Capítulo Treinta y Cuatro

Capítulo Treinta y cuatro.

10 de febrero, 2013.

— ¿Cuándo voy a verte? —cuestiona la voz de Doug al teléfono.

—Max dijo que esperáramos un poco más —Le recuerdo redactando a su vez el informe para Claudia, en su oficina.

—Pero te extraño, esto es duro. No había sabido nada de ti.

— ¿En dónde estás?

—Estoy con la reina y Jeremy, pero también quiero estar contigo.

—Lamento que mis hermanos te golpearan.

—Princesa, ya te has disculpado por ello demasiadas veces. ¿No te parece?

—Ellos no me han escrito ni dicho nada...

—Van a superarlo contigo, princesa, eres su hermana y te aman, no van a estar enojados contigo toda una vida.

Siento mis ojos humedecerse porque él no lo dice, van a estar bien conmigo, pero quizás con él no.

—Paul me ha estado llamando —dice haciendo referencia al padre que lo abandonó—, insiste en que quiere arreglar las cosas. Tengo tantas cosas en mi cabeza que ni siquiera entiendo sus razones.

—Si te sientes listo o con ganas de hablar con él, entonces hazlo. Pero no lo hagas porque lo creas correcto, hazlo porque lo deseas, Doug.

— ¿Por qué nadie sabe dónde estás, Hilary? ¿Planeas desaparecer de nuestras vidas?

— ¿Sabes lo difícil que es saber que todos han visto esas fotos? Me siento expuesta. Tú eras el único hombre que me había visto desnuda en mi vida.

—Y sigo siendo el único. Esa foto esta borrosa, princesa, ellos no ven lo que yo veo en ti. No hay nada que juzgar en ti, eres perfecta.

—Estoy tan molesta conmigo misma y creo que me molesta más que tú seas el cuerdo en este momento. Que tú hayas resultado golpeado y que lo que amas se esté desmoronando por mi absurda idea de ocultarnos.

—Lo que más amo eres tú y tú no te estás desmoronando. Amo a BG.5, es mi sueño, pero tampoco estaré dentro de una banda donde no se respetan mis decisiones y donde juzgan mis elecciones sobre a quién debo amar.

—Dexter le dijo algo muy doloroso a mamá. Indirectamente estoy rompiendo el corazón de mi madre.

—Hilary, culpándote no vas a arreglar absolutamente nada, sal del estado de autocompasión. ¿Qué quieres que te diga? Ya deja esa actitud que está acabando por cabrearme.

— ¿No lo entiendes?

—Claro que lo entiendo, si no te has dado cuenta soy el que ha recibido los golpes —dice con voz fuerte—. Tus hermanos no te hablan, y tu familia está atravesando por esto. ¿Crees que eso es lo peor?

— ¿Qué puede ser peor? —Le grito.

—Que amar a alguien sea lo suficiente malo para terceros y eso acabé con tus sueños. No soy estúpido, siempre supe que te estaba poniendo por encima de la banda, de tus hermanos y no me arrepiento. Deja de actuar como si te arrepintieras. No eres la única que está perdiendo cosas.

—No sé si quiero hablar contigo ahora...

—Yo tampoco sé si quiero hablar con la chica que está siendo una cobarde —murmura antes de dar por finalizada la llamada.

Me quedo viendo en silencio mi celular, la llamada acabado y de una manera muy mal. No tengo ninguna llamada o mensaje perdido de mis hermanos.

La puerta de la oficina se abre y Claudia entra acompañada de Robert. Esto solo se pone peor. Claudia me da una mirada de desaprobación.

—Te ves como una vagabunda —indica—, incluso tienes esas desagradables ojeras.

Sí y también estoy pálida. Me sorprende que Claudia no lo sepa, bueno, quizá se deba a que la calidad de las fotos son pésimas y ella nunca ha asociado que soy la hermana Jefferson.

—No he tenido buenos días...

—Ya veo —Me interrumpe rodando sus ojos y sentándose detrás de su grandioso escritorio, Robert se mantiene en silencio—, quiero que tomes tus cosas y te vayas.

—Pero...

—No te estoy despidiendo, ojalá pudiera hacerlo, pero no eres tan inservible como me pareciste en un principio —Sacude su mano—. Solo no quiero ver tu cara siendo miserable, trabaja desde donde sea que vivas. No quiero verte en dos semanas y cuando vuelvas procura haberte quitado esa cara de miserable.

Claudia cree que me está haciendo sentir peor al enviarme a casa, pero me siento aliviada. Tomo mis cosas con rapidez metiéndolas en mi bolso. Es preferible trabajar con ella por correo que desde acá.

Me pongo de pie y admito que hoy no he hecho mucho por venir de manera adecuada al trabajo. Me dirijo la salida y la voz de Robert se escucha.

— ¿Quieres que te acompañé al estacionamiento? Luces mal.

—Ella puede sola salir de aquí, tú siéntate Robert —ordena Claudia.

De igual forma en ningún momento pensé que podría aceptar la oferta de Robert, mientras más lejos él este de mí, todo será mucho mejor.

***

16 de febrero, 2013.

— ¿No has hablado con Doug en cinco días? —pregunta Naomi con preocupación.

—No, me di cuenta que cada vez que hablamos solo terminamos enojados —digo sentada en la cama—. Todo esto está sobre nosotros, como un peso en nuestros hombros.

—Y tú te torturas leyendo noticias a cada hora, no es sano que te la pases leyendo lo que otros opinan. Que les den por el culo a todos lo que juzgan en algo que no les incumbe.

—No esta tan mal leer, fíjate que gracias a eso me he enterado que finalmente Kae lleva el anillo de compromiso que Harry mandó a hacer para ella —suspiro—; se suponía que yo iba a felicitarlo cuando eso ocurriera, ahora él no quiere mi abrazo. Ahora yo no le importo.

—Creo que he decidido dejarte en tu momento de autocompasión, porque diga lo que diga seguirás pensando de ese modo. Llevo casi quince días tratando de convencerte de lo contrario, pero voy a dejar que tú sola te des cuenta.

Nos mantenemos en silencio. Naomi se sienta contra la cabecera de la cama y me observa. De un momento a otro comienzo a llorar y ella extiende sus brazos hacia mí, me acurruco contra ella llorando. Ella me abraza y acaricia mi cabello.

—Odio estar siendo una llorona, odio toda esta situación.

—Algún día todos van a superarlo, creo que esconderse no es la solución. Mientras más desaparecida estés, más van a hablar de ti. No le hagas saber a la prensa que esto te importa. No tienes que estar avergonzada de estar enamorada. Estabas compartiendo algo íntimo con tu novio que tristemente fue fotografiado. Pero no es tu culpa y estoy cansada de decírtelo.

—Yo hago todo este drama con mi situación y ni siquiera pregunto cómo estás con eso de Ronald no queriendo firmar la sentencia de divorcio. Disculpa.

—No te preocupes, por ahora estoy para ti.

— ¿Qué falló en tu matrimonio?

Ella suspira y acaricia mi cabello, por un momento se mantiene en silencio y creo que no va a responderme.

—Conocí a Ronald cuando tenía dieciséis años, él era fotógrafo de periódico escolar y yo estaba en el grupo de baile de la escuela. Él era un poco nerd y yo era esta chica social habladora. Pero cuando yo lo vi y él tartamudeó al hablarme, sentí curiosidad del chico tímido. Así que empecé a espiarlo —Ella ríe supongo que ante el recuerdo—; cuando lograba tener una conversación con él, era realmente un encanto.

»Unos meses después comenzamos a salir y amaba el hecho del chico dulce, no me importaba los jugadores o chicos populares. Me gustaba el fotógrafo del periódico escolar al que la mayoría le gustaba ignorar. Y luego éramos novios. Todo era encantador, pero los adolescentes suelen ser muy crueles y pronto pareció que todos se interesaron en nuestra relación. Hacían bromas sobre encuestas de por qué una chica como yo saldría con un chico como él. Esas cosas fueron afectándolo, no importa cuánto yo dijera que eso no me importaba —suspira—.Entonces comenzó a hacer ejercicios, participar en otras actividades, me gustó porque lo hacía para sentirse bien consigo mismo y seguía siendo mi novio encantador. Mi familia lo amaba, sus padres no me amaban tanto, pero me toleraban.

»Atravesamos tres años de relación, lo vi pasar de ser el fotógrafo del periódico escolar a un chico deseado y conocido por todos. Estaba bien con eso, solo que a veces, ya no lo veía como mi chico, pero estaban esas otras veces que era el chico que me enamoró.

—Vaya...

—Cuando fui aceptada en la escuela de artes en Irlanda entró en pánico, el acudiría a la universidad de Londres, así que en un acto romántico me pidió matrimonio. Yo tenía diecinueve y él veinte. Casi enloquezco porque fue dulce, romántico y era su manera de pedirme que me quedará con él —Ella se detiene—. Renuncié a todo, a mis estudios, mi beca, todo por él en el momento en que acepté.

Estoy sorprendida y atrapada por su historia, creo que ni siquiera respiro tan fuerte por miedo a interrumpirla.

—Mis padres enloquecieron tanto por la idea de casarme tan joven, como la idea de renunciar a una beca por la que me esforcé tanto. Pero yo estaba cegada, la idea de no estar con Ronald no parecía una opción. Él no estaba renunciando a la universidad, así que nos casamos por civil en una ceremonia íntima y vinimos a Londres para que él estudiara. Logré inscribirme en una escuela independiente de arte, la amé desde el primer día y él estaba bien con eso en un principio.

»Unos meses después la universidad comenzó a cambiarlo, las fiestas, beber; eso me molestaba y se lo hice saber. En un principio se disculpaba y prometía que no lo haría de nuevo. Pero solo cumplía por un mes antes de volver a las fiestas. Cuando yo me quedaba hasta tarde en la escuela de arte enloquecía y si me reunía con amigos se ponía celoso. Quería buscar un trabajo, pero él no quiso, dijo que con su trabajo estábamos bien, además al ser inteligente había logrado ascender en su trabajo.

—Iba cambiando —murmuro.

—Lo hacía ante mis ojos, de alguna forma, todas esas bromas en la escuela, las comparaciones de por qué yo estaría con alguien como él, le enfermó la mente, fue destruyendo a lo que consideraba mi príncipe. Me decía que todo estaría bien cuando las cosas se ponían mal, porque seguían habiendo muchos buenos momentos. La primera vez que pedí el divorcio, yo tenía veintiún años, y lo pedí porque yo estaba reunida con mi grupo de la escuela de arte y él llegó golpeando a un amigo y gritándome zorra regalada, nunca olvido eso. Me tomó bruscamente de la muñeca y no lo reconocía, estaba demasiado impactada.

»Pero él hizo algo para repararlo y por unos meses volvimos a estar bien. Mi error estar en haber creído que una vez lo hiciera no volvería a caer, en engañarme y aferrarme con fuerza en sacar a flote mi joven matrimonio.

— ¿Se pondrá más fuerte? —cuestiono, ella ríe secamente.

—La segunda vez que lo pedí fue cuando me encerró en la habitación para que yo no acudiera a mi graduación en la escuela de arte, tenía veintidós años. Lloré ese día y grité que lo odiaba. Perdí mi acto de grado, no tuve la oportunidad de recibir mi título con mis amigos, tuve que buscarlo luego. Él lució arrepentido y con mis amigos de la escuela recreó el acto de graduación y se sintió tan real que por un momento no creí que realmente yo hubiese faltado. Era como si por cada cosa mala que hiciera tuviera un manual para repararlo. ¿Lista para escuchar la parte fea?

—Eso espero.

—26 de marzo, tenía aun veintidós años cuando no llegaba a la casa y lo fui a buscar a un bar donde estaba ebrio con unos compañeros de trabajo. Un compañero de su trabajo intentó propasarse conmigo y yo lo golpeé. Resultó ser su jefe y eso lo enloqueció. Me tomó por la muñeca y me llevó hasta casa. Algo me dijo cuando cerró la puerta de la casa que las cosas iban a ir muy mal.

Siento un escalofrío y creo que la mano de Naomi que acaricia mi cabeza tiembla. Incluso parece que su respiración es un poco más rápida.

—Recuerdo que nos gritamos, dijo algo respecto a yo haciéndole un desplante a su jefe, le grité que si deseaba que dejara que su jefe se propasará conmigo. Que era el peor esposo del mundo y su mierda me tenía cansada —Ella respira hondo—; no lo vi venir, el primer golpe llegó tan de repente que me hice hacia atrás y solo pude verlo. Ni siquiera sentí dolor, solo me quede de pie observándolo. Creo que la falta de mi reacción lo sorprendió cuando me abofeteó y esa vez caí al piso y comencé a llorar. Me repetía una y otra vez a mí misma que eso no era real, que ese no era Ronald y solo era una pesadilla.

»Él se agachó a mi lado y dijo que lo sentía una y otra vez. Yo solo pude llorar mientras me curaba el rostro, me repitió tantas veces que yo lo había provocado y yo estaba tan aturdida que acabé por creerlo. Pero esa noche cuando se acostó a mi lado temía de él. Cuando visitábamos a mi familia era todo posesivo de yo saludando a mis antiguos amigos, mi vida en Londres se estaba volviendo una tortura. Cuando él quería intimar y yo no quería me tocaba para persuadirme y la parte de mí que recordaba que me había golpeado cedía por miedo. Comencé a darme cuenta que vivía con mi propio enemigo.

—Nao, eso es terrible —Creo que ella solloza un poco, incluso yo derramo un par de lágrimas.

—Tomaba mis pastillas anticonceptivas todos los días, estaba convencida de que no deseaba un bebé con él. Entonces, él quiso ser padre y tuve que esconder mis píldoras. ¡Joder! Vivía aterrada de un día obtener un resultado positivo en mis pruebas de embarazo. Los resultados negativos solo lo frustraban, estuvo intentándolo por seis meses. Un día me descubrió tomando la pastilla y ese fue el día en que me di cuenta que realmente mi príncipe era un monstruo terrible que solo iba a acabar conmigo si me quedaba a su lado.

». Comenzó a golpearme y yo intenté luchar, recuerdo que corrí hacia la sala en busca de la salida, pero me derribó y cuando se sentó a horcajadas sobre mí, yo solo pude pensar en que quizás él que consideré una vez el amor de mi vida, iba a matarme.

—Dios mío —digo en un jadeo, intento incorporarme pero ella me mantiene en el lugar, creo que es su manera de sostenerse contra mí ante los recuerdos.

—No sé cuántas veces me golpeó, solo sé que llevó sus manos a mi cuello y la falta de aire se hizo evidente, en algún momento perdí el conocimiento y por un momento sentí alivio ante la idea de haber muerto porque entonces dejaría de doler —Sacude su cabeza—.La ironía vino cuando desperté en una cama de hospital en donde él mismo me llevó y aseguró que había sido asaltada. Mi familia estaba ahí y me hicieron saber que había perdido un bebé del que ni siquiera sabía su existencia. Él mismo con sus golpes acabó con lo que tanto deseaba de mí.

»Acabó con todas mis oportunidades, lo jodió tanto que de alguna manera dañó órganos internos y me hizo infértil. Nada de lo que hiciera, nada de lo que dijera podía echarme hacia atrás otra vez, ya no tenía miedo, solo tenía odio hacia él. Hablé con mi familia y lo denuncié. Estuvo en la cárcel por ocho meses hasta que su familia lo sacó bajo fianza, en todos esos meses nunca quiso firmar la sentencia de divorcio. Mientras estuvo en la cárcel busqué trabajo y un amigo logró conseguirme un lugar en la galería aun cuando no tenía experiencia. Cuando supe que él saldría de la cárcel me aterré increíblemente y conseguí una orden de restricción.

»Llevo dos años intentando obtener ese divorcio, mi abogado está aumentando su precio, no estoy segura de si podré seguir pagándolo y eso me aterra. Pero aun con todo eso Hilary, me siento afortunada de poder vivir y haber salido de él. Porque sé que si me rindo, me decepcionaré a mí misma, me he prometido no dejar que nunca más alguien me lastime de esa forma. Lo que quiero decirte, es que a veces la vida es mierda, Hilary, pero solo nosotros decidimos si le enviamos la mierda de regreso. Y perdona las malas palabras, no suelo ser tan grosera.

—La vida es una perra injusta a la que hay que joder con fuerza para que no te arroje mierda —cito por primera vez esa frase en mi vida.

—Eso es sucio e inspirador —dice riendo un poco mientras sorbe por su nariz, supongo que estuvo llorando.

—Lo dice mi hermano Dexter.

—Es una buena línea para hacer seguir a cualquiera adelante.

—Lo sé, gracias por compartir tu historia conmigo —murmuro—, no puedo solo abandonarme como una cobarde, debo seguir adelante y enfrentar.

—De eso es lo que hablaba, de la Hilary fuerte que manda al demonio a Robert y la perra Renette.

Rio un poco sintiendo mis ojos cerrarse, estoy agotada. Tan agotada que no tardó mucho en dormirme.

***

20 de febrero, 2013.

—No seas paranoica, nadie te reconoce —murmura Katherine mientras caminamos dentro de la universidad—, no puedo creer que hayas sido tan tonta como para hacer todos tus semestres y dejar por fuera tres materias electivas.

—Oye, esa es una buena táctica. Además es como hacer un semestre regular, me dieron fecha para la defensa de mi trabajo de grado, me toca en abril. Lo que quiere decir que para julio yo estaré graduándome.

—Eso es genial, Hilary —hablamos mientras caminamos los pasillos de la escuela—, lograste inscribir la electiva con el profesor Joseph Blank.

—Ya había dicho que de alguna forma vería clases con él. Nos vemos a la hora del almuerzo —Le digo entrando al salón.

Sonrío encontrando a Jane en esta electiva, al parecer no soy la única que dejó tres electivas para el final de su carrera. Me siento a su lado y ella me da una pequeña sonrisa. Ella sabe todo el escandalo pero es agradable que no lo mencioné mientras nos ponemos al día. Después de todo no nos habíamos visto desde que terminamos semestre en diciembre. Hablamos durante un rato hasta que entra el profesor Joseph, creo que todas suspiran. Yo sonrío, el profesor Joseph es uno de los profesores más atractivos y creo que esa actitud cortante y seca solo le da más popularidad.

—Buenas, veo caras conocidas, aun cuando no a todos les he dado clases. Para los que no sepan, soy Joseph Blank, pero sería estúpido que no lo supieran teniendo en cuenta que escribieron esta electiva. Esta materia se llama color y relieve, por alguna razón la inscribieron lo que quiere decir que vinieron a aprender. No me importa si terminaron sus semestres, si están a la mitad o como sea. Aquí ninguno de ustedes estará por encima de sus compañeros.

»No estoy interesado en conocerlos, así que será mejor que empecemos de una vez con la clase. ¿Quién pasa a leer? Puede ser democráticamente o dedocráticamente yo elijó, decidan.

Jane alza su mano entusiasmada y el profesor la hace pasar al frente. Falta muy poco para graduarme.

***

— ¡Hola mujeres desaparecidas! —dice la voz entusiasta de Frank. Sus labios se presionan en mi mejilla y luego la de Katherine.

—Qué bueno verte Frank, pensé que solo te quedaba defender tu trabajo de grado —digo con una sonrisa notando que su cabello está más largo, casi rozando su barbilla.

—No, resulta que tengo una materia de hace dos semestres que nunca inscribí, si no la veo no me graduó.

—Es decir, ¿Solo estás viniendo este semestre por una materia?—pregunta Katherine con incredulidad.

—Eso mismo, pero no importa, igual tengo tiempo para el trabajo. Hablando de trabajo, Hilary, tengo esto para ti.

Lo miro con interés viendo como me extiende un folleto de una pequeña galería no muy conocida que está siendo restaurada.

—Están a poco de terminar la restauración y se está solicitando personal. Sé que la galería Renette tiene renombre y todo eso, pero solo cuando la vi, pensé que siempre es bueno que tengas una segunda opción.

—Gracias, Frank —digo con una sonrisa guardándolo en mi mochila—; lo tendré guardado.

Frank me observa con fijeza antes de sacudir su cabeza, el pensamiento de que Frank ha visto las imágenes y las noticias por un momento me hace sonrojar con furia. Qué vergüenza.

—Sé que estás pensando la manera de tocar el tema de mi gran escándalo —digo jugando con el tenedor sobre el resto de la comida.

—No, solo quiero saber que estás bien. Sé lo reservada que eres en tu vida privada, pensé que esto podría estar lastimándote. Pero no quería ofenderte si lo preguntaba.

Le doy una sonrisa temblorosa, porque es un amigo fiel y verdadero que tiene preocupación por mi bienestar. Frank es un gran hombre.

—Estoy bien, ahora lo estoy. Lastimosamente estaba compartiendo un momento importante e íntimo que no debió ser fotografiado. Invadieron mi privacidad, no estaba haciendo nada malo. Quizás ocultar mi relación ha sido mi error, pero no hay nada de malo en pasar un momento en la playa con Doug.

— ¿Es tu novio? —cuestiona Frank atento.

—Lo es. O al menos espero aun lo sea —murmuro mordiendo mi labio inferior.

—Si él es lo suficiente listo, aun es tu novio —dice Frank con una sonrisa hacia mí—, no creo que te deje escapar. Ánimos Hilary, eres una mujer fuerte, no dejes que nada de eso te afecte, tu misma lo dijiste, no estabas haciendo nada malo. El error lo ha cometido la persona que los ha fotografiado en un momento que únicamente era de ustedes.

—La perra Milla —murmuro entre dientes.

Algún día tendré la oportunidad de verla de nuevo, porque sé que escucharé de ella, entonces ella al igual que lo hace Lissie, querrá evitarme.

***

22 de febrero, 2013.

—Oye, había un hombre fuera de tu puerta —dice Katherine cuando Naomi abre la puerta. Ella se asoma por el pasillo—. Bueno, fue cuando salí del ascensor, supongo que se fue.

— ¡Trajiste comida tailandesa! —digo con alegría.

—Lo hice, a ver si eso te convence de volver al apartamento.

—Insisto que de igual forma tú estás muy cómoda durmiendo en el apartamento de Ashton.

—No seas tonta, ahora háblame de Doug.

—Intercambiamos un par de mensajes y luego vi en internet que se reunió con Milla... Pero eso él me lo dijo por mensaje, es lo suficiente listo para saber que ella dio las fotos y por lo que se ve en las fotos, él estaba muy enojado con ella.

—Becca, la novia de Josh dice que la conoce, que ella es una pretenciosa mimada —indica Katherine, luego se gira hacia Naomi—. John es el guitarrista de Ashton.

—Cierto que ustedes salen con celebridades —bromea Naomi desde el sofá individual con su laptop.

—En fin, en nuestros mensajes quedamos de vernos, pero no pudimos acordar nada porque él debió reunirse con Max —suspiro—. Creo que nuestro intercambio de mensajes fue muy seco. Temo que él esté lo suficiente enojado como para dejar lo nuestro.

— ¿Crees que después de todo por lo que han pasado Doug simplemente va a tirar la toalla? Él necesita una disculpa de tu parte, que estés a su lado para que enfrenten todo esto —Ella me da una mirada rápida—. ¿No has hablado con tus hermanos?

—Dexter bloqueó mi número y Harry no atiende.

—Kae dice que Harry está un poco más calmado, que al menos ahora está lidiando con su enojo.

— ¿Pero él está feliz, cierto? Sé cuán emocionante para él era la idea de pedirle matrimonio a tu hermana.

— ¡Lo sabías y no me dijiste!

—Solo lo sabíamos Dexter, mis padres y yo.

—Ya veo, estoy feliz por ellos —Sonríe—, tienes que ver a Halle, ya ella está gateando.

—Oh cielos, no puedo creer que me lo esté perdiendo.

Mi celular comienza a sonar y lo tomo. Es el número de papá, he tenido bastante comunicación con él.

— ¿Diga?

—Hilary, cariño —Respira hondo y escucho algunas voces de fondo—, quiero que te movilices con cuidado y escuches bien mis instrucciones.

— ¿Qué instrucciones? Estás asustándome papá.

—Tu mamá ha tenido un... problema. Estamos en la clínica y necesito que...

— ¡Oh, Dios! Dime que ella está bien —rápidamente me pongo de pie y busco mi bolso tomando las llaves de mi auto. Ni siquiera digo nada a Naomi o Katherine mientras salgo del apartamento y bajo con rapidez las escaleras, no hay tiempo para el ascensor.

—Escúchame, hija, voy a pasarte la dirección, ten cuidado al venir. Necesito que estés tranquila, no necesitamos más malas situaciones.

—De acuerdo, solo dime que está bien.

—Debemos esperar las noticias del médico, ven pronto hija.

—Estaré ahí en breve —Doy por finalizada la llamada y subo con rapidez a mi auto.

Enciendo el auto y con rapidez me pongo en marcha. Siento que el auto corre ligero, ni siquiera mido la velocidad. Solo puedo pensar en las palabras: que mamá este bien.

Mi falta de atención hace que muy tarde me dé cuenta que he pasado la luz de semáforo. Escucho ese molesto ruido de un auto frenando a último momento y con horror veo como el auto va a colisionar con el mío.

Solo puedo pensar en el hecho de que papá me advirtió de evitar un accidente. Pero al parecer no lo he logrado.


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