Capítulo 12.
El mensaje me hace tropezar en el rellano de la puerta y por poco me doy de bruces contra el pequeño mueble que hay a la entrada. Estupefacta, releo el mensaje una y otra vez, por si he leído mal. Sin embargo, las palabras no cambian por mucho que las mire y en cuanto Lucy contesta con un "QUÉ??" más grande que una catedral, comprendo que no estoy viendo alucinaciones.
Antes de que me pueda parar a procesar, activo una videollamada entre las tres y subo a mi cuarto sin molestarme en quitarme la cazadora. Mi abuela, confundida por el estruendo que hago en las escaleras, asoma la nariz desde el baño, escoba en mano.
—¿Selene? ¿Pasa algo? —quiere saber cuando paso a su lado.
—Eso pretendo averiguar —es lo único que digo antes de desaparecer en mi habitación. Justo en ese momento las dos contestan y no pierdo el tiempo en bombardear a Ivi con la primera pregunta—: ¿Cómo que crees?
Ivi, al otro lado de la pantalla, se muerde el labio, nerviosa, y pasea la mirada por su propio cuarto, sin saber qué decir. Lleva puestas unas gafas que no sabía que necesitaba y juraría que está sonrojada. Mi lista de preguntas aumenta de golpe y en menos de un segundo.
—Pues a ver...
—Como te dejes algo en el tintero mañana te las verás conmigo —amenaza Lucy. Se ha apartado el flequillo con una horquilla y su mirada promete dolor. Nunca me ha dado tanto miedo como ahora.
Ivi gime y se tapa la cara con las manos. Murmura algo que no consigo entender y mi impaciencia crece. ¿Qué ha ocurrido para que pierda la compostura así?
—No te hemos oído —informo—. Repite y dinos qué ha pasado. Y con detalles.
Nuestra amiga toma aire y necesita un par de segundos antes de repetir lo que ha dicho:
—Que me ha besado. Y...
—Espera, ¿qué? —Si antes mi cerebro bullía de información, ahora está en blanco absoluto. Sin que me dé cuenta, una sonrisa tira de la comisura de mis labios hacia arriba, pero intento serenarme e ir a lo importante—. ¿Cómo que te ha besado?
Ivi compone una mueca que no tengo ni idea de cómo interpretar y Lucy vuelve a intervenir:
—Eso es... Increíble —farfulla, sorprendida—. Pero empieza por el principio. Queremos contexto.
Ivi asiente, aunque con algo de duda, y el enfoque de su cámara se pierde por unos segundos cuando mueve el teléfono de sitio. Luego, pierde la mirada en algún punto de su cuarto.
—Después de dejarte a ti, Sel, nos fuimos hacia mi casa —comienza y apoya la barbilla en la mano—. Estuvimos hablando y tal y, al salir de su coche, por el viento se me metió algo en el ojo. Llevaba las lentillas, así que ya os podéis imaginar el desastre que supuso eso. El ojo me empezó a llorar y no veía nada ni dejaba de molestarme. Él acabó bajando también cuando vio que no entraba en casa y pues me preguntó qué me pasaba, que si estaba bien.
—Te ayudó, me imagino —dice Lucy.
Ivi vuelve a asentir, recolocándose las gafas.
—¿Y cómo llevó eso a que te pidiera salir? —pregunto, incapaz de hilar y conectar ambos sucesos. Por muy lanzado que sea Jared, le he visto actuar con Ivi con un cuidado impresionante, consciente de que cualquier paso en falso podría hacerle pisar una mina. No consigo imaginarme cómo ha decidido lanzarse a la piscina tan de cabeza.
—No lo sé —es la respuesta que nos da y se pasa los dedos por el pelo, confusa—. Después de eso me dijo que no lo odiara y me besó. Así, sin más.
De acuerdo, no me esperaba eso. Por un momento, ni Lucy ni yo decimos nada, cada una intentando asimilar e imaginar la escena. Mentiría si dijera que por dentro no estoy cantando victoria ni que no me siento emocionada, pero ha sido todo tan de golpe que no puedo asimilarlo. Ivi, por su parte, no aguanta mucho más nuestro silencio:
—¿Chicas? —nos urge, desesperada por encontrarle un sentido a todo lo que le ha pasado.
Es Lucy la primera que recupera el habla:
—¿Te ha dicho algo más después de eso o se ha largado sin más?
—Que no le ponga orden de alejamiento porque quiere seguir besándome y llevarme a casa. —Hace espavimentos desesperados con las manos y acaba tapándose la cara—. ¿Qué se supone que significa eso? —gime.
—Que está loco por ti y que te lo acaba de demostrar a su manera —contesto, aunque por dentro esté maldiciendo a Jared por soltar semejante declaración tan propia de él. Entonces caigo en la cuenta y miro a Ivi desde la pantalla de mi móvil, llena de pánico—. Dime que no le has pegado.
—Quise hacerlo —reconoce—, pero reaccioné tarde. —Después, estalla—: ¡No le entiendo! ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué yo? ¡Si ni siquiera le soporto!
—Ivi, llevas una semana en su compañía cada dos por tres; deja de decir que le odias cuando no es verdad. —La declaración de Lucy la hace enmudecer y revolverse en su sitio. Quiere replicar, pero Lucy no le da tiempo—: A Jared le gustas, y has comprobado que no es como pensabas. ¿Qué tiene de malo darle una oportunidad?
Ivi no contesta. En cambio, se mordisquea el labio una y otra vez, incómoda a la par que pensativa. Es obvio que necesita espacio y tiempo a solas para procesar todo. Sin embargo, cuando se despide de nosotras y corta la llamada, un buen presentimiento me hace sonreír. Jared se la ha jugado, tanto que toda su relación con ella pendía de un hilo frágil y caprichoso, pero algo me dice que ha ganado y que la suerte está de su parte.
La felicidad me inunda y me tiro en la cama, sonriente. No obstante, mi sonrisa desaparece poco después, cuando recuerdo lo que nos ha contado Ivi. Por mucha ilusión que me haga que estos dos por fin acaben juntos, hay ciertas cosas que no puedo pasar por alto.
Jared tarda tres toques en contestar, y cuando lo hace, su voz se escucha en eco, como si lo tuviera en altavoz.
—Jared a su servicio, madame —saluda, con el mismo buen humor de siempre—. ¿Ocurre algo?
—No lo sé —espeto—, dímelo tú. ¿No hay nada que tengas que decirme?
Por un momento, todo lo que escucho es un estruendo metálico y varias voces de fondo. No tengo ni idea de dónde está, pero queda claro que no se encuentra solo.
—Oh, sí —dice al fin—. ¿Qué tal con Alec? ¿Ha conseguido decir algo más aparte de hola y adiós? ¿Ha aceptado tu ofrenda de paz?
—Con Alec todo ha ido a las mil maravillas, pero eso no es lo importante ahora mismo.
—¿Ah, no? ¿Entonces qué...?
No llega a acabar la pregunta, pues otra voz se escucha a través del móvil:
—Jared, ¿has visto las pastillas de freno que han llegado esta mañana? Estaban justo en la entrada.
—Ni idea —contesta él—. ¿Has mirado en el almacén? Si no prueba a ver donde los faros; el diseño de las cajas es parecido. Tal vez estén ahí.
—De acuerdo, miraré a ver. Gracias.
El hombre no vuelve a añadir nada más y por un par de segundos la línea se queda en silencio. Yo, por mi parte, no entiendo nada.
—Esto, ¿Jared?
—Sí, perdona, sigo aquí. —El ruido de fondo desaparece de pronto y sospecho que ahora tiene el móvil pegado a la oreja—. ¿Decías?
—¿Dónde estás? —pregunto sin poder evitarlo.
—En el taller —contesta, como si eso lo explicara todo, aunque yo no tenga ni idea de qué taller me está hablando—. De vez en cuando les echo una mano cuando quiero distraerme y tengo tiempo libre. ¿Por qué me has llamado?
Esa sencilla pregunta hace que recuerde de golpe el motivo de por qué estoy hablando con él y me olvido de todo lo demás. Furiosa, me incorporo en la cama hasta acabar sentada con las piernas cruzadas y le frunzo el ceño a la pared como si esta fuese Jared.
—¿Cómo que por qué? —le espeto de mala manera, casi gruñendo—. ¿Qué clase de idiota besa a una chica y luego le pide que no ponga una orden de alejamiento?
La respuesta de Jared es soltar una carcajada y ahora más que nunca desearía poder tenerlo delante para verle la cara.
—Así que os lo ha contado.
—Obviamente. ¿En qué estabas pensando?
—No lo hacía —reconoce, y su sinceridad me deja sin palabras—. Solo... Lo hice.
—¿Te arrepientes? —tanteo, en busca de comprender su punto de vista de todo el asunto. Porque una cosa es saber que le gusta Ivi, y otra muy distinta que sea de los que actúan sin pensar en las consecuencias y solo por impulso.
Jared se toma su tiempo en contestar, tanto que me pregunto si no acabará por colgarme la llamada por ser entrometida.
—Depende —dice al fin, calmado pero con una seriedad que me sorprende—. Me arrepiento de no haber esperado a concluir el plazo de una semana del trato. Es posible que tras lo de hoy no quiera volver a verme y habré tirado a la basura dos días preciosos. Pero, ¿arrepentirme de besarla? En absoluto.
De nuevo, me quedo sin saber qué contestar. Mi plan inicial era atosigarlo a preguntas y regañarlo hasta la saciedad por ser tan... él. Ahora, en cambio, ¿qué puedo decirle? Toda la indignación que podía haber tenido en las venas se ha derretido y transformado en otra cosa. Otra cosa a la que procuro no ponerle nombre para no olvidar que estoy molesta con él. O al menos eso se supone.
—Podrías habérselo dicho de otra forma —farfullo, todavía perdida en la impresión de sus palabras—. Hay mejores opciones.
—Estoy de acuerdo —admite—. Pero esas opciones existen si la declaración se planea. Si surge de la nada, toca improvisar.
Es la conversación más extraña y surreal que he tenido nunca, por no mencionar que jamás me imaginé hablar de confesiones con un chico, y mucho menos si a este mismo chico lo conozco desde hace una semana. Jared comienza a darme miedo.
—Sigue siendo la petición más extraña del siglo —suelto entonces y Jared vuelve a reír.
—Si se lo decía textual acababa con un ojo morado casi seguro. Cuando está nerviosa o avergonzada suele acabar pegando a la gente. Más aún si estoy yo delante.
La conoce tan bien que tuerzo una sonrisa sin poder evitarlo. ¿Cuánto tiempo habrá estado pendiente de ella como para ser capaz de predecir sus reacciones? No es hasta ahora que me doy cuenta de lo observador que es Jared en realidad. No obstante, eso no lo exime de la culpa y yo no pienso darle tregua.
—Un día de estos te acabará estrangulando o algo peor —le advierto, haciéndole reír otra vez. Su calma me irrita, pues se supone que debería estar nervioso, avergonzado, preocupado... No sé, algo que no sea serenidad absoluta. ¡Ni siquiera me ha preguntado qué ha dicho Ivi!—. Sigo molesta contigo, que lo sepas —gruño entonces.
—Ya lo veo. Aunque no entiendo por qué.
Ahora sí que quiero dejarlo inconsciente.
—¿No lo entiendes? —repito ofendida—. Iré por partes entonces. Para que lo entiendas —dramatizo la última palabra y el armario es el que recibe toda la indignación de mi mirada—. En primer lugar, te juegas el pellejo besando a una chica que sabes muy bien que te soporta un máximo de dos horas seguidas. Segundo, después de besarla, te declaras con sinsentidos que solo la confunden y no aclaras nada. Tercero, te llamo por explicaciones y detalles y lo único que obtengo es saber que no te arrepientes de nada. ¡Y cuarto! Has hecho creer a media universidad que estamos saliendo. ¿Te parecen motivos suficientes? ¿Lo entiendes ahora?
—Creo que el único motivo real es el último —declara antes de soltar una alegre carcajada.
Mis ganas de matarlo solo aumentan y le gruño al teléfono.
—¡Es que solo a ti se te ocurre! —le grito—. ¡Incluso Alec se pensaba que estábamos juntos!
La risa de Jared solo aumenta y sus carcajadas se vuelven imparables.
—Por favor, dime exactamente qué te ha dicho ese idiota —suplica entre risas—. Mierda, tendría que haberle pedido a Roy que lo grabara.
—No pienso decirte nada, estúpido. Me hiciste pasar por un bochorno increíble, y a Alec también. ¿No se supone que es tu mejor amigo?
—Por eso mismo, Sherly. —Y vuelve a reír.
Oh, esta me la pagará caro.
—Pienso vengarme, Jared —le advierto—. Y suficientes gracias me vas a tener que dar por no hacerlo a través del rechazo de Ivi. Ojalá te ahogues riendo, querido novio.
Y, sin darle tiempo a contestar, cuelgo. A falta de tenerlo delante, estrujo un cojín con rabia, prometiéndome que lo haré suplicar por perdón de rodillas. La pregunta ahora es cómo. Aunque me lleve bien con él, sigo sin saber poco o más bien nada sobre Jared. No sé qué puede ser lo suficientemente grave como para conseguir poner a semejante hombre en ridículo. Entonces, se me ilumina el cerebro.
Alec.
Él lo conoce mejor que nadie y tiene tantos, o puede que incluso más, motivos que yo como para querer bajarle los humos. Al fin y al cabo, él también ha sido víctima de su jugarreta. Por tanto, marco su número y aguardo impaciente a que me coja la llamada. Sin embargo, los tonos se acaban y no contesta.
Miro la pantalla del móvil con el ceño fruncido. ¿Estará ocupado? ¿O tal vez lo de antes ha sido mera educación y no quiere saber nada de mí? Podría haberlo presionado sin saberlo, obligándolo a quedar en contra de su voluntad y trastocando todo su horario y haciéndole perder el tiempo. Me acuerdo de su expresión sombría y me muerdo el interior de la mejilla con duda, insegura. ¿Debería intentarlo otra vez? ¿O sería mejor olvidarme del tema?
El tono de llamada del móvil me sobresalta y me hace pegar un salto. Por un momento, miro las cuatro letras de su nombre sin entender por qué están ahí, en medio de la pantalla, a la vez que el teléfono vibra insistente sobre el colchón.
—¿Alec? —contesto, nerviosa y con todas las preguntas de antes pululando por mi cabeza.
—¿Selene? —Su voz se escucha a duras penas, amortiguada por un fondo de música, ruido y voces—. Me has llamado. ¿Ocurre algo?
El desconcierto que transmite es comprensible, pues no ha pasado ni una hora desde que me dejó en casa. Ahora, con él al teléfono, no sé muy bien cómo abordarlo.
—Esto... Sí. Sí, te he llamado. —No tiene sentido negarlo—. ¿Te pillo en mal momento?
—Acabo de llegar al trabajo pero...
—Oh, no te molesto entonces —murmuro, todavía más incómoda que antes. ¿Por qué siempre tengo que actuar sin pensar?—. Tampoco es tan importante.
El estruendo que se oía de fondo queda de pronto amortiguado y se sustituye por el sutil ruido del tráfico de la calle.
—No te preocupes —dice entonces, y ahora le escucho con claridad—, en realidad no empiezo hasta dentro de media hora.
—¿Seguro?
—Seguro —insiste—. ¿Me dirás qué ocurre? ¿Te has dejado algo?
—Oh, no, no es eso. Verás... —Callo, devanándome los sesos en busca de un modo en el que poder ponerle al día de forma sencilla y sin sonar como una loca—. ¿Podría pedirte un favor?
—¿Un favor? —repite extrañado—. Supongo...
Decido ir directa al grano:
—Quiero tu ayuda para matar a Jared.
Silencio.
Por un momento, todo lo que hay al otro lado de la línea es el ruido de la calle y el pitido perdido de un coche lejano. Alec no se pronuncia, y yo me lo imagino al instante con el mismo ceño fruncido y confundido que me ha mostrado ya varias veces. Al final, su primera respuesta es soltar un largo suspiro.
—¿Qué ha hecho esta vez?
—Besar a Ivi y largarse al segundo siguiente. Ah, y causar todo el malentendido de que yo era su novia. Sus actos requieren de consecuencias.
De nuevo, el silencio absoluto es la primera reacción que obtengo.
—¿Puedes repetir? —suena incrédulo—. ¿Dices que ha besado a Ivi? ¿Jared?
—Ajá. —Me dejo caer de espaldas en la cama y anclo la vista en el techo—. Y eso no sería un problema si no lo hubiera hecho al estilo Jared. Y creo que puedes imaginarte lo que significa eso.
Alec gruñe algo incomprensible, pero me es más que suficiente saber que está de acuerdo conmigo.
—Y pues necesito de tu ayuda. También agradecería que te informaras más del asunto, si es que puedes. A mí me ha dicho más bien poco y le he acabado insultando y con ganas de matarlo.
—Sí, suele ser lo habitual cuando hablas con él.
Su suspiro es tan resignado que sonrío en la soledad de mi habitación. Como sospechaba, él mejor que nadie entiende y sabe lo que es lidiar con Jared y sus ocurrencias.
—¿Y bien? —pregunto entonces—. ¿Qué dices? ¿Me ayudarás?
Esta vez su respuesta llega al segundo siguiente:
—¿Para poner a Jared en su lugar? Siempre. Llevo queriendo hacerlo toda mi vida.
************
¡Muy buenas a todo el mundo!
No suelo hacer anuncios al final de un capítulo y dudo que lo vaya a repetir muy pronto, pero esta vez me aparezco por aquí para anunciaros que El destino de la luna tiene playlist y que esta se encuentra en Spotify para todo aquel que lo desee.
Voy añadiendo canciones a cada rato según considere que la letra le va bien a la historia o a algún personaje en concreto, así que tendréis contenido nuevo cada cierto tiempo. Todas las canciones que hay ahí tienen un por qué, y os reto a descubrir a qué personaje y momento en la trama van dirigidas cada una.
Os dejaría el link, pero ya sabemos todos cómo funciona eso aquí, en Wattpad, así que os voy a dejar la portada de la Playlist para que sepáis ubicarla. Si aun así no la encontráis, decídmelo y os paso el link por privado. Espero que la disfrutéis.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top