sonrisa estaba ensanchada. ¿Acaso me leía la mente?—. Dilo, pequeña humana. Quiero escucharlo de tu boca.

—Eres lo contrario a Jundo. Un demonio que le gusta ser impuro —dije. Espera, yo no dije eso. Me tapé la boca con mucha violencia. ¡¿Me obligó?!

—¡Por supuesto que sí! —vociferó, mientras giraba y giraba muy feliz, hasta que hizo una posición casi erótica a los ojos de cualquiera. Y dijo lo siguiente—: Mi nombre es Lust, el demonio de la lujuria. Y el segundo Antiguo más poderoso de todo Blue Line.

Mi cara era de puro espanto cuando confesó lo que yo sospechaba. Y no era la única. Bueno, menos Luffy que no estaba entendiendo nada. Y encima el segundo más fuerte de este océano. No quería imaginarme quien era el más poderoso. Si alguien me creyese, os juraba que su influencia era demasiado fuerte, es decir, era un demonio con un poder que ninguno de nosotros pudiera enfrentarse. Lust estaba feliz paseando por el barco como si nada. Yo estaba pidiendo que se largase cuanto antes. El Antiguo se sentó en un barril cruzando las piernas. Yo estaba dudando de su orientación sexual.

—Soy bisexual, querida. Me gusta dar y que me den atrás.

—¡Yo no te pedí que me lo dijeras! —grité, con la cara muy roja de la vergüenza.

—Oh, pero sentías curiosidad —me dijo—. Os veo y me parecéis muy aburridos. O sea, ¿un esqueleto? Si ni siquiera estoy viendo con mis ojos láser que tenga polla.

—Eso ha dolido. —Brook fue a una esquina del barco muy dolido.

—¡No le des la razón! —le vociferaron Nami, Sanji, Usopp y Zoro.

—Aunque he de reconocer que hay cabezas con mente perversa. —¡Y yo quiero que te largues!—. Oh, cariño. ¿Ya me quieres fuera? Si solo estoy aquí de visita.

—Me pones nerviosa —confesé por lo bajo.

—Oh, espera. Estoy percibiendo una mente inocente. —Caminó en dirección hacia Luffy. Ahí pude observar que él era más alto que el futuro Rey de los Piratas—. ¿Acaso tú nunca has follado, amigo mío? Oh, y este pequeño reno también. —¡Qué no toque a Chopper!—. Encima sois usuarios de frutas del diablo. Más diversión para moi.

—Estoy contigo, Princess. Mira que he visto personajes, pero este me está poniendo nervioso —comentó Cracker, con una cara de desagrado absoluto hacia Lust.

Y no era el único. Zoro y Marco estaban con la misma cara. A Smoker le creció una vena en la sien que, en cualquier momento, iba a explotar de la rabia. Katakuri mantuvo su mirada seria en todo momento, pero con gotas que resbalaban por su rostro. Y Lucci... Bueno, este no expresaba emoción alguna, ya que tenía los ojos cerrados, soportando los comentarios de ese demonio pervertido. Yo saqué a Poupou atrás de mí para abrazarlo, a modo de protección. Tenía sospechas de que tuvo un encuentro no muy agradable con Lust. Yo acariciaba su cabeza para que estuviera tranquilo.

La criatura seguía paseando por el barco con todos nosotros pendientes en atacarlo o no, por si se atrevía a tocar a uno de los nuestros. Esos ojos rojos inyectados de sangre buscaban a una presa que caiga en la tentación. No paraba de lamerse los labios. Apreté los dientes de mi mandíbula aguantando la presión que se notaba en el ambiente. Él alzó la cabeza inhalando el aroma.

—¿Podéis darme un trozo de carne? —Me tensé demasiado pensando barbaridades. ¿De quién quería este demonio?—. Oh, vamos, sois unos malpensados. Me refería a la pata de cerdo que se está cocinando.

—¡Serás hijo de la gran puta! —lo insulté con toda la rabia del mundo.

—¡Esa comida es mía! —gritó Luffy. A él no le agradaba que le robasen su comida más preciada del mundo: la carne.

—¡Calla, idiota! —Poupou giró su cabeza a 360º grados—. ¡Dádselo, si no queréis cabrearlo!

—Sanji, por favor —le suplicó Nami. El miedo la invadió por completo.

El cocinero chasqueó la lengua de desaprobación. Pero las órdenes de la peli-naranja eran sagradas para él. Caminó en dirección a la cocina, mientras que Lust le seguía con la mirada y estaba viendo sin descaro el trasero del rubio. No quisiera pasar a su lado. No tardó demasiado con el plato en la mano con el muslo de cerdo. A Luffy le dieron ganas de detenerlo, pero Usopp, Franky, Brook y Chopper lo detuvieron cuanto antes para que no hiciera ninguna locura. El Antiguo tomó el gran trozo de carne para darle una pequeña mordida. Su sonido que emitió era un gemido. ¡¿Este idiota estaba provocando o qué?!

—¡Oh, pero que delicia estoy probando! Si fueras mi cocinero personal, te daría todos los placeres del mundo —añadió Lust. Su cola no paraba de moverse con total felicidad—. Y me refiero a que tendrías a todas las mujeres más bellas del mundo a tus pies. ¿No es lo que tú deseas?

—¡¿En serio?! —Los ojos de Sanji se transformaron en corazones. Ya el mujeriego estaba pensando en cosas pervertidas.

—Cocinero pervertido —susurró Zoro.

—¡Cállate, marimo!

—Incluso tú, esqueleto, te daría la oportunidad de que conocieras a mis sirvientas a pedirles que muestren sus bragas.

—¡¿Harías eso por mí?! —gritó, muy emocionado. Estaba sangrando por la nariz.

—¡¿No os dais cuenta de que os está incitando, malditos pervertidos?! —vociferó Nami.

Era como Gura. Averiguaba el miedo más profundo del ser humano. Pero Lust podía saber cual era el deseo lascivo de la persona. Un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo con solo pensarlo. No sólo leía mentes, sino también más allá. Era difícil de explicarlo, pero era entendible. El Antiguo terminó de devorar el trozo de carne, pero lamía con devoción el hueso para quitar los restos. Esa lengua suya tenía que ser un arma muy peligrosa para cualquier criatura. Él movía la cabeza pensando en el siguiente movimiento y yo estaba lista para cualquier cosa.

De nuevo, inhaló el ambiente agitando sus grandes y robustas alas. Estaba buscando a su nueva presa. Yo abracé con más fuerza a Poupou. Ojalá pudiera golpearlo con todas mis fuerzas. De repente, el demonio abrió los ojos por completo dirigiendo su mirada hacia mí. Mierda, esto no será nada bueno. La criatura se iba acercando lentamente, una forma de torturarme psicológicamente. Ya estaba enfrente de mí, pero no se detuvo. Se dedicó a proseguir su camino a mi alrededor. Yo podía notar su mirada clavada en mí buscando algún comentario aleatorio.

Seguramente estaba pensando en que no era nada perfecta. Es decir, antes le dijo a Nami y a Robin que eran hermosas, y yo una simple muñeca que se podía usar y tirar. Y paró justo enfrente de mí. Estaba lista cualquier comentario. Chasqueó los dedos cuando presintió que Luffy se soltó del agarre de los chicos para golpearlo. El muchacho se congeló al igual que los otros, menos yo, Poupou y los seis que estaban detrás de mí. Congeló el tiempo. De pronto, chillé con sorpresa al notar un azote en mi trasero. ¿Quién cojones lo hizo?

—Si que tienes un buen pandero. No como esas dos que empezarían a quejarse. Además, me gustó ese pequeño chillido.

—¡Vuelve a tocarme y te mato!

—Me matarás de placer con tus gemidos. —El tono de voz cambió a uno erótico y ronca. Mi vello corporal se erizó tanto al tenerlo muy cerca—. Además, yo no soy el único que piensa lo mismo. Esos seis machos que tienes detrás están emanando un aura de dominancia hacia ti —iba susurrando muy cerca de mi oído—. Y tú no le estás dando la oportunidad de que te follen.

—Como si ellos quisieran follarme —confesé.

—Hay uno que estuvo a punto de hacerlo, pero tú se lo prohibiste.

—¡¿Cómo?! —gritó Cracker que empezó a buscar con la mirada al responsable. Y Lucci tenía una cara de pocos amigos queriendo asesinarlo. Ay, ojalá que no diga nada de Zoro.

—¿Tengo la razón o no la tengo, señor espadachín? —¡Ay, no!

El peliverde no dijo nada, simplemente recibía miradas asesinas por parte de esos dos. Menos mal que los otros tres no eran así. Volví a recordar ese momento íntimo en aquella isla y su miembro rozar en mi vientre. ¿Qué hubiera pasado si se lo hubiera permitido?

—Yo te voy a confesar algo. Si le hubieras dejado, estarías gozándolo porque esa mini arma se convertirá en una super arma.

—¡Deja de hacer esos comentarios lascivos y pervertidos, pollaboba!

—Oye, que yo tengo una polla increíble. ¿Acaso quieres probarlo? —preguntó con ese tono erótico, mientras se lamía los labios muy divertido.

—¡¿Por qué todos tenéis que relacionar eso con vuestra virilidad?! —Estaba perdiendo los nervios con ese Antiguo.

—Y yo te pregunto a ti: ¿por qué no les dejas?

Por muchos motivos en cuestión que esta criatura nunca comprendería. No quería ser usada por nadie. No quería formar sentimientos hacia mi persona para que luego la que sufre sea yo y no la otra persona.

—Oye, grandullón. —Lust estaba enfrente de Katakuri. Sus ojos mostraban asombro de verlo—. ¿Cuánto mide tu polla? Porque, te digo algo, la afortunada se volvería loca o la partirías en dos. El doble de placer.

—¡A nadie le interesa! —Smoker explotó, ya enrabietado—. Si no viniste a pelear y solo a jugar, será mejor que te largues. No estamos aquí para soportar a un demonio en celo.

—Oh, no te pongas celoso, malote —comentó el Antiguo, acariciando la barbilla del Cazador Blanco. Os juraba que la vena de Smoker estaba creciendo a más no poder—. Que tú y yo sabemos que eres un animal en la cama, ¡pero no tanto como él! —Señaló a Lucci—. ¡Tú si que eres el macho perfecto que quisiera tener una mujer! Un hombre que se transforma en un leopardo para aparearse con la hembra y que tiene un aguante imparable. Dime una cosa: ¿cuántas mujeres quieres? Yo te las daré encantado.

Lucci no dijo nada. A veces me daba miedo pensar que era lo que estaría imaginando el moreno en esa cabeza. La pobre paloma se estaba escondiendo aún más de su amigo por miedo a ese demonio. La sonrisa de Lust cambió de una sonrisa a una de sorpresa. Su mano descansó en su barbilla, una forma de pensar.

—Ya veo. Solo tienes interés en ella —dice, mientras me atraía con su cola. ¿Cómo era posible que esa cola fina sea tan fuerte como para agarrarme?—. Te voy a confesar que es lo que está pensando él. Desea follarte en su forma híbrida y marcarte una y otra vez, y que gimas su nombre y que pidas más y más.

¡No me creía esas cosas! Estaba roja como tomate. Miré a Lucci rogándole por todos los dioses que era mentira. Él simplemente bajó la mirada con los ojos cerrados y esbozó una sonrisa, como diciendo: "me has pillado". ¡Yo no pienso hacerlo con él en su forma híbrida!

—Ella quiere, pero no en tu forma híbrida.

—¡Deja de leer mi mente!

—¿Por qué? Os estoy dando la oportunidad de que os abráis y que liberéis a la bestia interna. Porque lo estoy escuchando en ellos. Está diciendo...

—¡Que no quiero saberlo! —le grité. Intentaba zafarme del agarre de esa criatura.

—Pues le doy la razón al pequeño pájaro. Tienes una frustración sexual muy grande. —¿Cómo? ¿Nos había estado vigilando?—. Oh, vamos, soy un Antiguo muy poderoso que controla el océano junto con mis dos otros hermanos. Sé lo que pensáis, sé lo que habláis. Pero en el sentido sexual, lo demás no me interesa.

—Eres una criatura que pone de los nervios a cualquiera-yoi —dijo Marco. Una gota iba resbalando por su sien.

—Oh, gracias por el halago, querido fénix.

—Vete de aquí, antes de que cambiemos de opinión de atacarte —lo amenazó Zoro, ya con la mano preparada en sacar una de las katanas.

—Que aburridos que sois, joder. —Tomó mis mofletes para apretarlos—. De verdad, yo si fuera vosotros, yo no me aguantaría y la follaría con ganas. ¿Es que tengo que utilizar mis poderes para que desaparezca su ropa y que saquéis a vuestra bestia? Oh, espera, casi estuvisteis de verla desnuda, menos tú, señor espadachín. ¿En serio que aguantaste las ganas de empotrarla en la pared?

—Es mejor que te calles —le dijo Katakuri. Su semblante mostraba seriedad y con ganas de matar al demonio.

—El grandullón está demostrando celos hacia el espadachín porque no tuvo la oportunidad de ver tus pechos —susurró en mi oído.

—Laura, poupou.

No debía tener miedo ante este demonio. Era uno más de esa comunidad de monstruos que solo deseaban ordenar a las criaturas inofensivas de esta tierra. Apreté mi puño con fuerza a punto de propinarle un puñetazo en su cara, ya que lo tenía muy cerca sin dejar de agarrar a Poupou. Pero él lo detuvo con su mano, mientras me miraba lascivamente. Era una forma de burla para mí.

—Eres una humana un tanto estúpida —me insultó—. Aún no eres suficiente fuerte como para enfrentarte a mí. Ni siquiera tus nakamas. Aún os queda un largo camino para llegar hasta a mí. Y cuando eso ocurra, no serán mis esbirros que te probarán, sino yo. Y créeme, preferirás ser mi esclava sexual porque lo gozarás tanto que querrás repetir.

—Ni de coña. ¿Tú qué quieres? ¿Embarazarme? —gruñí.

—Oh, eso. De eso no te preocupes. Todas las mujeres que están en Blue Line no se quedan embarazadas, gracias a mi poder. Es decir, los hombres pueden disfrutar de la carne sin protección. —¿De verdad? Espera.

—¡Eres demasiado directo para decir esas cosas delante de ellos! —grité, casi muy cerca de su oído.

—No lo hice intencionalmente —dijo. Me iba soltando poco a poco—. Es una pequeña información que me estaban pidiendo a gritos. —Lust caminó en dirección contraria nuestra. Me daba la sensación de que se iba a retirar—. La próxima isla es Houla, custodiaba por mis dos hermanos que hacen un buen equipo. Ellos son Wahr, el demonio de la verdad y Vertrauen, el demonio de la fe.

—¿No estás ayudando? —preguntó Cracker.

—Simplemente os advierto que no os confiéis demasiado —indicó el demonio—. ¡Espero volver a veros!

Y desapareció. El tiempo volvió a la normalidad porque Luffy cayó al suelo, dándose un buen golpe en el rostro. Yo estaba realmente preocupada por todo lo que había sucedido. Y esa advertencia no me gustó para nada. Dos demonios que formaban un buen equipo. Cada vez se ponía más difícil. Lo peor de todo era que la presencia de Lust había influenciado internamente en mí, como si deseaba que mi mente pervertida fluyera y se liberase.

Y no era la única.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top