Capítulo 27
❝Más sabe el diablo por viejo que por diablo. ❞
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POV Adrien
Mis días comenzaban a pasarse como bofetadas, tan rápido que apenas tenía tiempo para Marinette... pero eso no significaba que no notase la sospechosa actitud que había adquirido.
Intentaba ignorar el porqué de sus paseos nocturnos por la casa, tampoco intercedia en su camino después de todo ella debía de tener sus razones, pero era un poco preocupante la frialdad y el filo que sus palabras destacaban cada vez que cenamos juntos.
El día de hoy en particular tuvo un comportamiento preocupante, había pasado todo el sábado junto a ella mientras arreglaba por teléfono los asuntos de la reunión que se llevaría a cabo en mí departamento en la noche, pero su comportamiento era tenso y nervioso... Como si estuviera ocultando algo.
-Eso es todo, Nathalie - Solté un suspiro agotado mientras cerraba la libreta donde todos los detalles estaban anotados -Dile a mi padre que no diga ninguna estupidez esta noche o le aseguro que volveré a mis hábitos de ermitaño.
La risa suave de la asistente de Gabriel resonó con calma, entendiendo perfectamente a que me refería.
-Solo se preocupa por ti, Adrien -Respondió con un cariño maternal -Quiere que seas feliz... Aunque sea con la joven Rossi.
Puse los ojos en blanco antes de responder y observé a la peliazul que se encontraba en el salón, fingiendo ver televisión pero atenta a cada palabra que decía.
-Yo no necesito a nadie más, ya soy feliz con lo que me tocó... -Nathalie estaba a punto de argumentar alguna queja cuando la interrumpí con un breve saludo -Los veo esta noche.
No espere su respuesta antes de colgar la llamada. Cerré la libreta y me quité los lentes de lectura con lentitud, intentando descifrar que sucedía con Marinette.
Conocía lo suficientemente bien el idioma corporal como para no notar toda la tensión que estaba reteniendo la adolescente, casi podría apostar que estaba a punto de temblar por el esfuerzo que hacía por parecer relajada.
-Así que hoy te vas de nuevo... -Dijo ella, rompiendo el silencio que se había asentado durante los minutos que la analizaba -Organizas una fiesta.
Intente no sentir pena ni culpa por ella, debía hacer lo que pudiera por conseguir de regreso sus miraculous.
-Si -Las palabras se negaban a salir de mi boca - Debo hacerlo, es ensencial para la compañía.
Se volteó para poder observarme fijamente a los ojos.
Parecía querer derretirme con la mirada, podía sentir el enojo que me emanaban.
-Espero que no te aburras -Soltó de pronto con total naturalidad y una sonrisa de oreja a oreja.
Me quedé helado, algo sucedía con ella y no podía descifrar qué exactamente.
Tal vez se molestó por las noches que dejaba de ser Adrien Agreste para proteger la ciudad y a ella, quizá estaba enfadada por la manera de arriesgarme que tenía normalizado.
-Si quieres puedo pedirle a Alya que venga y puedan tal vez... -Su expresión cambio rotundamente y su tono de voz fue bajo, aterrador.
-No necesito una niñera -Murmuró de manera lenta y letal -No soy una niña.
-No, no... Por supuesto que no lo eres... -Comenzaba a sentirme presionado -Solo decía que tal vez querrías que alguien te haga compañía una noche.
Se paró del sofá en silencio y apagó el televisor, luego giro lentamente y se acercó lo suficiente para que pudiera notar las pecas de su nariz.
-No te preocupes, Adrien -Dijo con calma -Ya me acostumbré a estar completamente sola todas las noches.
Casi sin poder evitarlo, arrojé un comentario que me arrepentí atrozmente.
-¿Quieres que me quede contigo? -La pregunta la sorprendió tanto como a mí, sus ojos se pusieron brillantes en un segundo.
-¿Lo dices enserio? -Preguntó con ilusión.
Lamentablemente no podría cumplir esa promesa, por mucho que quisiera quedarme con ella debía asistir a la maldita reunión.
-Tal vez mañana podamos... Podríamos ver una película -Me odié por dentro, sus mejillas se tornaron rojizas y no por timidez exactamente.
Me odiaba tanto a mí mismo en ese instante.
-Olvidalo -Murmuró antes de marcharse.
Me quedé allí observando como salía de la habitación.
POV Marinette
Subí las escaleras de la manera más tranquila posible, me dolía absolutamente todo el cuerpo desde los músculos hasta el corazón.
Comenzaba a sospechar que tal vez Adrien estuviera viendo a alguien, no sería extraño... Llevaba mucho tiempo sin tener sexo.
Entre en mi habitación y cerré la puerta con cuidado, tome una muda de ropa del armario y me dirigí al baño.
Antes de que lograse abrir la llave de agua las lágrimas ya me corrían por las mejillas. Tenía terror de que él tuviese a alguien, estaba furiosa de que me ocultase algo
Me deshice de prenda por prenda hasta que ya quedaba solo yo con mi tembloroso cuerpo, sin dudarlo me metí bajo el agua y me deje caer en el suelo de la ducha.
Lloré lo suficiente como para sentir un peso menos en mi pecho, suspiré repetidas veces antes de asearme. En cuanto acabe, sentí todo el cansancio aplastante, solo quería recostarme.
Tome la bata y salí de la bañera para cepillarme el cabello. Mientras observaba mi reflejo, con ojeras y los ojos hinchados... Una preciosura.
Unos golpes en la puerta me sobresaltaron.
-¿Marinette? -La voz de Adrien sonaba ahogada por la madera, pero aún así note su angustia -¿Podríamos hablar? Solo quiero saber que estás bien.
Mi mano se detuvo a mitad de camino con el cepillo, pero retomé la acción fingiendo para mí misma que sus palabras no eran nada.
-Esta todo perfectamente bien, Adrien -Aseguré mirando fijamente la cara de la mentirosa en el espejo, devolviéndome la mirada.
Un silencio persistió unos minutos, comenzaba a creer que se había largado cuando al fin su voz resonó nuevamente.
-Plagg... Plagg me dijo que te escucho llorar... -Me quedé muda -Por favor, si pudiéramos sentarnos unos minutos antes de que me vaya...
Abrí la puerta y lo fulmine con la mirada.
-¡¿Por qué siempre tu y tu kwami tienen que andar metiéndose en mis asuntos?! -Exclamé furiosa.
-Solo queremos que estés bien... Que resistas estos meses hasta que... -Lo interrumpí bruscamente.
-¿Hasta qué, Adrien? -Grité -¿Hasta que pase otros diez meses contigo?¿Hasta que alguien te descubra?¿Hasta que te aburras de mi?
Sus manos atraparon rápidamente mi rostro y lo acunaron entre sus palmas. Su mirada era severa y llena de dolor.
-No digas nunca más eso -Susurró -Nunca habrá nadie más importante que tú en mi vida -Aseguró con sinceridad.
Sentí mis piernas temblar y mis párpados comenzaron a arder por las lágrimas que retenían.
-¿Por qué me dejas todo el tiempo? -Pregunte con la voz dolida -¿Por qué no me dices que sucede? Qué estás ocultando -Solté con una inmensa valentía.
Pareció perdido unos minutos, mudo completamente.
-Te prometo que te diré todo lo que quieras saber... Pronto -Eso no era ningún consuelo para mí -Te lo prometo, Mari -Aseguro.
Por muy dolida que me sentía, extendí mis brazos y lo abracé fuertemente. Necesitaba su consuelo, quería sentir algo que fuera real.
Él me devolvió el abrazo y beso mi cabeza.
-Todo estará bien -Murmuro muy bajo, como si se lo estuviera diciendo a si mismo.
En cuanto nos separamos puso una mano en mi mejilla y beso mi frente con cuidado.
-Te veré en la mañana -Su comentario me amargo por completo, devolviéndome a el estado de sufrimiento que arrastraba.
-De acuerdo -Respondí mecánicamente -Diviertete...
Pareció que quisiera argumentar algo, pero se calló. Me besó la frente una vez más y se retiró, dejándome sola.
Tome una larga bocanada de aire y me arrastre a la cama, donde me sumergí entre los cobertores y las almohadas, deseando estar en mi propia cama.
-⭐-
Un fuerte estruendo resonó, despertandome de un salto.
Todo estaba a oscuras, excepto por las luces de un auto en el exterior de la casa.
Intente prender la lámpara de noche y está no hizo nada, la luz se había ido. Me asomé por la ventana y vi el coche de Adrien que permanecía con los focos prendidos, estacionado frente a la casa. Algo le había sucedido, estaba lleno de barro y tierra como si hubiera ido a toda velocidad y tenía una importante abolladura en el capó.
Había un fuerte olor a plástico quemado que venía del exterior, intenté observar de donde provenía éste pero Adrien apagó las luces del coche.
Si media vuelta y me apresure a la puerta, tal vez estaba ebrio y podría haber chocado con el poste de luz, de modo que podría estar herido.
Cuando doble en la esquina del pasillo, llegando al barandal de las escaleras escuché voces que no reconocí.
Casi por impulso me agaché en las sombras y esperé a las voces que cada vez resonaban más cerca.
Habían flashes de luces, como de linternas y murmullos bajos. De pronto note la silueta de un hombre alto y robusto, iluminando la habitación con la linterna.
Se acercó a los sillones de entrada y levantó los cojines, arrojandolos por allí sin cuidado, también espió detrás de cada retrato que hubiese allí.
-Voy a la planta alta -Informó a sus compañeros mientras alumbraba las escaleras.
Instantáneamente me congelé, mi mente quedó en blanco, sin tener la menor idea de dónde podría esconderme.
Cuando aquel sujeto iba a casi mitad de la escalera reaccione, me arrastre a gatas hasta el armario, en dirección opuesta a las escaleras. Me metí allí y dejé la puerta entreabierta para observar.
El hombre alumbró hacia ambos lados una vez que se hallaba en el pie de escalera. Pedí con todas mis fuerzas de que fuera hacia las habitaciones, que no mirase en mi escondite o estaría en problemas.
Se detuvo allí, evaluando los dos caminos a seguir, cuando apunto el armario me apreté contra el fondo para que no me viera. La luz persistió unos minutos, sentía que el aire se había evaporado del reducido espacio en el que me hallaba. Rogaba por qué siguiera su camino.
En cuanto la luz comenzó a disminuir, en señal de que había elegido los pasillos, me asome por la abertura para comprobarlo.
Era un hecho, el hombre iba hacia las habitaciones.
Salí sigilosamente de mi escondite y observé la puerta principal desde el piso de arriba, estaba intacta, las cerraduras aún estaban puestas.
Pensé en la puerta de la cocina, la que Adrien me indicaba que dejase sin llave, que de todas formas estaba oculta en un matorral.
No era la idea más inteligente huir sin absolutamente nada. No tenía manera de llegar a la ciudad, tampoco tenía mis zapatillas como para recorrer el camino hasta la ciudad.
Necesitaba llegar al teléfono de emergencias en la habitación de Adrien.
Me moví silenciosamente por el pasillo oscuro, podía oír como el sujeto volteaba los cajones en mi habitación, de la cual se escabullia un rayo de luz de la linterna por la puerta.
Eché un vistazo fugaz por la puerta y lo vi de espaldas, hurgando entre todas mis pertenencias. Sentí un terror inmenso a la hora de cruzar la puerta para alcanzar la habitación de Adrien, pero debía hacerlo.
Con el corazón a punto de escaparse de mi pecho, junte valentía y corrí, cruzando el marco de la puerta sin ser vista por el intruso. Solo se trataba de un metro de distancia, de un lado del pasillo al otro pero había sido increíblemente largo.
Una vez que supere el pánico que sentí de aquel momento, me eche a correr hacia la habitación. Subí las escaleras nuevamente y me metí dentro de esta, cerrando cuidadosamente detrás de mí.
Gire la llave intentando no emitir ningún sonido y me aleje con cuidado.
No veía mucho, únicamente distinguía las formas de los muebles gracias a la luz de la luna que entraba por los ventanales.
Me dirigí directamente al cajón de su mesa de noche y rebusque el teléfono dentro de este.
Sentía el sudor frío corriéndome por la espalda, estaba temblando. En cuanto mis dedos tocaron el artefacto rectangular, tire de él sin importarme los papeles que tire del mismo cajón al suelo.
Cuando lo encendí el ruido que hizo me sobresaltó de tal manera que casi me arranca las lágrimas por miedo a que me escuchacen.
Me arrastre a su armario y me escondi en lo profundo del sector de sacos y camisas.
En cuanto estuvo disponible para utilizar marque rápidamente al número de Adrien.
Sonó una, dos, tres veces y luego cortó.
Repetí la acción nuevamente intentando contener las lagrimas, pero los resultados fueron los mismos.
Lo intenté otra vez y otra vez, pero él no contestaba, ya con las lágrimas bailando en mis párpados y pestañas comencé a marcar a la policia. Estaba a punto de realizar la llamada cuando el teléfono comenzó a sonar.
—¿Adrien? —Pregunté, mi voz salió desesperada y llena de terror —¿Adrien dónde estás?
Cuando su voz respondió del otro lado, hablo tranquilo pero con una letalidad imponente.
—¿Qué sucede? —Pregunto hablando muy bajo, escuchaba música y una mezcla de voces de fondo. Aún estaba en la fiesta.
—Hay... Hay personas en la casa —Un sollozo se escapó de mis labios —No se que quieren, tienen tu auto... Creí que te había sucedido algo —Otro sollozo me sacudió —Tengo miedo, están revisando la casa.
De pronto la música dejo de escucharse y entendí que había salido de dónde es que estaba.
—¿Donde estas? —Pregunto serio.
—En tu habitación, dentro del armario... —Me acurruque mas en la oscuridad.
—Bien, Marinette —Tomo una bocanada de aire larga —Voy a necesitar que hagas algo...
«Por dios, no me pidas que me nueva, por favor no...» Pensé, comencé a temblar, estaba aterrada.
—Vas a ir al baño de mi habitación, sobre el lavabo, en la ventanilla de la ventilación, rebusca una caja y tómala. Es esencial que nadie encuentre eso —Mis piernas no reaccionaban no podía salir de mi escondite —Por favor, Marinette es necesario que lo hagas.
Mis sollozos se convirtieron en llantos bajos de pronto.
—Tengo miedo... No puedo —El suspiró fuertemente, sonaba como si estuviese caminando —No puedo... —Repeti.
—Escucha, cariño —Dijo suavemente —Tu eres más valiente que cualquiera en este mundo, muchísimo más que yo y que cualquiera... Necesitas salir de allí y encontrar eso —Soltó una maldición —Si, se llevaron mi coche... Tu no te preocupes, encontraré la manera de estar allí lo antes posible.
Mis piernas aún temblaban y ninguna palabra lograba salir de mi boca.
—Te prometo que saldrá todo bien, Marinette —Respire profundamente —Estaré allí contigo antes de que te des cuenta... —De pronto deje de oír las palabras de Adrien ya que mi atención fue directamente al sonido que emitía el picaporte de la puerta, alguien estaba intentando de entrar.
—Ya llegaron aquí —Dije muy bajo —Los escucho... Quieren entrar.
Él volvió a maldecir y escuche como golpeaba algo.
Por más pavor que sintiera, me arrastre fuera del armario y vi el picaporte moverse intensamente.
—¡Hay una puerta trabada! —Logre oír desde mi lugar —Traeme la palanca.
—Marinette, debes hacer lo que te dije —Su voz salió firme —Si ellos encuentran eso estaremos perdidos —Quise llorar aún más fuerte pero me mordí la lengua y respire tan profundo como pude.
—De acuerdo —Anuncié —Por favor, no me dejes.
—No voy a colgar —Escuche como cerraba fuertemente la puerta de un coche y sentí un poco de alivio —Solo necesitas encontrar eso y esconderte bien hasta que llegue.
Me levanté con las piernas temblorosas y crucé la habitación como un rayo, aún no habían comenzado a forzar la puerta pero veía por debajo de esta la luz moviéndose de un lado a otro.
Entré en el baño y alumbre con la pantalla del teléfono las paredes, hasta que localicé la ventilación.
—No lo alcanzo —Murmure por el teléfono, observando la pequeña abertura que se hallaba casi en el techo.
—Utiliza el taburete del pie de la cama.
Deje el teléfono en el baño y volví a la habitación, tome el taburete y lo llevé hasta el baño. Lo coloque lo más cercano posible de la pared y me subí a él.
Mis dedos rozaban la rejilla lo suficiente como para irla desplazando hacia un costado.
En cuanto mi mano logro entrar, tantee con desesperación el espacio apenas y llegaba a sentir una punta de la caja. Me estire hasta que comenzó a dolerme, sentía el sudor frío bajando me por la espalda.
Con los dedos lentamente la fui moviendo en mi dirección hasta que conseguí poner mi mano sobre esta.
Era una caja pequeña pero pesada, no mire que había dentro, solo la apreté contra mi pecho y salté del taburete.
—La tengo —Dije en un instante por teléfono.
La respuesta nunca llegó.
Observé cómo la pantalla se había cortado la llamada.
Intenté marcar de nuevo pero fue en vano, él no tenía señal.
Me apegue al teléfono y a la caja mientras salía del baño. De pronto escuche como la puerta comenzaba a chirriar y el sonido de la madera quebrandose.
Me metí en el armario nuevamente y cerré dejando un espacio mínimo para observar.
En cuanto la puerta de abrió, esparciendo astillas de madera por doquier, el mismo hombre entró. Tenía una palanca en su mano y la linterna en la otra.
Echó un vistazo lento por la habitación, iluminando todo a su paso.
Se detuvo en seco observando un punto en específico, se tensó y lo escuché maldecir.
No hacía falta ver qué es lo que había descubierto, yo ya sabía claramente que vio.
Me sentí una idiota, había dejado todo en el baño. El taburete, la ventilación destapada.
Salió del baño apuntando en todas direcciones de manera violenta, sabía que me estaba buscando. Ya había notado que alguien más que él se hallaba en la habitación.
Se asomó debajo de la cama y jaló de los cobertores de la misma, miró en cada rincón arrojando todo a su paso. Hasta que quedó solo el armario.
Él me encontraría y sabía bien que eso iba a suceder
Por mucho terror que sintiera, escondí la caja detrás de la colección de zapatos que Adrien poseía y tome una percha, era lo único que tendría para defenderme.
Debía sorprenderlo en cuanto abriese la puerta, era él o yo.
Cuando lo escuché lo suficientemente cerca y sentí como jalaba de la puerta, no lo pensé dos veces, salí empujando la misma logrando que él perdiese el equilibrio y lo golpeé con la inútil arma.
Esta no le hizo absolutamente nada, para él tumbarme fue tan fácil como tomar mi tobillo y jalar.
Cai tan fuertemente que mi cabeza dio vueltas y mi visión se nublo por unos segundos.
—Que sorpresa... —Me reflejó el rostro con la linterna, cegandome por completo —Parece que tenemos una ratita escurridiza.
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