Otro San Valentin para Dilary
Otro San Valentin para Dilary
Doug McQueen
14 de febrero, 2019
—¡Más rojo! —dice la voz de mi hijo con entusiasmo y tomo el marcador que quiere.
—Amigo, das demasiadas órdenes.
Todo lo que hace es sonreírme y puedo prometer que mi corazón se vuelve cálido como cada vez que lo miro.
Orgullosamente puedo estar de acuerdo en que mi hijo se parece a mí desde su cabello rubio hasta gran parte de su personalidad, pero no extraño que, en lugar de mis ojos azules, tenga los de mi princesa, mi esposa, su mamá, el amor de mi vida.
Jeff Nicholas tiene cinco años en nuestras vidas y cada día me sorprendo mirándolo, alucinado de que sea nuestro, de su existencia y agradecido de que ningún plan sobre el futuro, que llegué a tener antes de estar con Hilary, saliera como lo esperaba.
Es cierto que su existencia me impresionó, hasta el punto de vomitar (una cosa que nadie quiere olvidar) y que su llegada fue complicada, que los primeros meses fueron duros para Hilary y nuestra relación, pero este hermoso niño es parte de nosotros, es nuestra vida y posiblemente la persona que más amo en el mundo, me enseñó un tipo de amor que a veces me asusta porque odio la idea de pensar que el mundo lo lastime, pero también es un amor precioso que no sabría explicar.
Mira sonriendo cómo relleno con más rojo el corazón en su manga de tatuajes cortesía de mis marcadores y me deleito con la mirada impresionada ante mi trabajo.
—Papi es increíble —murmura.
—Esperemos y tu mami piense lo mismo cuando vea que de nuevo te tatué falsamente —mascullo—, aunque supongo que el que sea nuestro aniversario, me da un pase libre.
—Mami dirá que es bonito —Me asegura con el cabello rubio cayéndole por la frente cuando inclina la cabeza para mirar mejor mis trazos.
Río por lo bajo.
Siempre dependerá de lo que dibujé sobre nuestro hijo y la facilidad con la que podrá sacárselo cuando tome su baño. La primera vez, mi esposa pegó el grito en el cielo ante la sorpresa y luego me reprendió cuando tomó tres días que desapareciera y tuvimos que llevar al colegio a Jeff con un suéter que lo ocultara, aunque no sirvió de nada cuando se encargó de ensenárselo a todos.
De ese percance aprendí a comprar marcadores especiales que salen fácilmente con el baño, para tristeza de Jeff, y siempre medimos lo bueno que son los dibujos con base a la reacción de Hilary.
—Estamos listos ¿Cliente feliz? —Le pregunto y me muestra el pulgar antes de sacarse un billete de diez libras que le di para esto.
—Buen trabajo, papi. Algo caro —agrega al final haciéndome reír porque Jeremy le enseñó eso.
—Lo bueno vale, Rayito —Hago una pausa teatral—, pero ¿Sabes qué? Por ser San Valentin y haber sido un buen cliente, no te cobraré.
Le devuelvo el billete y sonríe, divirtiéndome cuando se lo guarda con cuidado en el pantalón.
—¿Qué harás con ese dinero? —Le pregunto bajando con cuidado la manga larga de su camisa para que no arruine sus dibujos y lo haga llorar.
—¡Comprar regalo a mami! Y un helado a papi.
—Así que mami consigue el regalo y papi el helado ¡Parece que soy el favorito! —bromeo haciéndolo reír antes de besar su frente—. Muy bien, vayamos por ello.
Peino su cabello con los dedos antes de cubrirlo con el gorrito tejido morado que mamá le regaló, uno de los cientos, y luego lo abrigo bien ayudándolo con los guantes. Cuando todo está listo, me encargo de mi abrigo y lo ayudo a bajar de mi escritorio para que me tome de la mano mientras salimos de mi oficina.
No solo tengo un hijo, también conseguí un gran amigo y cómplice incluso si ahora solo tiene cinco años.
—Vamos de salida —anuncio a Dominic, quien se encuentra en un breve descanso.
Estoy orgulloso de cada artista que forma parte de mi tienda MATIDES. Valió la pena esperar para crear esta tienda cuando me sentí verdaderamente listo. Es un éxito, confío en mi personal y puedo decir que ellos confían en mí y aman su trabajo.
—De acuerdo —Me asiente antes de mirar amigablemente a Jeff—. ¿Conseguiste tatuajes hoy?
—¡Sí, Dom! —Me suelta la mano y lucha por abrirse el abrigo por lo que me agacho y lo ayudo antes de sacárselo para que se alce la manga y lo muestre—. ¡Es genial!
—Es increíble, Nicholas —asiente Dominic antes de sonreírle—. ¿Cuánto te costó?
—¡Fue gratis! Porque papi dice que es San Valentin —Me deja bajarle la manga y volverlo a abrigar—. ¡Feliz San Valentin, Dom!
—Lo mismo para ti, pásala bien.
Jeff asiente y se despide incluso de los clientes en espera antes de tomar mi mano y dejar que nos guíe hacia mi auto.
—Te compraré un gran helado, papi y a mami algo que brille mucho como ella.
¡Dios! ¿Cómo nos las arreglamos para hacer a este pequeño ser humano perfecto? Casi quiero llorar porque me conmueve todo el amor que tiene para darnos y la manera en la que siempre es vocal sobre ello.
***
—¿Te gusta, mami?
Hilary me mira antes de volver a evaluar el brazo de Jeff. Bebo de mi gaseosa y espero junto a nuestro hijo.
—Está increíble, bebé, tu papá hizo un trabajo increíble.
—¡El mejor! Dou no me cobró.
Hilary ríe y lo atrae para besarlo continuamente en la mejilla sonrojada haciéndolo reír.
—Entonces fue tu día de suerte porque escuché que los tatuajes de Doug McQueen son muy caros.
—¡Diez libras! ¿Puedes creerlo? —chismorrea mi hijo y mi esposa niega la cabeza.
—Carísimo.
—Pero mucha calidad, lo vale.
—Te entrena bien tu papá —Se ríe Hilary antes de pasarle una mano por el cabello—, pero ¿Qué tal estuvo la escuela?
Sonrío y aprovecho a que conversan para tomar otra foto y sumarla a la extensa galería que se compone de miles de fotos y videos de mis dos personas favoritas.
A veces, cuando los veo así, el contraste entre Jeff siendo rubio y Hilary pelinegra, pero mirándose con amor y devoción, me resulta difícil creer que realmente tuvieron un comienzo tan difícil y angustiante, pero me llena el pecho saber que ahora son estas dos personas que no pueden vivir la una sin la otra incluso si a veces les hago pensar que estoy celoso.
—Puedes tener unos veinte minutos de juego, pero luego será el baño para que vayamos a cenar ¿De acuerdo?
—Sí, mami —Se gira para verme—. ¿Juegas?
—Pasaré un rato con tu mami y luego voy contigo.
Parece feliz con mi respuesta y se va corriendo a su habitación en tanto dejo la gaseosa en la superficie más cercana y me acerco a Hilary, envolviendo mis brazos a su alrededor hasta que la pego a mi cuerpo y sus brazos se enredan en mi cuello. Ríe cuando le planto besos desde la mejilla con la finalidad de llegar a su boca.
—No fue un tatuaje gratis, lo que Rayito no sabe es que su mami me pagará de otra manera.
—¡Doug! —Se ríe, pero me trago el sonido con mis labios.
Aun no entiendo cuál es la puta magia para que después de años siga sintiendo cada beso con el mismo impacto del primero, el no cansarse de querer todo este contacto físico, la desesperación de querer hacerla mía o la fuerte necesidad de querer tocarla.
Ella suspira contra mi boca y me da acceso para que mi lengua indague mientras sus dedos juegan con mi cabello y su cuerpo se arquea para presionarse contra el mío, estoy seguro de que puede sentir cuán duro me estoy poniendo en tanto llevo mis besos a su cuello, lamiendo y chupando mientras un sonidito se le escapa.
—Más tarde —Me promete y asiento en acuerdo sin dejar de besarle el pulso acelerado—. Feliz aniversario.
Sonrío contra su piel, es la quinta vez que me lo dice desde que despertamos.
—Feliz aniversario —susurro contra su piel antes de volver a su boca y plantarle un beso—. Jeff te ha comprado un regalo que cree que costó cinco libras, así que debes actuar muy impresionada.
—Hecho —Ríe—, pero no debiste gastar dinero en ello.
—¿Cuándo he dejado a mi princesa sin regalo de San Valentin y sin regalo de aniversario?
—Nunca —responde sonriendo.
—Exacto. Además, yo fui el afortunado que obtuve un helado de cuatro libras por parte de Rayito.
—Qué regalo tan maravilloso, estoy celosa —Se ríe contra mis labios.
Beso su mejilla hasta llegar a su oreja para susurrar mis siguientes palabras.
—Estaré contando las horas para estar dentro de ti, escucharte gemir de esa manera que me encanta y besar cada centímetro de tu cuerpo. Ahora, necesito calmarme para poder ir a jugar con nuestro hijo.
Retrocedo y respiro hondo ordenándome pensar en cosas no excitantes e ignorando la manera en la que me da su mirada caliente y se muerde el labio inferior.
—Más tarde —Le prometo.
—Estoy ansiosa por ello —Me asegura con la sonrisa descarada que me dio hace tantos años cuando comenzó a desnudarse y me hizo renunciar a mi autocontrol.
Aquella noche en la que finalmente me rendí y caí por la que consideraba mi deseo prohibido.
***
14 de febrero, 2025
—Ah, esto me trae recuerdos —digo mientras hay un tirón demasiado fuerte en mi cabello—. Oye, más despacio, cariño.
Victoria Jones suelta una risita y me planta un beso en la mejilla antes de seguir siendo la estilista más ruda que ha tocado alguna vez mi cabello, pero lo justifico con que tiene tres años y es demasiado entusiasta cuando se propone algo.
—¿Qué recuerdos? —Me pregunta Ethan limpiándose una ceja cuando Stella, su bebé de seis meses le tira parte de la papilla.
La pequeña resopla una risa y él sacude la cabeza sonriendo.
—Lo haces adrede —La acusa y ella intenta arrojarle más, pero consigue detenerla a tiempo.
—De cuando me acompañaste a cuidar a Jeff, la verdad eras como una enciclopedia y ahora tienes a las tuyas para ponerlo en práctica —respondo.
—Ah —Se estremece antes de reír—. Ahora puedo entender lo horrible que fue darle tanto jugo a Jeff y por qué Hil quería matarnos.
—Hilary nunca lo olvidará.
—Y tiene sentid... ¡Victoria! —Se interrumpe exaltado, poniéndose rápido de pie y quitándole algo a la niña detrás de mí—. El pegamento no va en el cabello, es para cuando juegas con mami o conmigo.
Stella, dramática como su papá, comienza a llorar como si la hubiesen reprendido a ella y cuando veo detrás de mí, Victoria tiene un puchero y los mismos ojos de Grace, solo que muy manipuladores, se llenan de lágrimas.
—Ya, no pasa nada —arrulla Ethan a Stella , sacándola de la sillita y dejándola contra su pecho, haciendo una mueca porque le ensucia la camisa, pero resignado.
—Papi —Victoria extiende los bracitos hacia él y ni siquiera intento cargarla, porque cuando decide que tiene que ser su papá, es porque tiene que ser su papá.
Así que me pongo cómodo con una coleta en el cabello mirando a Ethan sostener a sus dos niñas manipuladoras y hermosas, una pequeña rubia de tres años y una castaña de seis meses. Es gracioso que sus hijas nacieran con tal don de tenerlo envuelto en sus pequeños dedos y también me hace feliz verlo tan a gusto, pleno y radiante siendo papá.
—Ya debo ir por Jeff a la escuela —digo dando un vistazo al reloj—. ¿Estarás bien con que me vaya?
—Por supuesto —rueda los ojos balanceándose con ambas niñas sostenidas, parece tenerlo bajo control—. Puedo con mis hijas y Grace llegará pronto.
—No hay que ofenderse —Me río poniéndome de pie y caminando hacia ellos—. Eres mi estilista favorita, Victoria.
—Grashias —dice con una sonrisita de suficiencia que la hace idéntica a la de su papá, atrás quedaron las lágrimas falsas y se lo hago saber a Ethan.
—No digas que mi hija tiene lágrimas falsas —La defiende y río por lo bajo, no admitirá jamás que tiene a dos pequeñas mandonas ordenándole la vida.
—Y a ti te acaparo otro día, Stella —Le doy un beso en la mejilla naturalmente sonrojada y solo me mira con sus ojos grises adormilados mientras su mano se aferra a la camisa de Ethan para que no la suelte.
—A ti te veo mañana en el ensayo —Le pellizco la mejilla a Ethan y Victoria ríe por lo que le guiño un ojo y lo vuelvo a hacer.
Ethan quiere quejarse, pero la risita de su hija lo hace sonreír. Me agacho para acariciar el pelaje de su primera hija, perruna, Brise y poco después conduzco hacia la escuela por Jeff.
Mi hijo es demasiado sociable y amigable, lo veo desde el auto despedirse de demasiadas personas. Recibe muchos abrazos y su sonrisa no desaparece mientras se apresura a venir al auto y subir de copiloto.
Su cabello es un desastre, tiene las mejillas más sonrojadas de lo normal y es posible que haya estado jugando porque no se ve tan limpio cómo cuando Hilary lo trajo esta mañana.
—Hola, papá ¿Qué tal tu día? —saluda entusiasmado dándome un breve abrazo antes de ponerse el cinturón.
—Bastante bien, estuve con Ethan y mandona uno y dos.
—¡Ow! Me he perdido cargar a Stella —Se lamenta.
—Y la peluquería de Victoria —agrego poniendo el auto en marcha y sonriendo cuando lo escucho reír.
—¿No hay fotos?
—No hubo tiempo, se pusieron en modo dramáticas cuando Ethan impidió que me aplicara pegamento en el cabello.
—Y tío Ethan les creyó.
—Como siempre.
—¿Y lloraron ambas? —pregunta.
—Como siempre —repito.
—Y la cargo a ambas... como siempre. Son realmente buenas actuando —se divierte— y tan lindas.
Asiento en acuerdo y lo dejo poner música a bajo volumen.
—Oye, papá ¿Recuerdas que quería ser muy amigo de Cassie?
—Lo recuerdo —digo poniendo el auto en marcha.
—Ahora quiero ser muy amigo de Jane.
Por supuesto, Jeff siempre cambia de querer ser amiguísimo de una niña a otra porque todas les parecen muy bonitas, agradables y especiales.
Hilary dice que es mi culpa y yo solo digo que el niño está recientemente descubriendo que las niñas, aparte de sus primas, no le dan asco.
—Y recibí muchas cartas de San Valentin, las respondí todas, parecía incorrecto dejar a alguien sin una de respuesta. Podrían haberse sentido mal.
Este niño y su gran corazón. Puede que ahora tenga once años, pero sus buenos sentimientos y empatía son una parte permanente de su carácter y personalidad.
Lo escucho hablarme sobre cada carta y como siempre estoy algo impresionado por su nivel de energía, nunca parece cansarse, siempre tiene algo que decir o preguntar, es innegablemente encantador, curioso y abiertamente cariñoso.
—Ya quiero llegar a casa —dice excesivamente emocionado y lo miro—. ¿Qué?
—¿Por qué quieres llegar a casa?
—Para ver a mi mami, por supuesto.
—De alguna manera, aunque eso tiene absoluto sentido y es cierto, tengo la impresión de que hay más, Jeff.
Finge cerrarse un candado en la boca y arrojar la llave por la ventana, pero su energía es incontrolable mientras juega con la radio, mueve la pierna y me mira de tanto en tanto muriéndose por decirme algo.
Apenas apago el auto en el garaje de nuestra casa, mi hijo se baja del auto y básicamente corre con la mochila.
—¡Mami! —Lo escucho gritar y ruedo los ojos.
A paso lento subo las escaleras y luego cierro la puerta detrás de mí para caminar a la sala en donde mi hijo y mi esposa me miran con emoción y grandes sonrisas.
—Sé que es San Valentin y nuestro aniversario, princesa, pero ¿Me he perdido de algo? —pregunto mirándolos.
Jeff asiente con entusiasmo y Hilary ríe cuando se remueve a su lado.
—Está bien, parece que ya no puedes aguantarte más, Jeff. Puedes dárselo.
Ella no ha terminado de hablar cuando Jeff ya está viniendo hacia mí con una caja y miro a Hilary grabándome antes de volver la atención a la caja.
Estoy curioso porque suelo obtener buenos regalos de ambos, pero este entusiasmo es excesivo.
Sacudo la caja mediana y Jeff me mira a la expectativa mientras Hilary se ríe.
—¡Papá, solo ábrela!
—Niño impaciente —Me río y me tomo mi tiempo para deshacer el laso y destaparla.
Mis ojos se abren con sorpresa cuando miro el contenido y creo que mi mano se mueve en cámara lenta tomando uno de los regalos.
—Dios mío —jadeo.
Los zapatos son diminutos y adentro se encuentran cinco pruebas de embarazos diciendo positivo, parece que esta vez no fue necesario hacer más de diez.
Hay una bola de emoción en mi estómago que crece y crece hasta llegar a mi garganta. Me cosquillea la nariz y luego veo un poquito borroso, pero se aclara cuando las lágrimas comienzan a salir porque siempre seré un tipo sensible, algunas cosas nunca cambian.
Hilary y yo hace un par de meses decidimos que nos sentíamos listos para agrandar nuestra familia, no teníamos miedo, habíamos sanado el pasado y esta vez queríamos planificarlo. Su ginecóloga nos había advertido que debido a los once años de cuidado era posible que tomara tiempo, pero aquí estamos dos meses después.
—¿Seremos cuatro? —pregunto mirando de Jeff a Hilary.
Mi esposa asiente con lágrimas en los ojos y dejo rápidamente la caja en el sofá y voy hacia ella, alzándola y llenándole el rostro de besos mientras reímos entre lágrimas luego la abrazo.
—Estoy muy, muy feliz ¡Ven aquí, Jeff!
Volvemos el abrazo de dos en uno de tres y mis sentimientos se desbordan al comprender que en meses será un abrazo de cuatro.
—Parece que ustedes son muy buenos guardando secretos —Me río besando la cabeza de mi hijo—. Aunque sabía que algo escondías, Jeff.
—¡Es que ya quería que lo supieras! Lo supe hace tres días y ha sido tan difícil, papá.
—Exagerado, yo he podido guardarlo durante dos semanas —Lo fastidia Hilary.
—Ahora entiendo lo dormilona que has estado —musito—. Es el mejor regalo de San Valentin.
—Pensé que lo era mi helado de cuando tenía cinco años —bromea mi hijo.
—Bueno, entra en mi top —Corrijo haciéndolo reír.
Permanecemos abrazos otro tiempo más y luego Jeff retrocede y me mira con una sonrisa traviesa.
—Le dije a mamá que esta vez no vomitarías —deja caer y abro la boca— ¡El o la nueva bebé se sentirá celoso de que no vomitaras!
—Jeff Nicholas —digo entre risas—. Debes dejar ir esa historia.
—Pero es increíble, me encanta. Es como la historia de mamá haciéndose pis.
Esta vez Hilary es la que dice su nombre y se va riendo a su habitación exclamando lo feliz que está de ya no ser el hijo único de la familia.
Llevo mi mano hacia el vientre de mi esposa y presiono mi frente de la suya.
—Te amo mucho, princesa.
—Y yo a ti. Estaba nerviosa de que no funcionara, pero parece que seguimos siendo buenos en esto de hacer bebés —Me sonríe con las lágrimas secas en su rostro—. Por cierto, arruinaste mi grabación.
Veo al suelo notando que hice caer su teléfono.
—Puedo actuar para que lo captures de nuevo y sea perfecto —Me ofrezco.
—Ya ha sido perfecto —susurra antes de besarme.
La atraigo para un abrazo y suspiro.
—Esto es perfecto, tú, Jeff, bebé nuevo y yo —susurro contra su sien.
Permanecemos unos segundos en silencio.
—La verdad es que sí esperaba el vómito —Se burla y ambos nos reímos.
De alguna manera a lo largo de los años conseguimos una mejor celebración de San Valentin y de nuestro aniversario de bodas, porque el año siguiente, somos cuatro.
Jeff, Hilary, Elsie y yo.
Escribir este extra ha sido tan fluido, hermoso y correcto que he estuve sonriendo todo el tiempo que me tomó hacerlo (entre una hora o menos)
Moría por saber más de ellos y aquí lo tenemos. Ver el crecimiento de que ha tenido Dilary su dinámica familiar me enorgullece, además que finalmente, cuando quisieron y se sintieron listos, fueron por más.
Como bonus también disfruté ver un pedacito de Ethan en su faceta de papi, en el futuro sé que también alguna vez haré algo sobre él al igual que con los demás como ya lo he hecho también con Harry.
Lo bonito de BG.5 es que siempre habrá oportunidad de que nos abran las puertas de su vida para que demos otros pequeños vistazos como este.
Fiver hoy.
Los ti amu.
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