Capítulo 21
❝Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo❞.
—Jorge Luis Borges.
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No sé qué hora era exactamente, pero cuando abrí los ojos vi la habitación inundada por el color anaranjado a través de la puerta del armario. Me puse de pie como pude, con el cuerpo adolorido por todas esas horas metida dentro en una posición poco favorable.
Sentía la cara hinchada por el llanto y aún habían rastros secos de esas lágrimas sobre la piel.
Encendí la llave del agua y me senté sobre el filo de la bañera mientras observaba cómo se llenaba muy lentamente, sin ningún ánimo para hacer otro tipo de cosas.
Fue un lento baño, o por lo menos hasta que el agua se enfrió por completo.
Regresé a la cama pero en cuanto la vi algo me causó repugnancia. No quería dormir allí, así que arrastre una almohada y la manta al sofá de la sala, no me importaba demasiado dormir allí ya que de todas formas el recorrido de Adrien solía ser habitación, cocina y salida.
Él siempre iba y venía con total libertad mientras que yo permanecía atada a la casa como un perro viejo. Encendí el estéreo y me recosté entre los cojines, aferrandome a la almohada.
Me di la vuelta, incómoda en esa pequeña longitud y observé la ventana que tenía delante, la luz de la ciudad estaba casi oculta por la niebla... De pronto un dolor me golpeó el pecho. Un dolor fuerte, muy fuerte. Intenté soportarlo pero las lágrimas me ganaron.
Extrañaba la ciudad y, prácticamente, mi vida... La que ya no volvería a recuperar. Hacía ya buen rato que no me detenía a pensar en eso, estaba muy ocupada haciéndome ilusiones con aquel hombre que resultó ser un desconocido.
Me quería ir. No, me tenía que ir. ¿Donde? Quien sabe, mientras fuera lejos de este lugar y lejos de él no me importaba.
Alejé la manta y me enderece, una rápida mirada por la ventana hacia la ciudad me hizo calcular cuánto me llevaría llegar hasta allí. Tal vez en la mañana llegase.
Subí a mi habitación y me cambié el remeron y el short por unos jeans negros, una polera gruesa de color rosado que se encontraba tan nueva como el tapado color beige que me llegaba hasta los muslos. Tomé el calzado más cómodo que encontré y un gorro de lana que aún conservaba la etiqueta.
«Una muñeca... » Pensé mientras veía la tonelada de ropa sin usar que me había comprado en un inicio «Solo era una muñeca para él » Cerré dando un portazo aquel armario y salí cerrando la puerta con llave.
Tomé una botella de agua de la cocina y una manzana antes dirigirme hacia la puerta sin pánico alguno. Una vez Adrien había dicho que si quería irme las puertas estaban abiertas, y eso es lo que estaba haciendo.
Cerré con cuidado la puerta principal y me encaminé hacia los portones de la recidencia, ya se encontraban abiertos gracias al rubio.
El frío que hacía afuera era tal que hasta con todas esas capas de ropa aún temblaba debajo como una gelatina.
Con las manos hundidas en los bolsillos al igual que mi rostro tan cubierto como pudiera del clima helado, caminé a un lado de la carretera. Cada tanto pasaba un coche en dirección opuesta a la ciudad pero no me molestaba en ocultarme ya que la niebla no me hacia muy visible y, ademas, si él era como realmente me lo demostró este día entonces no tenía de que preocuparme, no le interesaría.
A pesar de todo las dudas seguían en mi cabeza. No entendía por qué me mantuvo tanto tiempo con él si no buscaba nada de mi, o por qué se esmeró tanto en encontrar a mis padres.
Al cabo de lo que para mí fue una hora de caminata, parecía no estar ni cerca de la ciudad pero tampoco de la casa. Los pies comenzaban a dolerme al igual que los muslos debido a la falta de ejercicio... Estar confinada en ese lugar me estaba atrofiando más cosas además de mi salud mental.
Solo me apegaba a caminar al lado lado del asfalto para no perderme, una vez que llegase a la ciudad averiguaría cómo encontrar a Alya. Tal vez su familia seguía viviendo en el mismo sitio.
Me detuve cuando ya sentía los pinchazos en cada pierna, pero no por más de un minuto ya que sabía que mientras más me relajase peor sería emprender la caminata nuevamente.
No sabia que hora era ni donde me hallaba, simplemente me enfocaba en los ruidos a cada lado de la oscura carretera. Mi sexto sentido infantil apareció haciéndome imaginar figuras monstruosas en la densa oscuridad.
Me abrazaba fuertemente e intentaba hacer que mis dientes dejasen de castañear, y cada maldito auto que se acercaba me dejaba ciega con las luces hasta que pasaban y tenía que volver a acostumbrarme a la oscuridad.
Solté un largo suspiro y el vaho se formo como mi nubecilla personal.
Iba cantando dentro de mi cabeza para pasar los minutos ya que no tenía ningún celular con música o siquiera algo con lo que entretenerme.
Me dejé caer unos segundos en el césped silvestre que crecía a cada lado y mire el cielo que no daba ni una sola señal del sol. Un auto pasó como un rayo delante mío y no fue necesario verlo detenidamente para saber a quien le pertenecía. Mis entrañas se retorcieron por los nervios, él tardaría un par de minutos en llegar a la casa. Por suerte había cerrado la puerta de mi habitación, me daría algo de tiempo.
«¡¿Qué piensas, torpe?! »Me grité para mis adentros «No eres de su propiedad, puedes irte cuando quieras...».
Me puse de pie y, escondida entre los pastos altos, seguí mi caminata. Dentro de mi cabeza imaginaba diferentes escenas en las que él descubriría que me había ido... Tal vez no lo haría hasta dentro de unos días.
Pensando en aquella variedad de descubrimientos exagerados me di cuenta que el viaje se me había acortado un largo tramo, los pulmones me ardían y sentía las gotas en mi frente pero no me atrevía a quitarme nada, no con aquel frio tan voraz.
Luego de como diez minutos mas de caminata me detuve y apoye las manos sobre las rodillas y un auto que pasaba ilumino todo en la niebla hasta pasar y dejarme en la oscuridad.
El problema fue que se detuvo a menos de cinco metros y de pronto comenzó a ir marcha atrás.
—Diablos... —Murmuré y me quede estática.
No sabia si ocultarme... Probablemente me encontraría o seguir caminando y arriesgarme a su ira. Opte por lo segundo, ante todo la dignidad.
Crucé mis brazos y seguí mi rumbo fingiendo que no me estaba muriendo de cansancio, el coche no tardo nada en posicionarse a mi lado y seguirme el paso lentamente. No tenia que mirar para ver la cabeza rubia mirándome con enfado desde atrás del cristal. Hizo rugir el motor dos veces para captar mi atención pero ni me inmuté.
—¡Marinette! —Gritó desde su auto bajando la ventanilla —¡¿Que demonios haces, niña torpe?!
«No lo mires » Sugirió una voz en mi cabeza.
—¿Sabes que hora es? —El coche estaba prácticamente detrás mío —¡¿Al menos sabes lo peligroso que es salir a esta hora sola?! —Quería gritarle que volviera a su cueva y me dejase en paz pero me negaba a dirigirle la palabra.
De pronto el coche aceleró y se salió del asfalto, se detuvo frente a mi solo a unos centímetros dejándome cara a cara con Adrien.
—Sube —Ordenó con las cejas tan bajas y fruncidas como nunca —Sube. Ahora —Habló lentamente y vi como la puerta del copiloto se abría.
Le di la vuelta al coche y seguí mi caminata como si nada, gracias a la rabia que comenzaba a sentir podría jurar que llegaría a la ciudad hasta corriendo.
No me había alejado siquiera dos metros cuando sentí las manos duras a cada lado de mi cintura y luego mis pies dejaron el suelo.
—No me toques —Le gruñí con odio —¡Bájame!.
Ahora era él el que no respondía mis gritos. Me lanzó dentro del coche y cerró la puerta de manera violenta, antes de que mis dedos llegaran a tocar la puerta vi como el seguro se bajó dejándome atrapada. Desde afuera Adrien sacudió las llaves enseñándome que no me esforzara demasiado, no tenia como salir.
Se subió y luego de cerrar su puerta, dio marcha atrás y retomó el caminó a la casa.
—Dijiste que podría irme cuando quisiera —Intente que mi voz sonara firme pero en cambio un sollozo fue lo que salió —¡Eres un mentiroso!
—Puedes irte pero no en medio de la madrugada y mucho menos a pie —Sus cejas seguían en la misma forma destacando una rabia inminente en su rostro —¿Es que eres tonta?¡Al menos pudiste haberte puesto algo mas de ropa! —Sus gritos inundaron el auto —¡Mírate!¡Hasta los labios morados tienes! —Me miro con decepción y devolvió la mirada al camino —¡¿Tan idiota me crees?! —Golpeó el volante y yo me encogí en mi sitio —¿Crees que no me doy cuenta si te intentas de escapar?
—¡No me escape! —Grité —Me fui, algo que "podía hacer cuando quisiera" —Repetí imitando su voz.
Vi como negó con la cabeza, estaba realmente furioso. Al menos una de sus emociones reales salían a la luz.
—Cuando lleguemos a casa... —Lo interrumpí con una risa amarga.
—¿A "casa"? —Pregunte y solté otra risa histérica —Esa será tu casa, Agreste. Para mi solo es una jaula, una prisión. Nunca mi casa.
Dejó escapar el aire con rabia y solo me hizo enfadar aun mas.
—Debi dejarte allí —Murmuró apretando las manos en el volante hasta que sus nudillos se tornaron blancos —Dejar que te encontrase otro y que aprendieras la lección tu solita...
Intenté que no fuera muy obvio cuando gire mi rostro hacia la ventanilla para que evitara que notase mis lágrimas pero los sollozos inundaron el interior del coche en un segundo.
Por lo menos no dijo ni una sola palabra hasta que llegamos a la casa. Cuando tire de la perilla para bajarme aun seguía cerrada me di la vuelta y lo miré con enfado pero lo descubrí con los brazos cruzados y la mirada fija a la casa.
—Dejame bajar —Dije cansada con la voz quebrada y ronca por las lagrimas.
—Vas a dejar tu trasero aquí hasta que me expliques por que demonios te vas en medio de la noche sin decirme ni media palabra —No me miraba, su tono dejaba ver una rabia fria.
—Imbecil —Murmuré e imite su pose.
Cuando comencé a temblar por el frio y el cansancio la enorme chaqueta me cubrió pero no lo pensé ni un segundo antes de apartarla de un manotazo. No quería nada de él.
—¿Puedes no ser tan terca? —Rugió inclinándose para tomarla nuevamente y obligarme a permanecer dentro —Hablas o la aceptas, no te quedan mas opciones —Advirtió pero seguí firme —¡Bien!¿Que fue? —Preguntó levantando los brazos con cansancio —¿Lo que te dije en la mañana?¿Tanto te va a afectar que sepa lo que haces metida en la habitación?
—¡Dios, deja de repetirlo! —Grité sintiendo el rostro en llamas —¿No tienes nada mejor que hacer?
—¿Que entonces? —Siguió ignorando mi comentario —¿Estas molesta por que no quiero estar contigo?
Touche, justo en el corazón.
—Ya dejame en paz —Rogué sumiéndome en el asiento y mirando a la ventanilla —Después de todo te doy asco, soy "repulsiva".
Un largo, muy largo suspiro se escapo de sus labios pero aun asi no me di la vuelta.
—Quiero que me lleves mañana a casa de Alya —Exigí con seriedad.
—Esta en un viaje de negocios. ¿Por que crees que no vino? —Apreté los dientes.
—Entonces quiero que me dejes en la ciudad y listo —Soltó un bufido y lo atravesé con la mirada —Hablo enserio. O me dejas o me voy ahora.
—Deja de decir estupideces... —Se froto las sienes con impaciencia.
—Tu no puedes obligarme a quedarme —Su mirada reflejo preocupación por unos segundos.
—¿Todo este drama solo por lo que dije hoy?
Apreté los puños dentro de mi abrigo y tuve que contenerme para no decir de todo.
—Eres un monstruo —Una triste sonrisa le deformó los labios.
—Y te lo dije... Tantas veces te lo advertí —Negó con la cabeza —No voy a dejar que te vayas.
Fueron tan solo esas palabras las necesarias para desencadenar un mar de lágrimas de mis ojos.
Holis chicxs perdonen la demora, hoy tuve un día pésimo en todos los sentidos de la palabra y no tuve tiempo de actualizar but bueno, aquí lo tienen 💕
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