Capítulo 10


❝ Te amo por encima de todo aquello que no podemos ver, por encima de lo que no podemos conocer.❞

Federico Moccia

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En la mañana desperté con una cálida y placentera sensación, era la primera noche que lograba dormir tanto y sin una sola pesadilla. Me quedé disfrutando de las sabanas calentitas unos minutos mas hasta que recordé los ruidos de la noche anterior y mi corazón se detuvo por un segundo.

Salté de la cama y fui hasta su habitación casi corriendo pero no había nadie dentro.

—¿Adrien? —Llamé mientras bajaba las escaleras tan rápido como mis pies podían —¡Adrien! —Grité al no recibir respuesta.

Cuando entré en la cocina lo vi de pie con el teléfono en su oído. Me hizo una seña de que esperase un minuto cuando vio que estaba por decirle algo.

—No, no lo se...—Habló por el aparato —¡Busca alguna excusa! No me interesa lo que mi padre diga, solo encuentra alguna mentira para él y sus estúpidos ejecutivos... Por que tengo cosas que hacer —Se llevó una mano a la cadera mientras caminaba con impaciencia —Solo haz lo que te pido, ¿si? Gracias —Colgó la llamada y dejo el teléfono sobre el desayunador con enfado —¿Que sucede? —Preguntó por fin mirándome —¿Esta todo bien?

—¿Con quien hablabas? —Pregunté esperanzada de que fuese algún investigador o detective.

—Con mi secretaria —Se acercó a la cafetera y se sirvió un café para luego sentarse en uno de los taburetes —Estaba ehh...informándole sobre las vacaciones que me tomaré de la empresa por un tiempo.

—¿Vacaciones? —Asintió mientras daba un sorbo de su taza.

—Te prometí pasar mas tiempo aquí, ¿no? —Me miró con malicia durante unos segundos —Además quiero ver tu cara tu nueva profesora llegue.

—¿Adrien, anoche sucedió algo? —Pregunté sin prestar atención a sus palabras —Es decir...creí escuchar algo.

De pronto su semblante se volvió serio y preocupante, similar al rostro que tenia cuando nos cruzamos por primera vez en aquel cementerio.

—¿Qué escuchaste? —Lo dijo de una manera lenta y relajada, como si tratase de no alterarme.

—No lo se, ruidos...—Lo miré con cautela —¿Que sucedió?

Me acerque un poco mas a pesar de la sensación que me palpitaba en la piel, como si me estuviera diciendo "No te acerques mas", pero el rubio estaba ocultando algo de manera sospechosa.

—Nada de lo que debas preocuparte —Volvió a sonreír como si nada y bebió de su taza.

—Adrien... —Me interrumpió poniéndose de píe.

—Tengo algunas cosas que hacer, estaré en mi estudio —Comenzó a caminar rápidamente en dirección de aquella habitación.

—¡Ah no! Responde mi pregunta —Lo sujeté de la camisa y se volteó con enfado acercando su rostro peligrosamente al mio.

—Te dije que no es asunto tuyo —Murmuró con las palabras cargadas de advertencia.

Se soltó de un movimiento brusco dejando mis manos aun cerca de él, mi expresión de sorpresa habrá removido algo dentro de Adrien por que seguido de aquella actitud brusca suspiro y se llevo una mano a los parpados, como si intentase calmarse.

—Solo dime si estabas herido —Pedí resignada apartando la mirada.

—No, no me sucedió nada a mi —Acabó por decir junto con un intento de sonrisa —Solo no trates de jugar a la detective conmigo, ya no tengo paciencia para algunas cosas...

Lo mire indignada pero el siquiera se percató ya que había retomado nuevamente su camino, dejándome sola.

—¡Lamento ser una carga para ti! —Grité enfadada —La próxima vez espero que no te estes desangrando en el corredor por que no me meteré en "tus asuntos" —Ni siquiera se detuvo para mirarme o algo, simplemente me ignoró.

Me fui pateando cada objeto que se aparecía en ni camino hasta mi habitación con ira mientras aguantaba las lagrimas de rabia y muy en el fondo de dolor, por aquella manera de rechazo que utilizo contra mi.

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A las pocas horas llego la institutriz que me ayudaría a finalizar mi ultimo año, estaba mas que molesta pensando que Adrien se sentaría a un lado riéndose de mis errores pero apenas apareció un par de veces a lo largo de la clase.
En tan solo cinco horas ya habíamos repasado casi la mitad de los contenidos que había visto. Luego de dos horas y media mas de sufrimiento, la señora decidió finalizar la clase hasta mañana.
Con solo pensarlo ya me dejaba exhausta, tenia cortos recesos de diez minutos entre hora y hora, era un alivio saber que siempre me esforzaba en clases y que gracias a ello podía retomar rápidamente los diferentes temas.
Cuando se marchó, me arrastré hasta el living y me recosté a lo largo del mullido sofá para poder disfrutar de la televisión. El sol ya se comenzaba a ocultarse haciendo que los rayos que se filtraban por la ventana tiñeran de anaranjado la sala y le daba un aspecto acogedor al lugar.

Creo que acabé dormida unos cuantos minutos ya que, cuando abrí los ojos, todo estaba oscuro a excepción del living que seguía iluminado por la luz de la televisión. A estas horas Adrien probablemente ya se había marchado a la ciudad para hacer lo que se supone que hacía.
El maullido agudo de la pequeña gata me obligó a sentarme en el sofá, mientras soltaba un largo y perezoso bostezo acaricié su cabecita.

—Apuesto a que tienes hambre —Murmuré y me puse de pie —Ese horrible y malhumorado gato no te alimento, ¿verdad? —Pregunte con voz aguda mientras la levantaba y la acunaba como si fuera un bebé.

—¿Sabes que esa es tu responsabilidad? —Pegué un gran salto al oír la voz del rubio detrás mío.

—Ad...Adrien —Abría y cerraba la boca sin saber que decir —¿Que haces aquí? —Estaba en el marco de la puerta con un libro en sus manos.

Cruce los dedos con la esperanza de que no hubiera oído lo que dije.

—¿Yo? —Preguntó de manera indiferente —Solo pensaba venir a leer un rato hasta que despertaras, ya sabes —Agito la mano libre como si le restara importancia a sus palabras —Ya que habíamos acordado cenar juntos hoy, pero creo que no soy muy buena compañía.

Se levantó con las intenciones de irse de la habitación y, luego de unos cortos segundos de cortos circuitos en mi cerebro ocasionados por no saber cómo responder, fui tras él.

—Adrien espera —Pedi tratando de detenerlo —Lo siento, ¿si? Es solo que estos días están siendo muy frustrantes y... —Se detuvo en seco y acabé chocando contra su espalda.

—¿Y te enfadas con el idiota que intenta ayudarte? —Su tono de voz fue cruel y con intenciones de herir, pero no funcionó.

—Podría decirse que si —Me miró sorprendido —¿Qué?¿Esperabas que dijera que no es así? —Suspiré resignada y me crucé de brazos.

—¿Marinette, que te está sucediendo? —Cambió su tono por uno mucho mas tranquilo y dulce.

—Se que solo intentas ayudarme, créeme que lo se y lo agradezco desde el fondo de mi corazón, pero también eres el que no me deja siquiera asomar mi nariz a la luz del sol.

—Lo hago por tu bien —Dijo exhausto, es una conversación que habíamos tenido mil veces ya —Solo quiero protegerte.

—¡Entiéndeme un poco! —Exclamé cansada —Solo ponte en mi lugar por un segundo, ¿puedes?

Se quedó en silencio y me dió una mirada que ya comenzaba a conocer muy bien desde que me había encerrado en esta casa, su famosa mirada de "Lo siento". Se dió la vuelta y siguió su rumbo hasta el maldito estudio donde se encerró.
La ira me invadió por un momento y estuve apunto de irrumpir en su guarida pero cuando mi mano estuvo sobre la perilla acabé por desistir. Regresé a mi habitación cabizbaja y me senté al filo de la cama, con los recuerdos de mis padres y mi verdadero hogar dando vueltas en mi cabeza.

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Esa noche las pesadillas volvieron nuevamente.

Otra vez me hallaba dentro de ese ataúd, arañando la superficie la cual no cedía mi un solo milímetro. Mi garganta ardía y podía sentir como si estuviera gritado pero no oía ni un solo sonido aparte del de mi corazón que se encontraba muy acelerado.
Mis dedos sangraban, ya no les quedaba casi nada de piel lisa y sana, al igual que las uñas las cuales se habían arrancado por los fuertes rasguños que le había dado a la madera.
De pronto caí en la cuenta de que no había salida, que estaba completamente sola y atrapada allí dentro, fue cuando todo se oscureció y se quedó así hasta que el leve aroma a cenizas y humo se infiltró en mi nariz. Miré en todas direcciones tratando de encontrar en incendio, pero todo estaba tan negro que siquiera podía ver mi nariz.
De pronto un fuerte puntazo me golpeó el vientre provocando que me doblegara sobre mi, mis brazos !e rodearon rápidamente tratando de mantener la compostura.

—Mari... —Miré en dirección de aquella voz tan familiar pero no vi nada —Marinette... —Volvió a susurrar.

—Quien... —Trataba de encontrar a quien me llamaba pero las sombras no me lo permitían.

—Tienes que irte —Comencé a correr de donde la voz venía —Lárgate de esa casa.

—¿Quien eres? —Llamé —¿Por... Por qué debo irme?

La desesperación y la rabia me invadían al no poder localizar el sonido de aquella voz que me sonaba tan familiar. Por mas que mirase por todas partes todo seguía siendo igual de negro y lejano, frió y solitario.

—Solo escúchame —Exigió y por un momento su voz sonó familiar —Vete, huye y encuentrame... Él nunca permitirá... —La voz se fue apagando cada vez más rápido.

Me ardían los parpados y los pulmones por la carrera, el frio del lugar me cortaba el rostro como cuchillas afiladas, el miedo que crecía en mi interior se volvía cada vez mas latente y me estaba quitando el poco aire que lograba capturar con mis desesperadas bocanadas. Era como tener algo aferrándose a tu pecho, como un ser que se apropiaba de tus entrañas lentamente.

—¡Espera! —Grité con los pulmones quemándome por dentro y las lagrimas a punto de desbordarse de mis ojos.

—Búscame —De pronto el rostro al que le pertenecía esa voz se cruzó en mi mente.

¿Como podía no haberla identificado antes? Era clara como el agua en mis recuerdos. Era ese ser que me acompañaba a cada lugar al que fuera y me alentaba a ser mejor persona en mi día a día. Quien me estaba llamando era mi Kwami.

—¡Tikki! —La llamé llena de desesperación pero en ese preciso momento mis ojos se abrieron de par en par.

El sol matutino se filtraba por las ventanas, todo parecía estar tan pacífico que definitivamente desentonaba conmigo. Mi respiración estaba acelerada, las lágrimas quemaban en mis ojos y mis cabellos se pegaban a mi rostro y cuello por culpa de la capa de transpiración que me cubría.
Suspiré pausadamente, acababa de despertar pero me sentía completamente exhausta. Retiré las mantas y me senté en la cama mientras me frotaba los ojos, aún con la angustia latente por la voz de Tikki.

Cuando apoyé mi mano sobre la acolchonada superficie para poder estirar los músculos, sentí lo húmedas y pegajosas que estaban las sábanas.
Miré mi mano, sorprendida por lo mucho que había sudado, pero sentí mi estómago hundirse al verla teñida de rojo.

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Holis gentucita, pensaba en agradecerles por no presionarme demasiado pero en vez de eso prefiero agradecerles algo que ya pasó hace como tres semanas! La historia superó los 1K y, aunque para muchos no sea nada, yo de verdad se los agradezco de corazón 😍
No pensé que iba a tener varios lectores en este fic pero me emociona saber que les gusta y me super incentiva a no dejar de escribir... Algo que se me estoy haciendo muy presente últimamente debido a la universidad y algunas cosas de mi vida (iba a ser algo temporal).
En fin, gracias por sus votos y comentarios, espero seguir viéndolos en mis fics ❤

PD: ¡¿Vieron el capítulo de gorizilla?! Dios casi me muero de la emoción con tanto contenido de Adrinette ❤ y ahora que sabemos que la madre de Adrien se llama Emilie espero que se preparen, pienso explotarla tanto como al resto de los psj de Miraculous 😏

Bien bien, ahora enserio adiosito y nos leemos mañana en "Una Mulan Moderna"

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