Capítulo 10


Roxy echó la ensalada de papas en dos platos, agregó un poco de sal y los llevó a la sala de estar, ya casi eran las diez y la oscuridad reinaba afuera.

—Disculpa el tamaño —dijo mientras le entregaba su porción a Evan—. Se me están agotando las provisiones y todavía faltan dos semanas para que nos vuelvan a abastecer.

—No importa.

Ambos comieron en silencio mientras la noche se cerraba, Roxy se imaginó cenando en otras condiciones, que fueran mejores a... Esto. Se imaginó en un bonito lugar en donde se comía afuera, bajo las estrellas, en mesas adornadas por esos manteles de colores. O incluso, preparando algún tipo de comida ultra compleja en su cabaña, cualquier cosa que fuera mejor que tan solo comer papas.

Pero así era su realidad, y tenía que conformarse con lo poco que Richard les daba, migajas.

—Dejame levantar esto —dijo Evan, tomó ambos platos y se perdió en la cocina.

Roxy se sentía triste, quizá era su falta de energía o el hecho de que por la tarde vio a uno de los cachorros desmayarse mientras jugaba con los demás, o la culpa que todavía sentía por el castigo de Evan..., tal vez era todo eso junto, o el hecho de que recordar como era todo antes cuando el viejo Jimmy vivía hacía a su corazón encogerse de dolor.

Borrando una lágrima que se escapaba a su control, Roxy se dirigió a la habitación, miró al techo, hacia la ventanilla en la que a veces observaba el cielo lleno de estrellas, pero ahora esos puntos brillantes y lejanos ya no estaban, porque las nubes eran demasiado densas para que su luz las atravesara. A veces, subir al techo le relajaba, era como si pudiera escapar de todos los problemas, como si estar próxima al cielo la liberase de sus pensamientos. Sacando de detrás del armario una escalera plegadiza, Roxy la aseguró al suelo para evitar cualquier accidente, luego subió hasta el ante último escalón y con sus torpes movimientos intento deslizar la ventanilla.

—¿Qué es lo que haces?

La suave voz de Evan le hizo desestabilizarse.

—Subir al techo —dijo en un jadeo.

Giró y se enfrentó a esos ojos glaciales.

—Baja de ahí.

—No me gusta obedecer órdenes.

Pero Evan era un alfa, y supuso que si ambos se iban a quedar juntos, establecer un dominio sería cuestión de tiempo. Tarde o temprano Roxy tendría que aceptar su naturaleza, de lo contrario la relación jamás funcionaría.

—No es una orden —dijo, Evan se acercó para afirmar la escalera—. Quiero ayudarte, esos temblores son cada vez más fuerte, dejame abrir la ventanilla y ayudarte a subir.

Por más que quisiera negarlo, el leopardo tenía razón, Roxy estaba débil y no podía hacer nada contra eso. Con cuidado, descendió hasta estar en suelo firme, rápidamente Evan tomó su lugar y deslizó la ventanilla  sin problemas, usando la fuerza de sus brazos se impulsó hacia afuera.

—Ven, yo te subiré.

Roxy llegó hasta el último escalón y tomó sus manos, Evan jaló de ella hasta que su abdomen quedó apoyado en el marco, de ahí la soltó con suavidad para que terminara por su cuenta de subir. El aire fresco soplaba en una brisa suave, Evan se sentó y miró alrededor, curioso y asombrado, Roxy supuso que le agradaba la altura, no podía ser la vista porque solo habían sombras y oscuridad, un cielo nublado y el frío. A ella le gustaba cuando habían estrellas y la luz de la luna que le daba un brillo diferente al bosque alrededor.

—Este debe ser tu lugar favorito en todo el mundo.

Roxy se sentó junto a él.

—No, aquí vengo cuando necesito... Relajarme. —En realidad iba arriba cuando necesitaba paz, pero ahora eso era un concepto lejano—. Es mucho mejor cuando hay estrellas.

Evan levantó su mirada al cielo, sus ojos no brillaban, y la falta de luz le impedía verlo con la claridad que necesitaba. La pantera rogó por acercarse.

—Cuéntame un poco sobre ti Roxy, ¿qué quieres de tu vida?

Ella no se esperaba esa pregunta, estaba acostumbrada a lo típico, eso de ¿cuál es tu color favorito? O ¿estudias o trabajas? O la muy clásica ¿cuál es tu signo? Preguntas superficiales que jamás pasaban de moda... Sin embargo, Evan..., bien, él no se amoldaba a la regla y comenzaba a pensar que nunca terminaría de soprenderla con sus actitudes tan alejadas del típico macho alfa.

—Quisiera convertirme en arquitecta —dijo, en su mente añoró que eso pudiera hacerse realidad—. ¿Y tú?

Evan rodeó las piernas con los brazos, reduciendo su figura.

—No lo sé, nunca pensé que llegaría a vivir tanto... —Hizo una pausa y luego rió por lo bajo—. Hay muchas cosas que me gustaría ser, pintor, guitarrista, mecánico... Pero si tuviera que elegir algo que se amoldara a lo que soy, definitivamente elegiría ser profesor.

La pantera ronroneó contenta, daba vueltas en su mente, tan feliz por lo misterioso que era el leopardo, tan lleno de cosas ocultas, era un enigma que atraía al depredador, impulsando su curiosidad felina.

—Profesor ¿eh? Sí, puedo imaginarte con unos bonitos anteojos de intelectual que resaltan tus ojos azules, con un suéter de lana negro bien ajustado, jeans de mezclilla desgastados y rotos, y oh, sí, un salón lleno de adolescentes descontrolados.

Evan largó una risa suave, y deliciosa de oír, era la primera vez que lo hacía y tanto ella como el felino querían que fuera algo constante.

—¿Estás tratando de cambiar mi opinión?

Roxy pudo ver su sonrisa.

—No, jamás —respondió, llevó una mano al centro del pecho—. Solo me imagino cómo te verías, dominando a los chicos revoltosos con tu tono de alfa, y deshaciendo a las chicas con tu mirada, serías un buen profesor.

—Eso es lo más superficial que he oído en mi vida.

Roxy creyó que le había ofendido, pero luego Evan la atrajo pasando un brazo por su espalda, con fuerza, como si necesitara el contacto casi con desesperación. Y ella lo permitió, solo porque se sentía tan bien que no quería pensar acerca del significado que tuviera. Cuánto deseaba que salieran las estrellas, porque con eso el momento sería más que perfecto, sería encantador, así ella se sentiría protegida por el viejo Jimmy, como cada vez que parecía sentir su presencia vigilando en alguna estrella lejana. Pero ahora, las nubes ocultaban esos puntos brillantes, Roxy no podía evitar sentirse abandonada..., pero luego Evan pasó su mejilla con suavidad por su cabeza y mandó lejos todos sus pensamientos. Hubo un ronroneo y ninguno supo de quién.

—Yo no creía en esto —Evan rompió el silencio.

—¿Qué cosa?

A pesar del disgusto de su pantera, Roxy se separó un poco para mirarlo a los ojos, nunca había deseado tener luz para poder tener ese color tan frío y a la vez magnífico.

—Esto —Evan le acomodó un mechón de cabello por detrás de una oreja—. Sobre los compañeros.

Roxy no tenía respuesta, literalmente se estaba derritiendo su capacidad de pensar con eficacia y todo se debía a él, un simple hombre que además de ser alfa, tenía el noble deseo de convertirse en profesor, ¿qué hombre cambiante poseedor de esa naturaleza deseaba eso? Evan parecía casi irreal.

—Tu pantera me va a comer en cualquier momento —dijo, y con un dedo golpeó la punta de su nariz.

Quería que respondiera...

—Nadie cree en eso hasta que sucede.

Y ella comenzaba a sentirse afortunada de experimentarlo, aunque en la mayoría del tiempo no supiera qué rayos debía hacer.

—En eso tienes razón.

Inclinándose hacia atrás, Evan se acostó sobre el techo, entrelazando sus dedos por detrás de su cabeza, miraba el cielo nublado como buscando los astros que se ocultaban completamente fuera de su alcance. La pantera se movió inquieta, queriendo acercarse, Roxy vio de reojo su posición tan relajada.

«¿Sería inadecuado si me hago un lugar a su lado, si descanso sobre su pecho, cerca de su corazón?»

Pero aunque hubiese actuado sin preguntar, poco habría durado, pues él se levantó y comenzó a gatear por el techo con su mirada alerta en el cielo. Roxy le siguió de cerca, y se quedó en silencio cuando Evan se lo pidió, ambos se quedaron inmóviles, mirando al cielo, buscando algo que parecía no estar ahí.

—Allí —susurró, con su dedo apuntó hacia arriba—. ¿Puedes oírlo?

Roxy intentó agudizar sus sentidos, pero por más que lo intentara no podía ver ni oír nada.

—No.

Evan sonrió complacido.

—Funcionan —murmuró con una suave sonrisa—. De verdad funcionan.

—Evan ¿de qué hablas?

—Shhhh —le apremió a guardar silencio, poniendo un dedo sobre sus labios—. El dron, ya está aquí.

La alegría y el miedo corrieron libres por su cuerpo al oír eso, luego la preocupación aceleró al pensar en todo lo malo que podía ocurrir si ese objeto era detectado.

—¿Estás seguro que no lo van a detectar?

—Ya hablamos de eso, el dron vuela por encima del rango visual aéreo, es seguro en tanto no sea obstruido por ningún objeto al aterrizar.

Agazapados a la orilla del techo, Evan y Roxy esperaron a que el dron bajara casi en un completo silencio, el objeto era extraño, tenía dos placas lisas transparentes, una superior y otra inferior, además de los cuatro rotores que hacía girar las aspas con las que volaba, en la parte superior cargaba tres cajas atadas con hilos gruesos. Sin perder tiempo, Evan se apresuró a desatar las cajas y enviarlas por la ventanilla al interior de la cabaña, luego presionando un botón en la parte inferior del dron, se alejó para que este volviera a ponerse en vuelo ascendiendo hasta desaparecer entre las nubes.

—Regresemos.

Evan le ayudó a mantener el equilibrio sobre la escalera, una vez que la vio en el suelo firme, se apresuró a subir, cerrar la ventanilla y ocultar la escalera plegada detrás del armario, para después desenvolver el papel marrón de las cajas.

—Sí, esto será muy útil.

Curiosa, Roxy se acercó, en una de las cajas solo habían muchas barras de un color marrón oscuro, similares a las barras de cereal integral. En otra había alimentos más familiares, paquetes de arroz y fideos, junto con cajas pequeñas de chocolate en polvo y café, mientras que al fondo de la última; también llena de esas barras y paquetes, se ocultaban esos chips GPS de los que le había hablado.

—Toma, come esto. —Evan quebró un trozo de una barra y se la dio.

—¿Qué es?

—Es un concentrado de nutrientes, esto se vende a bajo precio para personas que sufren de bajo peso y anemia. Anda, come, una porción de esto al día te ayudará a recuperar tu energía.

Roxy recogió el trozo y se lo llevó a la nariz para olfatearlo, la pantera no estaba convencida del todo.

—No tiene el mejor sabor del mundo —dijo luego del primer mordisco.

—Sí, eso es lo único malo, pero estas cosas de verdad son efectivas.

Evan tomó del armario el bolso que Daryl le había dado cuando se lo llevó a los invernaderos, era utilizado para herramientas y semillas pero él lo llenó con esas barras.

—Mañana las repartiré a los demás, todavía nos queda para tres semanas.

Después de colgar el bolso en el perchero de la esquina, Evan guardó las cajas cerradas debajo de la cama.

—Tenemos que hablar con tus amigos —dijo sentándose al borde—. Para que Tarah vuelva a enviarnos provisiones necesitamos de la coordinación de todos.

Tragando el último pedazo, Roxy le miró en completa oscuridad.

—Me siento confundida —admitió.

—¿Por qué?

—Porque esas provisiones serían una bendición, pero si alguno de los guardias de Richard descubre los drones... —Roxy se contuvo, un nudo de angustia se formó en su garganta de solo pensarlo—. No quiero que te hagan daño.

«Pero lo haran» susurró la pantera «Lo trajimos aquí, directo al peligro, Evan no permanecerá intacto por mucho tiempo. Richard siempre encuentra la escusa para lastimarnos»

—No soy de cristal Roxy, no le temo al dolor, tampoco a Richard.

Oh, era tan valiente... Pero a veces eso era justo lo que atraía al peligro.

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