Capítulo 20

Luego de pasar juntos toda la mañana, Mana y Derek por fin se dirigieron a la oficina, Yuni se sorprendió al ver a su jefa llegar tan tarde, pero se sorprendió más aún al verla tan distraída y ensimismada que ni siquiera notó el olor del cigarrillo que se había fumado en su ausencia, estuvo en ese estado casi todo el día, además tenía un rubor en sus mejillas y un brillo en sus ojos que no había visto en ella antes; todo indicaba que su jefa había tenido sexo del bueno, lo cual la alegraba mucho. Ella y su esposo hacían una hermosa pareja visualmente, pero parecían más amigos que amantes y eso ligado a los rumores de que el señor Dexter era gay le daban a entender que la pobre mujer no tenía mucha acción en su cama.

La chica también se alegró de que la recién activada vida sexual de su jefa y su llegada tarde le permitieran pasar un tiempo a solas con Jason; estaba consciente de que era mucho mayor que ella y que, además, era casado, pero él mismo le explicó que tenían un matrimonio abierto y que a ella no le importaba que estuviera con otras mujeres, siendo así no podía perder la oportunidad de besuquearse, o tal vez algo más, con un sexi y famoso modelo de revistas para luego alardear con sus amigas.

Por un momento se preocupó de haber dejado la oficina sola para ir a fumar con Jason, pues Mana le preguntó preocupada por la llave de repuesto de su casa que siempre guardaba en su oficina, pero se relajó cuando la encontró minutos después, aunque aseguró que no estaba en el lugar que siempre solía guardarla, ambas atribuyeron la confusión a lo distraída que estaba Mana ese día.

Derek, por su parte, fue abordado por Caitlin esa tarde luego del almuerzo en su oficina. Ella entró sin previo aviso, ignorando las objeciones de Sophia y cerrando las puertas tras ella.

—Lo siento mucho Dexter, intenté detenerla, pero... —Sophia entró de inmediato, disculpándose por lo sucedido.

—Descuida Sophia, déjanos a solas —le pidió Derek, intrigado por lo que la modelo tenía que decirle. La asistente asintió y salió de la oficina; Derek, sin pararse de su asiento le hizo una señal con la mano para que ocupara la silla frente a él. —¿En qué puedo servirte Caitlin? —le preguntó alzando una ceja.

—Dexter, quiero ser la cara de la nueva campaña de joyas. Ha pasado casi una eternidad desde la última vez que aparecí en un comercial y no es justo, me estoy desperdiciando —le reclamó.

—Pero sabes que yo no soy quien toma esas decisiones —le recordó.

—Pero eres el vicepresidente, tienes mucho poder... —Derek sonrió interiormente, su padre se había encargado de que su hermano como vicepresidente fuera prácticamente un cero a la izquierda—. Además, tú y yo somos muy buenos amigos, no te costará nada hacerme un pequeño favor —dijo con un ronroneo.

Eso captó de inmediato la atención de Derek, pues según lo que le había contado Mana, ella y Dexter no eran allegados al matrimonio Hootman, de hecho, solían evitarlos y evadir sus constantes invitaciones a sus fiestas privadas, ¿a qué se refería con buenos amigos entonces?

—No recuerdo que fuéramos tan cercanos.

—¡Ay, por favor Dexter! Estamos solos, no tienes que fingir. —Caitlin se puso de pie y rodeó el escritorio con un caminar lento y provocativo hasta llegar al lado de Derek, se inclinó hacia él, en una postura que elevaba su trasero y dejaba que sus pechos, cubiertos por un top holgado, estuvieran al descubierto y accesibles a su vista—. Podemos tener una fiesta privada, sin mi esposo esta vez —susurró en su oído.

—¿Sin tu esposo? —Derek la miró intrigado, esa conversación se estaba tornando muy interesante.

—Así es, sin Jason. —De un salto se sentó sobre el escritorio con las piernas abiertas hacia él—. Aunque me encantan nuestros tríos y no hay nada que me excite más que verte clavársela a mi marido hasta hacerlo gritar, de vez en cuando quiero toda la atención para mí; y si me consigues esa campaña prometo que seré toda tuya.

—¿No sería aburrido para ti, sexo monótono en una oficina?, es algo trillado.

—Si te parece aburrido podemos invitar a tu esposa.

—¿Mana? —Todos los sentidos de Derek se alertaron.

—Así es, la dulce y tierna Mana. —Caitlin acariciaba el pecho de Derek a través de su camisa mientras se inclinaba hacia él para lamer el lóbulo de su oreja—. ¿Te imaginas lo divertido que sería? Tú penetrándome por detrás mientras yo devoro su coño, sé que nunca has querido invitarla a nuestras fiestas, pero esta sería una excelente oportunidad para introducirla en nuestros juegos y tal vez así quitarle lo mojigata —dijo de forma burlona.

Derek miró a Caitlin por unos instantes, era una mujer despampanante y, probablemente, la fantasía sexual de cualquier hombre, pero a él le parecía obscena y vulgar, alguien desesperada por atención y cuya única forma que conocía para obtenerla era a través del sexo.

—Como ya te dije, Caitlin, no puedo ayudarte. Ahora por favor sal de mi oficina, tengo cosas que hacer.

—Lo sabía. —Caitlin se alejó de él y lo miró con desprecio—, no eres más que un marica.

Se bajó de la mesa y salió de la oficina cerrando la puerta de un portazo. Derek se quedó sopesando todas las cosas que Caitlin, sin saber, acababa de revelarle. August Murphy le había dicho que Dexter lo llevó a una fiesta swingers y allí lo vio teniendo sexo con otro hombre, ¿habría sido una fiesta de los Hootman? ¿Será Jason Hootman el amante de Dexter?

Ya de regreso en la casa, al caer la noche, Derek, acompañado de un vaso de whisky, le contó todo lo sucedido a Mana, quien estaba más que desconcertada; se puso de pie y empezó a dar vueltas alrededor de la sala con las manos en su cabeza.

—Es que no lo entiendo, ¿Dexter con Catlin y Jason?, siempre los repudió por ser tan promiscuos, no puedo creer que me haya estado mintiendo con eso también. —Deteniéndose y tomando asiento una vez más en el sofá, la decepción en su rostro era palpable.

—Eso no es lo más importante Mana, Murphy mencionó que Dexter tenía un amante que estuvo presente en todas las entregas.

—¿Tú crees que se refería a Jason?

—Es una gran posibilidad —dijo dando un sorbo a su trago—. ¿Qué sabes de él?

—No mucho, solo que ambos se han acostado prácticamente con todos los demás modelos y algunos de los ejecutivos. —Mana miró a Derek a los ojos con preocupación—. El día de la fiesta él se acercó a mí y con una mirada triste me preguntó que si Dexter me hacía feliz; luego que me dijiste lo del acosador yo comencé a sospechar de él y lo hice aún más cuando lo vi en la oficina coqueteando con Yuni... ¿Y si se acercó a Dexter solo para llegar a mí?

—Caitlin, dijo que varias veces quisieron invitarte a sus fiestas, pero que Dexter se rehusó, así que las piezas encajan.

— ¿Y qué haremos ahora? —preguntó Mana.

Derek terminó su whisky de un trago y puso el vaso a un lado para que no le estorbara, luego se puso de pie de espaldas a Mana, miró hacia la ventana y posó su vista en las primeras estrellas que empezaban a vislumbrarse en el cielo.

—Por el momento solo son conjeturas, tengo que hablar con Jason Hootman y hacer que me cuente todo lo que sabe, solo así sabremos la verdad —acotó, apretando los puños.

Lo que Mana no sabía era que Derek pronunció esas palabras lleno de ira y resentimiento, por fin tenía un sospechoso con nombre y rostro, y si era él, si ese hombre era el culpable de la muerte de su hermano, no sabía si sería capaz de entregarlo a las autoridades o si terminaría haciendo justicia con mano propia. Por eso prefería estar de espaldas a ella, para que no viera todo ese deseo de venganza que estaba seguro, podía reflejarse en sus ojos.

Víctor acomodaba el sobre de manila en sus manos mientras esperaba que lo dejaran pasar a la oficina del señor Mcfale, recordaba con una sonrisa como la noche anterior consiguió la información que estaba a punto de entregarle a ese viejo: él y Sophia salieron del restaurante, subieron al auto del investigador y condujeron por varios kilómetros hasta llegar a la casa de la asistente, situada en el barrio italiano. Se desmontaron y caminaron hasta el pórtico, Sophia buscó la llave en su bolso y abrió la puerta despacio. Al entrar vieron a la niñera sentada en el sofá con el televisor encendido.

—¡Señora Morelli! —La chica se puso de pie al verlos—, los niños ya están dormidos, yo solo veía la tele para mantenerme despierta porque pensé que tardaría más en llegar...

—Descuida Ashley, no te preocupes. —La tranquilizó Sophia al ver lo nerviosa que estaba—. Aquí tienes tu paga.

—Gracias. —La chica de dieciséis años tomó el dinero y salió de la casa dejando a Sophia y Víctor solos en la sala.

—Tu casa es muy acogedora —dijo Víctor al ver el lugar.

—Gracias, la heredé de mis padres —respondió mientras se despojaba de su bolso.

La casa era antigua, pero firme. Había cuadros de paisajes coloridos colgados en las paredes y algunas plantas de interior situadas en las esquinas; a Víctor le gustó el lugar, combinaba con el aspecto hogareño de Sophia. Dejó de inspeccionar el lugar para volver a fijarse en ella y notó que hacía movimientos circulares con la cabeza, como intentando relajarse, así que lentamente caminó hacia ella y puso sus manos en los hombros de ella con intención de masajearlos, ella se sobresaltó al sentir el contacto y se alejó rápidamente de él.

—Lo siento. —Se disculpó Víctor—. Te vi tensa y quería ayudar.

—Yo... yo... iré a buscar las fotos.

Víctor la vio desaparecer tras una puerta, estaba totalmente sonrojada, tal vez pensó que se acercó a ella con una intención sexual y eso la puso nerviosa, era comprensible tomando en cuenta que, según lo que ella misma le había contado, desde que se divorció no había estado con ningún otro hombre, pero esperaba cambiar eso esa noche.

Revisando una vez más el lugar, su vista se posó en una estantería llena de libros en la que no se había fijado antes. Había libros en italiano, infantiles y muchos títulos clásicos cómo «Don Quijote de la Mancha», «El Conde de Montecristo», «Romeo y Julieta» y «Orgullo y prejuicio», pero uno en especial llamó su atención: «El arte de la guerra».

Lo tomó de la estantería y comenzó a hojear sus páginas; notando que algo cayó al suelo, se agachó a recogerlo y se dio cuenta de que era una foto, en ella se veía una pareja de adultos de unos cincuenta años, una niña de unos once años y un niño más pequeño. Supuso que la niña era Sophia: por el parecido, y la pareja eran sus padres, pero...

¿Y ese niño? ¿Será su hermano menor? Y, si lo fuera ¿Por qué nunca lo había mencionado antes?

El ruido de los tacones lo alertó de que Sophia se acercaba, así que rápidamente puso el libro donde estaba y guardó la foto en su bolsillo.

—¿Qué haces? —inquirió Sophia detrás de él.

—Solo admiraba tu colección —dijo volteandose hacia ella—, tienes algunos de mis libros favoritos.

—Sí, nos gusta mucho leer. —Con algo de recelo le extendió un sobre que tenía en las manos—. Estas son las fotos de las que te hablé.

Víctor tomó el sobre y sacó las fotos para inspeccionarlas. Una de las imágenes mostraba a Dexter sosteniendo un maletín, en la otra abría el maletín y se lo mostraba abierto lleno de joyas a August Murphy, y en la siguiente este último lo tenía en sus manos. Eran fotos muy incriminatorias y eran la prueba definitiva para el señor Arthur.

—Esto es perfecto, Sophia —le dijo satisfecho—. Dexter Mcfale, irá a la cárcel y nada podrá evitarlo.

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