Ciento setenta. Zuben El Akribi
Enciendo la pequeña linternita que he traído como iluminación, e ilumino el camino. Un circulo de color amarillo ilumina delante de mí, y eso hace que me sienta un poco menos insegura. Pero eso no quita el hecho de que estoy caminando sola, por una carretera, a tardes horas de la noche.
Según el GPS, si caminaba cerca de diez minutos en linea recta, lograría visualizar la gasolinera. Sin embargo, cuento cada paso que falta para llegar a mi destino. Ahora mismo desearía haberme quedado con Nathan, durmiendo junto a él. Pero tengo que hacer aunque sea un mínimo esfuerzo. Nathan se ha llevado la peor parte de todo, y yo no he cargado con nada. Sé que si él se enterara que vine a la gasolinera sola, en medio de la noche, se enfadaría conmigo. Pero estaba lo suficientemente dormido, lo suficientemente cansado para no sentir nada.
Finalmente llego a la gasolinera, y algo en mí se llena de alivio. Rápidamente me acerco para conseguir gasolina, pero de repente escucho pasos detrás de mí. Me petrifico. El miedo me recorre por completo.
Me volteo rápidamente, y al ver quien está frente a mí, me quedo de piedra.
-¿Pa...Papá?
Se ve completamente acabado. ¿Donde quedó aquel padre que me dio brillantes recuerdos en mi niñez? Todos juntos, él, mamá y yo, eramos una familia feliz. Una familia perfecta. Hasta que la muerte de mamá lo afectó tan fuertemente que toda su realidad se rompió. Él no podía vivir sin ella correctamente. Ella era su mundo. Pensé que yo haría parte de su mundo, pero el día que perdió la ficha más importante del rompecabezas, me expulsó de él.
Sin saber que sentir con exactitud, lo miro fijamente, intentando descifrar sus intenciones. ¿Por qué está aquí? ¿Justo aquí?
-Te he seguido-dice él con voz plana, como si pudiera leer mi mente.
¿Me ha seguido? ¿Todo el camino? ¿Todo este tiempo, nos ha estado siguiendo a Nathan y a mí?
-Te he tenido en la mira desde hace varios días, pequeña hijita -dice con un tono conciliador, pero eso solo hace que una especie de pánico inexplicable crezca en mi interior. ¿Por qué me llama "pequeña hijita"?
Intento acercarme a él. Tal vez está arrepentido. Tal vez quiera arreglarlo todo. Tal vez...
Me apunte con un arma.
-¿Has oído acerca del asesino serial? -dice arrastrando las palabras mientras amenaza con apretar el gatillo.
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