Capítulo 15
Evan estaba en una hondonada, rodeada por un par de barrancos en ambos extremos y llena de maleza en toda su amplitud, por encima habían árboles de menor tamaño y algunos pinares. Estaba reconociendo lo que era la última porción del territorio, la hondonada estaba rodeada por dos montañas rocosas creando un valle entre ambas.
—Así que..., los ancianos dieron el visto bueno, ¿eh?
Daryl sonrió de lado, agachándose para recoger un brote de hierba entre sus dedos.
—Sí —respondió sin mucho entusiasmo.
Pasaron un par de días desde que se reunió con todos los ancianos, había decidido ignorar las insistencias de Roxy sobre su pasado, porque no veía necesario que supiera de eso. Sonaba absurdo para el leopardo que estaba de pésimo humor debido a su alejamiento, pero Evan no estaba dispuesto a compartir secretos con Roxy, no todavía.
«Pero ella hizo lo mismo, no dudó ni siquiera un segundo»
Conteniendo un gruñido, Evan giró para ver a Daryl.
—¿Qué es lo que hacemos aquí exactamente?
El hombre soltó el brote y se levantó, echando un vistazo alrededor.
—Richard quiere un nuevo lote de cultivo —respondió—. Y me pidió que buscara un sitio adecuado o de lo contrario empezará a tala el bosque. Este es un buen lugar, hay agua cerca, la tierra tiene buena consistencia...
—Pero está muy alejado —resolvió Evan.
Daryl alzó la mirada, con una sonrisa cómplice le miró a los ojos.
—Por ese motivo nos conviene.
Evan frunció el ceño, no entendía a donde quería ir el leopardo con todo esto.
—¿Vas a decirme qué estás tramando?
Daryl se quitó la tierra de sus manos y se enderezó, echó un vistazo alrededor, todo se encontraba en calma bajo el frío abrazo del invierno, Evan estaba seguro que estaba planeando algo grande pues lo veía en su mirada amarillenta, signo del cazador cercano.
—La resistencia.
Evan redondeó los ojos con asombro, no se esperaba eso.
—¿Van a quitarlo del puesto?
Daryl rió por lo bajo, en un gesto que confundía pues no había nada de alegre en el sonido.
—Es muy temprano para saberlo —respondió—. Pero si construimos un invernadero aquí, puede que sea un buen lugar para organizar algo...
Daryl se acercó, se mantuvo en silencio mirándolo fijamente, Evan sintió la molestia picar su piel mientras los ojos del leopardo lo analizaban con detalle, se sentía expuesto ante una amenaza y su propio animal exigía imponer su poder.
—Todavía no se han vinculado —dijo de pronto, con una voz baja cortando el silencio.
Evan gruñó bajo y Daryl reconoció la advertencia, dejó de observarlo para subir por el barranco. El tiempo de reconocimiento estaba terminado, tarea cumplida.
—¿Ya no hay más que hacer aquí?
Daryl no respondió. Su tensión era evidente, así como la preocupación en su mirada que se esforzaba por no cruzar con la de Evan, aunque este la exigiera al hablarle.
—Todavía no lo han hecho —repitió.
Evan contuvo a su animal que percibía cierto interés en esa declaración, ¿acaso Daryl estaba considerando una oportunidad con Roxy? Descartó esa absurda idea, él ya había dado un paso atrás.
—Con todo respeto Daryl, no es asunto tuyo.
Las garras salieron y ahora Daryl cruzó una mirada furiosa que hizo que todos los sentidos de Evan entraran en alerta.
—Claro que lo es, me importa Roxy, no puedo quedarme así sabiendo que te resistes a ella.
—Yo no estoy...
—No lo niegues —cortó—. Hace más de dos semanas que se encontraron, no debe ser muy difícil establecer el vínculo entre dos cambiantes que se reconocen mutuamente.
—¿Crees que es tan fácil como; oye me gustas, dame la mano, un beso y formamos un vínculo, así lo imaginas? Pues déjame decirte que es algo bastante estúpido creer algo así, un vínculo no se puede forzar.
—Claro que no, el problema es que tú no quieres y eso le hace daño a ella, ¿a qué tanto le temes Evan?
Su pregunta le descolocó, le hizo pensar, algunas ideas cayeron en su mente y Evan creyó que todo el tiempo había estado confiando en que solo necesitaba espacio. No supo cómo contestar, la verdad era que ni siquiera sabía cómo debía sentirse, quería a Roxy, la reconocía como su compañera, pero vincularse era algo completamente nuevo, y para alguien que desde la cuna fue privado de afecto, familia y vínculos sociales, saber que podía hacer esa clase de unión era algo... Intimidante. Evan todavía se veía a sí mismo como el experimento genético que salió del laboratorio y toda su vida la pasó en cautiverio a manos de los humanos, pero Roxy lo veía como un hombre común, suyo, y él no quería decepcionarla cuando supiera lo que había dentro, fragilidad y temor, miedo a ser insuficiente.
—No puedo forzar el vínculo.
—Evan...
—No te metas en esto.
Daryl lo detuvo de repente, tomándole por un hombro, le hizo girarse, Evan volvió a soltar otra advertencia animal y retrocedió.
—Oye, escucha —la voz de Daryl tenía un tono de autoriada que no le agradaba para nada—. Saber sobre tus dilemas e inseguridades al respecto no me interesa, pero Roxy sonríe más desde que apareciste y creo que es por ti. Ahora, los leones están esparciendo rumores de que Richard te quiere muerto y puede que los envíe para el trabajo y hacerlo pasar como un accidente, eso no nos conviene, ni a nosotros, ni a mí, ni a Roxy, especialmente no a ella. Debes formar el vínculo.
—No puedo —gruñó.
—Sí, puedes, acaba con la tensión entre ustedes de una maldita vez.
Evan lo enfrentó, por una vez no se sintió mal al reclamar la inclinación de otro cambiante, los colmillos descendieron al igual que sus garras y él se acercó, gruñó, como un siseo bajo que puso a Daryl en alerta, el agresivo contacto visual no duró mucho, y terminó con el leopardo sometiéndose.
—No le temo a morir.
—Las parejas son sagradas, Richard no puede matarlas, ¿quieres que Roxy siga sonriendo por ti? ¿Quieres iluminar un poco su vida? El vínculo es la única opción Evan, puede que tú no le temas a ser asesinado, pero Roxy va a sufrir como no te imaginas si eso pasa.
Evan se quedó sin argumentos, sin pensar en si era correcto darle la espalda, reanudó la marcha, aunque no sabía bien hacia donde debía ir, puesto que el trabajo de reconocimiento ya estaba hecho, ahora no tenía nada que le distrajera de esta nueva contradicción que Daryl había implantado en su mente. Enfrentarse a sus temores era fácil cuando era un solitario, incluso en el clan Ice Daggers fue sencillo, bastaba con desaparecer unos días para meditar y volver a creer que era fuerte, sin embargo ahora las cosas eran distintas, el territorio no era seguro para deambular y él tenía una compañera ansiosa por compartir sus secretos.
—Sé que debo hacerlo —dijo, rindiéndose ante la verdad. Daryl caminaba a una distancia mayor—. Pero no es sencillo para mí arrastrarla a una falsa esperanza.
—¿Esperanza? ¿De qué hablas?
—Roxy todavía espera que pelee con Richard por el puesto.
Daryl lo miró de reojo, el color de sus ojos había regresado a un marrón apagado.
—¿Por qué no lo haces?
—No tengo posibilidades, me supera en fuerza y tamaño.
La risa del leopardo fue clara, y hasta contagiosa, Evan no le veía el chiste.
—Escucha, no voy a presionarte, al final la decisión es tuya, pero ten en cuenta esto; Richard solo es fuerza bruta, tú eres inteligencia, ¿cuál de las dos habilidades es más importante? —Hizo una pausa prolongada y luego negó cuando quiso refutar—. No respondas ahora, tan solo, piensa en eso.
Cerca del mediodía Daryl se separó tomando un camino diferente, iba a buscar a su hermano para mantenerlo vigilado y fuera de problemas, según él, Kean estaba desarrollando sus instintos de alfa con mayor rapidez y eso era preocupante, sobre todo para su seguridad y estadía en el clan. Era posible que Richard expulsara al cachorro si cometía un error más, de ahí que Daryl se mantuviera cerca y lo controlara.
Evan no estaba de acuerdo en ese método, pero no podía interponerse, sabía cómo terminarían las cosas, Kean acabaría por rebelarse y..., todo se pondría peor.
Era mejor no pensar en eso, y ver si existía la posibilidad de ayudarlo, tal vez le podía enseñar a controlar sus instintos nuevos, y hasta camuflarlos para permanecer en el clan.
—Hola Evan —Roxy apareció desde un costado, sorprendiéndole—. ¿En qué piensas tanto?
El brillo de esos ojos fue suficiente para hacerle perder el rumbo de sus pensamientos, era magnetismo puro arrastrándose a través de sus sentidos, así como la sonrisa que tironeaba débilmente sus labios hacia arriba.
—En nada.
Evan sintió sus propios latidos tomar carrera, al animal queriendo acercarse más y más, hasta tomar todo de ella, fundirse en su piel para volverse uno, tenerla por el resto de su vida como su mujer, suya para proteger y cuidar. A veces el razonamiento animal era instintivo e incluso algo atemorizante, pero mientras se acercaba a Roxy, Evan pensó en la ternura con la que se movía, como si no fuera un alfa depredador.
—Estás diferente hoy, ¿qué sucede?
Evan la tomó por la cintura, sin responder, solo bebiendo de su calor y acariciando su rojo cabello. Recordó lo que Aria le había dicho sobre los vínculos, más allá de la unión del cuerpo y el corazón, se trataba de confianza y aceptación mutua, de un afecto recíproco.
Roxy se apegó más a él, tanto que entre ambos cuerpos ya no quedó espacio, Evan levantó una ceja por esa movida inesperada, ella correspondió colocando las manos en sus hombros.
—¿Qué fueron a hacer Daryl y tú? —Preguntó.
Su pecho vibró de una forma que jamás en su vida lo había hecho, ¿acaso los leopardos de las nieves podían ronronear? Evan sintió las mejillas arder.
—Reconocimiento de tierras fértiles —respondió lo más normal que pudo, ahorrando detalles por si había oídos ajenos alrededor—. ¿Y tú?
—Estuve ayudando a un par de cachorros.
Un sonido extraño le distrajo.
—Tienes hambre, ¿vamos a comer algo?
Roxy le dio una mirada comprensiva, como si quisiera alegrarse del hecho de que iban a comer de nuevo un plato de arroz con sal y salsa de tomate.
—Claro.
Sabía que ella trataba de mostrarse positiva, pero Evan percibía su nostalgia y tristeza cada vez que se enfrentaban al almuerzo y la cena, habían cosas que ella anhelaba volver a probar y no podía, el felino gruñía de rabia cada vez que eso pasaba, y ya no era tan fácil de controlar para evitar que fuera tras el pellejo del alfa.
Evan tenía que jugar al estratega, si no tenía la fuerza bruta de Richard —o su séquito de temibles guardaespaldas—, intentaría buscar otra alternativa que le diera una posibilidad, aunque se mínima, de salvar este clan en declive.
Terminó de lavar los platos sucios, mientras se secaba las manos con una toalla gris de cocina, Evan miró por la ventana y notó a tres de los guardianes leones que se acercaban desde el bosque, tuvo un mal presentimiento.
—Roxy —llamó.
Ella le hizo guardar silencio con un siseo bajo.
—Inspección de rutina, ¿dónde guardaste las provisiones?
—Arriba, en el compartimiento del techo.
—¿Y ese teléfono satelital?
Evan corrió a la habitación, sacó de la mesa de noche el aparato mientras oía la entrada abrirse, se obligó a pensar en frío, miró al techo, no era seguro ni rápido ocultarlo en el compartimiento, podría arriesgarlo todo. Pensó en meterlo debajo de la cama, pero tampoco fue opción. Oyó voces bajas, ya habían ingresado, la desesperación corrió por sus venas, Evan se arriesgó a abrir el ventanal y deslizar el teléfono sobre el borde delgado, rogó internamente que no se cayera y se apresuró a cerrar el ventanal. Se sentó casi en el momento en que uno de los guardianes entraba en la habitación.
—Inspección de rutina —habló una voz gruesa—. Ve a la sala común junto a tu mujer.
El leopardo quería salir al ataque, Evan se puso de pie tratando de parecer calmado, pero por supuesto, esta situación le era ajena, completamente irracional, ¿con qué derecho osaban perturbar las guaridas ajenas? Evan miró fijo y reconoció al guardián como uno de los hermanso Larkin, Joe, el que casi los atrapó cuando salieron de la reunión con los ancianos del clan antes de que finalizara el toque de queda.
Joe era alto y musculoso, un rival de tamaño prominente, pero de mirada noble. Las pocas veces que lo había visto, se mostró tranquilo, casi indiferente.
—¿Puedo saber por qué hacen esto?
Joe ladeó la cabeza en un gesto felino, sus ojos verdes cambiaron a un amarillo claro.
—Hay rumores de que hay elementos de contrabando, y estamos inspeccionando las guaridas para asegurarnos de que solo son eso, rumores. Ahora, permíteme hacer mi trabajo, ve a la sala, a menos que ocultes algo.
Evan sonrió.
—Tus hermanos ya revisaron que no tuviera contrabando en mi bolso el otro día, no encontrarás nada raro aquí.
«Eso espero» pensó para sus adentros mientras dejaba al león a tan solo dos metros de las provisiones secretas.
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