El tesoro sin respuesta


Shinji recibió la noticia de que la abuela se estaba sintiendo mal en estos días por lo que ya casi no la veía, por supuesto que un doctor llegó a ver cómo estaba, pero se mantuvo al margen de todo. Shinji se sentía cada vez más extrañado, el mayordomo no le decía nada, cada que le preguntaba a Kaworu, éste evitaba el tema y prefería cambiarlo. Una tarde en la que Shinji se encontraba leyendo en su recamara escuchó una voz muy familiar, que provocó en él alegría, se trataba de Penélope quien estaba discutiendo con el mayordomo.

-No me interesa que Kaworu haya convencido a la abuela para que me echaran. Yo soy nieta de esa mujer, y es mi deber estar aquí.

-Ya le dije señorita que su presencia no es requerida. Explicó el Mayordomo. 

-No me voy. Puntualizó la joven. Quiero saber qué es lo que le pasa a mi abuela. 

Shinji se acercó a la puerta para saber qué es lo que estaba pasando. Su prima lucía muy molesta. 

-Se puede saber por qué armas tanto escándalo. 

Shinji reconoció aquella voz, era la de Kaworu. Por supuesto, él debía seguir en la habitación de la abuela haciéndole compañía. 

-Y todavía lo preguntas. Reclamó Penélope. Vine para saber qué tiene mi abuela. 

-Si tanto quieres saber entérate de una vez, Penny. Tú abuela se sintió mal de repente, y ahora estamos haciendo todo lo posible para saber lo que le pasa. ¿ya estás contenta?

-¿Qué pero cómo pasó? 

-Quién sabe. A la mañana amaneció mal. 

-Quiero verla. dijo la joven.

-No se puede. 

-¿Cómo que no se puede?

-Recomendaciones del doctor. 

De manera qué era eso, la abuela empezaba a sentirse mal. Por eso todos estaban evadiendo el tema, y por eso la anciana ya casi ni salía a merodear por la casa. Shinji comenzaba a preguntarse, y si de pronto la abuela se moría, qué diría su madre, vendría a verla. El joven Ikari intentó calmarse a pesar de que él no se llevaba bien con la progenitora de su madre, la verdad es que Shinji no le deseaba el mal a esa mujer. Sobre todo porque Kaworu veía en ella a una mujer que le había dado todo y lo consideró siempre un hijo. 

Por supuesto que la discusión de Kaworu con Penélope se hicieron más fuertes al punto en que tuvo que intervenir el mayordomo diciéndoles a ambos que se tranquilizaran pues en ese momento la salud de la abuela era lo más importante. Tanto como el joven albino como la chica italiana se calmaron, y Penélope tratando de contenerse dejó la mansión para regresar a su hotel.  Shinji por su parte siguió con sus clases de catecismo impartidas por Kaworu en su casa, aquella tarde era especialmente silenciosa y cuando terminaron las lecciones, el joven albino le preguntó a su compañero.

-¿Estás bien?

-Sí, sí. Vaciló el muchacho. 

Kaworu miró al chico que se encontraba callado tomando todavía su café. El muchacho de cabello peli-gris se sentó al lado de él, las piernas de ambos casi se tocaban. 

-¿escuchaste lo que le dije a Penélope? 

Shinji se asombró por la pregunta tan directa de Kaworu, solamente pudo bajar la mirada. 

-Yo, no..

-Lo lamento mucho. Shinji-Kun. Escuchaste algo desagradable. 

-¿la abuela está muy mal cierto? 

Kaworu abrió los ojos un tanto sorprendido. Pero pasando su mano pálida sobre el cuero cabelludo del muchacho le dijo.

-Sí. Pero no te preocupes pronto se pondrá bien. 

-¿Estás seguro? 

-Sí. Tú abuela se ha enfermado en otras ocasiones y las ha librado. Un simple resfriado la libra sin problema. 

Shinji dio una sonrisa reconfortante aunque no estaba muy convencido de las palabras de Kaworu  pero había algo en sus ojos que le decían que la situación de la abuela era bastante crítica y que no tardaba en despedirse de este mundo. Por otra parte, Kaworu y Shinji estaban cada vez más cerca a punto de tocarse entre los labios. Shinji fue el que dio el primer paso y le plantó un gran beso al joven albino. Demasiada tensión entre los dos iban a terminar de volver completamente loco al joven, Shinji deseaba a Kaworu, eso estaba muy claro. Seguía embrujado por su hechizo. Finalmente,  el joven Ikari reaccionó y se alejó de Kaworu.

-Lo, lo siento. Yo no debí haberte besado, yo

El joven Ikari se paró rápido de su asiento ya estaba apunto de salirse pero Kaworu lo detuvo. 

-Shinji. dijo con una voz tan melodiosa y apacible. -Está bien. 

Kaworu respondió el gesto de Shinji, y profundizó más el beso, ambos se acostaron en el sofá mientras que el joven albino sujetaba violentamente el cabello del joven moreno, y se dirigía a su cuello dándole besos. Esperaba que Kaworu hiciera algo más pero de a momento él se retiró dejando a Shinji completamente desconcertado.

-¿Kaworu-Kun?

-No podemos aún. Por respeto a tu abuela. 

Shinji mantuvo una mirada de decepción, quizás porque él todavía era menor de edad, o tal vez porque Kaworu le guardaba tanta lealtad a la abuela que el simple hecho de yacer con su nieto le parecía una salvajada. Quizás Shinji nunca se sintió más confundido, Kaworu acompañó al joven a su casa, y una vez que se fue. Kaworu sonrió con malicia ya era cuestión de tiempo para que tuviera al joven Ikari entre sus garras. Lo estaba conduciendo justo a dónde él quería llegar.  

Shinji regresó a la mansión completamente confundido mientras estaba cenando se tocó los labios para comprobar el hecho de que lo que había pasado entre Kaworu y él no había sido producto solo de su imaginación. Realmente lo había besado, solo que no habían podido consumar aún el acto en sí. Por qué Kaworu le había dicho que se fuera, tal vez por qué no lo consideraba tan buen amante. Shinji estaba completamente desesperado a la mañana iría de nuevo a ver a Kaworu justo antes de que él viniera a la mansión y se la pasara encerrado en el cuarto de la abuela. Ya nada importaba ahora, Shinji estaba dispuesto a decirle sus sentimientos. 

Como se lo había propuesto a la mañana siguiente, Shinji se dirigió a la casa del joven Nagisa, escondido entre los arbustos, esperó a que el compañero de cuarto de Kaworu se fuera, cuando lo hizo, Shinji se apresuró a tocar. Esperó varios minutos hasta que finalmente el muchacho peli-blanco abrió la puerta. 

-Shinji qué sorpresa. 

-Hola Kaworu-kun. Perdona no debería haberte molestado es que yo.

-Pierde cuidado. De todas maneras ahora me iba a dirigir a la mansión Ikari. Pero dime en qué te puedo ayudar. 

Shinji suspiró quién sabe cómo lo iba a tomar Kaworu, pero necesitaba decirle a su tutor sobre sus sentimientos. 

-Kaworu-Kun. Sé que no debería. Es decir tú eres mayor de edad, y sin embargo, yo estoy enamorado de ti. 

Shinji estaba con la mirada hacia abajo aquella confesión le ponía la cara roja y las orejas coloradas. Por un momento pensó que Kaworu le iba a decir que se fuera, pero para su sorpresa, el joven peli-blanco lo invitó a pasar. Shinji no podía mirarlo pero Kaworu finalmente logró encararlo. Poniendo su pulgar sobre la barbilla obligándolo a contemplarlo. 

-Shinji yo también me he enamorado de ti. 

Shinji se sintió feliz al saber que era correspondido. Kaworu depositó un suave beso en los labios del chico. 

-¿en serio?

-Sí. Eres una persona muy especial. Jamás había sentido algo así por nadie. Pero..

-¿Pero qué?

-No podemos estar juntos. 

-¿Qué? Shinji sintió que se le empezaba a romper el corazón. 

-Tú abuela es un gran impedimento para eso. Ella no lo aprobaría. 

-¿y qué se puede hacer?

-Lo mejor para todos es que se muera. Y me cedas la parte de tu herencia. Shinji-kun. 


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