Capítulo 35
❝Después que te fuiste, el infierno está vacío, todos los demonios están aquí conmigo❞.
—X.
✧↠ ☯ ↞✧
Conducía tan rápido como mi coche lo permitía, siquiera había deshecho mi transformación luego de que mi teléfono advirtiera que alguien había activado el sensor de movimiento de la cabaña.
No podría haber sido Marinette, estaba casi a un kilómetro de distancia del sensor y ella jamás se alejaría tanto a pie.
La sangre palpitaba con fuerzas en mis sienes, con cada bombeo un dolor agudo explotaba mi cabeza.
Cuando vi la casa a lo lejos mi pulso se disparó, detuve el coche a unos metros y salí de él casi tropezando en el barro seco.
—¡Marinette! —Grité desde afuera mientras corría hacia la puerta —¡Marinette! —Llamé en cuanto ingrese a la vivienda.
Únicamente el frío fue el que me recibió allí, no había absolutamente nadie.
Mi sangre se congelo en las venas al ver todo hecho un caos. La cama estaba volteada, los cajones fuera de su lugar, la puerta del baño colgaba de una de las bisagras.
Salí al exterior, gritando tan fuerte como mi garganta resistiera el nombre de ella, hasta me adentre en el bosque y grite, con la esperanza de que haya huido, lo hice hasta que el simple hecho de respirar fuera un dolor agudo e insoportable.
Regresé a la casa y me senté en un rincón, aterrado y sin saber que hacer, sentía los temblores descontrolados en mis piernas y una furia tan grande que no podía siquiera hablar.
Tarde más de lo que me habría gustado comenzar a notar ciertos detalles, como que la puerta no había sido forzada. Me puse de pié y observé las trabas.
Cerré la puerta y probé cada una con sumo cuidado... Ninguna estaba rota, siquiera la cadena estaba partida.
Las ventanas de mismo modo se hallaban intactas, siquiera algún rastro de que alguien intentase entrar desde el exterior.
Observé las marcas del barro que iban por toda la casa, hasta el baño donde apenas ingresaban unos centímetros del umbral.
Pensé con cuidado, intentando armar la escena en mi cabeza.
Seguí las pisadas, nuevamente llegando hasta el baño.
—Suponiendo que hubieran entrado sin dejar rastro —Murmuré para mí mismo —Habrían perseguido a Marinette hasta el baño... —Toque la puerta colgante y mire la habitación.
Me acerque hasta la ventana del otro extremo del baño pero estaba cerrada desde dentro, ella tampoco huyó.
No tarde más de quince minutos en entender la situación. Era una escena armada... Marinette no había huido, pero con quien fuese que se marchó era alguien de su confianza.
Deshice mi transformación y salí al exterior, busque mi teléfono en el coche con rapidez. Marque a Alya, ella era la única que sabía sobre nosotros.
—¿Si? —Preguntó la joven al otro lado de la línea.
—Alya —Murmuré desesperado —Alya, por favor dime que esta contigo...
—¡Adrien! —Exclamó —Por Dios, hombre que demonios estas haciendo —De pronto la escuche hablar un poco más bajo —Te están buscando... Sabine me llamó, esta desesperada por saber si es verdad... —No tenia tiempo para escuchar aquellas cosas, no ahora.
—¿Marinette esta contigo? —Repetí la pregunta golpeando el coche.
—No, no se nada de ella —Dijo lentamente —¿Sucedió algo?
No tenia la fuerza para escuchar o siquiera hablar, corte la llamada y volví a golpear el coche. Lo hice una y otra vez, podría haber explotado de ira.
—Adrien... —La voz de mi kwami me detuvo —No hay tiempo para esto.
Hundí mis manos en mi cabello, desesperado del terror.
—Ella me lo advirtió, Plagg —Me senté en la butaca del coche, sintiéndome ahogado —Ella me lo dijo...
El kwami voló hacia mi hombro y pregunto lentamente.
—¿Quién Adrien? —Preguntó lentamente.
—Ladybug...
—⭐—
POV Marinette
Toque suavemente mi mejilla, sentía como con cada palpitación se disparaba un dolor terrible. Gabriel me había golpeado más de una vez, sin siquiera importarle que se tratase de una niña.
Me había quedado en mi lugar varios minutos luego de que se fue, aterrada y paralizada por los nuevos secretos que descubrí.
Gabriel era Hawk Moth...
¿Qué diría Adrien cuando supiera de esto?.
Reprimí aquel pensamiento, no podía siquiera pensar en él sin imaginar que podría pasar ahora... Si yo moría.
Se formó un nudo en mi estómago, no quería morir... No ahora cuando por fin comenzaba a sentirme cómoda y feliz.
No estaba segura cuantos minutos transcurrieron hasta que me deje de lamentar mi miserable vida, me puse de pie y comencé a buscar una salida viable de aquel sitio.
No habían ventanas, simplemente un tragaluz en el techo el cual no parecía tener forma de abrirse, la puerta también estaba cerrada y aunque no lo estuviese, probablemente habría un centenar de hombres evitando mi paso.
Corrí al escritorio y empecé a revolver los cajones, desesperada de encontrar algún teléfono viejo para por lo menos llamar a la policía o lo que fuese, pero para mí desgracia, y suerte en cierto modo, encontré un abrecartas dorado. Lo escondí entre las capas de ropa y rece para que no sea necesario utilizarlo.
Una vez que pude acabar de revisar todo, empuje cada mueble hacia la puerta, creando una barrera. Sabía que era inútil, pero si hacia bien las cosas tal vez podría escapar... Seria cuestión de atraparlos con la guardia baja.
Apenas escuche voces al otro lado de la puerta, me apreté contra la pared detrás de la puerta y saqué el abrecartas de mi ropa.
Oí como giraban la llave en la cerradura, seguido del picaporte girando. Pero ahí se acabó todo el movimiento.
Un golpe seco impacto contra la madera, algunos murmullos, otro empujón más.
Pasaron unos segundos hasta que la puerta comenzó a golpearse, moviendo apenas el mobiliario que se hallaba por delante de esta. Los podía oír maldecir del otro lado de la madera, mi pulso estaba disparado por las nubes.
—Hay... Hay algo —Dijo Nathalie, seguido de que su mano pase por el pequeñísimo espacio entre la puerta y el marco para empujar los objetos pequeños lejos del camino.
No me atrevía a asomarme, veía todo a través del reflejo del vidrio oscuro del tragaluz que había en el techo. Cuando el espacio fue suficiente como para deslizarse dentro, me congele aguantando hasta la respiración.
La vi dudar unos minutos de si buscarme, pero se dio la vuelta y empujo el escritorio con su cuerpo, lejos de la puerta. Después de todo no era ninguna tonta, yo estaba atrapada aquí y sabía que no podía escapar... Pero no contaba con que tuviera un objeto peligroso.
Apenas se volteo para mover el archivero, me abalance sobre ella con rapidez y presione la punta filosa contra la piel de su cuello, incrustando apenas unos milímetros para que supiera que no iba de bromas. La mujer lanzo un grito de sorpresa, llamando la atención de su jefe quien parecía estar del otro lado.
Gabriel empujo la puerta, descolocándola de su lugar y dejando a la vista a dos hombres enormes detrás de él... Probablemente hombres de Lila.
Por primera vez pareció palidecer, preocuparse por algo más que su propio trasero.
—¡No te atrevas a lastimarla! —Grito desde su lugar, sabiendo bien que no debía dar un solo paso.
Intente ocultar los temblores de mi cuerpo y de a su vez mantener a Nathalie en su lugar, cosa que me debió de ser difícil ya que media una cabeza más que yo pero de todas formas estaba quieta.
—Aléjese —Respondí lo suficientemente alto sin gritar, ocultado los tonos histéricos de miedo que querían salir a flote en mi voz —Aléjese de la puerta y la dejare. El hombre titubeo unos cuantos segundos así que no temí en hacer un poco más de presión con el abrecartas —¡Todos en el extremo de la habitación! —Esta vez grite.
Gabriel me miraba con tanto odio que podía sentir todos mis huesos temblar, sin embargo hizo lo que dije y los tres se fueron hasta el extremo opuesto al que me encontraba. Una vez con el camino libre, camine empujando a Nathalie conmigo hacia la escalera, sin despegar un ojo del hombre rubio.
Bajamos velozmente, ella no ponía resistencia alguna y parecía ser ella quien me guiase por los caminos... Algo comenzó a parecerme dudoso, podría tratarse de otra trampa. La detuve en seco y por primera vez sentí resistencia de su parte.
—¿Que planeas? —Pregunte apretando su brazo con fuerza —¡No volveré a caer en otra trampa!
—No seas idiota —Murmuro soltando su brazo de un tirón —Si quieres salir de aquí vas a tener que apresurarte, Gabriel no te dejara escapar tan fácilmente.
No podía dejar de dudar, era algo poco probable que de pronto ella fuera mi salvadora.
—¿Qué planeas? —Repetí lentamente, haciendo énfasis en cada palabra —¿Por qué?
—Por Adrien —Respondió —Puedo sonar egoísta e idiota, pero desde que Emilie se fue yo crié a ese niño... No puedo hacerle esto —Me tomo de la muñeca con fuerza —Esta es la única manera en la que puedo ayudarte... No puedo traicionar a ambos —Sus ojos estaban cristalizados, parecía que estaba teniendo una batalla interna muy oscura —Cuando Adrien te encuentre le dirás que escapaste sola... No puedes decirle que yo te ayude.
Mi confusión solo creció, pero ella me comenzó a arrastrar nuevamente por los pasillos.
—¿Por qué? —Esta vez la pregunta fue suave, cargada de tristeza por la mujer.
—Porque Gabriel es mi todo —Murmuro —Si él cae, entonces caeré con él.
Sentí una terrible impotencia por aquellas palabras, la pobre mujer se sacrificaría por una persona imbécil, egoísta y cruel.
—¡El no merece nada! —Exclame enfadada —Esta dispuesto a matarme por su propio beneficio... Esta dispuesto dejar morir a su propio hijo.
Vi cómo me dio una mirada fugaz, como si quisiera contradecirme pero lo único que respondió me provoco más enojo.
—Sabe que Adrien no hará nada estúpido... Es un muchacho fuerte.
Me reí como una loca, estaba claro que no entablaban una conversación con Adrien desde hacía muchos años.
—Nathalie, él me lo dijo —Me detuve, era necesario que ella lo entienda —Y te puedo asegurar que está muy dispuesto a quitarse la vida... Adrien tiene demasiado encima.
Por primera vez pareció comprender que mis palabras sobre la inminente muerte de Adrien eran literales y no metafóricas. Entendió lo que significaba mi muerte para su niño.
—Él no... —Era la única vez en toda mi vida que veía como sus manos temblaban —No haría tal cosa...
Asentí mientras miraba el suelo, era terrible pero era cierto.
—Adrien me lo juro —Levante la vista hasta sus ojos —Está agotado de esto... Si me pierde de nuevo dijo que se ira conmigo.
Ella se quedó en silencio unos minutos antes de tomar el cuchillo de mi mano y hacerse un corte en el cuello. Su rostro era de piedra, no movió un solo musculo mientras deslizaba el filo sobre la superficie de su piel.
—La salida es la primer puerta a la derecha, cuando salgas huye al colegio Françoise Dupont será difícil que te encuentren entre los demás —Puso de nuevo el cuchillo en mi mano y con elegancia saco un pañuelo de su bolsillo con el cual presiono la herida —Vete antes de que te vean, iré a buscar a Gabriel.
Sin dudarlo corrí en la dirección indicada, no sin antes de echar un vistazo en dirección de la mujer que me había ayudado pero ella ya había desaparecido.
Seguí el pasillo hasta la pequeña puerta y la empuje, saliendo por fin al exterior.
El alivio me invadió unos minutos, pero fueron tan dolorosamente cortos debido a la presión que sentí sobre mi nuca.
—Marinette Dupain-Cheng —Dijo una voz femenina lentamente, fingiendo incredulidad mientras presionaba algo frío contra mi cabeza —¿Te ibas a ir sin saludar? —Apenas pude voltear un poco el rostro para ver a la hermosa mujer que sostenía un arma.
—Lila... —Apenas murmure aquellas palabras antes de que golpease con la misma arma fuertemente mi cabeza, provocando que todo diera vueltas y cayera sobre mis rodillas.
Escuche como se abría la misma puerta por la que salí, el hombre de traje me observo con satisfacción.
—Casi se te escapa, Gabriel —Se quejo con un tono demasiado agudo.
—Por algo te pedí que cubras las salidas —Detrás de él vi el rostro pálido de Nathalie, cargado de culpa y tristeza.
Esta vez supe que no fue una trampa de ella, realmente me había intentado ayudar. Murmure un silencioso "Gracias" antes de que golpeen mi cabeza con más fuerza y todo acabase negro.
—⭐—
POV Adrien
La noche comenzaba a teñir el cielo de tonos cada instante más oscuros, pero ello ya no me interesaba. Una vez que logre salir de la crisis por la que pase horas atrás, me subí al coche y comencé a conducir en dirección de mi viejo hogar.
Necesitaba la ayuda de mi padre a como dé lugar, él tendría los recursos y hombres necesarios.
—Adrien... No te ves muy bien —Murmuro mi kwami que había permanecido en silencio ya varias horas.
No me moleste en mirarlo, solo le di una respuesta corta.
—¿Qué propones? —Dije intentando contener mi ira —¿Qué me detenga a descansar algunas horas, Plagg? —Por muy cruel que me oyera, mi kwami no dijo una palabra y aquello me sentó peor —Se cómo me veo Plagg —Murmuré intentando hablar más suave —Luego de que encontremos a Marinette prometo descansar.
Aun así no dijo nada, tal vez porque no sabía bien cómo responder o quizás su respuesta no sería algo que yo quisiera escuchar.
Yo tampoco dije una sola palabra hasta que llegue a la vieja mansión de mi padre, donde lo vi asomado desde un gran ventanal. No perdí el tiempo y me baje del coche dando algunos trompicones, antes de que llegase al umbral la puerta de abrió y me recibió Nathalie.
—Te esperábamos Adrien —Dijo ella suavemente.
Entre casi ignorándola, necesitaba hablar con mi padre urgentemente. Lo busque en las habitaciones hasta topar con él, aún de pie con las manos entrelazadas sobre su espalda, con la mirada fija en la ventana.
—Se llevaron a la muchacha —Dijo sin siquiera voltear, antes de que yo pudiese abrir la boca —Lo sé —Se volteo y vi la preocupación en su semblante.
Aquello me aterro aún más.
—¿Cómo... —Levanto una mano en señal de que hiciera silencio, obedecí.
—Estuvieron aquí hace una hora... —Echó un vistazo sobre mi hombro rápidamente, en dirección de su asistente —Vinieron por ti, Adrien... Lastimaron a Nathalie.
Me di la vuelta y vi el corte fresco en su cuello, siquiera lo había notado cuando entré. Me sentí un poco culpable por no detenerme en ella, se veía aterrada y estaba más pálida de lo habitual.
Ella cubrió su rostro y salió de la habitación, segundos después la oí romper en llanto. Era la primera vez que la oía llorar.
—Nathalie... —Mi padre volvió a hablar antes de que pudiera terminar la frase.
—Lila hizo esto, hijo —Caminó hasta su silla y cayó exhausto en ella, quitandose los lentes para frotar sus párpados —Si hubiera sabido antes todo lo que esta mujer tramaba...
Apreté los puños, sentía la rabia inundando mis venas.
Lila estaba arruinando mi vida y la de los demás, pero no iba a permitir que se saliera con la suya... No cuando mi vida comenzaba a tener sentido de nuevo.
—¿Donde la encuentro? —Pregunté escupiendo cada palabra con una ira oscura.
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