8. Fantasmas atrapados en nuestra dimensión
El frio incremento de una forma violenta y el barco comenzaba a llenarse de hielo en la superficie, los hombres permanecían callados mirando el lugar donde comenzaban a entrar y el capitán apretó el timón entre sus manos.
—Ahí está, el provocador de su desgracia— señalo un hombre.
Un gran tempano de hielo al que se acercaban hizo que los hombres colocaran su vista en el hielo, los hombres soltaron un suspiro y de su boca salió el frio.
—Oh, aquí donde estamos pasando fue donde el Titanic comenzó a hundirse, todo por culpa de ese trozo de hielo, aun no entiendo como sucedió todo, pero fue una gran desgracia— hablo uno de los hombres cerca de Dominic quien asintió con la cabeza.
—¡Silencio! — exclamo el capitán mirándolos— El Titanic y sus víctimas merecen todo nuestro respeto, así que hasta que salgamos de este perímetro, nadie hablara
Uno de los hombres más jóvenes se colocó al lado de las dos chicas. Ravenna miro el mar tan tranquilo que daba miedo, miro hacia abajo mirando el mar y observo que el agua casi no se movía. Miro de reojo a Dominic quien se asomaba aún más hacia el mar y estiro su brazo tocando las aguas heladas del atlántico norte, uno de los marinos lo tomo del traje negro que les habían dado y lo movió hacia al mar asustándolo, Dominic lo miro.
—No querrás caerte y que los fantasmas te lleven niño— le sonrió el hombre y lo jalo hacia el barco, lo soltó y se alejó de él.
—¿Qué es eso? — señalo otro de los tripulantes hacia el mar, había un barco blanco a la deriva y una mujer sentada de espaldas— ¿Es una mujer?
El capitán se acercó hacia donde su hombre había señalado y miro, entrecerró los ojos para ver mejor entre la niebla.
—Tráeme los binoculares— ordeno el capitán.
En unos segundos, el hombre tenía ya los binoculares y miraba a través de ellos, la mujer tenía una sombrilla e impedía ver su rostro, movió el binocular y sus ojos se ampliaron.
—Ya hemos preparado un barco para salvar a la mujer señor, Nathaniel ha...
—No preparen nada— negó el capitán.
—Pero señor, la mujer...
—Ella está muerta— negó el capitán y le tendió los binoculares— Es uno de los botes del Titanic, no es posible que después de dos años sin agua y comida una mujer siga viva, mucho menos con este frio.
El hombre volvió a mirar hacia el bote.
—Entonces, ¿señor?
—Sigamos el curso, no vamos a ir a investigar— ordeno.
El hombre en el timón asintió con la cabeza y el barco volvió a avanzar. Pasado algunos minutos y cada vez alejándose del lugar del naufragio algo golpeo el barco en la parte izquierda haciéndolos tambalear.
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