Capítulo 12. La derrota del Antiguo

La tensión se notaba en ese lugar. Gura miraba con confusión hacia Lucci y éste estaba sumamente tranquilo. El moreno era el único que podía enfrentarse a ese demonio que utilizaba el miedo para asustar a sus presas. Criaturas fáciles de dominar. El seboso se acercó con pasos inseguros de sus patas de arácnido hacia el asesino del CP0.

—¿Quién demonios eres? —preguntó. ¿Eran cosas mías o estaba sintiendo miedo hacia Lucci?

—Tu peor pesadilla.

—¡No me hagas reír! ¿Mi peor pesadilla?

Hattori agitó las alas para emprender vuelo y apartarse de ahí. Yo entendía el significado. De repente, Gura no se esperó una patada en la cabeza por parte del moreno que lo mandó a volar hacia una pared cercana, que no dañara a los chicos. Estaba sorprendida que Lucci tuviera tanta fuerza como para levantar a ese demonio gordo. La criatura se levantó un tanto adolorido y, con furia, escupió esa telaraña pegajosa. Lucci utilizó Geppo para saltar en el aire a una gran velocidad que ningún ser humano podía seguirle. Pero Gura era un demonio y sus ojos se movían a los movimientos de Lucci. Lo iba a atacar con el brazo, pero el moreno lo esquivó perfectamente.

Mis ojos estaban brillando con mucha ilusión porque era la primera vez que veía batallar al moreno de esa manera. Recordé la escena entre la pelea de Lucci y Luffy. Gura no paraba de atacarlo con esas patas de arácnido porque estaba furioso. Yo estaba tranquila por el moreno nos iba a salvar en este gran problema. ¿De que iba a tener miedo? Era difícil saber de que temía. Si pudiera ayudarlo, pero ese demonio se iba a transformar en cucaracha y yo les tenía fobia. Si fuera pequeña, yo encantada de matarla. Pero si eran grandes y voladoras, dime adiós porque no me volverás a ver. La criatura del mal no paraba de jadear por moverse tanto. Normal, él era un gordo seboso. Lucci lo miraba con calma, analizando la situación.

—Es imposible. En ti no veo nada de miedo —jadeó.

—Ya te lo dije. Yo soy el miedo —dice. De repente, su cuerpo empezó a transformarse a efecto de su fruta del diablo. Un hombre leopardo—. Todos aquellos que han trabajado conmigo me conocen muy bien. Saben lo que soy capaz y no le temo a nada. Ni a la mismísima muerte.

—Se ve terrible con esa transformación, poupou —comentó el libro-búho casi temblando.

—A mí me da miedo que se acerque a mí en ese estado —me sinceré con una gota resbalar por mi sien.

Mis ojos se posaron en Gura que estaba temblando un poco de miedo. Parecía que la criatura estaba viendo al mismísimo diablo, aunque él sea un demonio. Lucci se estaba divirtiendo muchísimo ante la situación. Se movió rápido para golpearlo, pero éste lo esquivó a tiempo. ¡Joder! Con ese Shigan violento lo hubiera matado, pero no sé si era posible matar al demonio porque era un ser inmortal. Bueno, yo esperaba que lo matase para que acabase todo esto. ¡Ánimo, Lucci! Yo le empecé a animar mentalmente. Máquina de matar iniciará su gran ataque. Él iba a disfrutar en asesinarlo y ver sangre recorrer por todos lados. Sí yo fuera Gura, yo me rendiría fácilmente.

El hombre leopardo estuvo a punto de asestarle otro golpe violento con el Shigan, pero una niebla apareció. ¿Estará huyendo? No veía nada. El trío miedoso estaba gritando, pidiendo que ese demonio no les hiciera nada. De repente, esa neblina iba desapareciendo poco a poco. Mis ojos se agrandaron al ver lo que no podía creer lo que estaba viendo. Y no era la única. ¡Ese puto demonio se había transformado en mí! ¡¿Esto era una broma o qué?! Claro, Lucci estaba un poco confuso porque no sabía lo que estaba pasando.

—Eres un gato malo, Lucci —dice a modo de coqueta. ¿Sabéis esa sensación de mal rollo? Pues a mí me la dio, recibiendo un escalofrío tremendo por todo mi cuerpo.

—Parece que no tuvo otra opción que hacerlo, poupou.

—¿A qué te refieres? —le pregunté.

—Pues el gatito grande no le teme, pero sí que tiene un deseo infinito. O sea a ti, poupou —respondió.

¿Me estaba diciendo que si Lucci caía en el coqueteo de mi yo, estará en una telaraña como los otros? Conociéndolo, iba a caer de seguro. Me estaba dando asco verlo moverse de un lado a otro, como si tuviera un buen cuerpo. Que digo: ¡era yo! Esto se estaba poniendo lioso para mi cabeza. Yo analizaba al moreno que no paraba de mover su cola, a modo de insinuación de querer cazar a su presa. Dime qué no se estaba excitando al ver a Gura comportarse de esa manera. ¡No era yo! ¡Yo no me atrevía hacer eso! De repente, mi yo falso se detuvo con una mirada lujuriosa en su rostro. Colocó sus manos en el filo del abrigo para empezar a quitárselo.

¡Ni de coña! ¡No se iba a desnudar ahí mismo y encima utilizando mi imagen! Le estuve a punto de gritarle o salir de mi escondite para golpearlo, pero me llevé una grata sorpresa. El hombre leopardo golpeó a Gura con todas sus fuerzas, impulsándolo hacia una roca que se rompió en pedazos. Mi cara estaba en blanco y no era la única.

—¡Queríamos ver, idiota! —gritaron al unísono Cracker, Sanji y Brook.

—¡Callaos, pervertidos! —alcé la voz.

—¿Cómo es posible? —preguntó Gura. Aún con mi imagen miraba con horror al muchacho.

—Aunque mis deseos más oscuros me decían de dejar a que siguieras, sé que caería en la trampa. Además, tu problema es que no conoces cien por cien la personalidad de las personas —le explicó—. Princess es tímida y reservada. Seguramente que ella saldría de su escondite para detenerte a golpes.

—¡Exacto!

—Yo prefiero esa personalidad de ella a que sea coqueta conmigo —se sinceró. ¡Yo ya me lo imaginaba!—. Soy un hombre dominante y me gustan esas mujeres sumisas que luego explotan como leonas. Que se pongan nerviosas ante mi presencia. Y tú no tienes eso, demonio seboso.

Temor había en sus ojos. Era posible que ese demonio, hijo del Diablo del Mar, nunca haya experimentado el miedo. Lucci estaba demostrando que no había que tener miedo a lo que tememos. Debíamos de superarlo, incluso el deseo. Simplemente para derrotar al enemigo. Era posible derrotar a tu peor pesadilla si luchas contra ella. Los dos éramos los únicos que no estábamos atrapados en esa red viscosa. Nosotros éramos los únicos que podíamos dar al demonio. Entonces tomé la decisión de salir de mi escondite pidiéndole a Poupou que se alejara. Caminé con mucha determinación hasta ponerme al lado de Lucci.

El demonio descarado amplió su sonrisa macabra y él volvió a transformarse en ese insecto asqueroso que tanto me daba miedo. Pero yo cogí valor para golpear su estómago con todas mis fuerzas y aventarlo. Él no era una cucaracha. Era un demonio despreciable que no tenía compasión en cazar a niños inocentes. Volvió a su estado normal más confuso y asustadizo. ¿Quién se imaginaba que yo me lo enfrentaría de esa manera?

—¡Debéis tener miedo! —gritó muy desesperado.

—Lo siento, pero no me voy a quedar en brazos cruzados, mientras vivas aquí —dije con mucha seguridad.

—¡¿Os pensáis que van a derrotarme dos mortales?!

—Lucci disfrutaría matándote.

—Eso no lo niego —confesó.

Gura mostró furia en sus ojos. Se levantó con todas sus fuerzas para darme una mordida con su gran boca, pero Lucci me cogió y alzó todo su cuerpo hacia arriba. Después me lanzó, como si fuera una lanza, y le di una patada bien fuerte en la espalda del demonio. La criatura estaba inmóvil de su sitio. Le empezó a costar levantarse porque sus brazos temblaban al igual que sus patas arácnidas. No iba a permitir que ese devorador de niños siguiera con sus hábitos de comer demasiado. En el fondo, los chicos nos estaban animando para que acabásemos con él. Debía de haber una forma. Matar a un demonio no era fácil.

Sí tuviéramos una cruz anti-demonios podíamos acabar con él. Mi gran era si tenía siete corazones en su posesión. Yo preferiría que tuviese uno. Ningún Mugiwara era capaz de matar —menos Zoro cuando se enfrentó a Monet—, pero esta vez haríamos una excepción. No me di cuenta que estaba en un estado de pesca y él me atrapó con su mano grande, casi haciéndome bastante daño. Pero Lucci me rescató nuevamente utilizando el Rankyaku. Cuchillas cortantes del aire que atravesaron la mano de Gura hasta dejarlo en pedazos. Él me cogió porque no iba a permitir que tocase el suelo.

Me di cuenta que no se regeneraba. O era el más débil de los antiguos o no tenía la capacidad de curarse así mismo. La verdad no estaba muy segura que hacer. Lo golpeábamos y nada. Miré hacia atrás hacia dónde están los otros. Seríamos comida de Gura y no podríamos vivir más aventuras. Averiguar más el secreto de Blue Line. Apreté mis puños con rabia no queriendo llegar a eso. Mis ojos se fijan en Lucci y él me dedicó una mirada. No hizo falta decir nada. Estaba claro lo que íbamos a hacer juntos. Su cola se enrolló en mi cintura con fuerza para levantarme poco a poco. Todos confiaban. Yo debía de sacar toda mi determinación.

—¡Yo soy inmortal! —farfulló de nuevo a punto de atacarnos.

—¡Si fueras inmortal, ya te estarías regenerando!

Lucci me impulsó hacia él y todo fue a cámara lenta ante mis ojos. Mi puño se alzaba en dirección al pecho del individuo y él con la boca abierta para comerme. Pero era lento y el moreno me lanzó rápido. De repente, vi un aura blanca en mi mano que brillaba poco a poco. Los ojos de Gura se encogieron al percatarse de ello y susurró:

—Tú. No puedes ser…

Y todo fue rápido. El silencio reinó, pero el grito desgarrador de Gura se escuchó, no solo en su guarida, sino por toda la isla. Y una luz rodeó el lugar hasta salir al exterior como si fuera un rayo de esperanza. Una luz que daba señal que todo acabó. El fulgor se extinguía poco a poco y sólo quedaba yo de pie, casi ensangrentada por la sangre del demonio. Gura desapareció. No había señales de vida. Alcé la mirada hacia el agujero observando que el sol estaba a punto de salir. Me sentí extraña al matarlo. ¿Así se sentía uno cuando mataba por primera vez? Un sentimiento de liberación absoluta.

—¡Laura! —escuché la voz de Nami detrás de mí y me giré—. Oh, menos mal, ¿estás bien?

—Sí, eso creo —me sinceré.

—¡Hemos acabado con él! —vociferó Luffy, como una victoria más.

—Tú no lo derrotaste —corrigió Usopp, dándole un pequeño golpe en la cabeza.

—¿Segura que estás bien? —me preguntó Katakuri. Se agachó para estar a mi altura.

—Sí, gracias —se lo agradecí. Se veía tan adorable preocupándose por mí.

—Me sentí estúpido en caer en la trampa —gruñó Cracker, mientras se quitaba las telarañas encima.

—No podíamos hacer nada —comentó Marco—. Al fin y al cabo, era un demonio muy superior a los humanos. A nosotros.

—Chicos, no tenéis que agradecérmelo —les expliqué—. A quien tendría que agradecerle es a Lucci. —Busqué con la mirada al hombre—. Es él quien se ha enfrentado a Gura y…

Ni terminé la frase porque Lucci me lamió la cara aún transformado en su forma híbrida. Mi reacción fue la siguiente: grité con todas mis fuerzas, mientras me eché hacia atrás de una forma cómica hasta llegar a una pared.

—¡¿Qué demonios acabas de hacer?! —grité al descarado. Él simplemente se relamió los labios, casi disfrutando del sabor de la sangre.

—Tuve que probar el sabor de sangre del demonio y debo admitir que es adictiva.

—¡Pues lame en el suelo y no en mi cara, tolete!

Todos se estaban riendo, menos unos que yo me conocía. Dios, me daban ganas de golpear a ese estúpido. Tuve que pedirle a Chopper que si tiene un desinfectante de insectos y que me lo echase porque aún sentía escalofríos de la cucaracha. Y quisiera quitar esta ropa porque me sentía asqueada por el agua del alcantarillado y la sangre. La única forma de salir era por el agujero que se creó. Pero antes de irnos, eché un último vistazo a los cadáveres de los niños. No pudimos salvar a estos pequeños, pero a una generación futura sí. Con ello, me quedé satisfecha. Volví con los chicos porque entre Luffy y Katakuri podríamos salir perfectamente.

Y al alejarnos de la zona subterránea, nos esperaban un grupo de gente que nos miraban. No sabría decir si estaban enfadados con nosotros, pero uno se arrodilló y los demás le siguieron.

—¡Gracias por liberarnos del Antiguo Gura, el glotón! —habló con voz alta el hombre—. Estuvimos siglos rogando que alguien lo derrotaste y al fin se cumplió. —No paraba de llorar el anciano—. ¡Gracias! ¡Gracias!

Me sentí aliviada. Una sonrisa suave apareció en mis labios. Los niños nos agradecieron también que hayamos acabado con ese monstruo porque le tenían miedo. Me recordaban a mi hermano pequeño porque era especial. Acaricié con dulzura sus cabezas, mientras que los adultos nos aplaudían con mucha fuerza. Esta isla se sentía en estos instantes libertad. Esa palabra era la que todos queremos escuchar en nuestros oídos porque nos quitábamos un peso de encima. ¿Y sabéis? Lo mejor era ir al puerto y comunicárselo a los chicos. Se alegrarán de saber que habíamos derrotado al demonio.

Caminábamos en dirección allá con los isleños siguiéndonos. Querían conocer a los otros miembros que habían ayudado, sin haber participado. A los lejos se visualizaba los tres barcos que Luffy, Usopp, Chopper y yo corrimos muy rápido hacia ellos. Teníamos que darles la noticia. Tashigi se asomó para gritar de emoción al vernos que agitó el brazo con fuerza a modo de saludo. Y no era la única, aunque los otros preferían sonreír o no mostrar ningún tipo de emoción. Solo faltaba un kilómetro para llegar allá. De repente, todo pasó muy rápido ante nuestros ojos.

El cielo se partió, dejando paso una gran rayo negro que se dividió en dirección hacia los dos barcos. Todo oscureció. Ni una pizca de luz. Pasaron unos segundos y la luz volvió. Y el miedo inundó todo mi ser porque los dos navíos desaparecieron. ¿Los inundó? No, si fuera así pudiéramos visualizar burbujas en el mar. Escuché a Cracker y a Katakuri gritar como locos que corrieron hacia la orilla, buscando con desesperación a sus hermanos. El primero se arrodilló no creyendo que esto haya sucedido y el otro petrificado. Smoker también se quedó como estatua en su sitio. Entonces una voz tenebrosa se oyó por toda la isla, como si tuviera una megafonía.

—Humanos insolentes. Habéis matado a nuestro hermano Gura. Este es vuestro castigo. No os preocupéis. Vuestros seres queridos están junto con los Yōnkos y los Gōrosei. Y si queréis volver a verlos, tenéis que llegar hasta el final de Blue Line. Aunque este gran océano no es para humanos mortales como ustedes.

Y la voz desapareció. ¿Entonces todos ellos estaban con él? ¿Una forma de castigarnos? ¿Por qué? Poupou tenía razón: debimos irnos desde que entramos a Blue Line. Pero ahora no podíamos ir. Los chicos estaban raptados por un Antiguo. Había esperanza de llegar hasta ellos, pero debíamos cruzar todo el océano hasta llegar hasta la última isla. Ahora el problema era que habían cinco personas más que meter en el Thousand Sunny porque el barco era relativamente pequeño. El pobre Katakuri va a sufrir mucho durmiendo.

—¡Vamos a rescatarlos! —gritó Luffy muy decidido.

—Luffy, espera. —Lo detuvo Franky antes de que se subiera al barco—. Tenemos un problemas. El Thousand Sunny no puede meter a cinco personas más porque no hay hueco para que ellos puedan dormir.

—Pues hazlo más grande —dice, desinteresado.

—¡Como si fuera fácil!

—Puedo solucionar eso —habló el anciano de antes. Se aproximó hacia nosotros para entregarle a Luffy una especie de concha con colores del arcoíris—. Colócalo en el mascarón de la proa.

Luffy se quedó mirando el objeto, pero no objetó. Estiró su brazo hacia la cabeza del Thousand Sunny hasta colocarlo. Al instante, un brillo rodeó al barco con tal intensidad que cualquiera dejaría ciego. Pasaron unos minutos y todos nos hemos quedado con la boca abierta. El aspecto del navío había cambiado. Era más grande que antes, pudiera decirse que cien metros de altura y sesenta de longitud. Luffy, Chopper, Usopp y Franky no evitaron en la emoción de explorar de pies a cabeza el navío. Hasta escuché que alguien dijo: “¡tenemos habitaciones propias!”. ¡¿En serio?! ¡Ahora sí que todos corrimos para coger uno!
Ala, la madera de la proa está reluciente. Sanji estaba gritando de la emoción por la cocina por lo que eché un vistazo y… ¡Dios! ¡Thousand Sunny parecía nuevo! Tuve que salir del sitio para mirar al anciano que nos entregó la concha.

—¿Qué objeto era ese?

—Es una concha especial que son extravagantes —explicó—. Solo se utilizan en los barcos de comercialización, pero a vosotros les vendrá bien.

—¡Muchas gracias! —les agradecí con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Chicos! —nos llamó Nami—. El Log Pose se ha recargado.

—¿No se supone que se recargaba en los dos días próximos? —preguntó Marco.

—Sí, es lo que dije. Pero es como si al derrotar al Antiguo, la carga magnética se restableció.

Si que eran buenas noticias. Podríamos irnos para llegar a la próxima isla. Los isleños de Corpush aún seguían aplaudiéndonos por haberlos liberado de Gura. Ahora nuestro objetivo era buscar a los chicos. Explorar Blue Line hasta llegar a la última isla. Franky levantó el ancla para zarpar al gran océano. No sé qué isla nos deparará. No sé qué peligro podría acecharnos. Pero yo me preocupaba más lo ocurrido con el enfrentamiento del Antiguo. Miraba mi mano sin descanso, preguntándome una y otra vez lo ocurrido. Y esas palabras del demonio se clavaron en mi cerebro. ¿Me conocía? ¿Cómo?

Más dudas sin resolver, pero que algún día se responderán.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top