Deja Vú
JungKook ingresaba al templo escoltado por tres guardias enviados por su padre, este último lo esperaba en sus aposentos con una molestia profunda más allá de la traición al reinado sino a su familia.
En la habitación estaba el Rey y su sucesor, hermano mayor de JungKook. Ambos esperaban verlo y con la misma necesidad y molestia ante sus actos.
—¿Dónde está ella?— preguntó el hermano mayor
—¡No lo sé!— JungKook bajó la cabeza y recibió un golpe en la espalda con un bastón de madera.
—¡Dímelo JungKook!— su hermano volvió a golpearlo
—No lo diré porque no lo sé, ella solo desapareció sin dejar rastro, los guardias están de testigo— él era un mar de lagrimas no por los golpes sino por el temor de que encontraran a su amada.
—Traicionaste al reino y tu familia por amar a una hechicera, una mujer que apareció de la nada en el bosque y que decidiste amar— el rey detuvo la paliza haciéndole una seña a su hijo mayor y se bajó a la altura de JungKook quien permanecía arrodillado. —Si llega aparecer ante mis ojos, yo mismo me encargo de cortarle la cabeza—.
Ambos hombres salieron de la habitación dejándolo a solas, su espalda sangraba por los golpes y su corazón dolía por la perdida de su libertad y la incertidumbre acerca del paradero de su doncella hechicera.
NaeMi en la actualidad acariciaba las cicatrices de la espalda de su amado, el hombre del joyero aún dormía posterior a una noche llena de pasión, ella aún resentía sus piernas y las marcas amoratadas que tenia en su pecho las cuales acariciaba sintiéndose excitada.
Trazaba dibujos entre las cicatrices con relieves en la piel tersa de la espalda de JungKook imaginando que se las había hecho combatido en alguna batalla o quizás huyendo de algún peligro, la razón no era la importante sino como la yema de sus dedos se deslizaban por su piel. Se acercó a oler y comenzó a dejar besos por la superficie recorriendo cana lunar y marca que encontraba. Quería más de él, mucho más.
Habían sido días de llanto incontenido y anoche había podido disfrutar de hacer el amor con él. Luego de la charla que tuvieron con su padre este último se retiro. Los besos comenzaron en la cocina y terminaron en su cama callando un orgasmo que la dejó temblando por un buen rato, ahora NaeMi quería más.
—Quiero montarte— susurró al oído del muchacho, este se removió en las sábanas y la miró
NaeMi miró a los ojos de JungKook buscando una respuesta certera, un sí rotundo para rodearlo con sus piernas y sentarse sobre su miembro semi erecto.
JungKook solo sonrió y se inclinó para besarla, sonreía entre el beso y corría los cabellos locos que se cruzaban en la cara de NaeMi, la invitó a subir a él sujetándola de la cintura.
Ella recostó el pene del muchacho en dirección hacia el vientre del él y lo posicionó entre sus labios vaginales para crear fricción balanceándose de adelante atrás mientras JungKook la miraba y tocaba su piel que comenzaba a sudar y emitir calor.
—¿Te gusta?— musitó ella entre jadeos
—No preguntes, solo sigue— la miró apretando su cintura —Eres encantadora
—A veces me olvido de que eres un hombre de 300 años—sonrió quitando el pelo de su rostro y se detuvo para introducir el miembro firme de su amado entre sus carnes húmedas.
—¿Me harás esto todos los días?— dijo él entre gemidos —¿Me montarás así de bien si me quedo a tu lado por el resto de mi vida?
—Será mejor cada día que pase porque te amaré más— se movía de forma ascendente y caía con firmeza sobre la pelvis de él haciendo un sonido de chasquido exquisito —Te quiero solo para mi
—Soy tuyo Yoon NaeMi —acarició la curva de las nalgas de la chica que bajaban por última vez antes de acabar en un orgasmo.
Luego de una mañana de caricias bajo las sábanas se animaron a salir de rumbo a ver a la mujer de la playa. Llevaron consigo los dibujos de NaeMi y el joyero, tomaron el metro sin dejar de mirarse y sonreírse durante el camino.
La gente del metro ese martes por la mañana nunca habían visto a dos personas amándose tanto, rozándose sus narices entre besos tiernos, abrazos fortuitos. Todas las mujeres del bajón estaban celosas por la forma que JungKook contenía a NaeMi entre sus brazos y los hombres enviaban la mirada de amor que Nae le regalaba a su amado.
Las calles hasta la casa de la mujer mayor estaban algo solitarias, era una avenida donde los gatos paseaban tranquilos, habían flores fuera de las casas en maseteros generosos con arbustos verdes y florecillas blancas y otros colores.
—¡Yoon NaeMi!— llamaron a su nombre y la muchacha se giró hacia la figura femenina.
Reencontrarse con esa mujer que la comprendió mucho mejor que su propia madre le dió un vuelco en el corazón. La mujer mayor con sus cabellos canos y largos se acercó con bolsas en sus manos que JungKook tomó dejando que las dos mujeres frente a él se saludaran.
—Yo tenia mis sospechas...— NaeMi la miró a los ojos —Nunca más la volví a ver y no tomé terapia con nadie más
—Hiciste bien porque quiere decir que estas lista para lo que tenemos que hacer — miró a JungKook y acarició su brazo —Que bueno verte nuevamente muchacho— guiño su ojo y los invitó a pasar a su hogar.
—Luego de conocer tu caso NaeMi yo quedé atrapada en la búsqueda del conocimiento de vidas pasadas— Soo Jin le entregó a ambos una taza de té de sakura mientras hablaban.
—¿Vidas pasadas?—se cuestionó la menor mirando a la mujer.
—Tus sueños no eran más que visiones de tu vida anterior y lo mejor es que este cuaderno tiene una registro visual perfecto— miraba los dibujos pasando la página—Yo años después de que comenzara con este camino de la espiritualidad encontré este dibujo—.
La mujer se levantó y sacó del cajón de un mueble cercano un papel que le entregó a Nae. En el dibujo se podía ver a una pareja apoyada en el muro que daba a la playa, atrás las puertas del museo y el chico era JungKook, la chaqueta que llevaba ese día, su cabello, su perfil y la chica era ella.
—¿Cómo podría yo haber dibujado esto a mis 12 años?— le entregó el papel ya arrugado por los años.
—Eran respuestas que podrías resolver ahora que él está aqui— sonrió apuntando a JungKook —¿No es así?
—Lo es— sonrió él acariciando la espalda de la muchacha.
JungKook miró su entorno, la mujer solía pintar y tenia su atril con un cuadro a medio pintar, Soo Jin vió que este miraba mucho el cuadro y pensó en interrumpirlo, pero no fue necesario.
—Estoy en la misma situación...— él se levantó de su asiento y miró a ambas mujeres.
—No es lo mismo JungKook, esta vez ella viene a salvarte...— bebió de su té.
—El té de sakura... la pintura a medio terminar ...— JungKook parecía perdido en un limbo.
La mujer mayor se levantó y lo abrazó ya que se veía preocupado para luego mirarlo a los ojos.
—Esta vez no la vas a perder— sonrió —Lo prometo
¿Creen en las vidas pasadas? Yo me hice una terapia de registros akashicos y en una de mis vidas pasadas fui una enfermera de la segunda guerra mundial
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