Capítulo 4

Él se sintió avergonzado por la reacción instintiva de su cuerpo y, a la vez, sorprendido de que esto fuera justamente lo que lo pusiera en evidencia, ya que, sin importar los problemas que tuvieran como pareja, era lógico que su esposo sintiera deseo por ella. Tal vez simplemente decidió dejar de actuar porque no estaba dispuesta a acostarse con el hermano de su difunto marido; aunque él no tenía ninguna intención de llevarse a esa mujer a la cama.

Ahora, estaba en una encrucijada, pues no sabía si en verdad lo había descubierto o si ya sabía desde el principio quién era. Quiso seguir fingiendo, pero al ver la determinación en sus ojos supo que no tenía sentido, lo supiera desde el principio o no, ella no le permitiría continuar con aquella farsa.

―¿Desde cuándo lo sabes? ―Ella se puso con nerviosismo el vestido manchado, sin dejar de mirarlo de manera desafiante.

―No sé de qué me hablas y no me importa, dime ¿Qué le hiciste a mi esposo y por qué te pareces a él? ―Derek tenía que admitir que era muy convincente.

―¿En serio no sabes quién soy, ni por qué estoy aquí?

―No te tengo miedo, dime dónde está Dexter o llamaré a la policía en este instante.

Derek no pudo evitar emitir una sonrisa al escuchar aquello, ¿En verdad era tan ingenua?

―¿Y qué les dirás? ¿Qué tu esposo desapareció y en su lugar tienes aquí a su doble exacto?

Ella pareció comprender lo absurda de su amenaza, puesto que inclinó un poco la mirada al tiempo que sus mejillas se sonrojaron cuando escuchó la burla.

―Solo quiero saber dónde está Dexter, y por qué te haces pasar por él ―le pidió en un susurro intentando ser más persuasiva, pero su determinación aún no la abandonaba.

―Si de verdad quieres saberlo tu marido está muerto, fue asesinado ―le dijo sin más preámbulos

―¡Qué! ¡No, no es cierto! ¡No te creo nada!

―Escucha, no te estoy mintiendo. Tu esposo está muerto. ―Intentó convencerla, aunque entendía su negación, si no hubiera visto el cuerpo de su hermano, tampoco lo creería.

―Si no me demuestras que lo que dices es cierto, llamaré a la policía. Aunque crean que estoy loca. ―Lo amenazó.

Derek se sentía acorralado, no tenía ninguna prueba de lo que decía y no quería involucrar a la policía de San Francisco, al menos no todavía. Necesitaba encontrar al asesino primero, o al menos algún sospechoso. De pronto se le ocurrió una idea, no le gustaba del todo, pero era la única manera de convencerla de que estaba diciendo la verdad.

―¿Quieres una prueba? Te daré una. Quiero que busques en tu teléfono al personal de policía de New Jersey.

―¿Para qué diablos...?

―¡Solo hazlo! ―Le ordenó. Mana sacó su teléfono e hizo lo que le dijo―. Busca a July Gilbert, es la criminalista forense del departamento. ―Sin decir nada ella continuó buscando en su teléfono y de mala gana le mostró la foto de July en este―. Bien, ahora quiero que prestes atención. ―Sacó su teléfono de su bolsillo y buscó el número de July, el cual estaba guardado con su foto. Se lo mostró a Mana para que viera que era la misma persona―. July es una amiga mía, sabe lo que pasó y está involucrada en la investigación del caso, es algo así como mi informante. ―Acto seguido, llama al número de July en voz baja y le hace una señal a Mana para que no hable.

―Derek, ¿qué haces llamándome a esta hora? ―pregunta July al contestar.

―Lo siento July, sé que es tarde, pero todo esto me tiene muy abrumado. ―Mientras hablaba miró de reojo a Mana, quien miraba toda la escena con desconfianza e incredulidad―. Necesito que me contestes una pregunta con toda honestidad, ¿qué tan difícil ves este caso?

―Derek, no puedo darte falsas esperanzas, quien sea que mató Dexter Mcfale no dejó una sola huella que pudiéramos seguir. La única razón por la que accedí a ayudarte es porque tal vez seas la única persona que pueda encontrar alguna pista útil, de lo contrario este podría ser un caso imposible de resolver.

―Entiendo July, gracias de todas formas. ―Colgó el teléfono y volvió a mirar a Mana.

Parecía que por fin se había convencido, sin embargo, no le gustaba nada la forma en que estaba reaccionando a la noticia. La vio abrir los ojos desmesuradamente, sus pupilas se dilataron y su semblante cambió de pálido a enfermizo en una fracción de segundo; la determinación dio paso a la desesperación y el pánico, cayó en el suelo y se llevó las manos a la boca, donde se acumulaban los gritos ahogados.

De repente, sus ojos se cerraron y su cuerpo perdió rigidez.

Él se abalanzó sobre ella rápidamente antes de que su cabeza tocara el suelo, la levantó en brazos y la depositó en el sofá en forma de L en el que antes habían estado sentados, comprobó su pulso y para su alivio estaba bien.

Derek le quitó el pelo de la cara y la contempló un momento antes de apartarse abruptamente de ella. Se llevó las manos a la cabeza en señal de frustración, estaba tan confundido; Mana era su única sospechosa y al parecer era inocente. Sabía que el desmayo no era fingido y su reacción inicial al enterarse de la muerte de Dexter tampoco lo fue.

Ahora que lo pensaba pudo haber tenido un poco más de tacto al momento de darle la noticia. Tuvo que explicarle todo cuando despertó, aún cuando no podía estar completamente seguro de su inocencia.

Cuando Mana por fin abrió los ojos, Derek se arrodilló frente a ella.

―¿Estás bien? ―Ella parpadeó varias veces tratando de adaptar sus ojos a la tenue luz de la sala.

―Dex... ¿Eres tú?

Alzó la mano débilmente y acarició el rostro de Derek en un gesto mucho más íntimo de lo que parecía a simple vista. Sus manos eran suaves como la seda y Derek odió el hecho de que en realidad esa dulce caricia no era para él.

―No, no soy él... ―Por un segundo deseó decir que sí.

Ella comenzó a llorar desconsoladamente al escuchar esas palabras y reconocer la realidad, tenía los ojos rojos, la cara hinchada, la mirada perdida; se veía como una niña que lo acababa de perder todo en la vida. Las lágrimas brotaban sin control, mientras ella se abrazaba a sí misma en busca de consuelo; era una visión en verdad desoladora, debió amar a Dexter más que a nada y ahora su mundo se había venido abajo.

Su dolor lo conmovió tanto que Derek sintió deseos de apretarla contra su pecho y llorar con ella la muerte de su hermano, pero no lo hizo, aún cabía la posibilidad de que todo fuera parte de un engaño y él no podía dejarse llevar por sentimentalismos.

Cuando Mana al fin pudo parar de llorar se paró del sofá en silencio y se fue directamente a su cuarto antes de que él pudiera escuchar su llanto nuevamente, se desnudó y se metió en la ducha, quería que el agua del grifo se llevará consigo todo el dolor que sentía en ese momento.

No podía creer que Dexter estuviera muerto, él era todo lo que ella tenía, su familia, su único amigo y... ahora ya no estaba. Las lágrimas volvieron a rodar por sus mejillas confundiéndose con el agua. Estaba sola, completamente sola.

No supo por cuánto tiempo se había quedado bajo el agua, ya que había perdido la noción de todo, pero debió ser mucho porque su cara estaba acalambrada y sus dedos arrugados.

Tomó fuerzas de donde pudo para salir de la ducha y caminar hasta la habitación. Se paró frente al espejo y con un gesto violento removió el exceso de agua y de paso también sus lágrimas. Llorar no serviría de nada, en ese momento tenía que ser fuerte por ella y por Dexter. Mientras se secaba, recordó las palabras que ese impostor le dijo la noche anterior, creyó que lo estaba espiando, y hace rato le preguntó si en verdad no lo conocía.

¿Y si ella también estaba en peligro?

Su corazón palpitó diez veces más rápido de con solo pensarlo. De repente lo escuchó tocar la puerta, el miedo no la dejó contestar y él la abrió de par en par.

«Maldita sea, olvidé poner el seguro». Pensó.

―¿Estás mejor? ―le preguntó al entrar.

Mana asintió lentamente, prácticamente temblando de miedo, después de todo era un completo extraño el que estaba ahí parado, y no tenía idea de cuáles eran sus intenciones con ella.

Caminó hacia ella lentamente y le hizo un gesto con la mirada para que tomara asiento en la cama y le ofreció el vaso de whisky que tenía en la mano, ella lo rechazó.

―Supongo que tienes unas cuantas preguntas para mí.

―¿A mí también van a matarme? ―preguntó casi sin voz, aferrándose con fuerza a la toalla.

―No lo sé, pero espero que no. ―Ella no sabía si creerle o no, se limitó a asentir y hacer la próxima importante pregunta.

―¿Por qué te pareces a él?

―Supongo que él nunca te habló de mí, lo cual no me sorprende. Soy Derek Paterson, hermano gemelo de Dexter.

Ella no pudo disimular el shock en su mirada ¿Gemelo? ¿Cómo era posible que Dexter tuviera un hermano gemelo del que ella no sabía nada? Ni siquiera sabía que tenía un hermano... pero era la única explicación, es prácticamente imposible que dos personas sin lazos familiares fueran tan exactas.

―Yo... yo no sabía que Dexter tuviera un gemelo, lo conozco desde hace seis años... ¿Cómo es posible que nadie dijera nada? ―Lo miró esbozar una sonrisa de amargura.

―Eso puedes atribuirlo al gran Arthur Mcfale, desde que fui desheredado y desterrado hace 12 años mi existencia fue tema prohibido para todos sus allegados; en todo ese tiempo no volví a saber nada de mi padre o mi hermano, ni ellos de mí —dijo, acto seguido se tomó todo el whisky de un sorbo y dejó el vaso sobre su buró.

No podía creerlo, sabía que Arthur podía ser cruel si se lo proponía, pero esto era ridículo, ¿destinar a su propio hijo al exilio y renegar de él?, no podía creerlo. Sin embargo, aún había algo que no estaba claro.

―¿Cómo supiste de su muerte? ―Él no parecía sorprendido por la pregunta, su expresión más bien dejaba entrever que la estaba esperando.

―Hace tres días recibí un mensaje de texto de Dexter, no tengo idea cómo consiguió mi número, pero decía que quería verme y luego me envió de la dirección de un hotelucho de mala muerte, cuando entré en la habitación que me había señalado en el mensaje vi su cuerpo, mutilado y prácticamente irreconocible, tirado en el suelo.

Al escuchar aquello, sintió que el piso se movió bajo sus pies y las náuseas se asomaban por su garganta.

Dexter mutilado, «¿quién podría haber hecho algo tan horrible?», fue la pregunta que se incrustó en su mente.

Intentó no quebrarse otra vez, pero fue imposible, las lágrimas comenzaron a brotar nuevamente, después de unos minutos se obligó a sí misma a calmarse. Vio que él la miraba atentamente, como si estudiara su reacción.

―Y supongo que estás aquí para descubrir al asesino ¿No?

―Así es, como comprenderás tú eras mi primera sospechosa, pero por tu reacción ya no estoy tan seguro, así que: o eres una gran actriz o eres inocente.

Por supuesto, tenía lógica, él estaba allí para descubrir quién mató a Dexter y creía que ella estaba implicada, pero eso era imposible, ella jamás le haría daño a nadie y mucho menos a una persona que amaba.

―Yo jamás lo dañaría ―le dijo intentando no llorar de nuevo.

―Eso no lo sé, pero pienso averiguarlo ―le dijo en un tono frío e inexpresivo―. Será mejor que vayas a dormir, ha sido una noche muy larga.

Él salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí.

Ella corrió a poner el seguro y se desplomó sobre la alfombra de su cuarto. Era casi imposible que durmiera esa noche, su mente apenas funcionaba y solo lo hacía para pensar en Dexter y en el extraño que estaba en su casa. Se levantó del suelo y se dirigió a la cama aun envuelta en la toalla, en cuanto su cabeza tocó la almohada sus lágrimas no pararon de brotar por horas y horas, hasta que se quedó dormida.

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