Capítulo 36
❝ Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas❞.
— Francis Bacon .
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POV Adrien
Intentaba no quedarme en silencio, si lo hacia probablemente caería en la locura nuevamente.
Durante estas semanas, principalmente los últimos días, había tenido esas pesadillas con Ladybug donde una y otra vez me advertía lo que sucedería.
Optaba por pensar que no eran más que sueños... Qué solo tenía aquellas horribles pesadillas por pensar tanto en nuestra situación, que al fin y al cabo era imposible ignorar un futuro como el que estaba cursando.
Tarde o temprano debería enfrentarme a Lila y su compañía, no podíamos vivir ocultos de ellos el resto de nuestras vidas. Pero lo importante ahora era recuperar a Marinette, sana y salva.
Seguía esperando en el enorme recibidor, tan inmaculado y espantosamente solitario como siempre fue, yendo de un lado a otro mientras la angustia me carcomía por dentro. Mi padre estaba haciendo llamadas a todo el mundo para averiguar dónde es que se encontraba Lila, estaba tan angustiado como yo que podía ver el pañuelo elegante hecho una bola en su mano. Posiblemente lo estaría utilizando para ocultar las gotas de sudor provocadas por la tensión de la situación, yo me encontraba igual. Estaba bañado en sudor frío.
Me detuve en seco cuando lo oí gritar de frustración, sonaba como si estuviera golpeando el teléfono una y otra vez, mientras maldecía.
—¡Maldita zorra traicionera! —Gritó —La mantendrá con vida hasta que vaya... —Se quedó callado cuando entré, estaba más pálido.
Se limpió con elegancia las gotas que relucían en su frente con su pañuelo y tomo una larga bocanada de aire antes de levantar la vista hacia mi.
—¿Me está esperando? —Pregunté antes de que dijera algo más —Si me quieren a mi, iré...
Nathalie abrió la boca, pero no dijo una palabra pero note como sus manos se aferraron más entre sí, denotando su angustia. Tenía el impulso de sujetar su mano, casi por una necesidad de confort y calma para mi que por su tranquilidad.
—No... —Dijo mi progenitor peinando su cabello hacia atrás —No... Me esperan a mi —Abrió un cajón de su escritorio y saco una llave —Quieren dinero.
Sentí un deseo descontrolado de que sea solo eso... Qué solo quieran dinero a cambio de Marinette, estaba dispuesto a darle todo mi dinero, propiedades, hasta mi ropa con tal de que liberen a mi compañera.
Pero sabía que no podía ser así.
—Yo iré... —Fui interrumpido antes de poder siquiera terminar la frase.
—¡No! —Se detuvo en seco, comenzaba a notar la apariencia histérica que presentaba, no dejaba de temblar —Cuida de Nathalie, no seas irresponsable —Paso a mi lado como una flecha —Dijeron que si te ven llegar la asesinan —Garabateo en un papel algo y se lo entrego a Nathalie —Ajusta el GPS, iré solo... Voy a terminar con esto de una vez por todas.
Acto seguido tomó un maletín que había debajo de su escritorio y salio del estudio, su asistente fue al exterior a preparar el coche.
Empujó el inmenso retrato del recibidor, dejando a la vista la caja fuerte. Luego de introducir la llave, junto con otras claves de seguridad, la puerta se abrió y sin esperar comenzó a meter pilas de billetes dentro de su maletín.
—Padre, no puedes ir solo... —Me acerque a él y me dio una mirada que me congeló de inmediato.
Sus ojos se detuvieron un segundo mínimo en mi, pero lograron congelarme como cuando era un niño.
Sentir aquello de nuevo no me agrado ni un poco.
—Te quedas aquí con Nathalie —Sonó casi como una amenaza.
Cuando la mujer regresó al interior de la mansión, mi padre guardo unos fajos más, cerró la caja y salió sin mediar palabra, partió dejando su aura tensa en la casa. Quedamos solo nosotros dos, ambos mirando a través de la ventana con un nudo en el pecho al hombre mayor subir a su coche y desaparecer en la distancia.
Por mucho que me habían insistido en que me quedase aquí, era de obviar que no podría cumplir con aquello.
—Debo ir Nathalie —Murmuré, sabiendo que ella me oía —Marinette me necesita.
No respondió al instante, solo se apartó de la ventana con un rostro tomado por el cansancio, sin mirarme una sola vez.
Caminó hasta un sofá y se sentó en él, luego soltó un largo suspiro tembloroso.
Nathalie siempre era seria y firme, nunca necesitaba demostrar sus sentimientos... Pero esta situación la estaba sobrepasando.
—La reputación de tu padre está en juego, Adrien —Respondió —Si él no entrega ese dinero muchos secretos podrían saberse... Es mejor que esperes conmigo y que sea lo que el destino depare.
Me acerqué hasta ella y apoye fuertemente mis manos en la pequeña mesa frente al sofá en donde descansaba, provocando un salto por su parte. La miré con firmeza a sus grandes ojos celestes, sin pestañear siquiera una vez, hablando lentamente susurré;
—La vida de Marinette esta en juego —Advertí —Si algo le sucede... —No me atreví a terminar la frase.
Nathalie rompió el contacto visual tan pronto como mis palabras salieron de mis labios, por su expresión aquello debió caer como una puñalada dura y fría. Sus labios temblaron cuando tomó aire lentamente.
—Adrien, tengo miedo —Murmuró demasiado bajo —Temo por ustedes dos... Tu padre y tu, son lo único que me queda.
Rodee la mesilla con paso firme y deposité una mano en su hombro antes de apretarlo con suavidad, intentando transmitir aunque sea una pizca de confianza.
—Ella es mi vida, Nathalie —Respondí con todo mi amor, sentía mi voz suavizada. Casi como la de mi niñez —Sin Marinette estoy perdido.
Soltó una risa que sonó más como un sollozo, se cubrió los labios para que yo no note como temblaban. Alzó la vista en mi dirección y note las lágrimas al borde de sus párpados.
—¿Realmente te sientes así? —Asentí en silencio —Eres un buen niño, Adrien —Sujetó mi mano que aun seguía en su hombro —Tu padre te hizo sufrir tantas cosas... Yo también te hice sufrir.
Negué con la cabeza, pero ella aún me miraba con tanta tristeza que lograba destapar un sentimiento de odio a mi mismo por haberla botado de mi vida todos estos años.
—Nathalie, no es así —Se puso de pié y, luego de rodear el sillón me abrazo.
Aquello me tomó por sorpresa y me conmovió al mismo tiempo, era lo más cercano a los abrazos de mi madre que había tenido en años. Sus brazos me sujetaron con tanto cariño que me fue imposible no devolver aquel gesto.
—Te pido perdón, Adrien —Se separó y peino mi cabello como si fuera un niño —Lo que hicimos fue impensable.
Las lágrimas le resbalaban rápidamente por las mejillas, se veía terriblemente triste pero sonreía como una madre orgullosa.
—¿Por qué? —Pregunté, estaba completamente perdido.
Si bien ella había sido estricta en mi niñez, siempre fue lo más cercano a una figura paterna luego de la muerte de mi madre, ya que mi propio padre parecía evitarme a toda costa.
Sacó el papel de su bolsillo, lo observó unos minutos antes de entregarmelo.
—Apresúrate, Adrien —Dijo —Tu padre no tardará en notar que lo envié a otra dirección.
Quería preguntarle por qué hizo eso o cuál fue el motivo por el que me entregó el papel a mi, pero simplemente me dispare hacia la puerta.
—Adrien —Me voltee al oír mi nombre —No nos odies cuando sepas todo... Por favor.
La miré unos segundos, confundido, pero no tenía tiempo de hacer cualquier tipo de pregunta el tiempo corría y cada segundo era vital... Lo supe el día en el que aquel edificio se vino abajo.
POV Marinette
Me costaba abrir los ojos debido al dolor de cabeza agudo que palpitaba en mi nuca.
Me senté sobre el suelo, en el cual me hallaba tirada minutos atrás.
Cuando mi visión logro acomodarse a la oscuridad pude visualizar mejor la habitación en la que me encontraba.
Las paredes se encontraban descascaradas, completamente cubierta de manchas de humedad y moho, el suelo no era mucho mejor debido a que era de algún tipo de madera antigua, la cual ya se encontraba podrida y muy hinchada por la humedad del lugar.
Lo primero que noté fue la pequeña ventana en el extremo superior de la habitación, sin rejas o seguro que impidiera mi inminente escape.
Cuando intente ponerme de pié, motivada por la esperanza y la adrenalina en gran parte, vi la tobillera de metal abrazada a mi piel sujetándome a un gancho del techo.
Murmuré muchas groserías en cuanto la noté, mi esperanza acababa de morir con aquella cadena pesada.
Tire de ésta, hasta literalmente colgar todo mi peso por completo pero siquiera se movió.
Intente soltar el gancho, pero era inútil necesitaba una silla por lo menos para lugar hacerlo.
Me mordí las uñas con angustia, necesitaba encontrar la libertad o sino las cosas se pondrían bastantes feas.
Sobre mi cabeza podía escuchar los pasos y el murmullo amortiguado de las voces de mis captores, todos hombres, eso me daba la buena noticia de que Lila no estaba con aquí.
Me acerque tanto como la cadena me permitió a la puerta e intenté agudizar mi oído, con un poco de suerte podría sacar algo de esas charlas para mi beneficio.
En un principio solo oía la conversación ahogada, pero en cuanto logre relajar mi cuerpo y respiración pude comenzar a concentrarme en aquellas palabras y muy lentamente los murmullos ininteligibles comenzaron a tomar sentido, logrando atrapar las palabras lo suficiente como para entender todo.
—Gabriel esta en camino —Oí a duras penas —Salió disparado como una flecha... —Alguien movió una silla, perdiendo el hilo de la conversación —Solo nos queda celebrar —Anunció la misma voz.
Esta vez había oído tan claro esa frase que probablemente la había gritado.
—Podríamos... —Habló otro de ellos —Es decir... El anciano traerá una buena suma de dinero —No sabía si se trataba del clima invernal o de un mal presentimiento pero un fuerte temblor sacudió mis vertebras —Podríamos deshacernos de ellas, luego el dinero seria para nosotros.
—Lila te abriría el pecho solo por pensar esa idiotez —Habló nuevamente el primero —Y luego seguiríamos los demás.
—¡Oh! —Exclamó una nueva voz —¡Es solo una contra cinco! —Prosiguió —Podríamos robarle tan fácil... Imagina todas las increíbles cosas que podríamos tener... Sabemos bien que Lila entregará el dinero a la mafia.
Hubo unos minutos de silencio, no podía saber bien que significaba aquello ya que no me encontraba en la habitación, pero por un momento temí de que me hubieran oído hacer algún sonido con las cadenas... Lo que era extraño ya que no me habían prestado atención cuando las había agitado repetidas veces.
Cuando continuaron conversando solté un suspiro que sacudió mi cuerpo completo, quitándome la carga de tener que lidiar de inmediato con estas personas, sin más volví a concentrarme en el grupo del otro lado de la madera.
—Tal vez... —Comenzó lentamente, con un dejo de emoción en su voz —Si hacemos las cosas con sumo cuidado, podríamos crear la trampa perfecta...
—Tony... —Interrumpió uno de ellos lentamente, como si ya estuviera al borde de la exasperación —Ella nos mataría antes de que logremos cruzar medio París siquiera.
—¡Shh! —Exclamó —Escucha primero, si luego decides que hacer.
Unos segundos de silencio acompañaron su comentario, como si esperase una confirmación.
—Bien —Dijo finalmente aquel hombre que insistía en no traicionar a Lila —Ilumíname con tu brillante plan —Agrego en tono sarcástico.
Alguien arrimo una silla, seguido de unos cuantos pasos. Por un instante me inquiete de que yo fuera su idea de traición y mi estomago se retorció con pánico, no quería verle el rostro a estas personas más de lo que quería ver a Lila, eran todos la misma escoria... Algunos peores que otros.
—Gabriel Agreste viene en camino hacia aquí. ¿Verdad? —Algunos emitieron unos sonidos de afirmación —Bien, Lila no tiene planeado regresar hasta que nosotros confirmemos que ya tenemos su dinero —Se interrumpió a sí mismo para reír alegremente, como si su relato se tratase de organizar un picnic —¡Es muy simple! En cuanto el viejo llegue nos encargamos de él, borramos nuestras huellas y llamamos a la "Jefa" —Esta última palabra la dijo con un importante tono de burla —Es cuestión de contactar a la policía, en cuanto lleguen y la encuentren a Lila aquí todo será asunto de ellos —Supuse que golpeaba su pie contra el suelo, o que alguien lo hacía. Estaban nerviosos —Nos largamos con los billetes, ella va a prisión y nunca volveremos a cruzar miradas... Nadie puede salir tan pronto de ese tipo de embrollo luego de asesinar a una figura pública como lo es Gabriel Agreste.
Murmuraron cosas entre sí, en tono de afirmación... Lo estaban planteando con expectativas muy buenas. A pesar de lo aberrante que sonaba aquella idea, tenía mucha razón al creer que el plan les daría ruta libre de escape.
—Me agrada, caerían muy fácil —Estuvo de acuerdo uno con voz calmada, sin un temblor.
—Suponiendo que hacemos las cosas bien —Acoto otro de ellos —¿Qué hay de la jovencita? Nos deberíamos deshacer de ella también.
Me encogí en mi lugar al escuchar al hombre decir eso, hasta entonces había rogado que simplemente se hubieran olvidado de mí. "Tony" no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo me sentí aún más aterrada.
—Esperen aquí —Dijo con una seriedad sepulcral al mismo tiempo que una silla era arrastrada, indicación de que acababa de ponerse de pie.
Los pasos en el suelo sonaban cada vez más cerca, confundiéndose con el palpitar exagerado de mi corazón que retumbaba en mis propios oídos. Escuche un tintineo de llaves chocándose entre sí, seguido del picaporte de la puerta girarse. Me dio solo unos segundos de alejarme lo más posible, hasta chocar mi espalda contra la asquerosa pared.
Frente a mí la puerta se abrió en su totalidad, dejando entrar una luz demasiado blanca y brillante para mis ojos, seguido de un hombre corpulento.
Supuse que ese era Tony, quien finalmente me miraba con sus pupilas oscuras.
—¡Ya despertaste! —Exclamo como si estuviera hablando con una niña pequeña —Que bien, muy bien —Repitió mientras se acercaba a grandes pasos.
Me helé cuando vi el atizador de hierro en su mano, largo y duro, me obligue a contener las lágrimas que el miedo me generaban pero tenía tal nudo en la garganta que siquiera podía gemir una sola palabra.
Él pareció notar mi pánico y siguió mi mirada hasta el atizador de su mano, acto seguido simplemente se rió y extendió su mano libre como si quisiera calmar un animal salvaje.
—Está bien —Dijo con calma —No creo que sea necesario... A no ser que tú me obligues a usarlo —Se sentó en una caja de madera que se hallaba en el extremo de la habitación, estaba muy roída por las ratas pero pareció no importarle —Vamos a tener una charla productiva, ¿Si? —Espero a mi respuesta, cuando no se la di su sonrisa se borró —Mira, si tú nos dices por qué ese viejo y la dulce Lila te quieren muerta, tal vez te dejemos partir en paz... Siempre y cuando nos digas la verdad.
Solo me atreví a asentir de forma lenta pero mi mente ya estaba intentado de descifrar una buena mentira, no podía decirles que querían mi Miraculous.
—Entonces, cuéntame —Pidió con amabilidad —¿Qué hiciste para ganarte todo ese odio?
Apreté mis brazos entre sí para intentar ocultar mi temblor y aclare mi garganta, tome unas cuantas bocanadas de aire hasta que sentí que estaba lista para responder.
—Su... Su hijo —Dije lentamente —Adrien —Tony asintió, esperando mi historia completa —Él me embarazo —Me atreví a decir temblorosa, esperando que mi mentira le entibiara un poco el corazón y no se atreviera a asesinar a una pobre embarazada.
Él me miro al rostro, luego a mi estómago, nuevamente volvió a mirar mi rostro. La duda brillaba en sus ojos.
—¿Por qué no te ofreció dinero para desaparecer y ya? Un asesinato es algo muy grande para un simple error de su hijo.
Me mordí el labio antes de continuar, me sentía avergonzada de las cosas que decía pero en estos momentos mi vida dependía de estas mentiras.
—Yo no quiero ningún sucio dinero —Fingí indignación —Adrien quiere que me case con él —Agregue nerviosa —Su padre quiere que se case con Lila, yo soy solo la hija de unos simples panaderos —Caí de rodillas y rompí en llanto.
No fue para nada difícil actuar aquellas lagrimas ya que la situación me tenía al borde de ellas, solo quedaba esperar que se tragara mi historia y sintiera pena por una pobre mujer.
—Oh... Vaya —Me miro unos segundos y se rasco la barbilla —Ya veo.
Se puso de pie y lanzó el atizado frente a mí.
—Déjame ir, por favor —Suplique —No le diré a nadie sobre ti.
Él se encogió de hombros y susurro una disculpa antes de señalar la tobillera que me mantenía encadenada a la pared.
—Lo lamento, no tengo las llaves —Se dio media vuelta y se encamino hacia la puerta —En el hipotético caso de que Lila llegue con tiempo de sobra antes que la policía, defiéndete con el atizador.
Me puse de pie, indignada y sintiéndome terriblemente estafada.
—¡Dijiste que me liberarías! —Grite rabiosa, pero el cerro la puerta y me dejo en la habitación. Sola otra vez.
Me derrumbe contra el suelo y esta vez me permití llorar tanto como pude, hasta que unos cuantos minutos después oí un auto frenar haciendo un gran estruendo. Debía ser Gabriel.
Tome el atizador sin dudar y lo metí en mi espalda, sujeto por el elástico de mis pantalones y lo tape con mi camiseta.
Fue tan corto como escuchar dos simples disparos, pero no se acabó ahí. Los pasos bajaron rápidamente hasta la escalera que llevaba a mi lugar de secuestro y luego de unos segundos la puerta se abrió.
Frente a mi Lila se pavoneo con una pistola plateada, que brillaba hasta en la semioscuridad en la que me encontraba. De pronto el atizador se sintió demasiado pesado e inútil, no tenía oportunidad contra un arma.
—¡Que es esa expresión! —Rio con satisfacción —Esperaba que me recibas un poquito mejor, Marinette.
No valía la pena desperdiciar una sola lagrima en miedo con ella delante mío, no cuando lo único que sentía era rabia y odio hacia ella.
—Supongo que ya mataron a Gabriel... —Respondí con calma, esperando que simplemente me apuntase con su arma y todo se termine de una vez.
Se recostó contra la pared y sonrió de oreja a oreja mientras negaba con la cabeza.
—Así que escuchaste a ese par de idiotas hablar —Guardo la pistola en su cintura y se cruzó de brazos —Para desgracia de ellos, uno de mis hombres sabe que no deben conspirar en mi contra. Me aviso en cuanto la oportunidad se dio —Se encogió de hombros y sonrió al ver mi decepción —Te sugiero que comiences a rezar, en cuanto Gabriel me entregue el dinero tu pasas a mejor vida.
Ni me moleste en contestar, ella tampoco dijo más nada solo se quedó allí en silencio mirándome durante varios minutos. A pesar de no estar observándola podía sentir su odio y envidia hacia mí en sus ojos, casi como si estuviera lanzándome veneno con ellos, pero no me importo. Lo único que mi imaginación revivía eran los momentos que Adrien me había dado estos últimos días, agradecía al cielo por haberme dado esta segunda oportunidad con él... Tal vez en la próxima vida podríamos reencontrarnos y tener el futuro que deseaba tanto.
POV Adrien
Conducía tan rápido que cuando me transforme en Chat, sin siquiera detener el coche, casi había acabado incrustado contra un gran camión.
Detuve el coche a solo una manzana del edificio al cual el GPS me había enviado, no tenía intención de que me vieran salir de él pero tampoco podía hacerlo más lejos.
Ignore la necesidad de entrar a hurtadillas o de manera sigilosa, simplemente me lance por la primer ventana abierta. En aquella habitación me encontré con dos hombres en un gran charco de sangre, pero cuando los toque a pesar de aun estar tibios ninguno de ellos tenía la mínima señal de vida. Aquello me preocupo aún más. ¿Se estaban matando entre ellos?¿Eran otros rehenes? Si eso era así, habían muerto hace pocos minutos y tal vez Marinette fuera la siguiente si no me apresuraba.
Al salir de allí me encontré en un largo pasillo, un hombre descansaba de espaldas en el marco de la puerta y una pistola se asomaba por encima de su cintura. Camine deprisa, en silencio, sin pensarlo demasiado desconecte cualquier sentimiento que no fuera odio, en un rápido y elegante movimiento sujete su rostro, patee la parte trasera de sus rodillas y de un fuerte tirón de éste, logre escuchar las vértebras romperse y unos segundos después el hombre cedió sobre el suelo con el cuello quebrado, sin siquiera tener tiempo de notar que estaba sucediendo.
Me incline y tome el arma del cuerpo inerte, tuve que dar un par de vueltas antes de encontrarme con el primer hombre, en cuanto me vio amago a tomar su pistola pero me apresure y le sujete el brazo con fuerza.
—Atrévete a gritar —Advertí apoyando la punta del arma en su frente —¿Dónde está la chica? —Exigí hirviendo de rabia, obligándome a no jalar del gatillo.
El hombre abrió y cerró la boca unas cuantas veces, sin apartar los ojos de mi mirada. Estaba aterrado, podía ver que estaba a punto de asesinarlo como la rata que era. Le quite el seguro a la pistola y aquello lo hizo hablar a los gritos, atrayendo a otro hombre a la habitación.
—¡Abajo! En el sótano —Grito antes de que un hombre corpulento comience a disparar como desquiciado en mi dirección.
Tome de la camiseta al sujeto al cual amenazaba y me cubrí con él, sintiendo el impacto de las balas contra mi escudo de carne. Del mismo modo respondí, obligándolo a retroceder. Corrí hasta ocultarme detrás de una pared y comenzó otra ronda de tiros.
Las balas iban y venían, hasta que en algún momento dejaron de llegar. Yo intentaba no asomar el rostro en situaciones como estas, pero al quedar todo en silencio me atreví a mirar. Desde el otro extremo de la sala pude ver a medias el cuerpo de mi atacante derrumbado.
Me acerque y lo observe, aun moribundo con su pistola demasiado lejos como para atacarme. No me moleste en acortar su miseria.
—El sótano —Exigí saber.
Al no recibir ninguna respuesta simplemente tome el arma y me aleje de él, no tenía tiempo para sacarle información.
Corrí hasta encontrar un descenso en la planta baja. A pesar de que no me había cruzado con ninguna persona más, baje sigiloso rogando que Marinette estuviera bien.
Cuando empuje la puerta con cuidado la vi.
En el extremo opuesto, justo frente a mí, sus ojos celestes me miraban con miedo, pero eso se había terminado. Ya nos íbamos a casa.
Me sentía ahogado en mi propia calma, mi rabia estaba apaciguada por aquellos ojos color cielo que brillaban en la oscuridad de manera casi sobrenatural.
Estaba amordazada, su boca estaba cubierta y sus manos atadas por debajo de sus piernas, ella se retorcía en su lugar, me lance veloz en su dirección demasiado acelerado sin siquiera darme cuenta de las circunstancias. Cuando note que ella negaba con la cabeza y miraba sobre mi hombro entendí que no estábamos solos.
Apenas tuve tiempo para ver a Lila antes de que la bala me atravesara por completo.
Holis, les dejo una notita en modo de disculpa por haberme olvidado de terminar la historia, especialmente porque ya la tenia finalizada hace tiempo... Prometo que no voy a desaparecer nuevamente hasta acabarla.
Lamento dejarlo con la intriga y no volver a publicar, se que ello genera desinterés y me entristece saber que le di tan poca importancia.
En fin, gracias por lxs que continúan aqui votando o comentando la historia conmigo y los que vendrán (obviamente a los que ya no leen la historia, ya que fueron un gran apoyo).
Hasta la próxima, los quiero 💕
Pd: Cuídense, laven sus manitos y usen mascarilla.
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