7. Favor por favor se paga
- Quiero que hagas una visita a tu amiga Sara y le pidas que te dé eso que prometió darme si ganaba el torneo de ajedrez- me dijo Will un día.
Había pasado una semana desde el torneo de ajedrez. Me visitaba para tocar el violín, pero se iba sin decir nada. Parecía como si él también tratara de recordar algo, no solo la melodía. Ese domingo, sin embargo, decidió venir temprano a mi casa para decirme eso. Llamó y cuando abrí fue lo primero que me dijo. Me sorprendió bastante que de pronto viniera para eso.
- ¿Por qué ahora tan de repente?- me extrañé.
- Tenía que pensar en otras cosas, pero ya es hora de poner otra pieza al rompecabezas.
- Está bien, iré a prepararme y saldré.
Al ver que se iba, ladeé la cabeza, confusa, y le pregunté si no venía conmigo. Negó con la cabeza.
- Pídeselo como si fuera idea tuya, ¿está bien?
Asentí y cerré la puerta, volviendo a mi habitación. Me cambié de ropa y me miré al espejo. Pronto tendría que renovar el armario, cada vez tenía menos prendas de mi talla. Cada vez que mi padre volvía, me traía vestidos y otros complementos, además, íbamos a la costurera a hacer pedidos. Hasta que él llegara, debía administrar el dinero que me dejó, ya que podía no ser suficiente. Esperaba que llegara a finales de mes, como me aseguró en su carta. Estaba impaciente por volver a verle. Además, tenía muchas preguntas sobre mi madre.
Cuando llegué a casa de Sara, ésta me recibió con ojeras. Tenía una cara de cansancio imposible de obtener por no dormir tan solo dos noches.
- ¿Qué te ha pasado?- me horroricé.
- Adelante.
Me llevó a su habitación y me ofreció té. No vi nada fuera de lo normal.
- Llevo toda la semana teniendo sueños raros y no he podido dormir.
- ¿Qué sueños?
- Sobre la muerte de tu madre.
Se me encogió el corazón al escuchar esas palabras. No era un tema de conversación agradable para mí.
- No entiendo, ¿por qué ibas a soñar eso?
- Los cuerpos nunca fueron encontrados en el océano, ¿verdad? El avión se hundió con todos dentro... ¿Por qué estás tan segura que tu madre murió ahogada? ¿Estás segura de que no pasó algo que hizo que no cogiera el avión?
En verdad, nunca me había preguntado sobre la muerte de mi madre, me dijeron que unos marineros encontraron su maleta flotando entre otras cosas y como estaba su nombre y dirección se la llevaron a mi padre. Dimos por hecho que si su maleta estaba flotando en el lugar del desastre ella debió haber estado ahí.
- Pero es imposible que esté viva, ya sabríamos algo de ella...- dudé.
- O podría haber fingido su muerte porque era el blanco de gente interesada en sus descubrimientos.
- Esto... No puede ser... Yo siempre pensé... No puedo aceptarlo... Es imposible...- me empezaba a marear y sentí náuseas por el impacto de la teoría de Sara.
- Te preguntarás por qué te digo esto tan de repente... Esto es lo que yo tenía que haberle dado a Will si ganaba.
Fue al desván y me trajo un baúl. Estaba bien conservado.
- Mi madre tenía esto escondido en el desván y hasta hace poco no encontré la llave. Miré dentro y... Bueno, toma la llave.
Me entregó la llave y abrí el baúl. Montones de cartas, libros y cuadernos enviados a nombre de la madre de Sara, que los había mantenido en secreto.
- ¿Qué significa esto? ¿Por qué la última carta tiene la fecha del torneo?
Abrí esa carta y vi que me deseaba suerte con el torneo. Había muchas cosas que no encajaban. ¿Mi madre seguía viva? ¿Cómo sabía que iba a jugar? Miré a Sara.
- ¿Has leído algo de esto?
- No. Solo he visto que todo fue enviado por tu madre. Para ti. Pero mi madre lo mantuvo en secreto, no sé por qué. Desde que abrí el baúl he estado teniendo sueños sobre lo que podría haber pasado porque he estado día y noche preguntándome sobre ello. No entiendo por qué mi madre tiene esto. Se ve que ha estado contándole todo lo que ha ido pasando y...
- Pero ¿cómo que tu madre ha estado comunicándose con la mía? ¡Esto es una locura!
Me negaba a aceptarlo. Leí todas las cartas y miré los libros y los cuadernos. Era información sobre sus viajes, dibujos y cartas preguntando sobre mí. Me pasé toda la mañana leyendo y por la tarde releyendo. No comí nada. Solo quería encontrar pistas sobre qué le pasó a mi madre, pero no decía nada sobre ella. Y en las cartas no ponía el remitente.
- Ahora entiendo por qué siempre me preguntaba mi madre sobre ti- fue todo lo que pudo decir Sara.
Yo no podía pensar con claridad, aquello era demasiado para mí. No sabía si alegrarme o no. Mi madre... ¿Viva? Viva... ¡Viva! Mis ojos se empañaron de lágrimas y no pude evitar llorar. Todo ese tiempo creyendo algo que no era... Cuando me calmé, decidí llevarme el baúl a casa sin recordar mi trato con Will. En ese momento solo podía pensar en mi madre. Sara me vio marchar, preocupada. No estaba en condiciones de recorrer el camino de vuelta a mi casa y cargada con un baúl, pero no estaba dispuesta a escuchar a nadie. Solo quería llegar a casa y dormir, me sentía exhausta. Subí el baúl a mi habitación y lo dejé al lado de la puerta. Me tiré a la cama y me dormí. Pensaba quedarme un rato tumbada y luego cambiarme para meterme bajo la manta, pero cuando uno tiene sueño, los planes le fallan.
Cerca de la madrugada, desperté sobresaltada por una pesadilla. Me incorporé rápidamente. La luz de las farolas que se colaba tenue por la ventana dejó a la vista una figura de pie al lado de mi cama con un objeto en la mano. Mi corazón dio un salto por el susto. Entonces me di cuenta de por qué estaba teniendo pesadillas cuando oí la suave y melancólica melodía de la cajita de música. Me recorrió un escalofrío.
- ¿Por qué me ocultaste esto?- se oyó la voz de Will.
Enmudecí y no fui capaz de decir nada. Debía de tener el rostro más pálido que la nieve.
- Pensé que podrías recordar la melodía cuando yo no estaba, así que puse un aparato que graba los sonidos debajo de tu cama y cuando vine a recogerlo esta noche mientras dormías, para que no te asustaras por grabarte, me encontré con esta cajita de música. Esta no es la que te dio tu amiga esa vez, ¿verdad? Esta cajita es la que realmente apostaste.
Seguí sin decir nada. Le miraba aterrorizada mientras se acercaba más a la cama y sacaba un pañuelo de su bolsillo.
- Sería más rápido eliminarte con una pistola, pero se oiría el disparo... O con una navaja pero gritarías... En todo caso, no me gusta mancharme de sangre. Suerte que hay otras maneras como la intoxicación...
Me di cuenta de que si no decía nada podría ser que no volviera a hacerlo nunca. Will sacaba un frasquito del bolsillo con líquido. Tragué saliva. Realmente era el fin, no bromeaba con lo de si le traicionaba y se enfadaba podía acabar con mi vida.
- ¿Vas... vas a... ma...tarme?- tartamudeé, echándome hacia atrás hasta caer de la cama por el otro lado.
Will rodeó la cama y se acercó lentamente a mí. Me levanté y miré la ventana por el rabillo del ojo. ¿Habría mucha distancia hasta el suelo? Entonces recordé algo que me vendría bien.
- Dijiste que me debías un favor si ganaba y le pedía eso a Sara.
- Desde el principio me has ocultado cosas... Ya no puedo confiar en ti.
- Es lo único que no te dije, pero hay razones por las que escondí la cajita de música- traté de ganar tiempo.
Al ver que Will avanzaba más rápido hacia mí, me subí a la cama para pasar al otro lado y alcanzar la ventana, pero Will fue más rápido que yo y de un salto llegó al otro lado y me rodeó con los brazos. Acabé chocando con él inevitablemente, pues no me dio tiempo a frenar. Mientras me sujetaba, ponía el líquido en el pañuelo.
- Cumpliré con el trato, mira ese baúl, es lo que me dio Sara. Cumplí con lo que me pediste, así que me debes un favor, y te pido que me perdones, prometo que no volveré a ocultarte nada- dije rápidamente viendo que el pañuelo estaba cada vez más cerca de mi cara- Y tengo información sobre mi madre...
Will me tapó la boca con el pañuelo. Traté de no respirar, pero al sentir que me ahogaba, inspiré por instinto y sentí el desagradable y fuerte olor del pañuelo. Comencé a toser y en unos segundos mi vista se volvió borrosa hasta que perdí la consciencia.
Abrí los ojos. Ya era de día. Estaba tumbada en la cama y tapada con la manta. Me sentí aliviada al despertar. Creí que era el fin. Me levanté y sentí un pinchazo en la cabeza. No pude evitar quejarme en voz alta. Me sentía algo mareada, seguramente por los efectos de aquella sustancia. Vi a Will sentado en la alfombra leyendo uno de los cuadernos del baúl.
- Debió de ser un duro golpe enterarte de que tu madre está viva- comentó él.
- Me has dejado vivir...- articulé con dificultad.
- Cumpliste el favor que te pedí a pesar de ser algo tan chocante para ti... Favor con favor se paga. No me gusta estar en deuda con nadie. Pero ahora ya no te debo nada, así que más te vale cumplir tu promesa y no hacer que me arrepienta de perdonarte la vida.
- ¿Pero no iba a morir intoxicada?
- Yo no dije que el pañuelo te mataría. Planeaba dejarte inconsciente y luego ver qué hacía contigo. He pensado que aún me puedes ser útil. Lo de antes quedará en un susto y una advertencia.
En realidad él solo iba a darme un susto, ¿verdad? No era tan malo después de todo. Fuera cierto o no que quería matarme, no lo hizo y eso era suficiente para mí. Me sorprendí a mí misma arrodillándome junto a él y abrazándole. No pensaba en lo que hacía o sus posibles consecuencias, era un acto reflejo que expresaba mi alivio, gratitud y alegría por darme otra oportunidad.
- Gracias. Ahora que sé que mi vida tiene valor para ti te ayudaré por propia voluntad.
- Solo porque aún eres útil...- trató de justificarse, no sabiendo cómo reaccionar ante mi gesto.
Le solté y comencé a contarle lo que sabía mientras mirábamos las cartas y los cuadernos. También le conté el miedo que tenía de escuchar esa canción hasta el final y por eso la había dejado ahí olvidada. Sin embargo, sabía que no podía seguir huyendo de esa melodía para siempre.
- Seguro que si la escuchamos juntos no será tan traumante que si la escuchas sola, ¿no? Es hora de que conozcamos el final, ¿no crees?
Las palabras de Will me sorprendieron, aunque seguía preocupada. Asentí. Era hora. Cogí la otra cajita de música más alegre que me dejó Sara para escucharla si me hacía falta. Will le dio vueltas a la llave y sentados en la alfombra junto al baúl y un montón de cartas esparcidas a nuestro alrededor, nos dispusimos a escuchar la misteriosa melodía.
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