Cuarenta y siete. Espiga
Querido Diario:
Aun intento procesar lo que ha pasado. No se por qué estoy en el cuarto de invitados de la casa Reagan. Pero es así.
Esta tarde, mi padre llegó completamente cabreado, y me levantó de la muñeca de un tirón. Al principio la madre de Nathan lo ignoró y lo vio como una simple reprimenda. Pero cuando siguio viendo, empezaba a alarmarse. Después de todo, mi padre me estaba gritando cosas y sacudiendome de un lado a otro. Me apretó la muñeca con tanta fuerza que me la dejó morada. Y luego me empujó contra la pared, y ahí la señora Reagan pegó el grito al cielo. El señor Reagan llegó rápidamente, y contuvo a mi padre de los brazos. Pero no pueden culparlo. Papá es un hombre inestable.
La señora Reagan corrió a auxiliarme, y para mi sorpresa Nathan apareció en medio, balbuceando una cantidad de cosas que no alcancé a comprender del todo. Lo único que logré entender, es que encontró los guantes ensangrentados en la caneca de la basura del baño de Daisy. Y cuando le pidió una explicación y despues de una discusión, ella admitió todo.
Estoy aliviada. Pero por otro lado, que Nathan no haya creído en mi me duele.
El señor Reagan echó a mi padre a patadas de su casa.
Y ahora necesito descansar. En algún momento tendré que despertar y enfrentarme a todo. Incluso a mi padre.
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