28. Rumbo a la isla
La primera hora en el barco me sentí emocionada por la aventura. Nunca había viajado en barco y ver la espuma de mar que dejaba atrás el barco simulando un camino blanco que iba desapareciendo unos metros más atrás era para mí un espectáculo impresionante. La brisa marina y el sonido del mar me dejaban sin respiración. Las gaviotas se despedían desde la costa, sin atreverse a adentrarse mucho en el mar, querían pescar, no ser pescadas. Se mantenían en la zona donde los peces eran pequeños y podían volver a tierra firme y descansar antes de volver a la caza.
Mientras iba pasando el tiempo, empezaba a sentirme más mareada, por lo que fui a mi camarote y me eché un rato. Poco después, oí que llamaban a mi puerta. Abrí. No había nadie, solo una nota. La cogí y la leí.
"Espérame esta noche en la bodega, tenemos que hablar y no quiero que nadie escuche. Quema esta nota. Will".
Era la primera vez en mucho tiempo que recibía una nota de Will... ¿Y tenía que quemarla? Con lo bonita que era la letra... Una pena. La quemé y tiré los restos al mar por la ventana. Me pregunté de qué querría hablar a solas conmigo. Me encontraba mejor, por lo que decidí ir a por algo de beber. Lyon y algunos más de la banda habían tenido la misma idea. Estaban sentados a lo largo de la barra. Lyon parecía estar recuperándose y ya no tenía esa mirada arrogante, sino más bien parecía humillado, pero trataba de ocultarlo con una postura neutra. Se quedaba un poco en el intento.
- ¿Te encuentras mejor?- le pregunté una vez hecho mi pedido.
- ¿Te importa?
- Claro que me importa.
- Si me besas te lo digo.
Cogí su vaso y vertí su contenido sobre su cabeza. Más que bajarle los humos, avivé el fuego. Lo noté en sus ojos y comprendí que era hora de correr. Él corrió detrás de mí. Los demás nos miraban bebiendo tranquilamente y apostando por quién se saldría con la suya. Mientras corría, de pronto algo tiró de mí y quedé detrás de una barca salvavidas cubierta con una lona, cerca de la pared del barco. Quien fuera que me ayudó a esconderme, me tapó la boca para que no gritara del susto y nos descubriera Lyon, que pasó de largo.
- ¿Qué has hecho ahora?- me susurró Will al oído, apartando la mano para dejarme hablar.
Estaba con mi espalda apoyada en su pecho y sentada entre sus piernas. Al darme cuenta, sentí un escalofrío y mi corazón comenzó a latir más deprisa.
- Le eché la bebida encima a Lyon por descarado- dije con tono de protesta, en voz baja.
Will a duras penas se contuvo de reir.
- Por mí hazle lo que quieras, pero no te recomiendo que le hagas enfadar, si regresáis vivos de esta aventura te hará la vida imposible. En primer lugar, puede cortar los lazos con la empresa del padre Carl y tú serías declarada responsable. Quién sabe qué métodos de chantaje puede usar contra ti. Lyon juega sucio, ¿no ves?
Quise levantarme, pues me ponía nerviosa estar tan cerca de él y sentir su aliento en mi nuca al hablarme desde atrás, pero Will me retuvo.
- Shhh... No te muevas.
Me quedé quieta mientras esperaba ver si iba a pasar otra vez Lyon por ahí o alguien más, pero no sucedió nada. Empecé a sentirme incómoda.
- Quédate un poco más.
Empezaba a pensar que era por capricho cuando me rodeó con los brazos, abarcando también mis rodillas y haciendo que yo entera estuviera más apretada contra sí. Recogió sus piernas alrededor de mis rodillas dobladas y se pegó a la pared, adentrándose en el hueco que quedaba entre la barca y la pared. Entonces pasaron unos chicos de la banda.
- Seguro que la chica se ha escondido, si no, Lyon la habría alcanzado.
- El jefe se enfadaría si supiera por qué la perseguía.
- ¿Creéis que el jefe y la chica...?
- No digas tonterías, el jefe es de piedra. Solo la está usando. Se ha dado cuenta de que ella colabora mejor si siente que puede tener confianza con él.
Eso fue todo lo que pudimos escuchar mientras pasaban de largo hasta que ya no les oímos más. Ambos teníamos preguntas.
- Me parece que temes más que nos vea tu banda que Lyon.
- ¿No les oiste? Ya tienen bastante de qué hablar de por sí, no quiero darles más motivos. Por cierto, ¿por qué te perseguía? No me has contado todo.
- No sé qué haría si me pillara, pero quería un beso y por eso le tiré el zumo encima. ¿Es verdad que te comportas así conmigo solo por intereses?
- No necesito ocultar mis intenciones y lo sabes. Lo que hago es porque quiero y ya está.
- Porque quieres...- murmuré.
Esa respuesta podía zanjar cualquier discusión. Era válida para todo y ni siquiera se podía cuestionar. Entonces nunca sabría un motivo más específico como sus sentimientos (si es que los tenía) si se aferraba a esa respuesta. Evitaba dar explicaciones que quizá ni él mismo tenía.
- ¿Cuándo vas a dejar que me levante?- pregunté.
- ¿Te sientes incómoda? ¿O piensas en Carl?
De nuevo con ese tipo de preguntas... Suspiré.
- Estar así me parece de novios. Y tú y yo no...
- No es eso lo que te he preguntado.
- Lo que veo es que Carl te cae mal y no quieres que esté con él.
- Lo que quiero es que abras los ojos. El amor no existe. Solo el placer. Tus decisiones las tomas por propios intereses y no por el bien de una relacion o de Carl. ¿No te das cuenta?
Empezaba a dudar de mis propios sentimientos. ¿Realmente quería a Carl o solo me gustaba que me prestara atención? La diferencia estaba en el egoísmo. En el amor no cabe el egoísmo. Realmente no pensaba en Carl a la hora de decidir qué hacer o no con otros chicos, sino en qué chico era y si quería yo o no. Me relajé y dejé que mi espalda se apoyara en él. Era mi forma de rendirme.
- Tienes razón...- admití-. Pero no porque se confunda placer por amor signifique que el amor no existe. Hay personas que hacen cosas sin intereses...
- Puede que exista, pero yo no lo he visto. Quizá de padres a hijos pero de pareja no creo... De todas formas, no es tu caso. Sabes que serías infiel a Carl con una persona que te atraiga lo suficiente. Piensas que no solo porque aún no hay alguien así.
"Bueno en realidad puede que haya alguien..."ese pensamiento me sorprendió.
- No me siento en deuda de ser fiel a alguien que no me corresponde en una relación superficial. Quizá tengas razón y realmente no es amor...
- Mientras tengáis una relación oficial seguirá considerándose infidelidad, si alguna vez haces algo procura que no te descubran porque te traerá problemas.
Me acarició la cabeza y apartó sus brazos y piernas, liberándome. Me levantó con facilidad cogiéndome por la cintura y él se levantó después.
- Nos vemos esta noche- me susurró antes de marcharse.
Me acerqué a la borda de estribor, y me apoyé en ella, mirando al mar. Mi cabeza era un caos. Me gustaba Carl, pero si no era amor de verdad, y él no me correspondía era aún más difícil que se convirtiera en amor, pero debido a la apuesta, no podía cortar la relación. Estaba atrapada las redes de Carl y cuanto más forcejeara más me enredaría. Una falsa relación que me impedía tener una verdadera. Pero, ¿con quién iba a tenerla si no? Al fin y al cabo, Carl ganaba por falta de competencia. No porque no hubiera interesados, sino porque yo no estaba interesada en nadie más. Y las personas que podían interesarme no estaban interesadas. Ni siquiera tenía un buen motivo (persona) para querer una relación real.
Entonces, ¿debía dejar las cosas así? ¿Debía hacer algo al respecto? En ese caso, ¿hacer qué? ¿Con quién? Y lo más importante, ¿qué quería yo?
Mientras estaba haciendo más preguntas en mi cabeza que contestarlas, me vi interrumpida por una voz que me heló.
- ¡Ahí estás!
Lyon corrió hacia mí y apenas me dio tiempo a reaccionar y apartarme de la borda, huyendo. Sin embargo, él había cogido velocidad y en la proa me agarró el brazo, haciéndome frenar y me alzó en brazos, ante la vista de todos, que observaban expectantes: la banda, Will, otros pasajeros. Lyon me llevó hasta la borda como si se estuviera preparando para tirarme al mar. Entré en pánico.
- ¿Qué haces? ¡Suéltame!
- ¿Estás segura?- preguntó sujetándome por encima de la borda.
Me agarré a su cuello con desesperación.
- ¡Por favor, no lo hagas!
- Pídeme perdón.
Me quedé callada. Se merecía lo que le hice, no tenía por qué disculparme.
- Si no me arrepiento, ¿por qué iba a pedir perdón?
- Porque si no, eres comida para los peces.
- Si me tiras te arrastraré conmigo.
- Si no me pides perdón tomaré un beso en su lugar.
Si me movía, podía caerme. No podría impedir el beso de una forma segura. Suspiré. No me quedaba más opción.
- Está bien... Perdón...- dije entre dientes antes de que sus labios alcanzaran los míos.
- Así no. Tienes que decir: "Perdóname por faltarte al respeto, no volverá a pasar".
Repetí de mala gana lo que dijo y por fin decidió bajarme en la cubierta. Pasé mucho miedo. Le miré con rabia y lo que hice a continuación fue totalmente irracional y fuera de mi propio control. Tomé carrerilla y empujé con todas mis fuerzas por la borda y cayó al mar, con la mala suerte de que me agarró la mano y caí con él. Pronto quedamos atrás con la velocidad que llevaba el barco. Se detuvo y echaron una barca para que vinieran a rescatarnos. Mientras se llevaba a cabo la operación, Lyon y yo tratábamos de mantenernos a flote mirando a nuestro alrededor, con miedo a que de pronto apareciera alguna criatura marina.
- ¡Estás loca!- me gritó desde un metro y medio de distancia.
- ¡Tú más!
- ¡No iba a tirarte, obviamente!
- ¡Pero podía haberme caído!
- ¡Pero tú me has tirado!- protestó.
- ¡Te hubieran rescatado igualmente!
- ¿Por qué haces esto?
- ¡Porque te odio!
Lyon se quedó en estado de shock. No podía creer lo que acababa de oír. Era la primera vez que eso le pasaba. Ya fuera porque era rico y nadie se atrevía a oponerse a él o porque todos intentaban llevarse bien con él, nunca nadie le había dicho algo así. Le dolió.
- Pues tú me gustas...- soltó desanimado.
- Entonces no hagas esas cosas odiosas.
Me quedé sorprendida por su reacción, mi furia se calmó y ya no fui capaz de sentir odio hacia él. En realidad para Lyon todo había sido un juego, aunque torpe, pero no malintencionado. Era como un niño.
Cuando vinieron con la barca a rescatarnos y ayudarnos a subir, ambos estábamos callados y serios. Nos cubrieron con toallas y nos llevaron de regreso al barco. Todos aplaudieron al vernos llegar, pues el rescate había sido un éxito. Temblaba de frío, por lo que fui a mi camarote a cambiarme antes de que me diera hipotermia. Me metí en la cama y me tapé con la manta para entrar en calor. Escuché un par de estornudos en un camarote no muy lejos del mío. Lyon tenía toda la pinta de haber pescado un resfriado. Y nunca mejor dicho.
Salí a cenar y vi a todos los de la banda venir a mi encuentro y levantar la mano para chocarla con la mía. Me felicitaron por darle su merecido a Lyon. Disfrutaron de lo lindo con el espectáculo. Entre todos me invitaron a la cena. Lyon no salió.
Will me observaba con interés. No me había creído capaz de algo así. Me pregunté qué pensaría de mí. Después de la cena, algunos se quedaron jugando al billar y otros salieron a cubierta para ver salir la luna. Me hubiera gustado cualquiera de esas actividades, pero me preocupé por Lyon. Fui a su camarote y llamé a la puerta. No hubo respuesta.
- ¿Lyon? ¿Estás vivo?
- Claro que estoy vivo. Déjame.
- ¿Cómo te encuentras?
- Estoy bien, vete.
- Solo quería decirte que lo siento, actué sin pensar. Estaba muy enfadada.
Me fui a mi camarote y me vestí con algo oscuro y abrigado. Por la noche refrescaba, y más en la bodega. Me aseguré de que no hubiera nadie por los alrededores y bajé. Busqué a Will y le encontré en un rincón donde no era fácil verle. Desde luego, lo que me tenía que contar debía de ser muy importante si no quería que nadie nos descubriera. Me senté delante y me dispuse a escuchar.
- Te hice venir porque solo tú puedes conocer el plan, pues nadie más vendrá con nosotros al laberinto. Hay trampas por toda la isla y cada miembro de la banda sabe lo que debe hacer. Sin embargo, lo que no saben es que no podrán regresar. La isla tiene un sistema de autodestrucción que se activa cuando alguien coge el objeto que cumple deseos.
- Espera, ¿qué harán Lyon y los demás?
- Se quedarán cada uno en una zona apretando un botón que mantenga la trampa desactivada. Lyon se quedará en la cámara donde se encuentra el objeto. Mientras esté ahí, la isla seguirá en pie hasta que salgamos. En cuanto se den cuenta del engaño se nos acabó el tiempo para huir.
- ¿Y por qué decidiste llevarme contigo y salvarme?
- Al principio tú ibas a ser la que estuviera en lugar de Lyon, pero se presentó voluntario y además necesitaré que cantes la melodía para abrir la caja que contiene el objeto.
No sabía si alegrarme de salvarme o si ponerme triste porque fue una decisión de última hora y por intereses.
- Entonces si no me necesitaras me hubieras sacrificado a mí también...- murmuré.
- Por eso te dije que no quería llevarte conmigo al viaje. Cuando Lyon se presentó, los planes cambiaron. Por supuesto, todo esto es en el caso de que no te metas en mi camino para conseguir mi deseo. Un paso en falso y te quedas ahí.
- No te preocupes, no haré nada para impedirlo, te ayudaré en lo que pueda para que lo consigas- traté de sonar decidida, pero me temblaba la voz.
- Muy bien, eso quería escuchar. Eres una chica agradecida.
Me acarició el rostro mientras le miraba esperando a que dijera algo más. ¿Qué esperaba? No lo sabía ni yo. Pero quería algo más que eso... Me pareció que su mirada se posaba sobre mis labios pero fue un instante tan breve y regresó a mis ojos que no sabía si fueron imaginaciones mías.
- Si consigo... Quiero decir, cuando consiga mi deseo, quiero decirte algo- me hizo saber.
Se acercó a mí y me pregunté qué iba a hacer mientras en mi mente solo se procesaba una posibildad que no creía que pudiera ser eso y estaba esperando a ver qué otra cosa era la que estaba por hacer. Sin embargo, me quedé con las ganas de saberlo. Dimos un respingo y nos pusimos en pie de un salto al ver a Lyon justo delante de nosotros. Lo primero que pensamos fue cuánto pudo haber escuchado de la conversación. Intercambiamos una mirada, transmitiendo nuestros temores.
- A Carl le encantará saber esto- dijo marchándose.
Palidecí y fui tras él. Will se quedó atrás, sin saber cómo reaccionar. Alcancé a Lyon y le cogí la mano para detenerle.
- Por favor no le cuentes nada. No es lo que parece.
- ¿Y qué hacíais en un lugar tan escondido y tan cerca el uno del otro?
Me había pillado. No podía decirle la verdad o el plan sería nulo y podríamos morir en el intento de conseguir el objeto sin su ayuda. Pero si le dejaba creer lo que pensó que vio, aunque saliera viva de eso, Carl se encargaría de Will y de mí. Aunque no creía posible que hiciera algo a Will, por lo que me caería a mí todo. No volvería a ver la luz del día.
- Yo... No...
- ¿Quieres que no se lo diga? Bésame.
Era un caso perdido, aprovechaba cada situación para conseguir un beso.
- Si le soy infiel a Carl se vengará de ti y de mí.
- No tiene por qué enterarse, pero si no aceptas, le diré lo de Will y tú.
Recordé que probablemente Lyon no regresaría vivo, por lo que no podría contarlo. Tenía la solución.
- Dame tiempo para pensarlo antes de que regresemos.
Lyon me miró sospechoso, pero no dijo nada. Accedió y se metió en su camarote. Un poco más lejos, Will estaba apoyado en la pared del pasillo, y cuando Lyon se fue, decidió acercarse.
- Has sido lista- me guiñó un ojo y se dirigió a su camarote también.
Eso en caso de que todo saliera según lo planeado. Pero, ¿y si no era así? Me fui adormir pensando en qué pasaría cuando todo terminara. Carl, Will... La suerte que correrían Lyon y los demás... Pero ¿y si no conseguíamos el deseo y volvíamos todos con las manos vacías? ¿Qué pasaría entonces? También Lyon podría haber escuchado el resto de la conversación y planificar su traición. Entonces todos moriríamos. De todas formas, la sangre fría de Will para sacrificar a su gente para lograr su objetivo... Realmente era muy importante para él conseguirlo. Había olvidado su lado villano durante un tiempo que pareció más normal. Pero Will no había cambiado su objetivo y su mentalidad de usar cualquier medio para cumplir su deseo.
Una vez más, me pregunté qué deseaba y cómo podía ser tan importante como para arriesgarlo todo.
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