Capítulo Diecisiete
8 de noviembre, 2012.
Siento un golpe en mi hombro, sacudo mi cabeza y el chico pecoso que ve historia del arte VII conmigo me señala al frente, vuelvo mi cabeza y el profesor, bastante anciano y muy exigente me mira expectante.
—¿Señorita Jefferson? —Me apremia el profesor, sacudo mi cabeza viendo a los lados, buscando ayuda, pero el pecoso aun cuando gesticula hacia mí, no entiendo lo que quiere decirme.
—Lo siento ¿Puede repetirme la pregunta?—siento mis mejillas sonrojarse ante la vergüenza y mirada retadora del profesor.
—Si esta clase no es lo suficiente buena para tener su atención la invito a salir del aula, señorita Jefferson—dice escribiendo en el pizarrón, no es una sugerencia es una orden, tomo mis cosas y me pongo de pie.
Cuan vergonzoso resulta tener todas las miradas en mí, cuando llego a la puerta el profesor se gira.
—Todo aquel que se sienta muy distraído para esta clase muy bien puede hacerle compañía a la joven —anuncia, salgo a toda prisa.
Recuesto mi espalda de la pared cerrando mis ojos con fuerzas. Vamos Doug, sal de mi cabeza, déjame seguir.
Creo que pensar que obteniendo más yo calmaría mi atracción y deseo hacia Doug fue un error, demonios, se supone que he leído las suficientes novelas para saber que cuando se tiene lo que se desea solo se quiere más.
—¿Qué estás haciendo?—la voz de Frank hace que abra mis ojos.
Esta sonriéndome un poco mientras me observa con curiosidad. Desde que lo rechacé no me da tantas sonrisas reales, pero me ve de la misma forma y me habla como si nada hubiera ocurrido entre nosotros, sin embargo esa cosa en su mirada me hace saber que algo en él persiste, como si se preparara para algo.
—Me han sacado de clases...
—¿Con el señor Gilbert?
—Con él mismo —concedo y él hace una mueca porque ha visto una clase con él—, lo sé, él tiene la capacidad de hacer sentir una hormiga a cualquiera.
—Ni que lo digas... iba camino a la cafetería ¿Quieres venir?
—Sí, ya qué.
Una vez obtenemos nuestros cafés tomamos asiento en la pequeña cafetería dentro de la universidad, saludamos a unos cuantos conocidos. Procedo a dar un sorbo saboreando lo amargo porque irónicamente no me gusta el café dulce.
—Has estado algo distraída —comenta Frank comiendo de las galletas de chocolates que compró y ofreciéndome dos que acepto.
—Sí, supongo que se debe al trabajo... —Y a Doug agrego para mis adentros.
—Entonces cuéntame, ¿Qué tal el trabajo?
—Fuera del hecho de que mi jefa sea una perra...
—Mala palabra de la semana, Hilary.
—He decido romper esa política, no me volveré una mujer grosera, pero necesito gozar de mi libertad de expresión en todo el sentido de la palabra.
—De acuerdo —concede riendo mientras da un sorbo a su café y con una mano despeina su cabellera castaña.
Le cuento sobre cuán cariñosa es mi jefa con su mascota Robert, pero que sin embargo me gusta aplicar lo que he aprendido en mis clases en el trabajo, es la razón por la que me quedo o al menos, la más válida. Me alegro mucho cuando él me informa que ha obtenido un trabajo en un estudio de producción audiovisual como asistente, estoy muy feliz por él.
Mi celular suena escandalosamente con una canción de BG.5, Frank ríe mientras a toda prisa lo saco de mi mochila, el identificador de llamadas anuncia que una vez más se trata de Doug, muerdo mi labio indecisa. Pensé que él iba a cansarse de llamar.
Doy un largo respiro antes de contestar la llamada.
—Hola.
—Bueno, me sentiré halagado de que respondas —dice su voz engañosamente suave—. ¿Estás en la universidad?
—Sí, pero...
—Solo por curiosidad ¿en dónde estás?
—En la cafetería, pero...
—Vale.
Dicho eso cuelga, veo mi celular frunciendo el ceño hacia Este antes de guardarlo y ver como Frank procede a ponerse de pie.
—Iré a la biblioteca, tengo una investigación que hacer ¿vienes?
Estoy por responder cuando la mirada de Frank se agudiza detrás de mi justo antes de que sienta una mano en mi hombro.
—¿Qué tal todo, Frank?
¡Rayos! Esa voz le pertenece a Doug McQueen, me encojo en mi silla súbitamente cautivada en mi café. Frank parece que le responde de manera amigable como siempre, incluso ellos intercambian un par de palabras y algún comentario de Doug lo hace reír. Doug tiene el suficiente encanto para agradarles a todos, aun cuando pueda hacerte sentir incómodo alguna vez.
—Supongo que vas a quedarte, Hilary —comenta Frank, alzo mi vista para responder.
—Supones bien —responde por mi Doug sentándose en la silla de mi lado y arrastrando la mía mucho más cerca a la suya—; que tengas un buen día Frank.
—Vale, igual para ti, hablamos luego, Hil.
Veo a Frank alejarse mientras bebo lo poco que queda de mi café sintiendo la mirada de Doug muy concentrada en mí, una de sus manos retira el cabello de mi rostro y toma mi barbilla volviendo mi rostro al suyo para observarme. Lleva un gorrito de lana rojo, ha de ser nuevo porque ese nunca lo había visto, mira a su alrededor notando que en la pequeña cafetería hay muy pocas personas y retira sus gafas de sol para verme directamente. Se siente seguro y no siente que se expone a ser reconocido.
Mantiene su agarre en mi barbilla antes de hacer una mueca y achicar sus ojos. Me evalúa. Pregunta por qué no atiendo sus llamadas y con honestidad mi respuesta es vaga y floja. Ubica sus manos debajo de su barbilla y me estudia.
—Tengo muchas preguntas que hacerte, de las cuales espero obtener respuestas princesa Jefferson.
—Yo, tengo clase en...
—Estoy muy seguro de que no tienes ninguna clase ahora, no vas a huir de mí en este momento, Hilary, así que comencemos con las preguntas que vas a responderme. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
—Lo principal y lo que me ha tenido como loco es el hecho de que tú malditamente no me dijiste que eras virgen, que estabas entregándome tu virginidad.
Siento mi rostro muy caliente mientras mis manos se ponen frías, respiro muy hondo a la vez que desvío mi mirada a algún lugar de la cafetería que no sea Doug.
— ¿Cómo es que no me dijiste algo como eso?
—No lo creí... conveniente.
— ¿Disculpa? Espera un momento, retrocedamos. Explícame cómo es que no creíste conveniente hacerme saber que estabas perdiendo tu virginidad.
Me atrevo a mirarlo, está muy atento.
—Si te lo decía tú ibas a detenerte...
— ¿Qué te hace pensar eso? ¿Acaso no te diste cuenta de lo perdido que estuve desde el momento que comenzaste a desvestirte? ¡Joder! Incluso desde que entraste al apartamento— da una risa corta—Hilary, si me lo decías yo no iba a detenerme, si me decías entonces yo iba a ir lento e iba a ser cuidadoso ¡Joder! Incluso pude ser más dulce de manera que no hubiese resultado fatal y traumático para ti.
—¡No fue traumático! —digo frunciendo el ceño, él sonríe.
—De acuerdo, pero no fue dulce ni tierno de la manera en la que lo merecías.
—No pedí ternura, me gustó de la manera en la que fue, de cualquier forma iba a dolerme y no es como si fue una tortura, yo lo disfruté.
—Es bueno saberlo, porque es lo único en lo que he pensado desde el momento que vi mi sabana manchada de sangre —Chasquea la lengua—. Esto nos lleva a una segunda pregunta ¿Por qué demonios te fuiste?
—Bueno, no era como si me iba a quedar viviendo contigo, debía trabajar.
—De acuerdo ¿Por qué te fuiste sin avisar?
Me remuevo inquieta en la silla, no quiero decirle o traer a colación como sé que solo se trató de una noche.
—Princesa, dime, no podemos tener secretos con respecto a esto, entre nosotros.
—Bueno, Doug, quedarme solo significaba aplazar lo obvio.
—¿Qué es lo obvio?
—Que solo iba a tratar de una noche, no tenía ni quería escuchar que tú me dijeras algo que ya sé.
Él abre su boca con sorpresa y luego comienza a reír, antes de que su mano libre cubra la mía con leves caricias.
—Debes dejar de asumir que sabes qué es lo que haré. Si esto iba a tratarse de una noche entonces yo nunca habría accedido a tocarte Hilary, te respeto como mujer y no te veo solo como un lugar cálido en el cual hundirme. ¿Crees que ir en contra todo pronóstico a tus hermanos, la banda, solo lo haría por algo de una noche?
—Tú me confundes.
—No, tu sola estas confundiéndote, yo nunca dije que solo fueras de una noche ¿Puedes siquiera imaginar mi sorpresa cuando desperté y no te encontré?
—Vale, quizás debí aunque sea dejar una nota.
—Tú lo que debiste hacer fue despertarme o en todo caso quedarte en la cama conmigo —dice marcando cada palabra—no eres solo una noche, y debes dejar de asumir que sabes lo que quiero. Si realmente supieras lo que quiero sabrías que deseo más de lo que hubo en mi apartamento, más de nosotros.
Estoy sorprendida y cuando él me pregunta si solo era una aventura de una noche, soy honesta en mi respuesta: no. La pregunta que sigue me hace ser cautelosa con mi respuesta porque necesito que me aclare a que se refiere con si yo quiero seguir adelante.
—Nosotros siendo más que amigos...
Con el corazón acelerado pregunto si eso incluye exclusividad, de nuevo necesito que me aclare si se trata de ser amigos con beneficios y cuando se ve horrorizado de que yo piense eso, entiendo sus intenciones.
—No, yo lo que te estoy pidiendo, y de una manera muy mala que tú has malinterpretado, es que seas mi novia, mi chica. Lamento que la falta de práctica me haga pedirlo de una manera tan desastrosa.
Si esto es un sueño, imaginación o alucinación, por favor que nadie me pellizque.
Los latidos de mi corazón son rápidos y desbocados. No es la manera en la que esperaba que transcurriera mi día y no es lo que esperaba de Doug. No imaginé que esto pudiera suceder, pero está pasando y se siente como una mezcla vertiginosa de emociones.
Doug tira de mi silla mucho más cerca de la suya mientras uno de sus dedos captura un mechón de mi cabello jugando con él, ve con fijeza mis labios antes de volver su vista a mis ojos.
—¿Qué me dices, princesa Jefferson? ¿Lo intentamos?
Luego de una sonrisa tonta, admito que eso es lo que quiero, intentarlo. Casi rio cuando dice que desde el principio se va a disculpar por ser un novio terrible y extraño. Divagamos un poco, pero nada de eso importa porque Doug será mi novio, o al menos, eso es hasta que mencionamos a mis hermanos.
—No puedo mentirles, Hilary, son como mis hermanos.
—Lo sé, solo... ¿Qué pasa si no funciona? ¿No crees que lo mejor es que lo intentemos primero y luego lo hagamos saber?
—¿Tienes poca fe en mi como novio?—parece ofendido.
—No, no es eso, solo quiero asegurarme de que esto avance antes de hacerlos enloquecer, por favor, es lo único que pido.
Él respira muy hondo y toma mi rostro entre sus manos, dejando mis ojos indefensos ante su mirada azulada.
—Te estoy poniendo sobre mis hermanos, mejores amigos e incluso la banda, espero y sepas que eso significa que me importas.
—Lo sé, lo sé ahora— digo algo intimidada ante el hecho de que Doug me ve más allá de lo que llegue a pensar.
—Hagamos dos meses de prueba, luego debemos decírselo princesa, no puedo guardarles secretos a ellos y no es como si estoy pretendiendo ocultarte, no me avergüenzas.
—Dos meses, suena bien, está bien—digo asintiendo con la cabeza.
Él sonríe ve alrededor, como si diera un vistazo rápido para asegurarse que aun nadie lo reconoce y que realmente nadie nos está prestando atención.
Se inclina un poco más y presiona sus labios sobre los míos, moviéndolos de manera breve en un beso casto y sencillo, pero no por eso deja de ser arrollador para mí. Son los besos de Doug McQueen después de todo.
Da una presión más leve y se aleja con una sonrisa liberando mi rostro. Ve la hora en su reloj y hace una mueca.
—Tengo ensayo, ya ves que tenemos un par de conciertos programados para dar en Francia e Italia, debo irme princesa, pero estaremos hablando ¿De acuerdo?
—Está bien —concedo asintiendo con mi cabeza, se inclina una vez más dejando otro beso rápido en mi boca.
—Y por si te lo estás preguntando princesa, no me arrepiento de haber caído por ti esa noche —murmura—, de hecho llevo días sin sacar ese recuerdo de mi cabeza.
—Eres absolutamente hermosa, pero sin nada puesto lo eres como una diosa.
—Doug... ya, no digas cosas como esas justo ahora.
—De acuerdo, por ahora me callaré. Estudia mucho —dice cubriendo sus ojos nuevamente con sus gafas y poniéndose en pie—pórtate bien.
—No soy una niña —Le recuerdo sonriendo.
—Créeme, eso lo sé muy bien—asegura con una sonrisa que reboza picardía, río mientras lo veo salir.
¡Santo cielos! Novio, el platónico dejo de serlo y ahora se hace llamar novio. Esto podría enloquecerme en cualquier momento.
Para noticias sobre mis historias:
Instagrama: DarlisStefany
Twitter: Darlis_Steff
YouNow: DarlisStefany
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top