Capítulo 6
Roxy miró ese bolso con inquietud y curiosidad, nadie lo había abierto y ella no sería la primera en hacerlo, aunque ganas no le faltaran. Ese bolso contenía todas las pertenencias de Evan, quizá tenía objetos personales o alguna cosa rara, pero ella no debía meter sus garras en su interior.
Era cuestión de respeto.
—Te mueres por abrirlo, ¿no es cierto?
Michelle se burló de su debilidad con una sonrisa, ella estaba en la puerta del dormitorio esperando un movimiento. Roxy intentó mentirle, hacerle creer que no estaba tentada de ningún modo, pero fue una tarea inútil, la mujer leopardo no solo era su última amiga, sino que, la conocía casi más que Roxy, engañarla no era una buena idea.
—Un poco..., pero no debo abrir esto.
Tomando el bolso negro por una de las correas, Roxy lo alzó por un brazo hasta la espalda, la maldita cosa era pesada.
—Oh vamos, ¿no tienes curiosidad?
—No.
—Imagina lo que debe haber ahí.
Roxy se detuvo frente a Michelle.
—¿Ropa?
—Además de eso... —Ella sonrió—. Pueden haber imágenes o cartas de sus admiradoras, quizá un diario secreto, un par de armas...
—Michelle, no revisaré las cosas personales de Evan, eso es de gente rara y obsesiva, ¿acaso tú le revisas las cosas a Finnick?
La expresión de su amiga le dijo la respuesta, Michelle era dominante, impulsiva y arriesgada, siempre yendo hacia lo incorrecto, tenía una pizca de sentido común y sabía diferenciar el bien del mal, pero eso no significaba que no fuera de forma constante contra las reglas.
—Oh vamos Roxy, has enganchado a un pez gordo, puedes saber un poco más sobre él si sabes cómo se viste o cómo huele, cosas así.
Roxy enfrentó a Michelle en la sala de estar, dejó caer el bolso sobre un sillón negro, solo para descansar un poco.
—Tú —le apuntó—. Estás con Finnick.
«Y Evan es nuestro compañero» la pantera se encontraba activa y al acecho.
—Pero conservo la libertad de apreciar la belleza masculina.
Roxy le miró muy seriamente y fue entonces que Michelle se echó a reír. Era increíble cómo la mujer todavía conservaba su espíritu intacto, a pesar de todo lo que estaba pasando, ella siempre encontraba una forma de reír, pero a veces a Roxy le molestaba que fuera a costa de ella.
—¿Cómo se siente? —Preguntó después de recobrar la capacidad de hablar.
—¿Qué cosa?
Michelle se cruzó de brazos y le miró con cierta inocencia en sus ojos.
—Saber que ya no habrá otro para ti mas que Evan.
Roxy no había querido pensar en eso desde que..., bueno, desde que supo que ambos estaban conectados, casi destinados a permanecer juntos, primero porque le resultaba un poco preocupante el hecho de toda una vida junto a un completo desconocido, por más que su aspecto fuera tentador, no sabía nada de Evan, segundo, Roxy no tenía idea de si tenía toda una vida...
—No lo sé, solo es mi animal el que me impulsa a permanecer con él.
Roxy mantuvo su mirada firme cuando percibió la lástima de Michelle, porque ambas sabían que muchas parejas cambiantes se creaban por instinto y no por amor, y en donde faltaba el afecto, abundaba la infelicidad.
¿Era eso lo que le esperaba con Evan? Quizá para esa pregunta no necesitaba saber la respuesta, sería mejor no hacerlo, porque de otro modo solo serviría para aumentar el sufrimiento, del cual ya tenía demasiado.
—Bien, tengo que llevarle esto —dijo, volvió a ponerse el bolso a la espalda y se despidió de Michelle con un beso en la mejilla—. Nos vemos más tarde.
—Claro, ve con cuidado.
Tener un peso sobre su espalda le dificultaba mucho la tarea de avanzar, por fortuna, la cabaña de Michelle y la suya no estaban tan alejadas, tan solo a setecientos metros, cada tramo cubierto por bosque. Pero aunque fuera una corta distancia, Roxy sabía que el único lugar seguro siempre era su cabaña, más cuando ahora llevaba una carga desconocida, que bien podría ser interpretada como contrabando si alguno de los guardias de Richard la veía.
Así que debía darse prisa por llegar.
Sintió las garras del hambre desgarrar su estómago, y la pantera estaba de mal humor, básicamente siempre se encontraba así cuando se alejaban de Evan. Maldita hambre, Roxy no quería sentirla, maldita debilidad que se llevaba sus fuerzas, solo había comido un pobre desayuno a base de té y lo que quedaba del ante último paquete de galletas saladas, no quiso recibir nada de Michelle porque ambas sabían que con la nueva forma de racionar los recursos que había impuesto Richard, nadie podía compartir ni una migaja de alimento. Y eso dolía, te hacía sentir malvado y ruin.
—Roxanne, detente.
«Oh mierda... No, de todo el territorio, ¿por qué tenían que patrullar esta parte?»
La pantera sugirió ignorarlos y seguir, faltaba muy poco para avistar su hogar, sin embargo Roxy tenía que obedecer por la fuerza, enfadar a dos cambiantes leones no era la mejor de las ideas.
Tomando aire, ajustó el agarre sobre la correa y se detuvo, esperando, mientras oía las pisadas de los guardias que más odiaba en todo el clan. Los crueles y estúpidos hermanos Larkin, en realidad eran tres, pero Joe casi nunca andaba cerca de Nick y Alan, además de que no era tan idiota y egocéntrico como esos dos.
Roxy fue rodeada de inmediato, trató de mostrarse tranquila, pero la pantera reconocía el peligro al que se enfrentaba y urgía salir de ahí, ella podía ser el doble de grande que un leopardo, pero ante un león ella no podía hacer nada. Sentirse como una presa acorralada era horrible.
—¿Qué tienes ahí Roxanne? —Preguntó el mayor y más alto de ambos, Nick.
Alan ya estaba husmeando en el bolso.
—Las pertenencias de Evan Hatchet.
Nick se detuvo frente a ella, con sus ojos mezcla de amarillo y verde atenuado, burlándose de su inferioridad.
—Oh sí, ya todos saben del pequeño cachorro alfa.
Roxy gruñó bajo, y fue en ese momento que algo se rasgó y ella maldijo su falta de atención. Alan había cortado la correa que ella sostenía y el bolso cayó al suelo, enfadada, se giró hacia el león dispuesta a quitarselo pero Nick le detuvo por un brazo, y la arrastró con fuerza hacia atrás, dejándole caer al suelo.
—Revisemos si tiene contrabando —sugirió Alan, con el brillo asesino en sus ojos color oliva, matizados en una piel bronceada—. Sólo por si acaso.
—Hermano, me has leído la mente.
Roxy tuvo que quedarse en su lugar y esperar a que por una mágica razón ella fuera capaz de convertirlos en cenizas con los ojos, pero eso era solo fantasía, los odiaba, casi tanto como al estúpido alfa al que protegían y le chupaban las medias para obtener beneficios. Pronto, todas las pertenencias de Evan estuvieron regadas por el suelo del bosque, hasta que el bolso fue vaciado por completo.
Alan agarró una remera color azul, y la utilizó para jugar con su cuchillo, los malditos querían romper la poca ropa que tenía.
—Oh, mira esto —dijo Nick con asombro, mientras tomaba un pedazo de papel oculto en el bolsillo interno de una chaqueta de cuero sintético negra—. Una fotografía.
Alan dejó la remera y se inclinó hacia su hermano para verla.
—Santo cielo ¡es hermosa! ¿Quién será?
—Creo que es mamá gata.
Alan silbó al aire.
—El bastardo es afortunado.
Roxy volvió a gruñir y se puso de pie, pero los dos idiotas no le prestaron atención.
—Es toda una belleza, me la quedaré.
—¡No!
Nadie iba a quedarse nada, todo eso le pertenecía a Evan, era su pequeña vida material resumido a una maleta con ropa y esa fotografía.
Nick se movió hacia ella, acomodándose el cabello largo y rubio, avanzó con mirada amenazante, garras afuera y esos colmillos tan mortales dispuestos a desgarrar carne.
—Tú, no puedes decirme lo que tengo que hacer, mucho menos prohibirme nada. —Roxy lo tenía a escasos centímetros, sintiendo al peligroso león moverse—. Si yo quiero guardarme a la mamá del gatito alfa para jugar después con ella ¡Lo haré! Si mí hermano quiere romper y orinar toda su ropa ¡también lo hará! —Pasó una garra por el contorno de su mejilla—. No olvides el lugar que ocupas en este clan, eres peor que basura, yo mismo, ahora, podría romperte el cuello y terminar con tu inútil existencia.
—Oh sí —dijo Alan con euforia—. Hazlo Nick.
—Nadie va a hacer nada.
Ambos hermanos giraron y Roxy tuvo que dar dos pasos al costado para poder ver a Evan, contuvo una sonrisa cuando sus miradas se encontraron por un escaso segundo, después, esos ojos claros fueron a los dos leones y a sus cosas en el suelo.
—Aquí está el gatito alfa para jugar —dijo Nick—. Evan.
—Deja a Roxy en paz —exigió con firmeza.
—Mira cachorro —Alan se acercó tronando sus nudillos—. Nosotros dos, somos leones y guardias del clan, tú..., ni siquiera sé en qué tipo de felino te conviertes, pero eres insignificante en comparación a nosotros. Así que, si no quieres que rompamos cada uno de tus huesos, nos dejarás hacer nuestro trabajo.
Evan avanzó un paso, con su mirada fija y llena de tensión, centrada en Alan.
—¿Tu trabajo es intimidar mujeres?
Hubo un atisbo de burla en sus palabras, algo que despertó la furia del león. Alan fue el primero en responder, con una sonrisa satisfactoria en su rostro, creyéndose victorioso arrojó el primer golpe, sin embargo, Evan era más ágil y se agachó, su puño conectó en la garganta provocando la asfixia de Alan, sin perder tiempo Evan tomó su cabeza con ambas manos y la estrelló contra su rodilla en un golpe directo a la nariz, viendo al león sin defensas, lanzó dos rodillazos al pecho y lo dejó caer rendido al suelo.
—¡Maldito bastardo!
Nick cargó contra él, Roxy sintió la tierra bajo sus pies temblar con las pisadas del enorme león, y por dentro temió que fuera capaz de lastimarlo. Alan era más parecido físicamente a Evan, con excepción de tener más masa corporal y menos cerebro, pero Nick... Era una pared solida de fuerza y poder.
Evan era inteligente, lo vio venir, bastó un simple giro hacia la izquierda para evadir el cuerpo de su rival, una patada a la espalda baja para hacerlo impactar contra el tronco de un árbol, sus garras largas y afiladas salieron cuando golpeó la cabeza de Nick repetidas veces. Mientras lo mantenía presionado con una mano por el cuello, con la otra enterraba las garras a través de la ropa desgarrada. Pronto el olor de la sangre se sintió profundo y espeso, llenando el aire.
—Deja a Roxy en paz y te soltaré.
Nick gruñó rabioso.
—Respuesta equivocada —Evan sonrió y hundió más las garras en la carne—. ¿Dejarás a Roxy en paz?
Evan comenzó a bajar su mano y el león se retorció de dolor.
—Está bien..., está bien..., ¡lo haré maldito engendro! ¡Lo haré!
Con un último gruñido animal, Evan lo soltó y de inmediato retrocedió hasta donde Roxy estaba, poniéndose de barrera entre ella y los dos leones. El hombro derecho de Nick caía flojo mientras caminaba para levantar a Alan, si las miradas mataran, ambos ya estarían acabados.
—La fotografía —Exigió Evan.
Nick se detuvo, dejó que su hermano se sostuviera por sí solo y giró, extendió el papel que antes había arrugado y luego lo rompió en cuatro pedazos que cayeron al suelo. Solo ahí, Roxy sintió un sutil cambio en Evan, como un quejido triste al ver el papel roto, el leopardo esperó hasta que Nick y Alan dejaran de oírse a lo lejos para correr a levantar los pedazos.
No le importó su ropa ensuciada por la tierra y las agujas de pino, tampoco sus elementos de higiene personal desperdigados, solo esa imagen que se esforzó en rearmar. Al aproximarse, Roxy sintió una punzada de celos provenientes del instintivo animal que rondaba cerca, al verlo tocar el rostro de la mujer que ahí estaba, era parecida a él, mismo color de piel, mismo tono de cabello, esa misma frialdad en su mirada azul glacial.
—¿Es tu madre? —Preguntó mientras recogía su ropa.
—No, una amiga.
Al felino no le gustó oír eso, pero Roxy decidió quedarse callada y volver a llenar el bolso en silencio. Ella no sabía quién era Evan, ni sobre su pasado, la historia se le escapaba y solo era guardada por él, a menos que el leopardo estuviera dispuesto a decirle, ella tendría que esperar.
Evan guardó los pedazos de la fotografía en el bolsillo delantero de su pantalón, y juntó su ropa, Roxy notó su molestia, lo comprendió al instante, pues ese bolso le recordaba cómo había terminado aquí, con ella. La culpa se hizo un nudo alrededor de su corazón, apretando más a medida que buscaba su mirada casi con desesperación, Evan estaba molesto con ella, no lo demostraba pero no necesitaba que lo hiciera, lo sabía. Recordar la puñalada hizo a la pantera gruñir de rabia, por poco mata a su propio compañero, y ahora estaba ahí, casi obligado a vivir cerca de ella y con dos enemigos peligrosos deseando su pellejo. Roxy era culpable por cada cosa, principalmente por haberlo traído al clan.
—Tus manos tiemblan —dijo con sorprendente ternura, Evan sostuvo sus manos, ya sin garras, sin sangre—. ¿Ellos te hicieron daño?
Al sentir el toque firme, sus preocupaciones se esfumaron, era increíble cómo todo en ella cambiaba mientras él estaba a su alrededor. Roxy ni siquiera se había dado cuenta de que sus temblores habían iniciado, pero eso no se debía al miedo, mucho menos por nervios, tan solo era un signo de su debilidad, la perdida de peso que su animal estaba comenzando a mostrar.
—No... —murmuró—. Es solo que..., mi cuerpo reacciona diferente cuando estás cerca... —Mintió—. Y todo lo que pasó..., fue asombroso, Nick y Alan son dos leones bien alimentados y sin embargo los doblegaste a ambos, ¿cómo lo hiciste?
Evan pasó su pulgar sobre los nudillos de una mano, con la otra, afirmó su agarre sobre la nuca, demostrando de una forma sutil que él la sostenía.
—Yo tuve un buen entrenamiento.
Roxy quiso más, Evan era un mar de secretos que quería develar uno por uno.
—¿En dónde?
Cerrando el cierre de un solo movimiento y levantó el bolso para colgarlo del hombro por la correa que quedaba intacta.
—Mi clan.
Roxy lo siguió, al frente ya divisaba el árbol de su cabaña con los peldaños de madera unidos al tronco.
—¿Cuál es su nombre?
Evan dirigió sus ojos claros hacia ella, ya no eran suaves, más bien, tenían oscuridad expandiendo sus negras pupilas. Ninguna palabra salió de sus labios finos, y su silencio bastó para hacerle saber que todavía no era digna de su confianza.
Y eso, dolía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top