Capítulo Cuarenta y Nueve

Capítulo cuarenta y nueve

21 de septiembre, 2013.

— ¿Cómo te sientes cariño? —pregunta mamá, sorbo mi nariz mientras paso el pañuelo debajo de mis ojos para limpiar mis lágrimas, ella aprieta mis manos.

—No intentes ser dulce conmigo.

—Hilary, por favor deja de llorar.

—No puedo, me duele aquí —señalo mi pecho—. Mi bebé...

—Estás sensible.

—No mamá, no estoy sensible. Sufro porque traje al mundo a un niño que nació sin llorar. ¡No pude hacer eso bien! Era algo en lo que se supone debía ser buena.

La puerta de la habitación se abre, se trata de Doug, luce cansado. Tiene unas ojeras y su cabello va despeinado.

— ¿Cómo está todo por aquí?

—Qué bueno que llegas, Doug, creo que Hilary necesita que le digas que no es su culpa.

Doug suspira, realmente luce cansado. Camina hasta mí, se sienta en la orilla de la cama y me abraza dejando un beso en mi frente.

—No es tu culpa, tú lo hiciste muy bien.

—Tampoco fue culpa de él.

—Tampoco de él —concede—. Ni de los doctores, Hilary, las cosas sucedieron de ese modo.

—Lo siento.

—Yo también lamento que haya sucedido de ese modo, princesa, pero está prohibido derrumbarse.

Cierro mis ojos con fuerza diciéndome que tiene razón, debo dejar de llorar, le estoy dejando lo difícil a él.

—Los dejaré solos, hablaré con el doctor —anuncia mamá saliendo de la habitación.

Doug se recuesta a mi lado y me abraza contra su pecho, besa mi frente y con una de sus manos peina mi cabello.

—Los chicos están afuera, también Katherine y mi mamá. Todos ellos quieren verte, pero tú no has querido recibir visitas.

—Soy un desastre física y emocionalmente, solo te necesito a ti en este momento.

Permanecemos en silencio, cierro los ojos intentando rescatar el recuerdo borroso de mi bebé, pero no logro rescatar nada.

—Ni siquiera me dejaron verlo —sollozo.

—Princesa, lamento eso...

—No me dejaron cargarlo o besarlo. Conocerlo.

—No llores, por favor, me parte el corazón verte llorar.

—Lo volvieron un desconocido para mí, no me dejaron verlo. Me quitaron esa oportunidad.

Las ganas de llorar son increíblemente fuertes, ni siquiera puedo luchar contra cada una de las lágrimas que caen por mi rostro. Siento mis manos estrujar su camisa, quizás tienen razón, estar tan sensible hace que todo empeore, que la sensación sea más intensa y por lo tanto, que duela más.

— ¿Qué tal si descansas un poco?

—No puedo dormir —respondo.

— ¿Qué puedo hacer que te haga sentir mejor? Dime y yo lo hago, haré cualquier cosa por borrar esas lágrimas.

—Muéstramelo —pido, él me abraza y tararea alguna canción.

No sé cuándo sucede, pero en algún punto me quedó dormida.

***

Abro mis ojos encontrándome una enfermera sustituyendo mi bolsa de suero, ella me da una sonrisa.

—Hola, cariño ¿Te sientes mejor?

—Un poco —respondo desorientada. Ella se acerca y al ver que deseo sentarme, me ayuda a incorporarme.

—Tus valores están un poco bajos, tal parece que no serás dada de alta mañana.

— ¿Qué hora es?

—Pasadas las dos de la tarde —acomoda la almohada tras de mi—. Según los cálculos de tu novio, has estado durmiendo durante cinco horas.

—Ha sido algo.

—Sí cariño y afuera hay muchas personas esperando por verte.

—Mi familia.

—Una muy bonita familia —me sonríe. La puerta de la habitación se abre y alzo mi vista.

Inspiro hondo y siento mis ojos humedecerse, Doug me sonríe. La enfermera también lo hace.

Paso mis manos por mi cabello porque quiero estar presentable, no me esperaba esto, pero quiero estar lo más bonita posible. Lo veo acercarse a mí, se siente cómo si lo hiciera muy lento, muy pausado.

—Alguien ha venido a conocerte —murmura Doug sonriendo—. Querías que te lo mostrara, princesa, aquí está. Aquí vino Rayito a conocer a su mami.

Muerdo mi labio inferior para no llorar. Doug tiene en sus brazos a una cosita pequeña envuelta en una manta color verde, él besa lo que supongo será su frente, no alcanzo a ver el rostro de mi bebé y suavemente lo deposita en mis brazos.

Finalmente me están dejando conocerlo.

Fue tan rápido. Él no lloraba, no había ninguna reacción, sin decirme nada, sin dejarme verlo, rápidamente lo sacaron de la habitación y entonces no lo vi. No lo había conocido, hasta ahora. Hasta ahora que ya tiene prácticamente sus veinticuatro horas en este mundo.

Me llevo una sorpresa al encontrar sus ojos abiertos, estos son grises, del color del metal, de la manera en la que los tienen la mayoría de los bebés al nacer. Su boca es pequeña y rosada y su nariz parece adornar su rostro.

No sé si estoy siendo subjetiva, pero es hermoso. Es hermoso y es mío.

—Hola a ti, soy a quien estuviste pateando —murmuro, él frunce el ceño, cierra su boquita y sus ojos, rio entre lágrimas—. Vamos, Jeff ¿O quieres que te diga Nick? Estás conociendo a mami, no puedes solo cerrar tus ojos.

—De hecho la enfermera ha dicho que es un poco inquieto, supongo que tu voz está calmándolo —murmura Doug sentando a mi lado en la cama—, pero seguramente está muy complacido de conocerte.

Rio y lo observo. Con curiosidad quito el gorrito verde de su cabeza, descubriendo que tiene poco cabello y este son apenas pequeñas hebras – muy pocas – bastante claras, no sé si confiarme de que color podría ser su cabello, después de todo, cuando yo nací mi cabello era castaño muy claro y ahora es bastante oscuro.

— ¿Crees que nos está engañando y no va a ser rubio? —cuestiona Doug.

—No lo sé, solo sé que es hermoso, está pequeño, pero hermoso.

Lo miro embelesada, ahora entiendo cuando leo libros y hablan acerca de esa sensación de experimentar el amor más puro y bonito que se pueda sentir.

Un novio, esposo e incluso amiga puede ir y venir, pero mi bebé siempre estará para mí y yo voy a estar para él.

Tiene que ser el sentimiento más hermoso que he sentido alguna vez, y no quiero dejar de sentirlo. Pensé que el amor que sentía por Doug era inmenso e incomparable, pero mi amor por Jeff Nicholas lo supera, aun cuando apenas lo acabo de conocer, porque mi amor por él se ha construido a través de los meses en los que supe que estaba creciendo dentro de mí, haciéndose espacio para crecer y haciéndome sentir cálida al saber que durante ninguna de esas noches, estuve sola.

— ¿Quieres darle de comer? Lo trajimos para eso, ha obtenido leche fórmula para bebés prematuros, pero un poco de calor de su madre y leche materna podría ayudarlo —murmura la enfermera que sostiene el carrito con ruedas.

Muerdo mi labio, siento que la frustración me invade. No puedo hacer esto por él.

Puedo sentir mis ojos humedecerse y mi labio temblar antes de observar a ambas enfermeras y luego a mi bebé. No puedo.

—Yo no tengo... mis pechos... —suspiro—. No hay nada en ellos, solo pequeñas gotas que no son siquiera blancas.

—No te preocupes, suele suceder en muchas madres. Él va ayudarte a que salga con fluidez —Me alienta la enfermera que me ayudó desde que desperté.

Dudosa me deshago de los botones frontales de mi bata y dejo un pecho al descubierto. Suspiro llevando la pequeña boca de Jeff a su destino, es impresionante la manera en la que su primer instinto es succionar. Succiona fuerte y duele, de hecho doy un gritito ahogado.

No sé si esta hambriento, pero parece desesperado, lo suficiente como para que el pezón salga de su boca en varias ocasiones. Finalmente se da por vencido tras unos minutos y hace lo que no hizo al nacer: llora.

Llora de una manera aguda mientras su rostro se frunce y sonroja de manera furiosa, la enfermera me insta a guiar mi pezón de nuevo en su boca, pero él no consigue más que unas pocas gotas y parece molestarse más de no obtener nada.

Lo presiono contra mi pecho y lo meso, pero no deja de llorar. Pronto también estoy llorando, porque quiero alimentarlo, quiero ser capaz de hacer esto por él y quiero que en mis brazos se sienta cómodo, no en un ataque de llanto que se calma en cuanto la enfermera lo toma.

—No llores, princesa, él solo tiene hambre —murmura Doug abrochando los botones de mi bata.

—No puedo hacer eso por él.

—No te preocupes, irá mejorando poco a poco —asegura la enfermera número dos, depositándolo en el cochecito de ruedas—. Ahora vamos a llevarnos a este dulce niño para que se alimente. Dentro de un par de horas lo traeremos de vuelta.

Veo cómo se lo llevan, niego con mi cabeza.

— ¿Por qué no soy capaz de hacer las cosas bien por él? —cuestiono en un murmuro, doliéndome el hecho de no poder ayudarlo, darle lo que se supone debería tener en mis pechos.

—No hay nada malo contigo, Hilary.

—Quiero ir al baño—es todo lo que digo.

***

— ¿No es un peluche muy grande? —cuestiono viendo el gran oso panda de felpa a un lado de la habitación. Dexter se encoje de hombro.

—Lo mejor para mi sobrino.

Asiento de manera distraída mientras juego con la vía intravenosa aun en mi muñeca, no sé cómo debería sentirme, pero siento que algo no está bien. Hay un nudo constante en mi pecho que parece ascender ocasionalmente a mi garganta. Me siento agobiada y presionada.

— ¿Lo viste? —le pregunto.

—Claro, pasé a verlo al menos tres veces cómo lo hemos hecho todos nosotros. Es un bebé precioso —Me asegura Harry.

Observo a Andrew y Ethan, ellos asienten en acuerdo. Sonrío.

—Sí, es un bebé muy bonito —concedo presionando mis dedos en mi muñeca, Harry entrecierra los ojos hacia mí.

— ¿Te sientes bien?

—Sí... ¿Y Naomi? Jeremy dijo que estaba afuera —murmuro, recordando lo elocuente y divertido que ha sido Jeremy al felicitarme.

— ¿Quieres que la hagamos pasar?—pregunta Dexter, asiento—. De acuerdo.

Un minuto después no solo entra Naomi, sino que Grace también lo hace con un globo que tiene estampado un bebé, sonrío.

— ¡Felicidades a la nueva mami! —Me guiña un ojo Grace, le extiende el globo a Harry para que lo ubique en algún lugar—. Ya felicité al nuevo papi.

No me pierdo la intención de llamar a Doug papi y rio. Una enfermera entra anunciando que hay demasiadas personas en la habitación. Mis hermanos salen al igual que Ethan y Andrew, por lo que me quedo con Grace y Naomi, aunque unos segundos después Katherine también entra.

—Acabo de ver de nuevo a Jeff, es demasiado hermoso —anuncia Katherine, le sonrío. Creo que ella ha estado en la clínica el mismo tiempo que lleva Doug, ayudándome y viendo de cuanto en cuanto a mi bebé—. Por cierto ¿En dónde está Doug?

—Obtuvo permiso para conseguir una sopa para mí, tengo hambre.

— ¿Y? ¿Qué tal estuvo tener un bebé? —pregunta Naomi sentando en la orilla de la cama, Grace la imita sentándose a su lado.

—Dolió, quizás no inmensamente cómo imaginé, pero sí que dolió —respondo jugando con la intravenosa—. Creo que estaba más concentrada en el miedo, él no lloró. Solo estaba rojo y luego parecía que su piel se volvía oscura, tuvo problemas para respirar.

—Pero ahora está bien —Me asegura Grace—, creo que va a ser un niño rubio.

—No lo sé, yo nací con el cabello muy claro, y ahora lo tengo oscuro —informo.

—Me alegro que estés pasando por esta experiencia tan bonita —murmura Naomi con una sonrisa sincera, me gustaría que ella algún día pasará por algo como esto.

—No me mires así —asegura entrecerrando sus ojos—, no te mortifiques por mi infertilidad, siempre hay otros métodos para ser madre. Este es tu momento, no el mío.

— ¿Te sientes bien? —cuestiona Katherine— Luces algo inquieta.

—Estoy bien —murmuro y por alguna razón que no desconozco, se siente cómo que esas dos palabras pesaran mucho para ser ciertas.

***

23 de septiembre, 2013.

—Bienvenido —murmura Doug en voz baja al bebé dormido en sus brazos. Sonrío.

Mamá me ayuda a caminar, puedo hacerlo sola, pero ella insiste en guiarme hasta el sofá. Me siento y miro mi apartamento.

El veinte de septiembre salí siendo solo Hilary y hoy regreso siendo madre. Suspiro.

Se escuchan pequeños quejidos, Doug camina hasta mí y con cuidado me entrega a Jeff, él suspira y me parece que arruga un poco su nariz.

Lo he cargado muy pocas veces, no quiero ser paranoica, pero creo que las pocas veces que lo he cargado, él comienza a llorar. De hecho justo ahora estoy nerviosa, nerviosa de que comience de nuevo.

Lo miro con fijeza, parece un pequeño muñeco vestido de verde y blanco. Sus pequeñas mejillas regordetas sonrojadas hacen que quiera besarlo mucho, pero no quiero despertarlo; puede que haya nacido sin llorar, pero parece que ha estado practicando y lo hace realmente fuerte.

—Es un niño hermoso —murmura mamá por sobre mi hombro—, felicidades, cariño.

—Siento que él no es real —susurro tomando su pequeña mano. La cosa de él agarrando mi dedo índice no sucede, de hecho cuando lo intento él hace su mano puño lejos de mí.

Es algo tonto pensar que mi hijo no me quiere cerca, pero por un absurdo momento, el pensamiento viene a mí.

***

Simplemente sucede. Jeff está tranquilo en los brazos de Doug tras haber obtenido su biberón, Doug me lo entrega para liberar sus gases y en cuanto lo tomo, él comienza a llorar. Llorar fuertemente.

Lo pego a mi pecho mientras me balanceo, tengo la sensación de que su llanto descoloca algo dentro de mi cabeza, cómo hilos desatándose hasta soltarse. Es un niño de apenas días de nacidos, pero se retuerce un poco y su cabeza delicada se mueve de un lado a otro mientras su rostro esta fruncido y llora con mucha fuerza.

Observo a Doug en pánico. Son las once de la noche, nuestra primera noche fuer de la clínica, en mi apartamento.

—Tranquila —dice sonriendo—, no tengas miedo.

Me balanceo durante un minuto en el que no deja de llorar, quizás si tuviera leche en mis pechos podría calmarlo alimentándolo, pero no es el caso.

—Tómalo, por favor, no quiero que llore —pido.

Doug lo toma con delicadeza, besa su cabeza cubierta por un gorrito amarillo y él deja de llorar. Observo a Doug sacar sus gases mientras él se mantiene tranquilo. Doug me observa con fijeza.

— ¿Qué está pasando por esa cabecita tuya?

— ¿Y sí no llega a quererme?

—Princesa, no lleva ni una semana de nacido. Claro que va a amarte ¿Por qué no descansas? Voy a acostarlo y voy a tu lado.

—De acuerdo.

Camino hasta la cama y me cubro con las mantas viéndolo caminar con Jeff. No me duermo, lo veo dejar al bebé en su cuna frente a la cama y luego viene hasta la cama y se acuesta a mi lado.

— ¿Estás bien, princesa? Creo que estás abrumada.

—Él llora cada vez que lo cargo.

—Él te ama.

—No estoy tan segura—murmuro acurrucándome contra él.

***

25 de septiembre, 2013.

—Hil, te ves terrible —murmura Katherine cuando sale de su habitación y me encuentra en la sala meciendo el coche donde se encuentra Jeff.

La observo con mis ojos irritados, parece que va a la universidad. Veo la hora en mi celular, son las ocho de la mañana.

—Me siento terrible —murmuro con un nudo en mi garganta—. Él no ha dormido, solo llora y Doug no vino ayer, no pudo y Jeff no me quiere, no le gusta cuando lo cargo y tú llegaste tarde, lamento si te despertó...

Cuando menos me doy cuenta comienzo a llorar mientras continúo balanceando el coche, lo último que deseo es que él despierte llorando cuando apenas ha logrado dormir.

—Oye, no llores —murmura sentándose a mi lado—. Creo que has tenido una noche ruda y estás sensible.

—No dejaba de llorar, nada lo calmaba. Siento que me detesta, apenas lo tomo dura un minuto tranquilo antes de comenzar a llorar.

—No te detesta, Hilary, calma.

— ¡Los demás lo cargan y está tranquilo! —exclamo cubriendo mi rostro con mis manos—. No he dormido nada, ni unos minutos, no he comido. No me he bañado, ni siquiera he podido orinar bien. No importa lo que haga, él comienza a llorar.

»No quiero llamar a Doug e implorarle que deje su importante reunión, no quiero que piense que soy una madre de mierda para su bebé.

Se escucha el pequeño quejido de bebé, veo hacia el coche y las pestañas rubias y pocas de Jeff tiemblan antes de que abra un poco sus ojos. Se mantiene muy quieto, por un momento creo que lo he conseguido, pero entonces su pequeña boca se abre y comienza a llorar.

Yo también comienzo a llorar.

— ¿Puedo tomarlo? —pregunta Katherine, asiento limpiando mis lágrimas.

Mis ojos arden y están tan irritados que apenas y puedo ver con claridad. Estoy segura que soy un desastre.

Han sido las dieciséis horas más difíciles de mi vida.

Veo a Katherine cargarlo mientras intenta calmarlo.

— ¿Tiene hambre?

—Comió hace una hora y media, aun no es hora de que coma de nuevo —respondo.

— ¿Aun no tienes leche?

—Ni un poco —Me abrazo a mí misma—. No estoy siendo buena en esto.

—Si quieres puedes darte un baño y comer mientras espero a que sea la hora de irme a la universidad.

— ¿Crees que podrías?

—Claro, mira, ya ha dejado de llorar.

—Por supuesto que dejaría de llorar si yo no lo cargo —murmuro caminando hacia la habitación.

***

27 de septiembre, 2013.

— ¿Estás comiendo? —pregunta Emma mientras sostiene el biberón del que Jeff come.

—Cuando tengo momentos libres —murmuro, lo que se traduce a muy poco tiempo.

—Estás muy, demasiado delgada, cariño, luces muy agotada. ¿Cómo están Doug y túdividiéndose el cuidarlo?

—Él está aquí todo el día, hasta las diez de la noche quizás, pero ya tenía este contrato que no pueden romper, para tocar en ese festival de música en un anfiteatro. Yo le dije que luego fuera a su apartamento a descansar y llega temprano aquí.

—Pero lo necesitas aquí contigo... ¿Es este un bebé tranquilo?

—Cuando está con otras personas sí...

— ¿Qué quieres decir con eso? —pregunta Emma acariciando con su dedo su frente, me parece que Jeff hace una sonrisa bobalicona de bebé que lo hace lucir hermoso.

—Tiene tendencias a llorar cuando está conmigo, específicamente cuando lo cargo.

—Quizás siente un poco de tensión e inseguridad en ti.

Me encojo de hombros, en cualquier momento mi vista se hará un asco. Tantas horas sin dormir, estar dentro de estas paredes e ir a través del llanto de Jeff cada vez que lo cargo está comenzando a hacer mi corazón latir muy fuerte y a instalar un nudo en mi garganta permanente.

— ¿Hasta cuándo Doug no podrá estar contigo por las noches?

—Creo que hasta tres días —respondo—. Katherine me ayuda en ocasiones, pero entiendo que es mi hijo y yo debo cuidarlo.

—Sí, cariño, pero mírate nada más. Estás muy delgada, tienes las ojeras más grandes que he visto en mi vida y te ves tan triste cuando deberías estar muy feliz.

—Estoy feliz, realmente amo a mi bebé, es lo más perfecto que pueda haber...

—No digo lo contrario, pero, te estás desgastando. Perdiendo brillo, te veo cómo a instantes de quebrarte y es entendible. Vienes de dar a luz y no has tenido descanso, además de ser madre primeriza.

Me quedo en silencio y acaricio el pie cubierto por calcetines de Jeff, él tiene los ojos un poco abiertos mientras come. Me gustaría saber cuál será el color definitivo de sus ojos y cabello.

— ¿Quieres que lo bañe por ti?

Sonrío apenada, pero niego con la cabeza. La hora del baño sorprendentemente es la única hora en la que puedo sostenerlo sin que llore y en la que me gusta creer que está a gusto conmigo.

—Gracias, pero parece que mientras lo baño es cuando nos entendemos, y aun no es la hora.

—Me alegra saber que tienen algo de conexión.

—Algo es algo, Emma.

***

29 de septiembre, 2013.

—Ese es un pañal muy sucio, Jeff —escucho a Doug.

Me mantengo con mi mejilla recostada de mis rodillas flexionadas. Jeff se mueve un poco mientras Doug cambia su pañal.

Creo que jamás en mi vida he sentido mis ojos tan pesados e irritados. Jamás he presenciado un cansancio cómo este.

— ¿Ya escogiste que vamos a ponerle? Se nos hace tarde para la cena por el cumpleaños de Ethan.

Cierro mis ojos con fuerza, he olvidado totalmente que hoy es el cumpleaños de Ethan, su cumpleaños número veintiséis.

—No quiero ir, Doug, realmente no creo que pueda ir.

— ¿Por qué?

No puedo evitar reír de manera irónica y enarcar mis cejas hacia él. Sé que me ayuda, que tiene compromisos con la banda. Pero sé que él no ha vivido las noches que vivo desde el momento en el que llegué al apartamento y he estado sola con el bebé, sobre todo ahora que Katherine está en Liverpool por un par de días.

Somos Jeff y yo solos en la noche. Su llanto sin parar.

—Porque estoy agotada, porque está haciendo un poco de frío y no voy a exponerlo. Porque no puedo ir con una sonrisa cuando solo quiero llorar.

Amo a Ethan, es cómo mi hermano, deseo y la pase increíble. Pero no puedo ir a fingir que me siento bien, que no quiero pasar horas llorando, que no ansío descansar.

Doug no dice nada, solo cierra el pañal de Jeff y se dirige a la pequeña pila de ropa de bebé que lavé antes de que él la estrene.

—Solo serán un par de horas... —dice tras minutos de silencio.

—No voy a ir a ninguna parte.

Deja a Jeff en la cama y se gira a observarme, se cruza de brazos a la altura de su pecho mientras me frunce el ceño.

— ¿Por qué quieres discutir?

La simple pregunta me indigna, no quiero discutir. Solo no quiero salir; respiro hondo porque discutir con Doug va a hacerme sentir peor.

—No voy a ir, Doug, punto y final del tema.

—También es mi Jeff...

—Pues perfecto, puedes muy bien tomar la pañalera y llevarlo contigo. ¡Está haciendo frío! Pero si quieres llevarlo contigo hazlo, a ver si entonces vives lo que es pasar una noche entera con un bebé que no duerme y que sólo llora.

»Yo misma voy a hacer la pañalera para ti.

Tomo la pañalera y comienzo a guardar un par de ropas de Jeff, seis pañales y todo lo necesario. No miento cuando digo que está haciendo frío y él sólo es un bebé de nueve días. Tomo el pantaloncillo más abrigado y suéter.

Él bosteza mientras lo visto, es realmente un bebé precioso.

Camino a la sala, directamente a la cocina y en un pequeño recipiente guardo un poco de leche junto a su biberón y el biberón de agua. Vuelvo a la habitación y guardo todo, Doug se mantiene en silencio observándome.

Quiero gritarle, quiero fuertemente llamarlo idiota y desconsiderado, pero me contengo.

—Ahí tienes todo, dale mi saludos a Ethan, que le deseo un excelente cumpleaños. Igual voy a llamarlo —Tomo a Jeff que se encoje en sí mismo y se lo extiendo, él lo toma.

De igual manera le entrego la pañalera y lo acompaño a la salida.

—Llámame cuando llegues allá, no quiero preocuparme —murmuro en la puerta, él asiente lentamente.

Cierro la puerta porque de esa manera podré llorar libremente.

Cuando llego a mi habitación comienzo a llorar. Es el primer momento sola que he tenido desde que Jeff nació y solo quiero llorar. No me siento cómoda en nada, no me siento bien.

Abrazo a la almohada y lloro. No como, no puedo bañarme realmente bien o siquiera ir al baño con tranquilidad. Aun cuando Jeff duerme, siento el eco de su llanto en mi cabeza, su molestia y renuencia cuando lo sostengo.

Escucho pasos, pero continúo llorando.

No sé cuánto tiempo pasa, pero la cama se hunde detrás de mí y luego el brazo de Doug me acerca hasta su cuerpo mientras besa mi cabeza.

—Lo siento, princesa, lamento toda la idiotez de minutos atrás —murmura contra mi oído, pero eso no me hace sentir mejor—. Tienes razón, hace frío para el bebé y estás cansada, no entiendo siquiera cómo es que fui tan idiota.

No digo nada, siento que hay muchas gotas intentado rebasar el vaso. En cualquier momento puedo colapsar.

Ya no sé lo que es dormir más de una hora.

No sé lo que es sentirme realmente a gusto y feliz con Doug.

En nueve días siento que he atravesado años difíciles y que me ha apagado de una manera que no me gusta siquiera admitir.

No quiero estar aquí. Siento que estoy marchitándome del modo en el que lo hace una rosa blanca, solo que mis pétalos ya se han vuelto negros. Me siento hostil y las palabras de disculpas provenientes de Doug no me hacen sentir mejor.

Jeff llora y cierro mis ojos con fuerza.

Aquí vamos de nuevo.


Para noticias de mis historias:

Instagram: DarlisStefany

Twitter: Darlis_Steff

YouNow: DarlisStefany

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top