1.- Placer y decisión

Khnum tembló de placer cuando un cubo de hielo acarició su pecho blanquísimo.

Anubis se deleitó ante el temblor y las expresiones sensuales de su cautivo quién de cazador pasó a presa gracias a una artimaña que él ideó para capturarlo...

Nadie los vería ni localizaría, en especial a Anubis quién escapó de casa luego que intentaran casarlo con alguien que no quería teniendo quién ocupaba sus pensamientos juveniles ardientes. Porque estaba decidido a probar a ese ser de belleza sobrenatural que lo salvó también de morir ahogado una mañana cuando tenía quince años.

—Mhg

El cubo se derretía en una caminito presuroso de agua por las líneas del torso de Khnum que abría la boca y echaba la cabeza sembrada de una larga cabellera rubia casi platinada, abajo en su pelvis, esta comenzaba a revivir luego de siglos esperando que el humano destinado a amar a su dueño apareciera...

—Bellísimo como el Nilo—murmuró Anubis que se acercó para besarlo despacio, Khnum aceptó el beso de una manera hambrienta que casi sus dientes arrancan un pedazo de los labios de su contrario.

Se decía que Khnum era una criatura fantástica que había perdido el don del habla luego de que los dioses primigenios fueran asesinados por el abandono de sus adoradores, los humanos. Él era uno de esos dioses pero no era tan conocido así que se salvó de la muerte por olvido.

Vivió oculto entre las marismas de varios ríos, observando y salvando vidas a merced de la furia del agua, adaptando su apariencia sobrehumana al gusto de quién lo veía y luego desaparecía en un halo de misterio.

Hasta que apareció él... El jovencito de ojos oscuros y cabellera ámbar negro que perseguía a un felino que se le escabulló. Era la primera vez que lo veía y le gustó su aspecto entre aniñado y ausente por lo que sus ojos celestes lo siguieron hasta cuando uno de sus pies resbaló en la tierra húmeda colindante al rio perdiendo el equilibrio para postreramente, caer al cuerpo acuático.

Desde ese día, Anubis deseó a ese ser rubio al cual visitaba fines de semana hasta el anochecer. Khnum tampoco ocultaba su interés, pero el suyo era más casto, como un dios a su humano favorito.

Todos esos recuerdos se esfumaron como el humo cuando Anubis coló su lengua en su cavidad, el sabor de su sangre producto de una feroz mordida de Khnum añadió un toque salvaje al momento donde las hormonas del muchacho volaban a mil.

—Te gusta—preguntó rompiendo el beso mientras un hilillo transparente de saliva con ligeros rastros rosas, servía de puente en sus bocas—hoy dejarás de ser un dios olvidado...

Se incorporó a medias para quitarse la camiseta negra que ese día usaba, Khnum estiró su mano para acariciar el torso cincelado y perfecto que ante sus ojos se mostraba e inconscientemente comenzó a dejar que Anubis se acomodara entre sus piernas. Tembló cuando Anubis tomó su duro miembro que sobresalía de sus pantalones, lo apretó con delicadeza que provocó que balbuceara mil incoherencias, luego el muchacho enterró su rostro en esa zona fascinado por como sería verlo sin todas esas prendas. El solo pensamiento hizo que su propia erección doliera a tal punto de que ya debía comenzar a desvestirse.

Ya desnudo procedió a desabrochar el botón y bajar el cierre del pantalón de Khnum quién tuvo que adaptarse a la época y vestir moderno, el rubio sintió un ligero frio cuando esa zona quedó libre de las prendas, más Anubis se encargó de hacerle entrar en calor al colar sus manos en su miembro palpitante y masajearlo desde la base hasta la punta.

—Te haré ver los putos cielos y el maldito infierno, Khnum—murmuró antes de meterse la punta del sexo contrario para comenzar a lamerlo tal cual un helado.

Recorrió con la lengua aquella longitud enrojecida, palpitante que erguida recibía la atención, eso si alzaba la vista cada cinco segundos para deleitarse con las expresiones del rubio que no creía estar en aquel sueño tan sexual.

En un momento, Khnum posó su mano sobre la cabeza de Anubis para obligarle a que continuara, adoraba su rostro sonrojado, pero su cerebro pedía que continuara con esa dulce y arrolladora tortura a su miembro que en pocos segundos más mostraría signos de expulsar su néctar.

Para ayudarse, Anubis usó su mano con la que subía y bajaba desde la base hasta la punta, los testículos del rubio no fueron descuidados por que recibieron su dosis de cariño, unos ligeros pellizcos y besos a su vez que hundía su rostro en la mata de vello para aspirar su aroma masculino embriagador y único.

—¡Mue... ahhh por Osiris!

Se atragantó con su saliva cuando su pene fue nuevamente engullido por esa boca, la adrenalina penetró como un veneno en su sistema ante las lamidas cuyas acciones ya daban resultados... Del orificio de su miembro, manaba en pequeñas gotas, líquido pre-seminal.

Imposible resistirse, Khnum tomó con ambas manos la cabeza de Anubis y lo obligó a tragar más profundo, si Anubis fuera inexperto, se atragantaba con aquel miembro.  Pero no le dio el gusto. Volvió a repetir la rutina de subir y bajar por la longitud deleitándose con el sabor que se le antojó adictivo, si le preguntaban su sabor preferido, diría sin temor que era el de Khnum.

Las lamidas fueron más rápidas, quería que Khnum se corriera para así poseerlo.

De repente, el cuerpo de Khnum se tensó, su piel se erizó, señales de que la semilla pronto se vaciaría en su boca, Anubis alzó la vista y le sonrió con sus ojos, era una mirada tan sucia que junto a la felación lograron que llegara el orgasmo tan esperado.

—¡ Ahhhh, me...!

Tragó todo sin ascos, el agarre de Khnum se aflojó un poco y hasta soltó el aire de sus pulmones luego del orgasmo. El más joven se incorporó con las rodillas algo doloridas, pero con el deseo fluir en sus venas.

—¿ Cansado?—se burló cuando la cabeza rubia de Khnum cayó a un lado—deberías recuperarte, apenas he comenzado.

*********

Uno.

Dos.

Tres.

Entraba y salía, golpeando su interior como una lanza, era tan excitante y a su vez brutal, salvaje que si no mantenía la boca abierta, moriría ahogado. Sus manos lucían atadas por una cuerda que salía de un pequeño aro sujeto a la pared de ladrillo de aquella casa de campo.

Anubis embestía con fiereza, sus grandes manos sujetaban la cadera de Khnum quién gemía con tanta potencia que podrían ser escuchados a varios kilómetros a la redonda; sudor, sudor rios de sudor que bañaba sus anatomías como el manto de una sábana empapaban el catre destinado para ello.

De repente, el azabache salió de él, su tez de la leche lucía enrojecida pero eso no impidió que tomara una pierna y la alzara a su hombro para tener un ángulo más profundo de penetración y volvió a sumergirse.

—¡ Ahhhh! ¿ Puedes ser más rudo?—sugirió mordiendo ligeramente sus labios.

—¿ De verdad?—clavó sus uñas en la larga y elegante pierna de Khunm, su cadera se movía despacio aunque no sería por mucho ya que ese cuerpo y su calidez interna lo estaban volviendo loco—si es tu deseo, no te quejes.

Todo fue borroso, su garganta casi se sale de tanto gritar y arañar todo lo que tenía a su mano, el golpeteo de los testículos de su amante contra su pubis y la fricción de su pene contra el abdomen de Anubis mermaban la poca cordura que quedaba en su cerebro.

—¡ Ohhh! ¡ Uhhhh!

—¡Mierda, como aprietas Khnum!

Ante esas sucias palabras, el rubio se contrajo más a su alrededor, si no se movía terminaría antes de lo que él pensaba por lo que retomó las embestidas, pero ya a un ritmo suave. Una de sus manos repasó las perfectas líneas por encima del ombligo de su amante a la par del sudor, el rubio tomó su mano para encajarla con las suyas y transmitirle su emoción ser tomado por él, por un humano  por el cual su corazón era un tejido de emociones positivas.

No era solo sexo lo que compartían.

—¿ T... tú me quieres por esto o por que te gusto de verdad?

La expresión de Anubis se ensombreció, a qué venía esa pregunta sin fundamento.

Al ver que no respondió, prosiguió.

—Tú como un humano efímero puedes tener mil corazones tras de ti, pero yo un ser de siglos una vez que ama, no olvida a ese amor—sonó su nariz ya no feliz de ese encuentro—si solo quieres sexo, es mejor que culmines y te vayas...

Algo en Anubis se rompió en mil fragmentos, la excitación perduraba en su cuerpo tal cual una droga, más su corazón no quería separarse de Khnum. Tenía que decirle mil veces que estaba locamente enamorado de su esencia divina y atractivo físico por los cuales sacrificaba su vida monótona de hijo rebelde y sin oficio.

—No—con voz segura dio su respuesta—yo no te quiero solo por sexo, te quiero por todo lo que eres.

Si, esas eran las palabras que esperaba escuchar, esas palabras le quitaron el aliento y la capacidad de hablar coherentemente.

Desató las muñecas de Khnum, lanzando la cuerda lejos, otra respuesta que conmovió más el corazón inmortal del rubio platinado quién con sus largas piernas apretó más la cadera de Anubis, la sesión ardiente estaba pendiente por lo que la retomaron esta vez con más calma, besándose y disfrutando del roce de sus pieles.

Anubis presionó ese punto dulce en su interior, fue necesario romper el beso para enfocarse en los océanos de Khnum que parecían cubiertos por una neblina producto del sopor del sexo. En breve su esencia se derramaría desbordaba en aquel campo que marcaba como suyo.

Al poco tiempo, el humano conquistó al dios definitivamente, la mortalidad efímera tomó posesión de la inmortalidad y la colocó en el firmamento para siempre.

Permanecieron juntos por escasos segundos, estaban cansados pero satisfechos. Anubis salió lentamente de Khnum para acomodarse a su lado. 

Esbozó una pequeña sonrisa cuando los brazos ajenos lo rodearon con cariño para luego sentir una nariz posarse en su clavícula, alzó una de sus manos para acariciar la mata oscura y cerrar los ojos. Nadie los perturbaría, era un sitio seguro.

******

Anubis llevaba desaparecido días, sus padres lo buscaban hasta en la morgue.

La verdad de todo esto es que el joven había huido a un pueblo donde era casi imposible llegar, en ese pueblo decían vivían hombres y mujeres de impresionante belleza que no se amparaban a las leyes modernas porque todos vivían en armonía.

—¿ Estás seguro de esto?—preguntó desconfiado Khnum mientras tomaba el pequeño bolso de Anubis quién bostezaba.

El agarre a su cintura le respondió, el rubio se ruborizó terriblemente ante la acción, tantos siglos mirando el accionar humano y uno ponía su mundo de cabeza con simples gestos o acciones.

—Claro, viejo—sacó la lengua en un modo pícaro para lamer su mejilla mientras se restregaba cínicamente contra su pelvis, ya había tomado una decisión y no retrocedería.

—¿ Morir cuenta como una salida fácil para ti?

—¿ Tenía otra opción?

Khnum suspiró pesaroso, pero luego se recompuso y condujo al joven a través del camino del pueblo donde vivía desde hace años. 

¿ Qué podría salir mal en esa relación?

o-o-o-o-o-o-o

Espero te encuentren bien, primera vez escribiendo de Anubis y Khnum por lo que traté de plasmarlos lo mejor posible :D

Me tomé la licencia creativa de colocar el cabello de Khnum como rubio platinado.

En los próximos días, subiré el RaxSeth y quedará pendiente el del Extranjero o YisusxSeth a mi regreso de un descanso que me tomaré de la escritura.

Abrazos y besos.😘

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