Capítulo 19

Víctor encendió un cigarrillo y empezó a fumarlo, mientras esperaba a Sophia fuera del restaurante en el que habían acordado verse; era una mujer hermosa, interesante e inteligente, pero... sobre todo, una mujer llena de información valiosa. Como asistente de Dexter Mcfale desde hacía ya varios años, estaba seguro de que debía saber todo sobre él, y qué mejor forma de hacerla hablar que seduciéndola.

Estaba consciente de que no era muy ético de su parte, pero estaba convencido de que el fin justificaba los medios, además, no era que no le gustara Sophia, ella era justamente la distracción que necesitaba para todo el estrés que le estaba dando este caso, el cual estaba resultando ser mucho más difícil de lo que imaginó.

Recostado en la pared veía a los transeúntes caminar por su lado sin tan siquiera notarlo, era bueno para pasar desapercibido y por eso era tan bueno en su trabajo, sin embargo, por alguna razón eso no le estaba sirviendo en este caso; su fachada de jefe de seguridad en la joyería le permitía entrar a todas partes sin ser notado, tenía acceso a las cámaras de seguridad y había revisado todos los registros de seis meses atrás, pero no había descubierto nada que le sirviera. Creyó que sería fácil, puesto que solo tenía que concentrar la investigación en Dexter Mcfale, el principal sospechoso tanto para su padre como para él.

Exhaló el humo del cigarro creando una espesa nube que apenas dejaba ver su rostro. Ese Dexter Mcfale lo tenía desconcertado; por todo lo que había descubierto estaba seguro de que era gay y que su matrimonio con Mariana Smith solo era una fachada para su padre y los medios, tenía suficientes pruebas para ratificar eso, pero la forma en que la miraba y ella a él a su vez; en cómo se besaron en la fiesta cuando creían que nadie los veía, era puro deseo del más primitivo; y no solo eso, sus hábitos también habían cambiado; antes, según lo que había investigado, se podía decir que era un adicto a las fiestas clandestinas, ahora solo lo había visto entrar un par de veces al bar Shine, una de ellas con su esposa.

También le parecía muy extraña la forma en que fue atacado en la fiesta, su teoría era que alguien más estaba detrás de esas piedras y que esa pudo haber sido una advertencia de lo que le pasaría si no las entregaba pronto. Sea como fuese, tenía que conseguir las pruebas que incriminaran al heredero Mcfale, o que demostraran su inocencia, si quería cobrar su dinero cuanto antes.

Por fin vio a Sophia llegar en un taxi, rápidamente terminó de fumar su cigarrillo y lo tiró al suelo, pisándolo con la punta de su zapato. Ella caminaba hacia el restaurante, ataviada con un vestido negro ajustado y unos tacones dorados, su largo pelo rubio era levemente alborotado por la brisa y sus manos con coloridas uñas postizas sostenían el teléfono celular en su oído; aún estaba enfrascada en una acalorada discusión, cuando llegó al lugar, sin notar que Víctor estaba muy cerca de ella.

—¡Compórtate como un maldito hombre por primera vez en tu vida! Deja de ser tan cobarde y haz lo que te digo... —La escuchó decir. Ella volteó el rostro instintivamente y se dio cuenta de su presencia, enseguida colgó su teléfono y la guardó en su bolso—. ¡Hola! Me disculpo por eso, era mi exmarido —dijo apenada.

—Descuida, te ves hermosa. —Tomó su mano y la besó con suavidad— ¿Entramos?

—Gracias... Por supuesto.

Ambos entraron al restaurante y caminaron por entre las mesas hasta llegar a la que tenían reservada, Víctor observaba atentamente el contoneo de su trasero mientras ella caminaba delante de él y al llegar a su mesa, se adelantó para arrastrar la silla y que tomara asiento, luego se sentó frente a ella. Sophia pidió una copa de vino y él un gin and tonic al camarero que se acercó para atenderlos.

—¿Y cómo están tus hijos? —preguntó Víctor iniciando la conversación.

—Están bien, ambos son unos pillos —dijo con una sonrisa—, pero son buenos chicos. Los dejé con la niñera.

—¿Qué edad dijiste que tenían?

—Ocho y diez.

—Te vi muy alterada allí afuera cuando hablabas con su padre, ¿está todo bien?

—Preferiría no hablar de eso —dijo seria y con un tono cortante.

—Lo siento, no quería importunarte.

Víctor había escuchado varios rumores de que el exmarido de Sophia la golpeaba constantemente, además de que ella misma le había dicho en una ocasión que su matrimonio fue un infierno, por lo que no le sorprendía esa reacción, menos si hacía unos momentos habían tenido una pelea. Le sorprendió un poco cuando la escuchó expresarse de esa manera, pero intuía que ese hombre sacaba lo peor de ella.

—¿Por qué mejor no ordenamos?, me muero de hambre. —Volvió a sonreír como si nada hubiera pasado.

Ambos le hicieron una señal al camarero y este fue a su mesa de inmediato, Víctor pidió carne roja con vegetales asados y Sophia pasta boloñesa, también pidieron otra ronda de bebidas. Hablaron de trivialidades, se contaron algunos chistes y coquetearon un poco; el mesero llegó poco después con sus órdenes listas y empezaron a comer.

—¿Cómo sigue tu jefe después del accidente en la fiesta? —le preguntó Victor mientras cortaba su carne.

—La verdad no lo he visto, pero sé por su esposa que está bien, gracias a Dios, estaba muy preocupada.

—Eres una empleada muy leal, lo noté desde el principio, ¿qué tal ellos? ¿Son igual de buenos contigo? —Víctor decidió que era el momento perfecto para intentar sonsacarle alguna información.

—Mana es maravillosa, se ofreció a ayudarme con la custodia de mis hijos y eso es algo que siempre le agradeceré, y Dexter pues... también es genial. —Víctor notó al instante que su semblante cambió al mencionarlo.

—No lo dices muy convencida, ¿acaso te ha acosado o algo así? —inquirió.

—¿Qué? ¡No, él jamás haría eso! —aseguró—, es solo que su padre lo presiona demasiado y es lógico que cometa errores a causa de esto... —La voz de Sophia sonaba nerviosa, definitivamente escondía algo.

—¿Qué es lo que pasa? Puedes confiar en mí, lo prometo —dijo tomando sus manos y acariciando sus nudillos.

—Hace un tiempo descubrí algo horrible sobre Dexter y la verdad no sé qué hacer —empezó a confesar—, si esto llega a saberse podría ir a la cárcel.

—Pero ¿A qué te refieres? ¿Qué podría ser tan grave como para enviarlo a prisión? —La vio debatirse mentalmente entre si debía continuar hablando o no—. Oye, no tienes que contarme si no quieres, pero esto parece una carga muy pesada para ti y estoy seguro de que te sentirás mejor si te quitas ese peso de encima.

—Hace un año mi exesposo fue a la compañía y me formó un escándalo delante de todo el mundo, no sé cómo logró evitar la seguridad, pero estaba muy borracho y comenzó a gritarme, no paraba de decir que yo era una mujerzuela infiel, no pasó mucho tiempo cuando los guardias lograron someterlo y sacarlo por la fuerza. El señor Mcfale estaba muy enojado y yo estaba avergonzada, pero sobre todo muy asustada, pensé que sería despedida. —Tomó un poco de aire y continuó—. Ese mismo día más tarde escuché a Dexter hablar con alguien por teléfono sobre algunas piezas de joyas, que le debía entregar y que debía hacer el cambio lo antes posible, no entendía de qué hablaba, pero se veía muy extraño para mí. Así que seguí escuchando; luego dijo que si alguien descubría que las piedras eran falsas se encargaría él mismo de meterlo a la cárcel. Después de eso le dio una dirección en la que debían encontrarse.

—¿Y qué pasó después? —Víctor estaba intrigado y fascinado, sentía como si se hubiera sacado la lotería en ese momento.

—Quiero que entiendas que yo estaba desesperada en ese momento, creí que perdería mi empleo y lo necesitaba para mantener a mis hijos, no soy una mala persona.

—Entiendo...

—Quería saber de qué se trataba, así que contraté a alguien para que lo siguiera —confesó, volteando la mirada para no verlo a los ojos—. Le di la hora y dirección que le escuché decir y unos días después, él me entregó unas fotos en las que se ve a Dexter entregándole un maletín con joyas de la tienda a un hombre pelirrojo. Yo... planeaba chantajearlo con ellas en caso de que intentaran despedirme, ¡pero te juro que no planeaba mostrárselas a nadie más, solo a él!

—¿Aún tienes esas fotos? —Para él era muy importante que aún las tuviera.

—Sí, aún las tengo... ¡Dios, debes pensar que soy una persona horrible!, pero es que no sabía qué hacer con ellas, Dexter es un buen jefe, pero mi lealtad con la compañía me dice que debería denunciarlo por lo que hizo... Desde entonces no sé qué hacer.

—No eres una mala persona, solo seguiste tu instinto y este te llevó a descubrir el lado turbio de tu jefe, ahora te debates entre hacer lo correcto o serle leal —le dijo con voz suave, mientras tomaba una de sus manos—, pero la verdad es que, Dexter Mcfale, es un delincuente y tú ahora eres su cómplice —Sophia lo miró horrorizada al escucharlo decir esas palabras—. Si todo sale a la luz tú podrías ir a la cárcel junto con él.

—¡Yo no puedo ir a la cárcel! ¿quién cuidará de mis hijos?

—No lo harás, yo no lo permitiré. —La miró directamente a los ojos—. También tengo que confesarte algo.

—¿Qué?

—No soy un empleado de seguridad, en realidad soy un investigador privado que Arthur Mcfale contrató porque desde hace tiempo sospecha que Dexter ha estado robándole. —Sophia se vio sorprendida y desconcertada.

—Pero, no entiendo... Nos dijeron a todos que tú eras el nuevo jefe de seguridad.

—Todo fue una fachada, lo importante es que tú tienes las pruebas que confirman su culpabilidad, si me las entregas te prometo que tu nombre no será mencionado y nadie podrá separarte de tus hijos.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

—Porque en serio me gustas Sophia y no voy a permitir que nada malo te pase. —Víctor era sincero con sus palabras y esperaba que ella le creyera—. ¿Qué me dices?

—De acuerdo, te las daré.

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