Capítulo Veinte
Capítulo Veinte
14 de noviembre, 2012.
—¿Por qué tan pensativo? —pregunto a Andrew viendo con incredulidad como Dexter se ha quedado dormido con su cabeza en mi regazo y el resto de su cuerpo ocupando casi todo el largo sofá.
Andrew parece salir de sus pensamientos, suspira y hace una mueca afligida en su rostro.
—Me ha llegado un correo que me ha hecho sentir muy pequeño —murmura—. ¡Joder! A veces realmente el mundo es injusto Hilary.
—¿Quieres contarme?
Él mira a su alrededor antes de asentir, se supone esta sería una tarde de películas en el apartamento de Dexter, pero en vista de que mi hermano se ha quedado profundamente dormido, supongo que Andrew y yo podemos conversar.
—Me ha escrito Leslie...
—¿Quién se supone que es Leslie? —pregunto sin entender.
—Es la madre de un niño con cáncer —respira hondo—; está muriendo y su deseo es verme, mierda, lo que ella escribió ha llegado a mi corazón.
—¿Quieres compartirlo?
Andrew asiente antes de aclarar su garganta:
"Hola, sé que este tipo de correos te han de llegar en cantidades enormes, quizás ni siquiera leas esta pero nada pierdo con intentarlo ¿Cierto?
Tú no me conoces, y para ser sincera tampoco te conozco, al menos no de la manera en la que se supone todo el mundo sabe de ti. Pero sé que te llamas Andrew, que estás en una banda famosa, que tu color favorito es el azul y que te gusta tomar leche chocolatada por las mañanas.
¿Te preguntarás cómo es que sé todo esto si claramente he afirmado anteriormente que no sé de ti?
La respuesta se reduce a un nombre: Arthur.
Arthur es lo que a los quince años consideré un error y justo ahora considero mi mayor bendición.
¿Conoces la historia de chica adolescente quedando embarazada y su novio no sabiendo cómo reaccionar? Esa era yo. Soy yo.
Arthur es más que el sol, más que las estrellas ¡Demonios! Yo podría escribir todo un libro de poemas inspirado en mi Arthur, en mi dulce niño.
Mi hijo.
Él solo tiene nueve años, pero ¿Sabes? Su niñera desde que él tenía tan solo cinco años cantaba canciones de tu banda, le mostraba vídeos y lo último que sabía era que tenía a un pequeño fiver de seis años catando por la casa.
¡Tú debías verlo! La manera en la que cantaba, en la que fingía cantar y tocar una guitarra.
¿Recuerdas la carta que una vez publicaste? ¿Esa donde decías cuan agradecido estabas de tu vida? Bueno, su niñera comenzó a leerla para él y desde entonces él tuvo una nueva meta de vida: admirarte y desear en un futuro ser como tú.
Créeme, te vio como su héroe.
Entonces llevo años escuchando hablar de ti "Andrew hace esto" "Andrew es realmente el hombre, mami" "deberías llevarme a conocer a Andrew".
Puedes deducir sin miedo a confundirte que he criado a un niño de nueve años que se considera el mayor fan que puedas tener.
¿Pero no todo es perfecto, cierto?
Hace dos años, a la edad de siete años mi niño fue diagnosticado de cáncer en su páncreas, lo llamamos "el monstruo" porque es la manera en la que él lo ve.
Han sido dos años duros, de tratamientos, cuentos y esperanza.
Le he inculcado la fe, la esperanza y las ganas de luchar, pero él me lo dijo Andrew.
Ayer mientras reprimía mis lágrimas ante el hecho de que el monstruo no hace más que expandirse, él tomó mi mano y me dijo: "me estoy yendo mami, yo lo sé" negué con mi cabeza, pero él dijo que no estaba asustado ni tenía miedo porque entonces iba a dejar de doler, pero dijo que tenía dos cosas que hacer antes de poder dormir.
Una de ellas me hizo sentir el corazón tan pequeño que no supe siquiera como fui capaz de respirar, ese fue el hecho de que aseguró que no podía irse si mami no sonreía, que él no quería dejarme triste porque me había escuchado llorar, porque mami ya no comía y porque yo le pedía algo que él ya no quería hacer: vivir.
¿Cómo es que mi niño, mi Arthur, un niño de nueve años puede tener pensamientos tan profundo?
Quizás te preguntes en dónde entras tú en esto, pues bien, eres su segundo deseo o ancla antes de irse. Él quiere conocer a su héroe, quiere estrechar su mano y escucharlo rasgar una guitarra para él, quiere que digas una de esas tantas palabras liricas que él y su niñera aseguran tú tienes para decir.
Estoy trabajando en hacer una de sus peticiones, en sonreír para él pero me temo que la otra recae en tus manos, lamento que las responsabilidad de ese ancla él lo dejara en ti, pero así es Arthur, un niño astuto que no se detiene ante nada.
No cuento con la posibilidad de llevarlo a uno de tus conciertos, principalmente porque no puedo sacarlo de la clínica, aun cuando lo haría si pudiera.
Yo no sé si tú estás leyendo esto, si pensarás que es mentira, pero para mí esto es real, tan real como que debo dejar ir a mi bebé.
No estoy exigiendo que vengas, comprendo que quizás tu agenda y tiempo no lo permite, pero una señal Andrew, quizás una llamada, una carta o incluso un correo con un "mejórate campeón", él solo necesita saber que su héroe sabe que luchó y que existe.
Lamento si he robado minutos de tu tiempo con este correo, pero no podía contenerme, no sabes cuánto me costó dar con tu dirección de correo y siento que abuso de tu privacidad al hacerte llegar este email, pero entiéndeme, soy una madre desesperada siendo valiente para dejar ir las anclas que sostienen a su hijo.
Tan solo léeme, soy una mujer que fue madre a los quince años, que salió adelante y ahora deja ir a su pequeño.
No soy fuerte, pero lo amo tanto que entiendo que no quiere más dolor, yo tampoco quiero verlo sufrir más. Quiero que se vaya con esa bella sonrisa que ilumina y le da rumbo a mi vida.
Espero obtener alguna señal tuya Andrew, espero que me creas.
Espero que puedas hacer esto por Arthur.
Saludo, Leslie Anderson"
Cuando Andrew deja de leer, tengo gruesas lágrimas deslizándose por mis mejillas y estoy conteniendo las necesidades inmensas que tengo de dejar escapar sollozos. Miro a Andrew y sus ojos están húmedos, mientras aprieta sus labios y su nuez de Adán en su garganta tiembla, se está conteniendo.
Él respira muy hondo, mientras yo en vano intento limpiar las lágrimas que no dejan de caer por mi rostro.
—Joder, eso ha sido... desgarrador —murmura Dexter incorporándose, al parecer escucho la carta, Dexter pasa una mano bajo sus ojos—. Mierda, quiero realmente llorar, ¿Qué clase de mierda es esa para un niño de nueve años?
—Yo... solo... —Andrew muerde con fuerza su labio inferior—. ¿Cómo es que en el mundo a personas inocentes les ocurren estas cosas?
No puedo evitar contener un sollozo y Dexter me envuelve en sus brazos, si así me estoy sintiendo yo, entonces yo no puedo ni imaginar la manera en la que ha de sentirse Leslie Anderson, me parece que además de tener un hijo luchador, ella también es una mujer luchadora.
—Un héroe, él me llama héroe —murmura Andrew.
—Andrew hermano, debes ir a verlo, tienes que ir.
—Desde luego, yo le he respondido que envíe por favor su dirección, sé que Max dirá que primero debo asegurarme que sea cierto, pero yo puedo ver que es verdad, ellos sufren. No puedo decirle a Max, si le digo él solo lo atrasará investigando si ella miente o no, y suena como que Arthur me necesita más pronto que tarde.
—Sí, sí, tranquilo, no le diremos y si él luego también quiere ver al resto de la banda, cuenta conmigo —Dexter besa mi frente y limpia mis lágrimas con sus dedos—; no llores.
—Es que... perder un hijo de ese modo ha de ser terrible, y él es tan valiente Dexter ¿Cómo es que pasa por algo como esto? Es un bebé.
—Lo sé, cariño, lo sé—dice acunándome contra su pecho.
Andrew se pone de pie y camina hacia el baño, seguramente necesita soledad para terminar de procesar el hecho de que es el héroe de un pequeño niño que resulta ser más fuerte y valiente de lo que lo somos todos nosotros.
***
16 de noviembre, 2012.
—No traje auto ¿Vas a pasar por mí?
—Desde luego que lo haré, princesa, estoy en eso de ser un novio atento —Ríe—.¿A qué hora paso por ti?
—Uhm... En dos horas ya terminó y no debo ir a trabajar hoy.
—Perfecto, estaré en la salida lateral, creo que de ese modo no llamaré la atención.
—Sí, esa es una estupenda idea—Veo mi reloj—; debo colgar, ya la clase esta por empezar.
—De acuerdo, princesa, nos vemos en unas horas.
Finalizo la llamada con una sonrisa.
Prácticamente corro por los pasillos de la universidad para llegar con rapidez a la entrada lateral en donde Doug me avisó en un mensaje de texto, estaría esperando.
Camino de prisa y cuando logro salir sonrío ante el hecho de Doug recostado en su auto llevando unas gafas. No hay muchas personas alrededor, por lo que no prestan atención.
A medida que me acerco, él me sonríe mientras retira las gafas de sus ojos azules cristalinos. Camino sin perder la sonrisa. Cuando estoy frente a él me alzo en las puntas de mis pies y él baja su rostro facilitándome el acceso a su boca.
Presiono mis labios sobre los suyos, lo siento sonreír mientras sus brazos rodean mi cintura y me alza un poco de manera que no hago esfuerzo para llegar a sus labios. Enredo mis brazos alrededor de su cuello comenzando a mover mis labios sobre los suyos, haciendo que el inferior se pierda entre los míos.
—Hola —murmuro.
—Hola, princesa.
Presiona sus labios una vez más sobre los míos esta vez en un beso más suave, se separa y libera su agarre en mi cintura, pero yo sigo aferrada a su cuello, él ríe.
—Deja ir el agarre, vas a ahorcarme.
—No —digo haciéndolo reír aún más.
—¿No?
—Es exactamente lo que he dicho, no.
Sus manos retiran el cabello de mi rostro mientras lo sostiene y me besa una vez más, y así él pretende que yo lo libere de mi agarre. Con cuidado retira mis brazos de su cuello, da un paso a un lado abriendo la puerta de su auto para mí. Dejo mi mochila en el asiento trasero y subo.
Lo veo rodear el auto y subir, acomoda el espejo retrovisor, introduce la llave y enciende el motor, me extiende las gafas de sol para que se la sostenga y voltea a verme.
— ¿Hacia dónde vamos?
Hago que pienso, porque la verdad es que he estado evaluando cada detalle y asunto de los planes que podemos hacer, miro mi mano y luego alzo mi vista hacia él, quien me mira con curiosidad y a la espera de una respuesta.
—Andrew ya volvió a su apartamento, ¿Cierto?
—Muy cierto.
—Y Ethan está en Bolton visitando a April y a su abuela Victoria.
—Así es... —Una pequeña sonrisa se va formando en su rostro, como si supiera hacia dónde va mi razonamiento, no dudo que ese sea el caso.
—Entonces, creo...
—¿Crees? —pregunta mientras su sonrisa se hace más acentuada.
—Que podríamos ir a pasar el rato a tu apartamento.
—Define "pasar el rato" —Incluso hace las comillas con sus dedos.
—Olvídalo, mejor llévame a mi apartamento —digo viendo hacia el frente.
Él se inclina hacia mí y presiona un beso muy sonoro en mis labios, ríe y se coloca el cinturón de seguridad.
—No aguantas ninguna broma, vamos a mi apartamento a "pasar el rato" —sentencia riendo, no puedo evitar sonreír complacida.
***
—¿Quieres algo de tomar?
—Agua con gas estaría bien —respondo viéndolo moverse por la cocina y aceptando cuando me extiende lo que acepté beber.
—Entonces ¿Qué es lo que haremos ahora?
—Puedes empezar por quitarte la ropa.
— ¿Qué? —pregunta con sorpresa.
—Madre mía ¿Lo he dicho en voz alta?
—Muy en voz alta de hecho y no te has sonrojado.
Bebo mi agua bajo su atenta mirada, mantiene la sonrisa divertida mientras se inclina hacia mí y juega con un mechón de mi cabello.
—Vaya, sí que estabas sedienta —murmura cuando una vez termino mi agua dejo el vaso vacío sobre el mesón.
—Sí, lo estaba.
Su dedo tira del borde superior de mi camisa y hace el intento de ver bajo ella, río y alejo su mano, él hace una mueca divertida.
—Dime algo princesa, ¿Tú realmente quieres esto?
—Define "esto".
—Tú y yo, desnudos, enredados y sin saber dónde termina tu cuerpo y dónde empieza el mío.
Abro mis boca evitando emitir un vergonzoso jadeo porque desconocía el hecho de que mi temperatura corporal puede aumentar con palabras tan candentes e insinuante. Es evidente que lo deseo ¿Cómo no desearlo?
—Si vine a seducirte cuando no dabas señales claras ¿Crees que no quiero estar contigo siendo mi novio? —cuestiono con la valentía que siempre aparece en el momento correcto.
—Eres tan increíble —musita tomando mi mano y comenzando a salir de la cocina.
Me doy cuenta que nos está guiando a su habitación. Reprimo mi sonrisa porque no quiero lucir muy ansiosa, aun cuando lo estoy.
Cuando llegamos, cierra la puerta con seguro, pega mi espalda contra el mármol de la puerta mientras desliza su nariz por mi cuello, dejo escapar un suspiro de anhelo.
—Hilary, está vez no habrán secretos —murmura guiando sus manos debajo de mi camisa, acariciando la piel desnuda de mi espalda—. Si duele o quieres que pare tú debes decirlo.
—Lo haré —concedo, aun cuando creo que difícilmente querré que pare.
Sus manos toman el dobladillo de mi camisa y la alza, sacándola por sobre mi cabeza, dejándome en un sujetador muy fino de color morado. Me observa antes de comenzar a dejar besos húmedos y suaves en mi cuello. Le doy mejor acceso a sus besos, van por mi cuello y mi boca. Se toma su tiempo para deleitarme con besos que hacen que mi mente se nuble. Mis manos también se deleita con la piel de su abdomen por debajo de la camisa. Entre besos y besos llenos de intensidad, nos vamos desnudando. Los vellos de mi piel se erizan y tengo tanto deseo, siento tanto.
Me sonríe y besa mis pechos desnudos enloqueciéndome y cuando me tiene delirando, devuelve sus labios a los míos. Siento que juega con mi cordura, pero algun puntos los juegos terminan. Mis piernas se enredan en sus caderas y luego de muchos más besos, se adentra a mi cuerpo.
Asiento con la cabeza sin dejar de ver a sus ojos en el momento en el que comienzo a sentir su invasión a mi cuerpo. No resulta doloroso como la vez anterior, pero si hay incomodidad y una pequeña especie de ardor ante el hecho de expandirme para él.
Lo siento ir hondo y a pesar de ello no dejo de verlo. Cuando está totalmente dentro de mi él respira hondo y gotas de sudor ya se concentran en su frente por contenerse. Enredo mis piernas en sus caderas y con una mano retiro el cabello rubio de su rostro. Me gusta la manera en la que está mirándome.
—¿Todo bien? —pregunta en un murmuro.
—Perfecto.
Me sonríe y luego con lentas estocadas comienza a mover sus caderas, arde un poco, pero se siente bien. Es placentero. Poco a poco sus movimientos se vuelven más rápidos, mis gemidos se escuchan y luego me estoy estremeciendo ante la cumbre de mi placer, tiempo después, él también lo alcanza.
Se deja caer sobre mi mientras ambos intentamos recuperar la respiración. Resulta que Doug es algo pesado, pero no me importa que esté sobre mí siempre y cuando no me aplaste o me permita dejar entrar aire a mis pulmones. Él respira largamente antes de moverse y salir de mi interior, me estremezco ante la sensación a la vez que lo veo ponerse de pie e ir hacia el baño.
Alzo la vista cuando siento sus pasos, lo veo acercarse con una toalla que me sorprende al presionarla sobre el lugar donde anteriormente estuvo. Doy un respingo ante la humedad de la toalla.
—Tranquila, solo estoy cuidándote—murmura retirándola—, ya está.
Vuelve al baño y esta vez cuando regresa se adentra a la cama y nos envuelve con las sabanas, me acerca a su cuerpo y deja un beso sobre mis labios. No puedo evitar sonreír.
—¿Bueno?—pregunta devolviéndome la sonrisa.
—Más que bueno—deslizo un dedo por su barbilla—; puede volverse adictivo.
—Imagínate ¿Qué podría hacer yo con una novia que resulte adicta al sexo?
—Suena como que tendrías mucha diversión.
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