Capítulo 28


La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación❞.

Lope de Vega.

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POV Adrien

Iba a una velocidad que apenas lograba entender los carteles, pero necesitaba llegar cuanto antes.

—No tuve que haberla dejado sola... —Dije en voz alta, lleno de ira conmigo mismo —Si algo le llega a suceder...

—Ella estará bien, no te olvides que se trata de Marinette, solía ser Ladybug —Respondió el kwami negro —Estará bien —Repitió.

Esperaba que fuese así, si esto acababa mal entonces no sé qué sería de mi, no podría volver a soportar algo como eso. Como su muerte.

Debía llegar cuanto antes, tenía que rescatarla a como dé lugar.
Fui un idiota al no considerar que, así como yo les tendía una trampa a quien fuese el que estaba detrás de mí miraculous, ellos podrían hacer lo mismo.

Los minutos eran como baldes de agua fría, me corrían terror helado por las venas y apenas iba a mitad de camino.

—Adrien, deberías transformarte antes de que lleguemos —Lo mire, sabía que debía hacerlo pero no me atrevía a frenar el coche.

—Luego —Sugerí mientras me limpiaba el sudor de la frente.

POV Marinette

Antes de que pudiese hacer algo, el hombre me levantó del cuello de mi pijama y acercó su rostro al mío, aún apuntandome con la linterna.

—¿Dónde está? —Preguntó de manera lenta y peligrosa.

Su aliento chocaba contra mi mejilla, caliente y pesada como si se tratase de ácido.

—¿Qué cosa? —Pregunté intentando parecer desorientada, pero me dio dos fuertes sacudidas.

Mis pies no llegaban a tocar el suelo, mis manos apretaban fuertemente las muñecas del hombre, sin hacerle absolutamente nada.

—No te hagas la listilla —Me levantó aún más, la ropa comenzaba a lastimarme la piel —¿Qué tomaste de la ventilación?

Negué nuevamente con la cabeza, me mordía fuertemente la lengua para evitar quejarme.

—No se de que estás hablando —Otra sacudida más.

—Si no me das lo que robaste... —No podía ver su rostro con claridad pero sabía que me estaba dando una mirada letal —No seas terca niña, esto se pondrá feo para ti.

—De todas formas iba a terminar siendo igual de malo —Una sonrisilla se escapó de mis labios al sentir como su agarré se cerraba aún las en mi ropa y como soltaba un gruñido de enfado.

Era tonta, pero no tanto como para no saber que me sucedería si le daba o no la caja. No sabía que tenía dentro pero tampoco me arriesgaría a hundir a Adrien solo por mi cobardía.
Solo me quedaba esperar que él llegase.

—¿Te crees graciosa? —Susurro a centímetros de mi rostro —¿Crees que si no me das lo que sea que escondes, te dejaré tranquila? —Su mano arrojo la linterna y atrapó mi rostro, apretándolo tan fuerte que me dolía hasta los dientes —Puedo hacerte esto de manera más baja y miserable.

Hundí mis uñas en su piel pero no le provocó nada, nuevamente.

—Vete al infierno — Dije como pude.

En ese instante sentí como su mano soltaba mi rostro, únicamente para estamparme un cachetazo en la mejilla.
Fue tan fuerte que me dejó aturdida.

«Distraelo, Marinette » Pensé con lágrimas en los ojos «Consigue tiempo suficiente ».

Lo mire nuevamente y escupí su rostro. Estaba segura de que me volvería a golpear, en cambio me soltó y cai sobre mi trasero de manera fuerte.
Apenas estaba girando para huir cuando me sujeto del hombro y me hizo estamparme contra el piso. Cayó con todo su peso sobre mi, provocándome una explosión de dolor en todo mi tórax.

—¿Me crees estúpido, niña? —Tomó mis brazos y los apretó contra mi espada fuertemente, dejándome completamente inmóvil.

Solté un quejido, el dolor comenzaba a intensificarse y me sentía mareada por la adrenalina que corría en mis venas.

—Te lo preguntaré una última vez —Susurró en mi oído —Dame lo que sea que hayas escondido o agotaras mi paciencia.

Me quedé completamente callada, no pensaba decir nada. No quería llorar, tenía que resistir todo lo que pudiera.

—Entonces que así sea —Sentí como se levantaba y me llevaba consigo, jalando de mis brazos —A veces las niñas me sacan de quicio —Dijo como si nada y me arrojo a la cama sin cuidado —Siempre se creen igual de valientes como los hombres y no se dan cuenta que solo son un juguete más.

Sentí náuseas por las horribles cosas que decía, un discurso tan aberrante y retrógrado que me hacía querer golpearlo.

—Tu no eres más que otro juguete —Se subió a la cama y sujeto mis brazos —Es por eso que estás aquí, sola en la casa de ese maldito niño rico —No me podía mover, pero comenzaba a imaginar que estaba intentando hacer —Si fueras algo para él estarías a su lado en la fiestecilla que organizó... A no ser que por algún motivo no te puedan ver con él —Quedó en silencio unos minutos y volvió a alumbrarme el rostro —Nunca imaginé que al maldito ese le gustasen las niñas menores... Pero no lo culpo —Aparto un mechón de mi rostro con cariño fingido —Eres una verdadera presiosura.

Sentía repulsión, por dentro rogaba que Adrien entre por la puerta y le quité al hombre de encima.
Cuando sus manos tocaron mi cintura con beusquedad me congelé, iba apretando la piel como si se tratase de animal. Cuando llegó a mi trasero, no se contuvo ni un poco y me golpeó tan fuerte que me arrebató una lágrima.

—A mí también me gustan menores... Es una especie de morbo que siempre disfrute —Volvio a golpearme, más fuerte.

Me retorcí pero era imposible salir de su agarre.
Sin cuidado jaló del dobladillo de mi pantalón y lo bajo, rompiendo el elástico y quemandome con la tela.

Odiaba sentir su mano acariciándome, quería golpearlo pero no podía siquiera moverme.

—Si me dijeses donde están las cosas yo podría quedarme quieto —Dijo una vez más.

Por primera vez estuve a punto de decirlo, de confesarle que estaba en el armario, oculto, pero la idea de hundir a Adrien por mi cobardía hizo que cerrase mi boca en un instante.

—Si así lo prefieres... —Apenas vi de reojo como desataba su cinturón, cuando un fuerte estruendo resonó en el exterior.

Sentí un gran alivio, el hombre se quitó de encima mío como un rayo para asomarse al exterior.
No tarde ni un minuto en levantarme de la cama, lo primero que vi fue la palanca apoyada en el suelo.
La tomé y lo golpeé tan fuerte en la nuca como pude, no me interesaba si eso lo mataría. Estaba asqueada, tenía miedo y le tenía tanto odio, odio puro.

Él se desplomó emitiendo un fuerte estruendo. Escuchaba como en la planta baja alguien peleaba, sin importarme nada corrí al armario y tomé la caja, huí en dirección de la puerta principal bajando a los saltos por los escalones.

En cuanto abrí la puerta vi a Adrien peleando con otro hombre, al verme se distrajo. Fue un grave error.
El intruso lo golpeó y Adrien cayó al suelo, vi como sacaba un cuchillo y se abalanzaba sobre el rubio.
No dudé un minuto, así como tuve el valor para golpear al primer hombre, este no era nada.
De todas formas lo golpeé con fuerza en un costado con la palanca, grabando en mi cabeza el horrible sonido que emitió estos al chocar.
En cuanto el sujeto cayó de costado, gritando y maldiciendo, mientras se sujetaba el lugar donde lo había golpeado. Tomé la mano de Adrien. Y lo puse de pie.

—Al auto —Gritó mientras me empujaba con una mano—Se metió del lado del conductor y yo en la parte trasera.

Cerró de un portazo y sin esperar piso el acelerador de manera que las ruedas gimieron contra el asfalto antes de salir disparadas hacia la salida.

Vi como el hombre se paraba con dificultad y simplemente observaba nuestro auto alejarse.

—¿Estás bien? —Su voz me hizo voltear —¿Te encontraron? —No me podía ver pero notaba como apretaba las manos en el manubrio de manera tan fuerte que sus nudillos se tornaban blancos.

—No... —Mentí. Temía que el quisiera volver si supiera que me habían golpeado —Estoy bien.

Quería creer yo misma en aquellas palabras pero me dolía fuertemente la mejilla del rostro y mi trasero.
Sentía el sabor de la sangre en mi boca de lo fuerte que había mordido mi lengua.

—¿Tienes la caja? —Hasta ese momento no había notado que la estaba abrazando fuertemente a mi pecho.

—Si —Murmuré separándola de mi, la apoye en mis piernas y la abrí.

—Son fotos, información importante —Explicó nervioso.

Yo sólo vi fotos de hombres, tomadas desde ángulos ocultos. Una foto de una mujer con cabellera oscura y corta.
También habían direcciones anotadas en hojas, números y nombres.

—¿Qué es esto, Adrien? —Pregunté sin lograr comprender nada —¿Por qué esto era tan importante para ti?

De pronto sentí ira, impotencia y dolor. Había dejado que me sucediera de todo por un conjunto de papeles y fotos sin ninguna conexión con nosotros.

—Creí... Creí que era algo de vida o muerte —Murmuré con la voz quebrada —Creí que estaba en peligro tu identidad, Adrien.

Él no dijo nada por un largo rato.

—Esa caja es lo más importante que poseo en este momento —Murmuró —Si la roban, estamos perdidos.

Me negué a preguntar algo más, simplemente me encerré en mi propia rabia y cerré la caja, no quise decir una cosa más.

Una maldita caja era su posesión más valiosa en este momento.
Sin importar que casi morí por protegerla...

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